Hola princesas. A los chicos que pasean por este extraño universo también mis salutaciones. Estoy de vuelta tras unas merecidas vacaciones. Díganme cómo les fue en sus vacaciones navideñas. Espero que bien, de “mucho vino y poco gasto”. — sonrisa zorruna. — Soy la perfecta combinación entre Uchiha Sasuke y el 4to hokage. ¿Se notan mis extraños pero originales gustos?
Esta serie es como Mobile Suit Gundam, si me pueden comprender. — Hace señas de entre-comillas con sus dedos. — El perfecto consorte vendría siendo como Mobile Suit Gundam OO, hasta con una versión de Setsuna F. Seeiei. Si pueden ubicarlo entre los personajes el ganador le daré lo que me pida.
Disclaimer: Estos personajes si son míos y nadie puede tomarlos sin mi permiso, lo mismo el plagiar mi historia. Esto es puro entretenimiento y no me reporta beneficio económico alguno.
Aclaraciones de lectura:
-Letra normal: dialogo, relato.
-Letra en cursiva: pensamientos de los personajes.
Los Milenarios
Capítulo Uno
Dream
Primera parte
Dicen que el ignorante es más feliz en su ignorancia cuando es victima de algo que puede destruir su manera de ver el mundo.
Era de noche, hacia frio y no había mejor lugar para un viajero hambriento que una posada. Al divisar su objetivo tomó su bolso y se dirigió a la posada más cercana cuando escuchó unos pasos tras de él.
— ¿Pero que tenemos acá? —
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— Tenemos hasta la tarde para descansar. Creo que es más que suficiente, así que sean puntuales esta vez. — Un grupo de jóvenes wolfs rondaban las calles de Maridia, pueblo mercante de la ciudad Letus en la isla Saphir. Al parecer eran cadetes de alguna institución militar y obedecían la voz de un joven de porte aristocrático de unos 23 años de edad. El joven no sobrepasaba el 1,76m de estatura pero su complexión, aunque era delgada, era fuerte, poseía unos hermosos ojos verdes, su cabello castaño en un corte en V hasta los hombros, una nariz recta y pequeña, y de tez acaramelada. — ¡Chicos hoy dormimos en una posada! — dijo el chico con entusiasmo.
— Sir Anaking, el hecho de que sea aficionado a las costumbres de la clase baja no significa que deba arrastrar a todos a participar, además no debe olvidar quien es su anfitrión. — un extraño encapuchado les salió al encuentro. — La familia Anaking les tiene preparado hospedaje cerca de este lugar. Si son tan amables de acompañarme…—
— ¿Aquí también reservaron un…? — el joven interrumpió al extraño y a la vez él se vio interrumpido cuando de uno de los callejones salieron despedidos los cuerpos de unos bandidos que intentaban atracar a una mujer. Un estruendo se dejo escuchar a la vez que una fuerte magia se sintió y otro misterioso encapuchado salió del callejón llevando consigo a una mujer la cual corrió hacia las autoridades presentes luego de agradecer al extraño, quien era rodeado por los militares presentes.
— No se mueva. — ordeno Sir Anaking con seguridad y enfado. Alzó su mano para impedir que los soldados atacaran al desconocido antes que pudiese interrogarle. Hizo señas a un grupo para que le atrapasen pero antes de que pudiesen hacer cualquier movimiento el misterioso encapuchado se esfumó como las tinieblas cuando son traspasadas por la luz.
— ¡Ustedes pueden irse pero yo me quedo a atraparlo! — dijo molesto el castaño. — Sin duda…—
— ¡No seas idiota! ¿O quieres que tu padre se entere? — el primer encapuchado se descubrió, revelando la figura de una hermosa mujer de unos 35 años en apariencia, cuerpo esbelto, cabello rojo y ojos verdes.
— ¡No molestes Fiore! — chillo molesto el castaño y desapareció.
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— 12 de octubre del 1024. Los escuadrones Beta y Scala arribaron en la ciudad portuaria de Letus a las 14:05 debido a un encuentro con fuerzas revolucionarias en los limites de Stonia a las 12:15, por dicha razón la ceremonia fue retrasada, sin embargo las actividades siguientes continuaron sin ningún inconveniente y partieron a su siguiente misión. — masajeo sus entrecejo con molestia ante la presencia de un vergonzoso recuerdo.
— ¿Lady Fiore otra vez? — su secretario inquirió más por preocupación que por duda ya que conocía la respuesta de antemano.
— ¿Lo dices o preguntas? — le respondió el castaño con sarcasmo. — Se cree mi madre, niñera, conciencia…vive fastidiándome a cada rato. No se como la soportas cuando… — se dejo caer en el sillón con cansancio.
— En realidad Deb, yo mejor no me meto en esto. Mi madre es un caso “especial”. — dijo el joven secretario mientras terminaba de acomodar unos documentos.
— ¡Deberías apoyarme en esto, Roberth! — chilló molesto el castaño.
— Soy neutral en esto, lo sabes bien. Sin embargo hay alguien que puede dar su voto a tu favor. — Roberth era un joven de unos 1,80 de estatura, cabello castaño con mechones rojos y largo hasta la cintura, cuerpo atlético al igual que Debri y unos hermosos ojos color jade oscuro pero escondía un secreto que solo sus familiares más cercanos conocían.
— Lance no es más que un hipócrita. No lo quiero cerca de mí. ¡Y me importa un pepino lo que piensen los demás! ¡No me casaré con ese imbécil! Prefiero quedarme soltero y adoptar un mocoso. — Debri empezó a maldecir a los cuatro vientos y Roberth pensó en que hubiese sido mejor no decir nada.
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— Fiore, debes comprender que él es muy joven aun. Cuando madure dejará esa actitud. Ya encontrará con quién imprimar y cambiará. — un hermoso hombre de pelaje plateado y corto, de unos 38 años en apariencia y unos 1,90 de estatura conversaba con lady Fiore en una oficina empresarial con hermosas decoraciones en plata.
— Si tan solo Henry no hubiese muerto, tal vez las cosas serian diferentes. — opinó la mujer y al instante se arrepintió de sus palabras al ver como el semblante de su interlocutor cambiaba. — ¡Lo siento, Al…! —
— No tienes por qué disculparte. Lo que dices es cierto, y en realidad si no fuese por tu ayuda tal vez se hubiese criado aislado de todo ya que no he tenido el suficiente tiempo para hacer el doble papel que me corresponde. — Albiore le miró con una sonrisa melancólica.
— Solo…solo es su actitud. Es cierto lo que dices, tal vez cuando encuentre una pareja…Sabes a lo que me refiero. — el otro asintió ante las palabras de la mujer con una sonrisa. Fiore se maldijo interiormente. Ella y su gran bocaza. Tal vez lo de Debri era hereditario, además su propio hijo era un terco sin comparación cuando se ponía en esa actitud. Solo rogaba al cielo que la felicidad pudiese tocar su puerta. Debri había sufrido ya bastante.
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Se hacia tarde y aun no terminaba de firmar las invitaciones, así que tomó las que faltaban, las metió en una caja y salió de la oficina.
Afuera estaba nublado y una densa neblina impedía ver con claridad aun cuando las calles estaban iluminadas.
— En esta noche no hay ni un alma en las calles. — murmuró para sí sin detenerse ni un momento ya que no había llevado un paraguas y no volvería a la oficina.
— Cierto. Por suerte nuestra casa queda cerca. — dijo una voz tras él de repente logrando que el castaño soltara un brinco del susto y le mirara molesto cuando visualizó su rostro.
— ¡Maldición, Roberth! ¡Casi me matas de un susto! — le respondió cabreado.
— Sí, ha sido un placer venir por ti. Eso te pasa por ser tan tozudo. Te dije que regresaras temprano…— le regañaba el otro castaño mientras su interlocutor continuaba su camino mirando a todos lados con recelo.
— Sí, sí. Puedo cuidarme solo, ¿vale? — Debri continuó farfullando pero sin dejar su actitud alerta, tenía un mal presentimiento. Sintió un golpe seco y al detener sus pasos no sintió los de su acompañante. — ¿Roberth? — giró hacia atrás pero no había nadie tras él, ni alrededor o sobre los árboles que agitaban sus hojas con fuerza por la fuerte brisa que anunciaba la pronta lluvia caer. — Vamos. No estoy para juegos. Creí que habías dicho que no hacías esas cosas cuando estabas en tu faceta adulta…— continuó al no sentir su presencia. De pronto tres encapuchados aparecieron frente a él, la niebla se disipó y todo se hizo más visible. Horrorizado pudo ver a los pies de estos el cuerpo de su primo y como una mancha se extendía bajo su cuerpo.
Continuará…