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Orgullo Desecho por Drako_zero

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Notas del capitulo:

Uno de mis primeros capitulos hecho "Remake" Espero que les agrade. Tu opinion me es muy importante deja tu review! 

Después de la ardua lucha contra Radamanthys, este tomo a Aioria y a Muu para arrojarlos al Cocyte, sin embargo al acercarse a Milo lo miro por unos instantes, delineo con sus ojos aquel delicioso cuerpo griego, ahora magullado por los ataques, sonrío, lo hecho a su hombro para dirigirse a Caína.

Sus parpados temblaron al intentar despertarse, logro su cometido, adolorido y sin fuerzas intento enderezarse, sin embargo sus ojos se abrieron  para toparse con algo que le sucumbió de miedo,  Radamanthys le estaba terminando de quitar la  ropa mientras su armadura yacía en el casi congelado suelo.

-¡que mierda! – trato de apartarse pero las heridas eran demasiadas, el dolor insoportable, se doblego cayendo nuevamente.

-al fin despiertas…- menciono sin más, acercándose, queriendo tomarle de los hombros

-¡suéltame, bastardo! – Milo le propino un puñetazo, para arrastrarse como larva hacia atrás -¡jodido cabron! Como osas acercarte al… -

-¿Gran Milo? – completo con cierto sarcasmo. – El gran Milo que al entrar al averno su cosmo energía quedo al 10% - soltó una carcajada sonora, limpiando la saliva que escurrió por la comisura de su boca, debido al golpe -  y que ahora con la golpiza que le he propinado solo es como un niño ¿indefenso? – se acerca a él, el peliazul le miraba con odio una vez que lo tuvo enfrente no pudo tener otra reacción que golpearle con todas sus fuerzas, impactando sus heridos puños donde su puntería se lo permitiera, para su decepción lo único que logro fue que el  labio del ingles comenzara a sangrar, Radamanthys comenzó a reírse, mientras Milo respiraba agotado.

-¿Eso es todo?- en un ágil movimiento lo tomo de las muñecas, levantándolo, lo estrello contra la pared, obtuvo un quejido doloroso de parte del dorado, satisfecho comenzó a lamer la sangre que se había pigmentado  en su piel.

-¡N…no… ¡ahh! – se retorcía empujándolo con sus manos, de manera inútil, el juez era más pesado y aunado a su debilidad, simplemente le hacía cosquillas.

-Si te portas bien, no te pasara nada, resígnate… estas perdido-  Queriendo apartarlo de si, Milo logro zafarse dándole un golpe en la entrepierna, la estrella celeste soltó un aullido llevando sus manos a su miembro, trono sus dientes detonando furia, el dorado una vez libre, huyó de él buscando la salida

-¡ya estoy harto! – gruño, corrió deteniéndole,  lo tomo del cabello jalándolo con brusquedad, arrancando unas hebras que se quedaban enredadas a sus dedos.

El peliazul grito de dolor, para acto seguido estamparse con el suelo.                                  

-tu belleza es incomparable, decir que afrodita es el más bello es un insulto a la belleza.

-déjame en paz, que es lo que quieres de mí-  resignado sabiendo que no podría contra él, pues su energía era mínima al igual que sus fuerzas.

-quiero hacerte mío – Milo abrió sus ojos lo más que pudo a semejante afirmación, Radamanthys lo tomo de nuevo del cabello, le escucho quejarse, ya sin armadura únicamente abrió la pequeña apertura que tenía su pantalón, saco su flácido miembro, asustado, porque así se sentía, el escorpión intento escapar.

-¡trágatela!  - demando, el menor se negó a abrir la boca por lo que, él ingles tomo su quijada para apretarla con rudeza, haciendo tronar sus dientes amenazando con deshacerlos, un desesperado grito se abría paso en las entrañas del dorado, al abrir su boca recibió el salado miembro del Kioto, el peliazul se sintió mareado por unos instantes, fue envuelto por una ola de repulsión y asco, lo que le llevo a morderlo con fiereza.

La estrella celeste grito fuertemente soltándolo, el menor intento huir pero antes de poder siquiera ponerse de pie, una patada  fuerte y certera en su abdomen le hizo perder el aliento, se doblo  por el dolor, intentado respirar pero el gran juez del averno lo levanto tomándolo del cabello, comenzó a repartir puñetazos en su rostro, destrozándole dejándole hematomas aún más grandes, que tomaron un color verde, el caballero de escorpio escupió sangre al rostro del inglés, cuando un golpe directo en la mandíbula le hizo morderse y abrirse totalmente el labio inferior. El juez lo dejo caer al suelo mientras con la mano limpiaba la sangre de su mejilla lamiéndola con satisfacción. Un caballero humillado y derrotado se abatía en el frio pavimento entre su propia saliva y sangre acumulada. Se inclino hacia él, lo  tomo fuertemente de la cintura enterrando sus uñas, volteando al caballero boca arriba para mirarlo, pero a su vez tomo fuertemente del miembro de Milo el cual comenzó a apretar fuertemente.

 -s…si crees…- se detenía en balbuceos, para no ahogarse con la abundante sangre que emanaba su mandíbula - que con eso me humillare y pediré misericordia… eres un imbécil… no conoces el orgullo del escorpión…- El Kioto esbozo una carcajada.

-veras como me cojo a tu orgullo – se pone en medio de sus piernas.

-que vas a…- menciono exaltado, pero un gemido ahogado en dolor le hizo callar y atragantarse pues una estocada certera, profunda y sin escrúpulos se abrió entre los anillos de carne de su cerrada y virgen entrada.

Grito con dolor, sus piernas comenzaron a temblar, un hilo rojo carmesí comenzó se deslizo entre sus piernas, su corazón latía con rapidez y desesperación.

-n...n…no…te muevas…- dijo suplicante mientras su voz se entrecortaba, el Kioto solo lo miro quizá con desprecio y burla, apoyándose en las piernas temblantes de Milo, para sacar su miembro y volverlo a incrustar con dureza.

-¡ahhh!!! – se curveo,  mientras sus ojos se inundaban en lagrimas, él Kioto comenzó a mover sus caderas de manera frenética, entrando y saliendo de aquella entrada, donde los estrechos anillos le aprisionaban de manera deliciosa, de momentos el escorpión contraía su recto, debido a los espasmos, por lo que el rubio, gemía de manera gutural, la fricción y chapoteos sonaban al igual qué el retumbar de aquella sucia cama donde le había llevado, el escorpión se retorcía y contorsionaba bajo de él, su única defensa era, con sus uñas, hacerle arañazos finos y profundos en la espalda, excitado de mirar ese rostro lloroso y suplicante,  deseoso de mas, comenzó a ahorcarlo apretándole el cuello con una mano impidiendo el paso del aire a sus pulmones.

-¡detente!!! ¡Para!! – suplicaba humillado y desvariando por la falta de aire, el Kioto le suelta el cuello.

-¿¡qué pasa!? ¿Lo tenias reservado para alguien más? ¿Acaso el caballero de acuario solo juega contigo a la casita? – Ríe burlándose de él, hiriendo su orgullo, lastimándole dolorosamente el alma  – admítelo…te encanta… eres una puta mira como la tienes chorreante y dura.

-no… no es así… - balbuceando entrecortado mientras las lagrimas rodaban por su cara y lavaban un poco de la sangre en sus mejillas.

-admítelo te encanta que te cojan a la fuerza – sube el nivel de fuerza en las embestidas para después  besarlo mordisqueando sus labios, los cuales, ya estaban desechos, curveando su espalda eyaculo dentro suyo, emitiendo jadeando como bestia en celo,  Milo acabo de igual manera en un grito de humillación, sin soportar más, se desmallo.

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Corriendo para alcanzar a su próximo adversario Kanon, se acercaba a Cocyte, sin embargo un cosmos débil cercano a él  le detuvo del camino, guardo silencio y miro a todos lados.

“no es un cosmos del averno, será mejor que…”

Escucho por lo bajo, un inmutable quejido, alarmado se mantuvo en guardia, esperando, al no obtener respuesta, camino sigiloso, no muy lejos de ahí tras unas piedras lejanas, se encontró con el cuerpo empapado en sangre y  fluidos, al  caballero de escorpio.

-¡Milo! – exaltado se acerco a él, le sostuvo en sus brazos. – Milo, Milo… - el mencionado abrió a duras penas sus ojos, con la vista nublada, adolorido y sintiéndose asqueado, logro descubrir quién era aquel que le llamaba y ahora le sostenía.

-Kanon…

-¿qué es lo que te ha sucedido? – pregunto serio, mientras miraba su cuerpo de alguna manera sentía una desesperación  – dime… quien te ha hecho esto…

Milo no pudo contenerlo más y se soltó a llorar sin importarle su orgullo ni la presencia del geminiano la tristeza lo había invadido al igual que la impotencia, Kanon le abrazo y sintió aun sobre la piel de Milo esporas (cosmoenergia) de Radamanthys, Milo lo abrazo por igual y después de unos instantes las heridas y el desgaste le hicieron desvanecerse. Kanon le dejo suavemente.

-descuida…  yo me hare cargo de él, aún te debo mucho… – menciono para emprender su camino en busca de su oponente el kyoto de Wyvern.

 

Notas finales:

Espero que te haya gustado :D Deja tu review! 

DrakoZero 


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