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Dejar ir. por Keny-chan

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Notas del capitulo:

Este es uno de mis primeros fics, está chafa lo sé, pero lo publico para que sepan lo deprimente que puedo llegar a ser, jajajajaja.

Bueno si les agrada me dejan sus revs. 

Pasen a leer y burlense cómo yo lo hago de mis propias historias.

“Dejar ir”

Kenn Bielefeld

 

 Lo había vuelto a hacer. ¿Acaso solo le gustaba causarle sufrimiento? ¿Acaso era tan poca cosa para él?

Y si no le gustaba ¿por qué no se lo decía de frente? No era necesario que lo obligara a presenciar ese tipo de escenas, eso solo le hacía añicos el corazón.

 

No, el único culpable aquí era él mismo, siempre detrás de Yuuri, insistiendo, forzándolo a quererle. Sí, él era el único que se causaba ese dolor, ¿acaso era masoquista? Debía serlo para seguir soportando tal rechazo, pero ¿qué más podía hacer?; lo amaba, realmente amaba a ese enclenque, amaba esa sonrisa idiota, esa que siempre le mostraba a todos....a todos menos a él. Estaba cansado era cierto, cansado de ser la única excepción, ser el único que nunca recibiera una señal de afecto por parte del pelinegro, pero era tal su amor, que prefería eso a alejarse de la persona a la que tanto quería.

 

Pero Wolfram sabía que era solo cuestión de tiempo, para que Yuuri se cansara de tenerle compasión, para que se cansara de tenerlo a su lado, y debía estar preparado para ello, debía ser fuerte, ser fuerte por el bien de la felicidad de ese enclenque idiota, porque el rubio no quería ser un obstáculo para la persona que amaba, por la que daría la vida sin vacilar...por la que nunca lo llegaría a corresponder.

 

Se encontraba en el estudio en el que le gustaba tanto pintar, desahogando sus frustraciones, sacando todo su dolor y sufrimiento en forma de lágrimas, lastimeras lágrimas. Solo de esa forma su alma podía sentirse un poco más ligera y siempre la misma pregunta lograba escapar de sus temblorosos labios:

¿Por qué Yuuri?..... ¿Por qué no puedes amarme como yo te amo a ti?

Lloró hasta que se sintió soñoliento, hasta que ni una sola lágrima más pudo salir....lloró hasta quedarse seco.

 

Cansado de llorar, se encaminó a aquella habitación que compartía con esa persona, el origen de sus males. Entró en silencio, para no despertar al pelinegro, que él suponía, ya se encontraba durmiendo. Aunque no fue gran sorpresa encontrar  el cuarto solo, tal vez Yuuri seguía con aquella chica...con la que lo había visto besarse. Nuevas lágrimas amenazaron con salir al recordar lo que había visto, hizo un enorme esfuerzo para forzarlas a permanecer dentro, se talló los ojitos con la manga, se puso una pijama común y corriente, ya no quería usar ese ridículo camisón que su madre lo había obligado a usar, se metió a la cama y se cubrió completamente con las cobijas. Y poco a poco se fue quedando dormido.

 

Yuuri entró muy cauteloso a la habitación que compartía con su joven prometido, alerta, ya que pensaba que Wolfram lo atacaría por llegar tan tarde a dormir, pero para su sorpresa el rubio ya estaba dormido, perdido en los brazos de Morfeo.

Rogaba a Shinou que el rubio no lo hubiera visto con esa chica, porque de ser así podía darse por muerto, aunque creía que valdría la pena, ella le gustaba mucho, tal vez, una vez que hubiera disuelto ese maldito compromiso, podría pedirle matrimonio y hacerla su reina, y después tener una linda familia...aunque tendría que armarse de valor para decírselo a Wolfram, pero ya pensaría en algo. Se cambió, se metió a la cama y se quedó dormido con una sonrisa dibujada en los labios.

El día por fin había llegado, aquel en el que tendría que decirle adiós a Yuuri...para siempre.

Por fin le había pedido que rompieran el compromiso, y él acepto sin ninguna queja, tenía una expresión dura e insensible, pero que también reflejaba una enorme tristeza y así permaneció incluso después de firmar ese odioso documento. Debía ser fuerte, pero ahora sabía que debía ser fuerte por su propio bien y por el de nadie más.

Y así soportó el día en que Yuuri le había pedido matrimonio a aquella mujer que le había arrebatado al amor de su vida....lo había perdido, aunque pensándolo bien, se dio cuenta de que no podía perder algo que nunca tuvo. Llegó el día de la boda y él trataba de mostrar su mejor cara, mostrar alegría por la felicidad del pelinegro, pero era inútil, su rostro ya no mostraba sentimiento alguno, se había vuelto sombrío y sus hermosos ojos esmeraldas ya no tenían el mismo brillo que alguna vez poseyeron. Se había vuelto un cuerpo sin vida, que se movía mecánicamente.

 

Se alejó de todos, ya no hablaba con nadie, a menos que fuera estrictamente necesario, y permanecía en el castillo el menos tiempo posible, no quería ver el rostro de Yuuri...eso solo hacía que su debilitado corazón, o al menos lo que quedaba de él, se cayera pedazo a pedazo.

 

No soportaba verlo tan distante y frío, sabía que se debía a su causa, pero no sabía qué hacer, él quería a Wolfram, lo quería como a un amigo y pensó que después del rompimiento, lo podría conservar como tal, pero no había salido como él hubiera querido, lo había perdido. Wolfram ya no lo miraba, ya no le hablaba, Wolfram lo había borrado por completo de su mundo y eso le dolía, le dolía profundamente. Pero no hizo nada por remediarlo.

 

El tiempo pasó, Wolfram poco a poco fue recuperando su vivacidad. Durante una misión había conocido a un joven y éste le había devuelto la sonrisa al rostro, volvía a reír, sus ojos iban recuperando ese magnífico brillo de vida, Wolfram poco a poco fue volviendo a ser el mismo.

 

Yuuri estaba feliz, aunque no precisamente por tener a su esposa a su lado, si no por volver a ver a ese rubio ángel lleno de vida. Pero esa felicidad se desvaneció cuando conoció a la causa de esa resurrección. Wolfram lo había llevado al castillo presentándolo ante todos como su futuro esposo. Le molestaba el hecho de saber que Wolfram lo había dejado de amar, que hubiera encontrado un reemplazo, eso no se lo iba a permitir.

 

Le había reclamado, prácticamente le había gritado que era un infiel, pero Wolfram no se dejó intimidar, se defendió con la verdad, dejando a Yuuri con un amargo sabor de boca, y sus palabras seguían taladrando en su interior:

 

"No puedes reclamar algo que nunca consideraste como tuyo, en lo que a mí respecta, nunca te pertenecí, porque nunca te interesé, así que no vengas a destruir mi mundo otra vez, encontré a la persona correcta, tú solo fuiste una etapa en mi vida, se podría decir que fuiste un error, pero te estoy agradecido Yuuri, me enseñaste muchas cosas, y una de ellas, es nunca dejar ir las cosas de verdad importantes. Espero que sea feliz majestad, esta es la última vez que nos vemos. Adiós"

 

Y eso fue lo último que había escuchado de los labios de Wolfram von Bielefeld, en el instante que lo vio desaparecer en el pasillo, supo que había dejado ir a la persona que más amaba, el mejor tesoro del que había sido dueño y que jamás podría recuperar...

 

 

FIN


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