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I m p o s i b l e por Sady

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Notas del fanfic:

Otro fic corto de los que dije!

Advertencias: lemon, incesto, ciencia ficción-mundo futurista.

Naruto no me pertenece. Fanfic inspirado/basado en un manga llamado "Fetiche" y en una peli cuyo nombre no me acuerdo.

I m p o s i b l e

***

 

—Hemos conseguido mantenerlo estable pero… lo siento, señor Minato… su hijo… —El médico calló y Minato supo que era el peor día de su vida. Primero fue la muerte de su esposa dejándolo solo con Naruto, luego la pérdida de la persona a quien consideraba como su padre y ahora…—. Es mejor que lo vea por sí mismo.

 

Pensó que si fuese una persona común y corriente no le dejarían pasar a ver el estado de su hijo dentro de la habitación del hospital con acceso restringido, pero al fin y al cabo Minato era un reconocido científico y tendría la experiencia suficiente para ir y enfrentar lo que fuera...

 

Cuando pasó el umbral de la puerta y vio tras la caja de cristal en que se hallaba su amado hijo, supo que no estaba equivocado. Sin embargo aunque tuviese la mente pragmática y materialista propia de quienes ejercían su labor, su corazón se sintió destrozado. Su alma se sintió ahogada.

 

Desde ese momento, desesperado y con miedo al futuro, su mente empezó a maquinar lo necesario para no quedarse solo. Aunque tuviese que hacer lo imposible.

 

 

***

Dos años después...

 

El hombre rubio se acuclilló frente al desnudo cuerpo del joven, también rubio, también de ojos azules como los de él… aunque nunca vio directamente esos hermosos ojos, solo dejó que su mirada se paseara por el cuerpo del joven. El lugar tenía apenas la iluminación necesaria, sólo un bombillo en el techo y una pequeña lámpara sobre una mesa de madera tallada finamente. No había ventanas.

 

—Veo que no fuiste capaz de huir —dijo la voz suave del científico—. Buen chico, te quedas.

 

El joven, cuya apariencia no lucía de más de 18 años, vio como una mano del hombre le era ofrecida, se extendía hacia él y se quedaba en el aire esperando su lenta reacción, entonces el menor aceptó la invitación para pararse del suelo. La piel del chico tenía un exquisito tono bronceado que contrastaba con el color claro de sus ojos y pelo. La contextura del cuerpo era sana y era un poco más alto que la altura media.

 

—¿Cómo te llamas? —preguntó el hombre soltando la mano del chico pero subiéndola hasta la clavícula y luego bajándola rozando la piel hasta llevar la mano a la tetilla izquierda del desnudo chico.

 

Allí la situó mientras su otra mano rebuscó en un maletín que llevaba.

 

—Puede decirme Namikaze Naruto… —respondió el chico como si antes hubiese practicado la respuesta frente a un espejo.

 

Se escuchó un pequeño sonido metálico y filoso, un “tks! tks!”… En la tetilla estaba agarrado un aro a manera de piercing, pero mucho más profundo en la carne de lo que sería normal. Gracias ahora a unas tijeras especiales que acababa de usar el hombre, ya no estaba fundido a una delgada pero fuerte cadena de titanio que se perdía bajo el suelo. Naruto no debía escapar porque había que completar un esquema de condicionamiento, de entender cuál era su lugar en este mundo y de aprender que si algún día veía una ventana no podía perderse en la vista que le ofrecía ésta del mundo. Incluso, cuando algún día lo sacaran no podía desear participar de afuera, del exterior, del mundo como su mente pudiese imaginar.

 

Y este rubio no lo hizo, no escapó, mucho menos quiso hacerlo al saber por instinto que dolería arrancarse una aréola para obtener libertad…  aunque sería una libertad que llegaría hasta donde los perros lo alcanzaran, lo cual sería un desperdicio.

 

—¿Y mi nombre es…? —preguntó  por segunda vez el rubio mayor.

 

—Namikaze Minato.


—Muy bien —felicitó el mayor pero sin muestras de sentirlo de verdad.

 

Naruto tampoco se expresó mucho. Ni una leve sonrisa, nunca sonreía.

 

Entonces, a pesar de que había muchas empleadas que limpiaban en cada rincón de una estupenda mansión a algunos metros del lugar donde estaban, cerca al jardín extenso lleno de sakuras, todo propiedad del muy importante hombre rubio, Naruto fue llevado por aquél a un pequeño cuarto con azulejos, introducido en una tina blanca y empezado a ser bañado por las manos de Minato.

 

Él no demoró en masturbarlo, concentrado en ver las expresiones de Naruto, en ver sus ojos que se agrandaban llenos de sorpresa y confusión mientras con su mano acariciaba los genitales del chico. Minato escuchó como chillaba ahogado y trataba de pronunciar cosas, de expresar palabras que se quedaban en la garganta. El chico eyaculó sin saber que debía avisar y el hombre rubio sacudió y limpio su mano sucia con el agua llena de espuma de agradable olor. Naruto se quedó aún jadeando con su respiración entrecortada, las mejillas sonrosadas y luciendo como si no le quedara ni un poco de fuerzas en el cuerpo, agotado por las sensaciones y su primera venida.

 

Siempre era lo mismo. Nada cambiaba… las mismas expresiones, los jadeos iguales, la inalterable forma de llegar al clímax. Todavía no le gustaba concluir que Naruto era un total pasivo que se dejaría hacer lo que otro hombre quisiera hacerle... Aún no se sentía bien pensando en eso por la simple razón de que se trataba de su hijo… Lo que era correcto pensar era a su Naruto teniendo sexo con lindas jovencitas, chicas que se le insinuaran porque seguramente sería uno de los chicos más populares y él, feliz y con la energía que Minato siempre le caracterizó desde niño, las penetraría elevándolas contra la pared en una serie de mínimo tres rondas seguidas.

 

Pero entonces a Minato le llegaba la idea de que prefería ver a Naruto jadeando debajo de él.

 

El hombre, multimillonario, con cientos de patentes bajo su nombre, creador de su propio laboratorio, ganador de premios internacionales, alabado por la prensa internacional tanto por su trayecto profesional como por su vida personal, ocultaba la verdad sobre su hijo que ya era asunto olvidado por los demás.

 

Se sentó sin importarle el frío ni la humedad del suelo del baño y sacó un cigarrillo de su cajetilla —la mayoría estropeados por el agua—. Optó por prender el más seco y le dio una profunda calada. Se quedó viendo el cuerpo del chico. Sí era apetecible y sabía que iba a terminar —hoy mismo o mañana— teniendo sexo con él. Era una cadena inacabable de hacerle perder su virginidad. Naruto debajo de él abriéndole las piernas porque no podía negarse. Chillando primeramente de dolor, retorciéndose y apretando con delicia el pene de Minato.

 

Él se excitó pensando en eso… y decidió que sería hoy tan pronto llegaran a algo más cómodo como una cama.

 

***

 

Habían pasado cuatro días y Minato no se había arrimado ni a la puerta de la radiante mansión de su propiedad. Se había quedado en el pequeño laboratorio rodeado por los árboles de sakura todavía florecidos para esa época del año

 

Se encontraba en una de las habitaciones de su lugar apartado, la que estaba adecuada para dormir y pasar el tiempo, amueblada hasta con una pequeña nevera para evitar salir a buscar comida.

 

Minato estaba sentado en un níveo y elegante sofá estilo art deco. Vestía unos jeans con tiro bajo y no tenía ninguna camisa puesta... sin embargo sus abdominales a la vista y la imagen seductora que inspiraba solo eran un espectáculo para él mismo. Naruto estaba durmiendo. O mejor dicho aquel cuerpo con la apariencia de su hijo.

 

Se levantó del mueble para despertar al durmiente. Naruto no estaba desnudo pero se daría cuenta después de abrir sus hermosos ojos debido al movimiento, que la camiseta estampada había sido despojada de su cuerpo.

 

Y precisamente ante el juvenil torso que dejó desnudo, Minato se inclinó sobre esa angosta pero suave cama para lamer la piel morena. Con lentitud llevó su boca a la otra tetilla libre de cualquier objeto metálico, allí donde los últimos días había estado repasando tantas veces, y primero chupó y luego sus dientes mordieron olvidándose de la delicadeza.

 

Este cuerpo resistía más. Este cuerpo bajo él con el mismo código genético de su hijo pero con tan obvias diferencias...

 

También pensó cómo este rostro durmiente nunca sonreía cuando estaba despierto... y mordió más fuerte.

 

El cuerpo bajo suyo se despertó y Minato al darse cuenta optó esta vez por sí mirarlo directo a los azules ojos… Lucían tal y como se supone eran los de su hijo, pero también eran muy diferentes... 

 

Esos ojos frente a él eran… más opacos, más caídos.

 

Igual el rostro... tan igual y a la vez tan distinto…

 

Porque los labios a los que había besado durante cuatro días nunca le ofrecieron una sonrisa y los ojos nunca lo miraron con admiración. Minato muchas veces mordió con fuerza esa boca buscando que diera un gesto parecido con el que soñaba.

 

Entonces frustrado no se demoró más para llevar sus manos sobre la entrepierna del menor y empezar a desabrochar y bajar los pantalones de Naruto.

 

—¿Cómo debes llamarme? —preguntó Minato con la voz ronca, sin lograr impedir que las sensaciones sobre su propia entrepierna pareciesen querer desbordarse. Una erección empezaba a punzar dentro de sus jeans.

 

—Padre —respondió este Naruto.

 

La siguiente pregunta era la más fundamental. No sólo le confirmaba que Naruto había nacido con las ideas correctas en su cabeza, sino que le rectificaba al propio Minato que este cuerpo era sólo para usar…

 

—¿Qué eres?

 

—Solo soy un contenedor, mi único fin es ayudar a otra vida, al verdadero Namikaze Naruto…

 

Un cuerpo sólo para usar. Sólo era un objeto. Su finalidad era sólo dejarse disponer de lo que se necesitaba… Él lo había creado, había hecho lo imposible hasta el día en que finalizó su misión —a este y a los anteriores tres que ya había utilizado— y por eso él tenía todo el derecho para usar — usarlos y seguir usándolos—  como más se le pareciera.

 

Y por lo tanto esto no estaba mal…

 

—¡Aahhh! ¡Ngh!

 

No estaba mal para Minato tocar este cuerpo. Manosear sus genitales y luego penetrarlo.

 

—Ábrete más de piernas —dijo el mayor entre dientes y aunque el chico no le hubiese escuchado, ya el propio Minato tenía atenazados los muslos de Naruto para mejorar la posición, para permitir que su pene entrara por completo, para entrar y salir más rápido, más profundo. Para enloquecerse con las estocadas que estaba dando.

 

En poco tiempo Naruto al sentir tales estocadas en su interior directo a su próstata se vino gritando. Minato siguió y  ahora agarrando a Naruto de las caderas llegó al orgasmo sin preocuparse en salir del joven.

 

No estaba mal usar algo que no era su hijo…

 

—¿Cómo me llamo? —preguntó al menor que estaba exhausto pero con una expresión complacida.

 

— Namikaze Minato, Minato—respondió el chico y siguió hablando con su voz jadeante—: Minato… papá… papá.

 

***

 

Luego de largos días, cuando por fin salió de ese lugar vio la figura envuelta en abrigos sobre la silla de ruedas que era empujada por una bella enfermera.

 

La voz de la mujer era la única que Minato escuchaba… porque su hijo por ahora no tenía voz.

 

Desde su lugar, al lado de un árbol de sakura cuyas flores ya se estaban marchitando y cayendo, Minato vio los cabellos brillantes y sedosos de color rubio, la piel delicada y suave… mucho más blanca de lo que recordaba... Casi todo su cuerpo había sufrido, ahora era más delgado casi al borde de lo preocupante.

 

Minato optó por caminar para aproximarse ya que aunque Naruto quisiera no lo podía hacer.

 

La mujer fue la primera en escuchar los pasos de su señor por lo que de inmediato calló la anécdota que le contaba al joven bajo su especial cuidado. Sin dirigir la palabra a Minato, hizo una pequeña reverencia y se alejó dejándolos solos.

 

Para Naruto el hecho de que Shizune había dejado de empujarlo no le preocupó, no existía peligro alguno dentro del territorio en que vivía. Y al escuchar sólo gracias al único oído que tenía que otros pasos se aproximaban, no giró su cabeza para ver de quien se trataba… Naruto sabía que no debía moverse mucho y esperó a que se mostrara frente a él la persona que se acercaba.

 

Y entonces vio a su padre y le ofreció de inmediato una sonrisa. Hace rato que no lo veía y se alegraba mucho cuando su padre, según las excusas que le daba, lograba sacar tiempo dentro de su trabajo.

 

Minato respondió con otro leve gesto y se arrodilló frente a su hijo, instintivamente se cercioró que las pequeñas vendas en su cuerpo estuvieran bien puesta y luego puso con la mayor delicadeza una mano sobre la rodilla de Naruto.

 

Minato no habló porque odiaba poder preguntar pero no obtener respuesta, y entonces dentro de su cabeza Minato se reprochó con amargura el porqué pasaba más tiempo con un clon de Naruto que con éste mismo… Porqué se encerraba con una copia de su hijo… una “copia desigual” ya que era un Naruto perfecto, uno que podía caminar, que podía hablar, que tenía un mejor cuerpo…

 

Pero eran sólo copias. Aquí frente a él se encontraba su hijo… el que sonreía y cuyos ojos brillaban. La razón que lo animaba a seguir con los pasos que había decidido… en crear clones para mejorar sus condiciones de vida… Clones que debían ser utilizados para darle una nueva oreja a su hijo, para regresarle la voz, para lo que su hijo necesitara.

 

Minato se limitó a observar esos hermosos ojos que eran los verdaderos, ojos brillantes y llenos de vida a pesar de las circunstancias, a pesar de que esa vida haya tenido un horroroso cambio por un accidente aéreo dos años atrás.

 

Y su hijo no dejó de sonreírle a pesar de que eso era un gran esfuerzo. Naruto realmente admiraba a su padre. Entonces… ¿por qué Minato pasaba más tiempo con los otros cuerpos? ¿Cuerpos sin sonrisas y sin brillo?

 

Entonces Minato se fijó más allá de la sonrisa de su hijo… miró a esos labios pequeños y rosáceos, hermosos labios… provocativos. Imposible de recordar desde cuando empezó pero durante un tiempo le generaron una nueva y extraña sensación el sólo verlos... Y sus pensamientos habían naufragado sin piedad durante muchos días con la imagen de él besando esos labios.

 

Ahora, en medio de los árboles que eran los favoritos de Naruto porque le recordaban a él su infancia —Sakura… Sakura… la niña que le gustaba tanto en ese tiempo—, Minato sin levantar sospecha en su hijo al tomarle una mano y depositar en ella un dulce, idealizó la piel bajo el abrigo del chico. Imaginó los rosados puntitos del pecho que conocía muy bien. Se imaginó —y deseó— el cuerpo fuera de esa silla de ruedas, se lo imaginó sano, sobre la cama doble de su verdadera habitación, debajo de él dejándose hacer… Sus ojos maduros que no levantaron sospecha en Naruto, se ubicaron en las rodillas del chico y siguieron un camino que pasaba por los débiles muslos de color blanco hasta llegar a la inexplorada, intocable y cándida entrepierna del menor.

 

Se lo imaginó abriéndose de piernas para su padre, para él…

 

Se imaginó a Naruto gimiendo ante cada estocada a la vez que la sonrisa se plasmaba en el rostro, jadeando su nombre mientras la felicidad brillante de los azules ojos lo miraba desde el inicio al final de las penetraciones. De hacer el amor.

 

Deseó susurrarle a su hijo que lo amaba, de agradecerle a Naruto que no lo haya dejado solo, de confesarle al hijo que su sonrisa, ojos, perseverancia, sueños y todo enamoraron al padre, porque de eso se había dado cuenta Minato, de que amaba a su hijo…

 

Pero entonces no podía besarlo. Eran padre e hijo.

 

Y Naruto no podía abrirse de piernas. No iba a abrirse de piernas…

 

Naruto sólo quería respirar sin volver a recurrir a un aparato, Naruto quería volver a escuchar con dos oídos, a caminar sin que sus piernas le dolieran como el infierno, a hablar… Pasear por un parque cogido de la mano con Sakura, o Hinata o hasta Ino. Naruto no quería, no podía y no necesitaba de un pene perforando su culo.

 

Naruto era un niño enfermo que lo último que necesitaba saber era que su admirable padre estaba volviéndose adicto a él.

 

…y Minato no iba a agregarle más preocupación a Naruto.

 

Los cuerpos del laboratorio… los clones creados por él durante un largo año, los objetos con apariencia de Naruto… ellos no sólo servían a Naruto, ellos también tenían otra finalidad de la que Minato se dio cuenta la primera vez que tocó a uno…

 

Ellos podían hacerse pasar por el real, por su hijo. Unos cuerpos a los cuales Minato podía follar antes de volverse loco. Unos cuerpos con los que por momentos cerraba los ojos mientras metía y sacaba su pene y se imaginaba haciéndole el amor a su hijo.

 

Unos cuerpos que para nada eran perfectos. Les faltaba lo más importante: la sonrisa y el brillo de los ojos que reflejaban el alma del verdadero… Pero eran su boleto de salida de la amargura de saber que sus deseos eran imposibles.

 

—Te amo, hijo —dijo Minato a Naruto y los ojos de éste le respondieron que nunca querría un mejor padre...

 

Pero nada más, muy bien lo sabía Minato.

 

Si hubiese una ventana en cierta parte encerrada del laboratorio, el último clon por ahora creado vería a su amo besando con cariño la frente de un chico muy parecido. Y se perdería en una vista que le ofrecía el mundo: la de los amores imposibles...

 

Y si tuviese el conocimiento de los sentimientos humanos, habría pensado en su próximo encuentro consolar al hombre cuya alma lloraba.

 

Notas finales:

Que tristeeee pero espero que les haya gustado en algo! Y uff lo releí y lo releí muchas veces, es el más dificil que he escrito. Espero las ideas hayan quedado claras :D


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