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"Cuenta la leyenda que hace mucho tiempo existió, en la Aldea Oculta entre la Arena, un monstruo de ojos perturbadores y cabello como la sangre. Aunque en ese instante no era más que un niño, tal vez de escasos cinco años."
"Su madre, al darse cuenta de que su pobre hijo no era más que una monstruosidad, no encontró mejor camino que ocultarlo de la vista de los aldeanos. El niño nunca supo a qué se debían los cuchicheos que escuchaba tras la ventana, o las piedras que eran lanzadas a la puerta de su vivienda ni mucho menos los gritos obscenos que dirigían a su madre. Para él, nada de lo que ocurría tenía una explicación."
"A veces, extrañado, preguntaba:"
"-¿Por qué no puedo salir a la calle? ¿Por qué soy diferente a todos los demás?"
"En esos momentos su madre se estremecía y mostraba una débil sonrisa de tristeza."
"-Porque eres especial, pequeño- decía, reprimiendo el llanto."
"Así vivieron, madre e hijo, marginados y odiados por la aldea entera. Hasta que, una noche, el ruido de una turba los despertó. Asustada, la madre corrió a la habitación de su hijo, y ambos se ocultaron en uno de los rincones del cuarto. El pequeño preguntaba insistentemente qué era lo que ocurría, pero no hallaba respuesta. Finalmente, los aldeanos invadieron la casa, antorcha y armas en mano."
"-¡Karura!- exclamaron con bríos- ¡Entrega a tu hijo! ¡Dános al monstruo!"
"Pero ella lo único que hizo fue ocultar a su pequeño aún más contra su pecho. Intentó gritar cuando una mano extraña se lanzó sobre ella, pero poco pudo hacer cuando los aldeanos comenzaron a golpearla, instándole a que soltara al niño. La golpearon y golpearon hasta que sus fuerzas flaquearon y lograron arrebatarle al infante, el cual gemía y chillaba ante los abusos, los maltratos y el temor."
"Allí, esa noche, Karura lanzó los gritos más agudos, los lamentos más agónicos. Sus ojos derramaban lágrimas de sangre cuando contempló, amordazada entre la multitud, la pira funeraria que habían preparado especialmente para su hijo. Gritó tanto en ese momento, su alma chillaba tan desconsolada, que la única salida que encontraron los aldeanos para acallarle fue la muerte."
"La asesinaron a sangre fría, perturbados todos ante las increíbles palabras de venganza que brotaban de los enrojecidos labios. Esa noche, Karura juró que ese niño, salido de su propio vientre, carne de su carne, al que quemaban, regresaría como su venganza y los mataría a todos por su crueldad, por su falta de humanidad. Juró que ese niño sería la masacre que sólo se amaría a sí misma, que sólo viviría por sí misma, y cuya existencia sería el asesinar a toda esa aldea que le había condenado."
"Y en ese instante, frente a la vista llorosa de su hijo, los lamentos de Karura se vieron interrumpidos por la muerte."
"Los aldeanos entonces, aún más temerosos, apresuraron la muerte del niño monstruo. Lo ataron a una estaca y prendieron a su alrededor una hoguera."
"Y le quemaron vivo..."
"Cuentan que, aún luego de tantos años, se pueden escuchar, por las noches, los gritos del pobre desgraciado. Y, si prestas aún más atención, con toda seguridad escucharás las palabras de Karura. Y tal vez, sólo tal vez, puedas contemplar el fantasma de la Masacre que sólo se ama a sí misma y vaga en el Desierto, hasta el día en que pueda vengarse finalmente..."