Otro año más soportando ser el héroe del mundo mágico. Un año de adulaciones vanas, de hipocresías. ¿Jefe de aurores? Por favor a que brillante estúpido se le había ocurrido. Sonreí con satisfacción, por fin mi lado Slytherin salía a relucir.
-De que te ríes, Potter- preguntó Zabini con desgana
-No me río Zabini- dije frío –sólo sonrío-
-Da igual hombre, estamos en confianza. Cuenta el chiste- repitió Zabini
-Sabes, - murmuré por lo bajo –pensé que los gatitos éramos los curiosos-
-Diría yo entrometidos. Potter- dijo Malfoy a modo de saludo al entrar en la sala
-Siempre tan encantadora tú presencia, Malfoy. Aunque, creo no te peinaste bien… o acaso vienes de tu “cita”- contesté sarcástico –sólo espero por el bien mental de Blaise, no la hayas terminado en su cama-
-Te crees gracioso, no Potter- dijo amenazante con su varita en mi cuello.
Nos encontrábamos de frente, muy cerca el uno del otro. Tanto que podía ver los matices de sus ojos y oler su aliento; fresco aroma a yerbabuena inundaba mis pulmones deleitándolos. Atrayéndolos.
-No, Malfoy. No lo creo. Soy gracioso- contesté a su retadora mirada envuelta en confusión y sorpresa. Era como ver a un pez fuera del agua, Y reí, como nunca antes.
-Blaise, ahora si me río - exclamé volteando a ver a Zabini a los ojos. Me acerqué a su lado. Muy cerca de su oído le confíe mi parte en el acuerdo. Un acuerdo muy sencillo. Yo le daba acceso e información de Ron, y él a mí de Draco.
Me aleje muy lentamente. Soplando discreto a su oído, logrando estremecerlo. Y de la forma más sensual que pude finalicé.
-Espero tu respuesta. Mañana a esta hora en la Sala de los Menesteres- dije lo suficientemente alto para que Draco escuchara- Ah!, sólo es necesario que pienses en chocolate amargo, y te dejará entrar- dije lentamente, saboreando mis palabras con deleite al ver los efectos que causaba en Draco, mi Draco.
Salí de la sala paladeando el sabor de mi éxito. Bendito Felix Felicis. –La mente es tan prodigiosa- repetí mentalmente, con la certeza de pronto estar a su lado.
-Maldito Potter, quien se cree que es. Venir acá y hablarme de esa manera. Pero se va a arrepentir de sus palabras- refunfuñaba Draco, mientras daba vueltas sobre la alfombra
-¿Palabras Draco? Lo único que hizo fue reírse. Y la verdad tú cara era todo un poema- contesté con renovado interés. Al final saldría ganando. Pronto tendría al leoncito entre mis colmillos.
-Oh!, Cállate- contestó molesto Draco –Y bien Zabi… ejem, Blaise cariño, ¿Qué hacías con Potter? O debería decir Harry- respondió sarcástico Draco
-¿Celoso Drake?- pregunté alzando mi ceja en su dirección. Sonreí al ver el furioso sonrojo adornando sus mejillas –La verdad es algo subjetiva, pero ¿Cómo sabrías la verdad? Digo puede ser mentira. Aunque no te preocupes, prometo no probar el chocolate amargo, no con él. A menos claro que este en su cuerpo, ahí si no te prometo nada…- contesté al salir de la habitación. Se oyeron golpes en la puerta, fue definitivamente buen momento para la retirada.
Si existía algo en el mundo que me produjera placer, eso era sacar de quicio a Draco. Y vaya que lo había logrado.
-Oh, sí!!!- me alenté mientras me alejaba del pasillo, ignorante de que en ese momento dos penetrantes ojos azules taladraban mi expresión de satisfacción. Y mientras yo, ajeno a su mundo pasaba mis manos por mi cabello, y en mi rostro se formaba una sonrisa maligna. En la suya se formaba un plan para hacer sufrir a su mejor amigo. Y todo para demostrarle a esa serpiente que con él no se jugaba.
Ignorante a lo que sucedía afuera, me encontraba sumido en mis pensamientos. Me dolía el sólo pensar que Harry tuviera algo con Zabini.
-¡¡Maldición Zabini!!- grité viendo las plumas cayendo al suelo y los pedazos de cerámica explotar en la habitación- si tan sólo supiera la razón de su encuentro…- con esa última frase, se ilumino mi mente. Ya tenía el plan perfecto para averigüarlo.
Con decisión me aventuré fuera de la habitación, ya sabía cómo lograría mi propósito, sobre todo teniendo al chucho a mi lado. Sonreí malignamente –Paciencia Draco, no hay nada que no tenga solución, sólo se tu mismo…- dije con tranquilidad, aferrándome a un destino que sabría cumplido.