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Error mágico por lizergchan

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Notas del capitulo:

New cap!!

 

Disclaimer: Los personajes de Hetalia no me pertenecen, sino a su autor Hidekaz Himaruya-sama, este fic lo hice sólo y únicamente como diversión.

Parejas: RusiaxMexico, FranxUk, PruxAus, EspxRoma, UkxFran, y HarryxDraco insinuación de AmexMex y SnapexUk

Aclaraciones y Advertencia: Este fic contiene YAOI, humor, Lemon, fantasía y lo que se me vaya ocurriendo, kesesesese.

Beta: Usarechan.

 

 

 

OoOoOoOoOoOoOoOoOoOoOoOoOoO

 

 

 

Error mágico

 

 

Capítulo 2.- Mundo mágico

 

 

Fueron las horas más largas, agotadoras, vergonzosas para Arthur y casi termina en la cárcel por causa del Bad Trio y sus travesuras; el viaje del aeropuerto a su casa fue aun más complicado; Tenía que rentar dos camionetas de la aerolínea para transportarlos, pero le resultaría imposible controlar a los que fuesen en la segunda camioneta, por suerte, Alemania, Austria y Noruega se ofrecieron para poner el orden.

 

En una camioneta irían Ludwig, Roderich y Luka; serian los encargados de poner orden en la camioneta uno, con ellos iban: Prusia, Romano, Veneciano, México, Rusia, Dinamarca, Turquía, Grecia y América, mientras que en la segunda camioneta iban: España, Francia, Bielorrusia, Ucrania, Islandia, Canadá, Hungría, China, Suecia, Finlandia, Suiza, Liechtenstein, Japón e Inglaterra.

 

Por suerte, no había mucho tráfico y el trayecto fue corto. Bajaron de los autos, todos los niños llevaban una maletita con ropa que tuvieron que comprar en México pues las anteriores les quedaban demasiado grandes.

 

Entraron a la casa; el británico los dejó en la sala. Le pidió a Alemania, Austria, Noruega y Hungría que vigilaran que los demás no hicieran ningún desastre; subió a su habitación y rebuscó por todos lados hasta que encontró lo que buscaba, una pequeña caja aterciopelada de color negro.

 

 

El Bad Trio estaba sentado en una esquina con México, a unos metros se encontraba la húngara que tenía cara de demonio y los amenazaba con su sartén. Los cuatro hicieron un pequeño círculo para hablar sin que los otros los escucharan.

 

 

—La loca de la sartén no nos va a dejar vengarnos del cejotas —comentó Prusia en un susurro a los tres países.

—Tío Gilbo, yo me sacrifico por el bien de todos —dijo José dramatizando. Antonio tomó las manos del mexicano mirándolo con ojos llorosos, como si el latino fuese al pabellón de la muerte.

 

“Jamás te olvidaré, hijo mío”, “Jefecito* santo, no se te olvide dejarme un buen tequila y unos tamalitos en mi altar”. Ambos se abrazaron como si fuese la última vez; Prusia y Francia se unieron al abrazo lloriqueando, después de un momento se separaron y México se acercó a la húngara.

 

—Tía adorada, de la vida, del amor, muñeca… —Elizabeta lo interrumpió. Ella quería mucho a su “sobrino”, pero no estaba de humor para soportar su faceta de Don Juan* (como él mismo solía llamarla), tomó su sartén y estuvo a punto de golpearlo con ella pero, por suerte para el mexicano Arthur apareció con la cajita de terciopelo.

 

Inglaterra se acercó a ellos; muchos de los “menores” lo veían como si quisieran echársele encima. Suspiró; les ordenó tomarse de las manos, lo que inició una discusión parecida a la que hubo en el momento de abordar el avión. América se acercó al mexicano y lo tomó de la mano pero éste la quitó bruscamente.

 

—¡Ni madres te agarro la mano! —gritó México señalando a su vecino del norte acusadoramente. Rusia intentaba escapar de su hermana menor, Hungría perseguía a Prusia con su inseparable sartén, Dinamarca y Suecia se reusaban a tomarse de las manos, pero Su-san también se negaba a que Finlandia se acercara al danés, Francia hacia berrinche para que Arthur le hiciera caso. Italia lloraba porque quería pasta y Romano trataba de golpear a Alemania.

 

—¡Suficiente! —gritó Inglaterra completamente harto. Colocó a los países en línea, quienes se dejaron hacer por miedo a que la furia del mayor cayera sobre ellos. Una vez hecho, les ordenó que se tomaran de las manos, suspiró para calmarse.

 

De la caja sacó un pequeño guardapelo de color verde con una serpiente en el centro.

 

—No se suelten —les ordenó, tomó la mano de Francia y de pronto, todos sintieron un fuerte tirón en el estomagó y todo les dio vueltas. Cayeron al suelo, estaban mareados y un poco “descompuestos” por el viaje.

 

—¡Buaaa, Alemania, Alemania, me duele! —lloriqueó Veneciano pues se había golpeado al caer.

 

La mayoría se quejaba, ya sea por lo agitado del viaje o por haberse lastimado al caer. Al incorporarse se dieron cuenta que ya no estaban en la casa del inglés si no en un lugar extraño.

 

—Interesante entrada, Inglaterra —dijo un hombre de edad avanzada que tenía una larga barba y usaba algo parecido a un vestido (según la mayoría de las “jóvenes” naciones).

—¡Santa Claus! —exclamó América antes de recibir un golpe en la cabeza por parte de Arthur.

—Albus, hace tiempo que no nos vemos, has cambiado mucho —comentó Inglaterra saludando al anciano de mano.

—Y tú sigues igual —dijo dejando salir una risita —, supongo que es el beneficio de ser inmortal. ¿Quiénes son estos niños?

 

Arthur dejó escapar un suspiro; le contó lo que había sucedido y el por qué se encontraban ahí. Al terminar el relato, los países miraron esperanzados al hombre que se mantenía quieto.

 

—Cabecita blanca*, ¿Usted puede regresarnos a la normalidad? —cuestionó México antes de que Arthur lo reprendiera por la forma irrespetuosa en la que le hablaba al hombre y hubiese seguido regañándolo pero el moreno no le prestaba atención y un “kolkolkol” lo hizo desistir.

 

El hombre se presentó como Albus Dumbledore, director de Hogwards, escuela de magia y hechicería. A los menores les parecía una persona bastante peculiar, pero amable (principalmente cuando les dio dulces).

 

Dumbledore sacó su barita, apuntó a las naciones; la punta y los cuerpos de los adolecentes se iluminaron pero al desaparecer el brillo, todo seguía igual.

 

—Me temo que mi magia no es lo suficientemente poderosa para romper el hechizo…

—¡¿Qué?! —gritó Inglaterra —¡Pero tú eres de los magos más poderosos en el mundo mágico!

 

Dumbledore les explicó que la razón por la que no podía romper el conjuro era porque la magia de Arthur, al ser un país, estaba en estado puro y era demasiado poderosa para que él pudiese hacer algo.

 

—Me temo que sólo tienen dos alternativas —dijo el mago con parsimonia —, una es que Inglaterra encuentre la forma de romper su hechizo y la otra es que ustedes mismos lo hagan…

—Ya nos cargo la… —comentó México cruzándose de brazos y haciendo puchero.

 

 

Dumbledore les propuso entrar a Hogwards para que aprendieran a usar magia y así pudiesen encontrar la forma de liberarse del embrujo, todos aceptaron aunque no muy convencidos; les ofreció un lugar donde quedarse, pero antes Arthur debía llevar a los jóvenes a comprar lo necesario para el año escolar, además de que necesitaría hacer una visita a Gringotts* para cubrir los gastos. Antes de que se fueran, el mago pidió hablar con Inglaterra en privado.

 

No deben revelar sus identidades como países, pues con seguridad, el señor oscuro tratará de usar ese poder para su beneficio.

 

Arthur guardó silencio. En el mundo mágico, sus identidades como países eran celosamente guardados por los más altos miembros del ministerio de magia para evitar que alguna representación humana cayera en las manos equivocadas.

 

 

Se despidieron del director quien les dijo que una persona los estaría esperando en “las tres escobas” para llevarlos al lugar donde se hospedarían, donde Inglaterra y los habitantes de la casa les darían clases a las jóvenes naciones antes del inicio del año escolar que era el primero de septiembre; esto supondría una labor titánica, principalmente para Arthur.

Tomaron la “red flu” (pues ninguno de los menores quería volver a viajar por “traslador”), que los llevó al callejón Diagon, de ahí se dirigieron al Banco Gringotts donde Inglaterra tenía una bóveda en la que guardaba dinero.

 

—¡Ahhh! —gritaron ambos italianos cuando un duende se les acercó.

—¡Chigii~! ¡Salvame idiota! ¡Maldicion! —gritó Romano escondiéndose tras España. Veneciano también se ocultó, pero él lo hizo tras Alemania quien sólo atinó a suspirar.

—Bóveda —habló el duende con voz molesta.

—Tres* —respondió Arthur entregándole una llave. El duende les pidió que lo siguieran; viajaron en un vagón que los llevó hasta una bóveda de gran tamaño, en la puerta ostentaba un 3.

—Les recuerdo que esto es un préstamo y deben regresarme el dinero…

—Esto es culpa tuya —gruñó Prusia cruzándose de brazos —. Oresama no piensa pagarte nada.

 

Inglaterra iba a discutir pero la mirada que todos le lanzaron lo hizo desistir. La bóveda se abrió, revelando una gran cantidad de galeones y objetos de oro y otros metales preciosos.

 

—¡Esto es lo que me robaste! —gritó Antonio apuntándolo acusadoramente con el dedo —, no pienso pagarte por algo que es mío.

—Estas son las cosas que papá Toño sacó de mi casa —comentó México tomando una máscara mortuoria de jade —. ¡No pienso pagarte ni madres, pinche pirata región cuatro*!

—¡Suficiente! —habló Austria molesto —¡Dejen de discutir!, ¡indecentes!

—Toma lo que se necesita y vámonos —habló Alemania con un tono que no aceptaba réplicas.

 

A regañadientes, Arthur tomó una buena cantidad de dinero; el duende los regresó al inicio, antes de salir del banco Inglaterra les dijo:

 

—Deben llamarse por sus nombres humanos y no usar el de su país.

—¿Por qué? —cuestionó Noruega con cierta molestia.

—El mundo mágico no sabe de nuestra existencia y debemos permanecer así —ninguno comprendía el motivo de eso, pero por la seriedad con la que el inglés se los decía, decidieron obedecer.

 

Compraron las baritas, las túnicas y todo lo que fuera necesario para las clases que Arthur les daría y también para el año escolar en Hogwards; después fueron a comer algo, un gran problema, pues la comida inglesa no era del agrado de ninguno de ellos, principalmente de los “gourmets”, para aliviar el mal sabor comieron un helado en la Heladeria Floreon, después fueron al emporio de las lechuzas, pues Inglaterra consideraba que era la mejor opción para que los adolescentes estuvieran comunicados con sus superiores y entre ellos.

 

Después de las compras se fueron a las tres escobas donde un hombre de larga barba y (que a su lado, Suecia (adulto) y Holanda se verían pequeños), se les acercó; su nombre era Hagrid, Dumbledore lo había enviado para que los llevara a Grimmauld Place, 12* donde se hospedarían hasta el inicio de clases.

 

Puesto que no había muchas habitaciones listas, tuvieron que quedarse en grupos:

 

América-Canadá-China.

Dinamarca-Noruega-Islandia.

Alemania-Veneciano-Romano.

Suecia-Finlandia-Suiza.

España-Francia-Prusia.

Austria-Rusia-México.

Hungría-Ucrania.

Liechtenstein-Bielorrusia.

Turquía-Japón-Grecia

Inglaterra.

 

 

Fue una semana bastante interesante para los adolescentes; conocieron a personas bastante amables que los instruyeron en los principios de la magia y les enseñaron un poco su mundo. Finalmente llegó el tan esperado día, se despidieron de sus nuevos amigos con algo de tristeza, pero prometieron regresar en cuanto pudieran.

 

Llegaron a la estación King’s Cross, donde debían abordar el tren en el andén 9 ¾. Comenzaron a pasar de dos en dos, hasta que sólo quedaron Inglaterra, América, México y Rusia. Cuando iban a cruzar, dos jóvenes se les adelantaron, chocando contra la columna.

 

—¡El héroe los ayudará! —exclamó América comenzando a recoger las cosas de los dos desconocidos, México y Rusia también ayudaron.

—Que madrazo* se metieron —comentó José a Rusia, éste le sonrió —¿Están bien?

—Sí, gracias —respondió uno de ellos, era un chico pelirrojo, gordito en comparación de su compañero, un castaño de ojos verdes que usaba lentes y era algo escuálido.

—No sé qué fue lo que pasó —comentó el de lentes.

—Podemos ayudarlos, da —les dijo Rusia sonriéndoles, lo que causó que ambos se pusieran un poco pálidos.

—¡Como héroe que soy debo ayudarlos! ¡hahahaha!

—Arturo, ¿Podemos? —le preguntó José.

—Es Arthur —le respondió el inglés, tomó la mano del chico de lentes —. Alfred, llévate al otro —dijo y cruzó con el chico, seguido de América y el pelirrojo, Rusia y México fueron los últimos en cruzar.

 

La aventura de los países en Hogwarts estaba por comenzar…

 

Continuará…

 

 

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Jefecito: Es una forma en la que se les llama a los padres aquí en México.

Don Juan: es un personaje arquetípico, configurado en la literatura española y con larga descendencia literaria europea, creado por Tirso de Molina. Aquí en México se utiliza para referirse a los “Casanova”.

Cabecita blanca: forma cariñosa de referirse a un anciano.

Tres: Teniendo en cuenta los años que tiene Inglaterra, me pareció que tenía sentido XD

Región cuatro: Marca “hechiza”, ósea que no es original o de mala calidad.

Grimmauld Place, 12: Mas adelante explicare la razón por la que Dumbledore los hospeda ahí.

Que madrazo: Que golpazo.

 

 


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