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Siete cosas que a él le gustaría decirte. por Ciel Phantom

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Notas del fanfic:

Aclaraciones.


El texto en negritas es un artículo publicado por Yahoo el día 11 agosto, en un apartado llamado, amor y sexo, está conectado con otro que dice: ¿casarte con un rico?


Esto es por si a alguien le interesa leer completo el texto, para las chicas se los recomiendo ampliamente.


Atte: Ciel Phantomhive

Notas del capitulo:

Como todo en este mundo pasa, la juventud, la alegria, la nostalgia, asi tambien mi creatividad es tan volatil como una hoja al viento.

Atte: Ciel Phantomhive

Prologo.
 

Cuando entro pico el símbolo de internet y su página de inicio, yahoo, se desplego, no pudo dejar de notar cierto encabezado, “ amor y sexo”, rezaba. Con una curiosidad propia de su edad, según él, dio otro pinchazo sobre el artículo, ahora podía leer claramente su contenido.

 

 

 

 “Las mujeres utilizan el lenguaje para relacionarse y los hombres por lo general, para compartir información”, afirma Karen Gail Lewis,  terapeuta y autora de ‘¿Por qué usted no entiende?’. Aquí tienes una lista con siete cosas que a él le gustaría decirte.

 

 

 

Yuuri miro con detenimiento el texto, frunció el entrecejo como si de verdad no comprendiera lo que estaba escrito, luego acerco la cara hacia la pantalla de la computadora y suspiro. Ciertamente las cosas con su prometido no estaban yendo precisamente bien y algunos consejos no le irían mal. Estaba por volver a leer el párrafo de entrada, cuando un sonido bastante conocido lo sobresalto, la alarma de su reloj le anunciaba que eran exactamente las ocho de la mañana y que si no salía en ese mismo instante podría olvidarse de su clase de aritmética y por tanto de su derecho a examen. Con rapidez pulso el botón del tablero, “Imprimir pantalla”, una cuartilla salió por el despachador de la impresora, lo tomo al vuelo, doblándolo de la mejor forma que su apurada mano se lo permitió y  enfundándolo en el bolsillo de su pantalón, ya tendría tiempo de leerlo con detenimiento mas tarde.

 

 


Capitulo 1. Hábitos.

 

 

Todo ese día fue de carreras, que si había olvidado un trabajo que dejo el profesor de biología hace una semana, semana que en realidad para él fueron dos meces, los trastornos de tiempo entre la tierra y Shin Makoku estaban pasándole factura, o que si tenía una exposición de grupo la cual no recordaba porque el tema fue preparado cuatro días antes…  y así estuvo.

 

 

 

Terminada la tortura psicológica y emocional, dio un suspiro dejando caer su cuerpo en una de las tantas banquitas del parque cercano a la escuela, los pajaritos brincaban de aquí para allá ajenos a sus preocupaciones, las nubes seguían su rumbo, perezosamente arrastradas por el viento, en esos momentos lo único que anhelaba era paz y quietud.  Una voz algo irritante, aunque bien conocida lo sobresalto, Murata corría a su encuentro, “adiós a mi paz y quietud”, pensó mientras forzaba una sonrisa.

 

 

 

Intento poner toda la atención posible, su amigo de la infancia trataba inútilmente de hacer entrar algo de información en esa cabeza dura de adolecente  de quien era el actual gobernante de los demonios.

 

 

 

—¿Entendiste, shibuya? —pregunto el gran sabio, no muy convencido de que aquellos asentimientos de cabeza fueran asertivos mas que por inercia. —Bien, entonces vamos.

 

 

 

—¡Eh! ¿A dónde? —Tenía que aprender que con Murata Ken era mejor poner atención.  Aunque si él decía, “vamos”, solo había un lugar al que podían llegar.

 

 

 

Su cabeza llena de helechos le hizo saber que no se equivocaba. Frente a ellos el consejero real cargaba dos toallas y balbuceaba quien sabe cuántas incoherencias. Pasando de él, unos pasos atrás Conrad lo observaba con su siempre sonrisa amable. La fuente del castillo del Pacto de Sangre les daba la bienvenida.

 

 

 

—Parece que hoy Von Bielefeld tuvo cosas que hacer —. El chico de lentes retuvo una sonrisa burlona al ver como los ojos de su amigo recorrían sus alrededores para constatar su comentario.

 

 

 

—Tal vez esta en nuestra habitación. —Yuuri en realidad no estaba pensando lo que decía

 

 

 

—En “¿Nuestra habitación?” — resalto el sabio con tono jocoso.

 

 

 

—Es decir… la mía…

 

 

 

—Claro Shibuya, lo que tú digas…

 

 

 

 

 

***********

 

 

 

Cuando entro por la puerta lo primero que hizo fue tirar al suelo su chaqueta mojada, la toalla aunque esponjosa y calientita, no cumplía con el propósito de secarlo completamente, tendría que tomar un baño, y rápido si no quería resfriarse.

 

 

 

Dos leves toques desde la puerta llamaron su atención, Doria, con su voz amable le pedía de favor que dejara la ropa mojada en la habitación para poder recogerla enseguida y avalarla, Yuuri contesto afirmativamente antes de entrar al cuarto de baño.

 

 

 

***********

 

 

 

—¡Su excelencia! —Exclamo la chica de servicio al ver al príncipe rubio muy cerca de ella. —Yo solo… —intento explicarse la joven

 

 

 

—Vienes por la ropa de Yuuri —. No estaba preguntando. —Podrías esperar unos minutos tengo que cambiarme la chaqueta —. Ella sintió. Wolfram tomo la manija de la puerta listo para entrar, se detuvo unos instantes, como si hubiera recordado algo. —Mejor yo te la traigo. —la mujer asintió de nuevo.

 

 

 

 Las ropas de su prometido se encontraban desperdigadas por el suelo, con cuidado fue levantando una por una, las prendas despedían un suave aroma febril y masculino, las doblo un poco, no quería que Doria notara las pésimas costumbre que el joven rey tenia.  Un diminuto papelito blanco asomo traviesamente por la orilla del bolsillo del pantalón, que era la ultima prenda que estaba doblando, y que por tanto se encontraba mojada como el resto de las pertenecía del pelinegro. Con delicadeza extrajo el papel, y con esa misma pulcritud lo extendió en el balcón, lo secaría antes de que se deshiciera en mil pedacitos.  Ya asegurado que la hojita no volaría con el viento se dispuso a terminar con lo que en primer lugar entro a hacer, del armario tomo una chaqueta, que aunque de color distinto al que solía usar, le serviría para no tener que soportar el horrendo hedor que dejo cierta personita  al estar muy cerca de él.  Más a gusto tomo las ropas de Yuuri para entregarle todo el paquete a la chica que esperaba por ellas.

 

 

 

***********

 

 

 

El baño le sentó de maravilla, ahora sí que podía soportar las interminables cuatro horas de rigor que Gwendal le impuso para la firma de documentos. Al parecer en dos días se acumularon varios dictámenes importantes que no podían esperar, y que debido a su urgencia, Murata tuvo que hacerlo regresar antes de lo previsto. No se quejaba, ahora entendía que el ser un rey requería de tiempo y esfuerzo, como dirían por ahí, de sangres, sudor y  lágrimas, pero había aprendido a amar a Shin Makoku como su hogar, al igual que apreciaba a esas personas tan allegadas a él. Aunque aun no sabía cómo llegar al corazón de cierto rubio pirómano bastante exigente. Suspiro ante la idea. Un  recuerdo lo golpeo de repente, la hoja del psicólogo… ya ni se acordaba como se llamaba, aun estaba en su pantalón. Pensándolo detenidamente, la hoja ahora debía ser solo pedacitos inteligibles, ni modo, tendría que volver a imprimirla en cuanto volviera a su mundo.

 

 

 

 

 

***********

 

 

 

Wolfram  entro a la habitación cerca del crepúsculo, aun se pida ver los hermosos colores rojos y dorados entremezclándose con deliciosa delicadeza, todo un espectáculo, el astro rey hacia solo unos minutos que se ocultara, pero su amable calor aun saturaba el ambiente. Las puertas del balcón se encontraban abiertas, camino despacio con la firme intención de cerrarlas, estando ya cerca noto algo blanco balanceándose,  casi había olvidado la hoja que salvo, estaba toda arrugada y maltrecha pero así como podría tratarse de una tontería podía ser algo importante, tendría que leerla para saberlo.

 

 

 

El texto no era extenso y las palabras empleadas eran simples, hacia algunos meces Yuuri y él habían llegado a un acuerdo, si el pelinegro tenía que aprender a leer y a escribir en mazoku, entonces Wolfram tenía que aprender a leer y a escribir en Japones.  —Es lo justo —, argumento. Ahora el príncipe podía leer fluidamente textos básicos. Debía aprovechar sus conocimientos.

 

 

 

 “Las mujeres utilizan el lenguaje para relacionarse y los hombres por lo general, para compartir información”, afirma Karen Gail Lewis,  terapeuta y autora de ‘¿Por qué usted no entiende?’. Aquí tienes una lista con siete cosas que a él le gustaría decirte.

 

 

 

Wolfram levanto una aristocrática ceja antes de continuar leyendo.  Sus ojos se fueron deslizando rápidamente sobre la cuartilla, la lectura le tomo si fue mucho diez minutos, al final tomo asiento sobre la cama y meditabundo guardo la hoja arrugada. ¿Sería que Yuuri pensaba darle ese texto a él?

 

 

 

Continuara…

 

 

Notas finales:

espero que este fic sea de su agrado y mil disculpas a mis lectoras que estaban siguiendo, Papá de la A ala Z. el cual dare como finalizado en el siguiente capitulo.

muchas gracias por leer y mil mas por su tiempo.


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