METRO
Si había algo que el abogado Apollo Justice odiara de verdad era el metro en hora punta, un sinfín de personas apretujándose unas con otras, el olor de todos aquellos cuerpos juntos, definitivamente no era agradable, ni siquiera podía leer en esas ocasiones, y ahora mismo estaba metido justo en uno de esos vagones apestosos, suspiro derrotado, ¿Por qué tenía que estar en aquella situación? Ah sí, por esa máquina de problemas andante, Phoenix Wright.
Era de esperar que todos sus problemas se debieran al despreocupado ex abogado, este le había pedido que le acompañara a un lugar y ni siquiera le había dicho a donde, simplemente le había llevado a la estación y le había metido en el vagón mas lleno de gente dejándole solo y sin posibilidad de bajar debido al ingente número de persona que montaban en el transporte.
Frunció el ceño frustrado, en cuanto pillase al mayor le daría una buena paliza y esta vez ni la cara de perrito abandonado de Truncy le permitiría salvarse, pero la furia de Apollo no duro mucho pues noto como algo tanteaba sus piernas hasta llegar a posarse en su trasero y si no se equivocaba era una mano, giro la cabeza para tratar de ver a aquel pervertido, pero la gente que había le impidió ver nada. Apretó los dientes y se agarro mas fuerte a la barra del metro, un profundo sonrojo comenzaba a aparecer en su cara, nadie parecía notar que en ese momento el espacio personal del abogado estaba siendo invadido de manera forzosa y nada educada.
Para que negar que negarlo, Apollo comenzaba a asustarse, el desconocido cada vez se atrevía a llegar más allá y la gente que no dejaba de entrar a pesar de que apenas cogían, no le daba posibilidad de escapar. El castaño se sintió aliviado cuando la mano se alejo de él dejándole libre, sin embargo su alivio no duro mucho pues ahora noto como dos manos se situaban una a cada lado de su cadera y otra persona se pega a su espalda.
-No te atrevas a girarte- la voz ronca que le hablo al oído le hizo estremecerse, había adivinado sus pensamientos, ahora sí que estaba seguro de que no acabaría bien.
-¿Quien eres? – le pregunto, quizás tuviera suerte y le respondiera
-Je, si te lo dijera ya no sería divertido
El abogado se estremeció cuando le paso la lengua por el lóbulo de la oreja y pego sus caderas a las del menor. Ahora ya no estaba asustado, estaba entrando en pánico y no tenia escapatoria posible, cerró los ojos conteniendo las lagrimas cuando la lengua del hombre recorrió su cuello succionándolo y mordiéndolo, seguramente le dejaría marcas que tardarían en irse.
La megafonía del vagón anuncio la siguiente parada y la mayoría de la gente comenzó a salir cuando llegaron a esta, Apollo se esforzó por seguir a la multitud y liberarse de su acosador, sorprendentemente pudo lograrlo, se sintió aliviado cuando salió de la estación, suspiro apoyando el hombro sobre una pared cercana, el corazón le latía a cien por hora y respiraba con dificultad, seguramente tardaría mucho en olvidar este incidente.
Abrió los ojos con sorpresa y asustado al escuchar la misma risa de aquel que había estado a su espalda en el metro, iba a decir algo pero una mano sobre su boca se lo impidió, el hombre le puso de cara a la pared y con su otra mano empezó a jugar con el borde del pantalón de su víctima.
Apollo quiso gritar, pedir ayuda a quien fuera, le daba igual, pero estaba paralizado, el miedo no le permitía mover ni un solo dedo. La mano del hombre desabrocho el botón de su pantalón y bajo la cremallera colándose por la indumentaria del abogado, ahora sí que Apollo se resistió intentando gritar, por instinto llevo una de sus manos a la que tapaba su boca y la otra a la que estaba en su pantalón.
El castaño se inclino mordiéndose el labio para contener un gemido cuando la mano del hombre agarro su miembro, esta vez las lagrimas comenzaron a bajar sin detenimiento por sus mejillas, trato de contener los sollozos, esto no paso inadvertido para el que estaba a su espalda que se limito a sonreír.
-Vamos Apollo, pareces un conejito asustado, tampoco es para tanto ni que fuera un delito- ¿Qué no era para tanto? ¡¡Le estaba acosando!! Y claro que eso era un delito, ¿acaso ese hombre era idiota o qué?
El abogado noto como la mano que estaba en su boca pasaba a su mentón girándole la cara y automáticamente unos labios se posaron sobre los suyos, abrió los ojos incrédulo ante lo que pasaba, no podía ser… se giro y empujo al hombre apartándole de él, ante sus propias narices se encontraba la causa mayor de todos sus problemas con una sonrisa estúpida.
-Estas adorable sonrojado y respirando agitadamente- le dijo Phoenix con una sonrisa- deberías ponerte así mas a menudo.
El castaño no sabía qué hacer, echar a correr, darle un puñetazo, echarse a llorar o todas a la vez. Apretó los puños, esta sí que no se la perdonaba.
-Como has... ¿sabes el miedo que me has hecho pasar?- el mayor solo le miro sonriendo- ¡¡no me mires con esa cara de idiota! Lo tenías todo planeado desde el principio ¿verdad?
-Por supuesto- Apollo sintió como sus ganas de matar iban en aumento- últimamente parecías algo desanimado así que pensé que si te pasaba algo así te olvidarías de lo que quiera que te pase.
El menor parpadeo confundido, ¿olvidarse de lo que le pasaba? ¿Y no tenía otra forma mejor de hacerlo? No se llevarle a cenar, al parque de atracciones, cualquiera de esas hubiera estado bien pero ¿por que tenía que ponerse a acosarle en el metro? Suspiro cansado, ese hombre no hacia más que cosas absurdas pero al menos esta vez había sido con buena intención. Sonrió ligeramente acercándose a Phoenix y apoyando la cabeza en su pecho.
-Apollo…
-Por esta vez te perdonare, pero no creas que olvidare esto fácilmente, a la próxima te daré una paliza.
-Lo tendré en cuenta- dijo besándole la cabeza- pero… aun tienes la bragueta abierta, ¿quieres que sigamos?
Lo mataba, ahora sí que nadie le podría impedir que le matase.