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Error mágico por lizergchan

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Notas del capitulo:

Gomen!!! Aqui les dejo la continuacion.

Disclaimer: Los personajes de Hetalia no me pertenecen, sino a su autor Hidekaz Himaruya-sama, este fic lo hice sólo y únicamente como diversión.

Parejas: RusiaxMexico, FranxUk, PruxAus, EspxRoma, UkxFran, y HarryxDraco insinuación de AmexMex y SnapexUk

Aclaraciones y Advertencia: Este fic contiene YAOI, humor, Lemon, fantasía y lo que se me vaya ocurriendo, kesesesese.

 

 

 

 

OoOoOoOoOoOoOoOoOoOoOoOoOoO

 

 

 

Error mágico

 

 

Capítulo 23.- El país del amor; inesperado final

 

 

 

 

Nuevamente el horrible viaje en translador; pero bien había valido la pena cuando vieron la magnífica torre Eiffel que coronaba la bella ciudad de París. Ninguno de los tres magos podía creer que se encontraran en la Francia muggle, ni que iban a pasar toda una semana conociéndola.

 

Francis los había llevado a un pequeño departamento que tenía en un edificio en el centro de la ciudad, tan sólo tenía dos habitaciones pero un poco de magia solucionó el problema.

 

Harry se dejó caer en la que sería su cama durante su estancia en el país. Cerró los ojos; inhaló llenando sus pulmones del delicioso aroma que envolvía la habitación. Se levantó de golpe cuando escuchó a una lechuza tocar a su ventana, sonrió al ver a la pequeña ave propiedad de su admirador anónimo; la dejó entrar lo más rápido que pudo. Tomó la nota de su pata.

 

Disfruta de la ciudad e imagina que paseamos por los Campos Elíseos tomados de la mano.

 

Con amor tu admirador X.

 

 

Harry sonrió, no tenía idea de quién era su admirador secreto pero aún así; soñó con él paseando tomados de la mano por las calles de parís.

 

 

 

Mientras que Harry fantaseaba con una noche romántica en la ciudad del amor; había parejas que si lo hacían realidad:

 

Inglaterra y Francia disfrutaban de una romántica entrega. Las expertas manos de Francia recorrían el cuerpo de Arthur, caliente y ansioso; los besos apasionados, asfixiantes gemidos cargados de placer y de arrebatador deseo.

 

Arthur gozaba de la tierna hombría de Francis; chupaba y lamía como si se tratara del más suculento postre. Sus dedos se abrían paso en el interior de su amante, preparándolo para lo que venía.

 

El cuerpo de Francia fue abriéndose lentamente dando la bienvenida a Inglaterra y envolviéndolo con su calidez. Gemidos, caricias y besos fundiéndose para formar una explosión de éxtasis.

 

Se abrazaron tratando de recuperar el aliento. Se besaron; Inglaterra se acurrucó en el pecho; al poco rato se quedaron dormidos.

 

 

 

México estaba encerrado en la habitación que compartía con Rusia; sentado frente al escritorio. Había papeles tirados y arrugados a su alrededor, en el suelo. Larisa, Donaji, Tlilmi y Fido observaban al moreno escribir desde diferentes puntos, pero todos con una expresión confusa.

 

—¡Con una chingada! —exclamó compactando una hoja en la que había escrito para luego lanzarla por sobre su hombro. Se llevó las manos a la cabeza para despeinarse en un gesto de desesperación.

 

Tan concentrado estaba que no escuchó cuando alguien tocaba a la puerta ni cuando Tlilmi abrió. Rusia ingresó a la habitación, miró al mexicano y el desorden que éste tenía; le llamó la atención la infinidad de papeles regados y lo concentrado que estaba el moreno. Tomó uno de los papeles, leyó el contenido.

 

—José… —el aludido se sobresaltó; miró a su novio y no pudo más que sudar la gota gorda al ver lo que tenía en las manos. Le arrebató la hoja al ruso. Iván miró al mexicano esperando una explicación.

—Eh… ¡no es lo que crees! —exclamó desesperado; no quería que Iván tuviese una idea errónea de lo que estaba haciendo.

 

Rusia se mantenía tranquilo, no iba a desconfiar de su moreno, al menos le daría la oportunidad de explicarle; aunque por dentro sentía el impulso de dar la vuelta y salir de la habitación.

 

México tardó un poco en explicarle a Rusia; cuando terminó, Iván suspiró aliviado. El euroasiático tomó al moreno, acostándolo en la cama para posicionarse sobre él. José sonrió y abrazó a su novio por el cuello. Esa noche ninguno dormiría.

 

 

 

OoOoOoOoOoOoOoOoOoOoOoOoOoO

 

 

Las calles de parís eran magníficas y muy bellas; Francis se hinchaba como pavo real cada vez que alguno de los magos se maravillaban con los edificios de estructuras hermosas, los museos…

 

 

Rusia y México se encontraban en un pequeño restaurante al aire libre; el pobre moreno estaba adolorido de cierta parte de su cuerpo a causa de la noche movida que tuvo con el europeo.

 

—Grrr —gruñó dejando caer su cabeza en la mesa.

—¿México está enojado con Rusia? —cuestionó el euroasiático. Como respuesta José le dedicó una mirada que bien podría ser comparada con la de algún demonio —era peor que la de la misma Bielorrusia –, lo que hizo al pobre Iván temblar.

—Quiero un chocolatito abuelita y unos tamales de rajas o unos chilaquiles —dijo sin moverse.

—¿México olvidó que estamos en Francia?

 

José gruñó por lo bajo antes de sentarse correctamente en la silla y dejar escapar un largo suspiro.

 

—¿México se encuentra bien? —le preguntó preocupado.

—Estoy chípil —levantó los brazos abriendo y cerrando las manos. Rusia sonrió y atrajo al moreno en un abrazo, sentándolo en sus piernas para acunarlo como si se tratara de un bebé sin importarle que los otros comensales pudieran opinar, ni las distintas miradas que les dedicaban.

—¿José se siente mejor? —preguntó Iván con ese tono que sólo le dedicaba al mexicano. El moreno asintió con la cabeza; enredó sus brazos alrededor del cuello de su novio para poder compartir un beso. No pasó mucho tiempo antes de que un mesero los interrumpiera para tomarles su orden.

 

Después de darle un buen susto al pobre hombre (y de comer algo), ambos países decidieron dar un paseo. Iban caminando tranquilamente cuando México chocó con alguien ocasionando que ambos cayeran al suelo.

 

—¡Auch! —se quejó el moreno.

—¡Estúpido!, fíjate por donde… ¿José? —preguntó el joven sorprendido mirando al moreno después a Rusia —¿Iván?

—¿Draco? ¡¿Qué haces aquí, güero?! —le preguntó el mexicano abrazando al platinado por el cuello para poder despeinarlo. Draco se separó bruscamente de su amigo, odiaba que le tocaran su perfecta cabellera.

—Iván creyó que a Draco no le gustaban las cosas muggles, ¿da? —Malfoy bufó un poco sonrojado, no iba a admitir que la Francia no mágica le agradaba.

—¡Es lo de menos! —exclamó México —Me alegro de que estés aquí güero.

 

Draco miró a sus dos amigos, preguntándose qué era lo que ellos estarían haciendo fuera de Inglaterra, pero no pudo preguntar pues José lo tomó del brazo mientras hablaba tan rápido que apenas y si le entendía media palabra, eso no fue lo peor para el joven mago, pues en el camino se encontraron con el trió dorado que estaban con Francis, Alfred, Gilbert y Mathew.

 

—¿Qué haces aquí hurón? —gruñó Ron mirando a Draco con odio, el platinado le devolvió el gesto con la misma intensidad.

—¿Esto fue idea tuya? —le preguntó Malfoy a México con el seño fruncido e ignorando olímpicamente al pelirrojo. José negó con la cabeza.

—Seguramente vino a espiarnos —continuó Ron. Esto sí que hizo enojar a Malfoy quien no duró en encararlo.

—¿Espiarlos? ¡Por favor!, como iba a saber que la comadreja pobretona, el cara rajada y la sangre sucia iban a estar en un país tan sofisticado como lo es Francia.

The hero will not let you insult your friends —exclamó Alfred encarando al mago.

—Es cierto, Malfoy —habló Francis con el ceño fruncido aunque ciertamente alagado por lo dicho  por el mago —, tus palabras son ofensivas.

 

Comenzaron una discusión que poco a poco fue llamando la atención de las personas que pasaban por ahí.

 

—¡Ya! —gritó México enojado —. Draco es cuate de Iván y mío —los países y los cuatro magos lo miraron asustados pues al moreno le había salido un aura oscura —.  Nos encontramos al güero en el camino. Van a llevarse bien o no respondo chipote con sangre sea chico o sea grande —sentenció.

—Da, José tiene razón —respondió Rusia sonriéndoles pero con un aura oscura a su alrededor que ocasionó que los magos, país y los mirones tragaran grueso y retrocedieran aceptando la petición de la pareja a regañadientes.

¡Ta’ bueno! ¿Pa’ donde iban?—cuestionó México sonriéndoles sin darse cuenta (o no queriendo hacerlo), de las expresiones de pánico de sus amigos.

—Planeábamos ir al museo —respondió Hermione.

—¡Vamos!

 

 

 

Fueron al espectacular museo de Louvre que dejó a los magos con la boca abierta. Las pinturas, las esculturas y el mismo edificio eran tan sorprendentes y magníficos que el grupo terminó separándose.

 

Harry había terminado a solas; en esos momentos contemplaba la “Venus de Milo”, estaba tan concentrado en la estatua que no se percató cuando alguien se puso a su lado.

 

—Hermoso, ¿no? —Harry dio un respingo a causa de aquella voz. Era Draco que lo miraba con una pequeña sonrisa.

 

Harry se percató por primera vez desde que Draco apareció que no vestía ropas de mago ni tenía aquel peinado en el que parecía haberse acabado medio bote de gel; ahora, Draco estaba usando unos pantalones de mezclilla ajustados que delineaban su figura, una camisa de manga larga y el cabello algo despeinado y rebelde (por obra de México). No podía negar que Draco Malfoy era un verdadero adonis.

 

—A pesar de ser una construcción muggle, tiene cierto encanto —agregó con su típico tono.

—¿Qué haces aquí, Malfoy? —le preguntó desviando la mirada para tratar de ocultar el sonrojo que dominaba sus mejillas.

—José me envió una lechuza —respondió simplemente; era mentira pero Harry no tenía por qué saber la verdad, ¿no?

—Creí que José dijo…

—La pregunta en realidad sería, ¿Qué hacen ustedes aquí? Dudo mucho que la comadreja tenga el dinero para salir de Inglaterra…

—No es tu asunto, Malfoy —Harry lo interrumpió con enojo. Draco lo miró de reojo, dio un suspiro, no iba a ponerse a pelear, debía seguir con el plan que él y José tenían.

—No, no lo es —respondió caminando a “La victoria alada”. Harry lo siguió, más por inercia que por curiosidad. Pasaron un momento con temblando “La Mona Lisa”. Draco comenzó a hablar sobre la pintura, sorprendiendo al joven de ojos verdes pues nunca se hubiese imaginado que el rubio conociera tanto del arte muggle.

 

Sin darse cuenta, terminaron conversando de otras cosas hasta el punto en el que Harry comenzó a darse cuenta de lo agradable que era el dragón.

 

—¿Tienes hambre? —le preguntó Draco a Harry después de un rato; el Gryffindor asintió con la cabeza —Hay un restaurante muy cerca de aquí, te invito a comer —Harry quiso negarse en un principio, pero finalmente terminó aceptando.

 

Acababa de conocer a un Draco Malfoy que ni en sus sueños más locos creyó ver y deseaba explorar más de él.

 

 

Ambos magos abandonaron el museo, olvidándose por completo de sus amigos que comenzaban a preocuparse por su desaparición.

 

—¿Dónde se habrá metido Harry? —se preguntó Ron en voz alta. Él, Hermione y los países se encontraban afuera del museo.

—También se perdió el güero —agregó México antes de sonreír con cierta picardía —, segurito le han de andar poniendo Jorge al niño*

—¿Qué tiene que ver un niño en esto? —preguntó Ron confundido.

—Lo que Mexique quiere decir es que mon petit, que esos dos deben estar demostrándose su amour.

 

El comentario no fue del agrado del pelirrojo quien no se molestó en ocultar su desagrado y aberración por la sola idea de que su amigo estuviese con Draco de una manera tan… íntima.

 

—Ron cálmate por favor —le pidió Hermione; a ella tampoco le agradaba la idea pues le preocupaba que Draco pudiese herir a Harry (de cualquier forma posible).

—Pero Herm…

—Sí, wey, ni que el güero le fuese hacer algo que Harry no quisiera.

—México tiene razón —agregó España; conocía bien a su ex colonia y su buen juicio, sabía que él no confiaría en alguien que no fuese digno.

—Pero… —Ron intentó protestar.

—México y Rusia confían en Draco —habló Iván sorprendiendo a los presentes pues era bien sabido lo celoso que el eslavo se ponía cuando Malfoy y José estaban juntos (o al menos era lo que todos pensaban) —. Draco no es tan malo como aparenta, da.

—Bueno, oresama tiene hambre y no puedo permitir que mi awesome cuerpo se malpase, kesese.

—Yo también tengo hambre —comentó España y los demás asintieron, en realidad ya era tarde y no habían comido desde la mañana.

—¡El héroe quiere hamburguesas! —chilló Estados Unidos. México dijo que quería tacos, chiles en nogada o un pozole, lo que ocasionó que ambos vecinos iniciaran una discusión pues el primero quería que el moreno comiera lo mismo que él.

—Estamos en Francia, ¿Por qué no comer algo tradicional del país? —opinó Hermione interrumpiendo la pelea de los dos americanos.

 

Al final se decidieron por regresar a casa aunque aun estaba el problema del paradero de los dos magos. Mientras tanto Harry y Draco conversaban animadamente como si fuesen amigos de muchos años. Potter cada vez más se daba cuenta que su supuesto enemigo jurado tenía un lado agradable; cierto que era arrogante y detestaba a los muggles pero eran los prejuicios que su familia le había inculcado desde su nacimiento.

 

—¡Oh cielos! ¡Me olvide por completo de los otros! —exclamó Harry preocupado pues seguramente lo estarían buscando. Draco suspiró pagó la cuenta pasando por alto las protestas del Gryffindor de pagar su parte, regresaron al museo pero no encontraron a ninguno de los magos o de los países.

—Creo que debería regresar a casa de Francis —dijo Harry resignado; dio un largo suspiro, sólo había un pequeño problema… no sabía dónde estaba y es que a su parecer, todas las calles eran iguales, además de que no entendía para nada el idioma.

—¿En dónde te hospedas? —le preguntó a Harry sacándolo de sus pensamientos —. Conozco muy bien las calles de la Francia muggle —agregó cuando no recibió respuesta. El Gryffindor miró al Slytherin como meditando si debía o no confiar en él; dio un largo suspiro, terminando por darle la dirección.

 

 

No sería el último encuentro de esos dos, pues al siguiente día volvieron a verse, esta vez a solas, y nuevamente al siguiente hasta que en el día antes de su partida, sucedió algo que ninguno esperaba.

 

Harry (pese a las negativas de Ron y la mayoría de los países), saldría con Draco en una cita.

 

—¡¿Estás loco?! —lo regañó Ron —Esto puede ser una trampa del hurón.

—Es cierto —agregó España, uniéndose al pelirrojo —, según lo que nos han contado, los Malfoy son sirvientes de ese tío Valdomero.

—Es Voldemort —lo corrigió Harry dando un largo suspiro, era increíble lo mucho que Antonio y José se empeñaban por cambiarle los nombres a todas las cosas y personas.

—Como sea, de todos modos Draco no está de achichincle de Botanero —agregó México cruzándose de brazos. Los magos e Inglaterra suspiraron.

—Es Voldemort —suspiró Arthur en tono cansado.

—Pus será el sereno pero de que Draco es cuate, eso que ni que —dijo el moreno —, y mira que yo como digo una cosa digo otra y es que, es como todo… hay cosas que ni que, ¿tengo o no tengo razón? —los magos y la mayoría de los países miraron al latino sin comprender realmente lo que decía.

—México tiene razón, da —respondió Rusia quien parecía ser el único en entenderlo (o al menos fingir que lo hacía).

—¿Confían en Malfoy? —le preguntó Hermione a la pareja.

—Draco no es malo, da —le respondió el ruso, México asintió con la cabeza mientras se acomodaba entre los brazos de su novio.

—Claro que el hurón es malo, sólo quiere ganarse la amistad de Harry, para…

—Ya me estás llenando el buche de piedritas —lo interrumpió José —. Ya les dijimos que el güero es a toda madre y que no le hará nada a Harry.

—¿Cómo estás tan seguro? —preguntó Prusia quien estaba extrañamente serio.

—Otra vez la burra al trigo —puso los ojos en blanco —. Su padre les está diciendo que Draco es de a poca madre, claro que no es una cosa que digan ¡que bruto! Qué buen tipo es éste wey, pero lo es y eso que ni que.

—Creo que me está doliendo la cabeza —se quejó Ron completamente confundido por causa del moreno.

—A oresama igual —lo apoyó Prusia, Francia y España.

 

José sonrió complacido y eso que ni siquiera había usado una de sus armas secretas: cantinflear.

 

—Ta’ bueno Harry ya te puedes ir yendo que al güero no le gusta la impuntualidad —le dijo México empujándolo a la salida. El mago se fue aprovechando la confusión de sus amigos.

 

El lugar de la cita era la entrada del museo, para esas alturas, el chico dorado de Gryffindor ya había olvidado a su admirador y tal parecía que éste también a él.

 

Cuando llegó al museo Draco ya lo esperaba, vestido con ropas muggles que ciertamente le hacían ver extremadamente apuesto, tanto que Harry no pudo evitar sonrojarse ante tan hermosa visión.

 

—Qué guapo se ve —pensó Harry; se detuvo en seco, ¿Qué demonios le pasaba? ¿Desde cuándo creía que Draco era guapo? Sacudió la cabeza, tal vez si estaba pasando demasiado tiempo con el Slytherin.

—Llegas tardes —el chico dorado de Gryffindor no respondió, estaba demasiado confundido, Draco se dio cuenta por lo que sólo lo tomó de la mano conduciéndolo por las calles de París; el contacto provocó un furioso sonrojo en Harry que Draco notó pero de lo cual no dijo nada (no quería asustar al castaño).

 

Draco llevó a Harry a dar un paseo por un parque cercano; comieron en un pequeño pero lindo restaurante al aire libre, cerca de donde Harry se hospedaba.

 

—¿Regresarás a Inglaterra o te quedarás aquí hasta el final de las vacaciones? —le preguntó Draco a Harry. El Gryffindor negó con la cabeza.

—Los chicos nos invitaron a Ron, Hermione y a mí a conocer sus países de origen.

—¿Planean visitar todos? —el castaño se encogió de hombros, la verdad no estaba seguro si el periodo de vacaciones sería suficiente para conocer las casas de todos sus amigos países, pero esperaba que sí.

—¿Y tú? ¿Regresaras a Inglaterra? —Draco asintió; tan sólo había pasado tres días en Francia pero ya debía regresar a casa o de lo contrario podría tener problemas con su padre o peor, podría sospechar que fraternizaba con el “enemigo”.

 

Harry bajó la mirada, se sentía un poco triste, pues no quería alejarse de su nuevo amigo tan pronto, Draco pareció darse cuenta pues dijo:

 

—José me invitó a pasar la última semana de vacaciones en México, tal vez nos veamos allá —el Gryffindor asintió sonriendo, aunque no tenía idea del porque estaba tan feliz.

 

Harry estaba confundido, no sabía porque sentía aquella enorme necesidad de estar junto al Slytherin, de no separarse de él, de abrazarlo, de… de pronto sus pensamientos se vieron interrumpidos por los labios de Draco sobre los suyos; el contacto sólo había durado un par de segundos pero bastó para que una corriente eléctrica recorriera por completo sus espinas dorsales.

 

 

—Me gustas Harry —le confesó el príncipe de Slytherin y el aludido no pudo hacer más que sonrojarse.

 

Harry no podía creerlo, ni en sus más locos sueños se hubiese imaginado algo así, pero… ¿Qué sentía él por Draco? Era su enemigo desde el primer año aun así… sus pensamientos se cortaron y sus ojos se fueron cerrando lentamente a medida que sus brazos rodeaban el cuello del Slytherin y esta vez fue él quien inició el beso mandando al diablo todo lo demás, en ese momento sólo importaba los dos y nadie más.

 

Continuará…

 

 

 

OoOoOoOoOoOoOoOoOoOoOoOoOoO

 

 

Hola gente!! Espero les gustara el capitulo y también quiero aprovechar para invitarlos a mi foro de rol “Los doce reinos” que es de Hetalia!!!

 

 

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