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Brighton Black por Shin Black

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Capitulo II

 

Abrió sus ojos luego de sentir como era consumido por una inmensa oscuridad, intentó acomodarse en el pequeño sillón del tren y poder seguir durmiendo, pero era una vaga esperanza en aquella polvorienta cabina. Frente a él, un indefenso Gabriele intentaba acurrucarse encima de su maleta mientras que dos chicos más de sexto y quinto año hablaban en voz baja al costado de la cabina justo al lado de la puerta.

Todo fue un sueño, un terrible sueño aunque parecía tan real. Inmediatamente al ver que nadie prestaba atención a sus actos buscó entre sus ropas un espejo pequeño (1) y le tomó mirando a través de él parte de lo que sería su casa, necesitaba saber si todo estaba bien por allá y es que ese hombre que había cuidado de su hermano le había dejado una terrible espina incrustada en su cabeza y una tremenda curiosidad.

–Deja de hacer eso –musitó Gabriele dormitando.

–Calla.

–No me hagas quitarte el espejo –Brighton lo escondió y alzó la ceja curioso, el más joven se acurrucó de nuevo–. ¿Qué te preocupa?

–Nada que te interese.

–Me interesa….eres mi hermano.

Esas palabras que solían ser puñales en la espalda nuevamente salida de los labios de Gabriele. Brighton hizo caso omiso y se acurrucó también en el pequeño sillón para intentar descansar. Así fue de silencioso todo el viaje, pero aun, las pesadillas continuaban para Brighton.

 

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GRAN COMEDOR

El festejo de todos los años ya era un tanto aburrido para el joven dotado de conocimientos, Brighton se sorprendía día tras días ante los pocos avances de sus compañeros que recién ahora podían hacer un hechizo simple como le resultaba el expelliarmus, y aun no podían controlar algo tan sencillo como el expecto patronum, un hechizo avanzado para su edad que manejaba con tanta naturalidad que era imposible pensarlo para los adultos.

Brighton tenía 13 años pero una mente de un hombre de 40; huraño, con una sarcástica forma de ser, solitario, apenas tenía comunicación con sus compañeros de curso, realizaba las tareas sólo y en pociones hacía equipo consigo mismo. A Severus Snape le sorprendía desmedidamente lo habilidoso que era en el arte y podía notar cierto desprecio por la humanidad en aquellos ojos tristes y desamparados.

Gryffindor. Una casa que probablemente haría que desperdicie su talento natural. Tal vez Ravenclaw le hubiera abierto más su cerrada cabeza llena de conocimientos concretos y abstractos; o probablemente Slytherin hubiera fomentado la astucia innata que poseía por ser “el heredero” de la familia más poderosa del mundo mágico. Quién sabe.

Sus compañeros jamás lo vieron sonreír, se alejaba completamente de la sociedad y prefería estar en la biblioteca leyendo un libro, intentando entrar al bosque prohibido completamente solo, antes que hacer equipo con alguien, quien sea, que le cayera mal, que en su caso era todo el mundo.

–¡GRYFFINDOR! –gritó el sombrero seleccionador una vez que Gabriele le tuvo en la cabeza.

Un Black más en el rebaño, pensaron los leones de Hogwarts, pero notaron que este niño era completamente diferente, en su mirada como en sus actitudes. Gabriele era todo lo que Brighton no era: amable, dulce, gentil, hablaba lo necesario y escuchaba a los demás con mucha precisión para poder contestarle, una frase que él diera de respuesta era suficiente para alegrar el corazón. Gabriele era lo que Brighton hubiera querido ser sino hubiera tenido en sus espaldas el peso de la traición, pues cayó sobre el mayor de la familia y el heredero más poderoso.

Siendo sincero, Brighton no hablaba con nadie más que Gabriele, tampoco se interesaba por los demás que no fueran él o su hermano; mientras que el menor de los Black se adaptaba a sus compañeros, realizaba trabajos y se divertida con desopilantes charlas a la luz del sol en los parques de Hogwarts, Brighton se escondía en la zona prohibida de la biblioteca leyendo aquellos que le causaba más interés, los relatos que abarcaban una intensa oscuridad. Brighton no lo notaba, pero su cabello se oscurecía misteriosamente cuando tocaba aquellos libros y los relataba en un tono suave.

–¡HERMANO! –Gabriele entró a la biblioteca y Brighton cerró el libro y lo arrojó lejos, su cabello comenzó lentamente a volverse rubio y pudo erguirse para adoptar una postura indiferente–. Los chicos de segundo harán una charla ¿quieres venir?

–No.

–¿Por qué eres tan huraño? –preguntó Gabriele cruzando los brazos.

–No quiero ir con esos chicos, ni siquiera saben hacer un conjuro decentemente –Brighton agarró otro libro cualquiera, este en particular era de aritmancia, una de las materias favoritas del mayor.

–¿Qué quieres hacer entonces? ¿Estar aquí encerrado, sólo, en la oscuridad?

–¿Y qué tiene si quiero eso? –preguntó de mala manera.

–Nada, me voy –murmuró dándose la vuelta.

–Gabriele.

–¿Si? –el joven giró su cabeza y Brighton le echó un vistazo.

–Si quieres, puedes quedarte –musitó tan suave que apenas pudo oírlo el receptor–. Si quieres.

–¿Quedarme? ¿En la oscuridad?

–Si.

–¿Y tú que quieres? ¿Qué me quede aquí o que me vaya? –Gabriele sabía perfectamente la respuesta, habían convivido tanto tiempo que parecían uno solo.

–Quédate, por favor.

Aunque no quería admitirlo, Brighton depositaba gran parte de sus sentimientos en su familia. Remus, su padre, Gabriele y Kamil sus hermanos y obviamente su mascota, por eso la soledad nunca le dio miedo.
El menor se acercó tomando un libro y abriéndolo en cualquier página, sólo era un pretexto para estar un rato solos y juntos. El mayor cerró el libro y se acercó sigilosamente tratando de contar un secreto.

–Tal vez nadie me crea pero, siento algo muy extraño –Brighton era una persona misteriosa, todo lo que guardaba era lo que callaba a la sociedad, por lo cual, era imposible saber que pensaba.

–No te entiendo ¿qué pasa?

–El señor tenebroso –murmuró y miró para ambos lados–. He tenido horribles pesadillas.

–No le hagas caso, debe ser un trauma de la niñez, recuerda que desapareció cuando intentó hacerle el maleficio imperdonable a Harry –Gabriele se acomodó su cabello y miró de reojo la puerta entreabierta.

–No, escucha, yo….tú sabes que no sueño con cualquier cosa –le toma la mano–. El señor tenebroso ha vuelto.

–Comienzas a asustarme –susurró el menor sintiendo el fuerte apriete y un ligero pero significativo temblor.

–Aún no está lo suficientemente preparado para dar la cara, pero, cuando lo esté seguramente verá la luz.

–¿Y cómo sabes eso?

–Pues….

Durante las noches, suelo mantenerme en mi cama leyendo con las cortinas cerradas mientras mis compañeros pelean y hacen esas innecesarias guerras de almohadas, cuando al fin se callaron logré distinguir un humo negro proveniente de la ventana. Gatee sobre el colchón y abrí suavemente la cortina para no espantar a la energía, mis compañeros parecían dormidos, pero no era casualidad, era un envenenamiento.

Salí de mi cama y caminé fuera de la habitación, apenas y conocía la sala común dado que había entrado hacía apenas unos días y resultaba difícil acostumbrarme, pasar de vivir en una pequeña casa con un ambiente a convivir en un enorme castillo puede resultar shockeante para cualquier niño de once años.
Temblé, no sabía porque estaba caminando descalzo por la sala común, ni tampoco por que el espeso humo oscuro me envolvió, pude sentir su horrible voz susurrándome.

Brighton, mi querido Brighton apreté el puño y los labios, tenía miedo, era la primera vez en mi vida que me sentía así–. Te necesito…..tú puedes sacarme de aquí.

¿Qui-quién eres? pregunté, me sentí extraño al verbalizar esas palabras.

Pronto lo sabrás.

 

–¿Y qué pasó? –preguntó Gabriele observando a su hermano con angustia.

–No lo sé, McGonagall me despertó, estaba en la sala común completamente desmayado pero me sentía un poco extraño, como si mi cabeza diera vueltas y no podía coordinar mi motricidad –el mayor de los Black se acerca a su hermano–. Fue cuando comencé a tener unas terribles ansias por leer libros oscuros.

–¿Crees que haya sido él?

–Absolutamente, a partir de ese día no dejo de soñar con él, con sus “logros” como él los llama, siento que me quiere decir algo.

–Por lo que dice tu relato, te necesita –murmuró Gabriele, Brighton hizo una mueca de disgusto.

–Miren nada más, el señor y la señora Black –un joven pálido, de lacio cabello oscuro y alargado hizo su aparición, sus ojos verdes resaltaban como el color de su bufanda de Slytherin–. ¿Qué raro verte simpatizar con alguien, Black?

–¿Qué raro verte fuera de tu cucha de perros, Melvick? –susurró el rubio.

–Agh, esa arrogancia que tienes te la vas a tragar toda, Black, me sorprende que aún no te hayas expulsado.

–¿Expulsado? ¿Por qué? –preguntó Gabriele, Brighton apretó su puño.

–¿No lo saben? Veo que haces bien tu trabajo Black, pero lamentablemente yo te vi y si hablo, te va a costar caro, pero no tendría diversión de molestarte todos los días.

–Veo que el sentido de tu vida es molestarme a mi ¿no, Melvick? –esa astucia y arrogancia que sólo Brighton poseía de decir lo justo y necesario para avergonzar a alguien.

–No me tomes el pelo, Black, o hablaré y te mandarán a Azkaban, tendrás una linda prisión junto a tu padre…… –una vez dicho Erin Melvick desapareció de la biblioteca dando la vuelta.

Erin Melvick era hijo de los Melvick de Rusia, la más importante familia de brujos oscuros en el mundo. Erin era el menor de una casta muy poderosa, debido a sus fuertes convicciones y astucia fue escogido Slytherin de inmediato el mismo año que Brighton ingresó a Hogwarts. Debían admitir, a pesar de ser malo y despreciable era un muchacho atractivo a la vista, aunque su ascendencia le hacía temible al voice popully.

–Le gustas.

–¿Qué? –Brighton miró a su hermano quien aún parecía perdido mirando la entrada de la biblioteca–. Perdón, me perdí en la conversación ¿qué dijiste?

–Creo…–hizo una pausa y miró a su hermano con una sonrisa–. Le gustas a Erin Melvick.

–Estás loco, ¡estás completamente loco! Ese chico ha intentado hacerme la vida miserable los últimos dos años, sólo porque…..porque hice un conjuro imperdonable a… –Brighton calló inmediatamente y abrió sus ojos, Gabriele se sorprendió ante lo dicho por su hermano mayor.

–¿Qué?

–Nada, nada olvídalo –intentó ocultar su rostro avergonzado ante la confesión, pero Gabriele le tomó del brazo imposibilitando dejarlo ir, pero el rubio era más fuerte y de un tironeo logró desprenderse con facilidad –. Déjame.

–¿Hiciste un maleficio imperdonable? ¿Cuál? Y, aun peor ¿A quién? –Brighton comenzó una suave maratón hacia la salida, pero Gabriele logró alcanzarlo y cerrar la puerta de la biblioteca antes que el mayor la cruzara–. Soy tu hermano ¡dime!

–Si, Crucio, Jemie Lockerid ¿contento? –murmuró.

–¿Jemie? ¿JEMIE? Pero….Jemie es una….chica.

–Si ¿y? –se dio la vuelta comenzando a caminar hacia otro lado.

–¿Por qué lo hiciste? ¿A una chica? ¿Por qué? –preguntó, pero inmediatamente Brighton dio la vuelta.

–¡DEJAME EN PAZ! –gritó mientras un fuerte viento levantó su cabello el cual se volvió negro y al igual que sus ojos rojos. Gabriele caminó hacia atrás temblando ligeramente, pero el cambio en la fisonomía de Brighton fue instantáneo volviendo a la normalidad en pocos segundos.

Gabriele se arrastró por la espalda en la pared quedando sentado y Brighton suspiró sentándose en una silla.

–No recuerdo.

Es susurro apenas se escuchaba: “No recuerdo”, Brighton sólo podía visualizar el momento donde realizó el hechizo, el cual era tan poderoso que no pudo controlar a sus once años. No recordaba cómo había comenzado la historia para terminar de esa forma, pero apenas pudo controlarse intentó curar a la joven sin mucho éxito, Jemie jamás volvió a ser la misma, no recordaba sucesos de su vida y mucho menos como llegó a ese estado, por lo cual Brighton nunca fue culpabilizado.

El único testigo era Erin, quien en aquel momento había pasado por los pasillos con una montaña de libros y pudo ver la escena, aunque calló, nunca dijo absolutamente nada, pero le sirvió ese descubrimiento para mantener a Brighton “a sus pies” o por lo menos durante el primer y segundo año, pero ahora, el mayor de los Black hacía caso omiso a los insultos de Erin y su forma tan burlona de ser para concentrarse en otras cosas.

–Lo siento, debo irme –Brighton salió corriendo de la biblioteca dejando a su hermano tirado y conmocionado.

 

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Sacó su varita y apuntó directamente a la cabeza; sabía cuál sería el siguiente paso pero no entendía el porque la situación lo ameritaba. Debía aceptar que sus conocimientos sobre las artes oscuras eran vagos, los heredados por su familia, pero lo suficientemente mortales para tener un combate mano a mano; pero, cuando tu oponente es nada más y nada menos que Brighton Black, necesitabas más que eso para combatirle y salir ganador.

Doce años, tan sólo tenían doce años recién cumplidos, Brighton era unos meses mayor pero no importaba a la hora del enfrentamiento.

Casi matas a esa chica, podría decírselos a todos, denme la poción de la verdad para que sepan que no estoy mintiendo, ¿sabes dónde terminarías? ¡En Azkaban, en una bonita celda familiar con tu padre y tíos! A nadie le sorprenderá–Erin tembló, aun con su varita a lo alto listo para atacar. Brighton se acercó.

¿Qué hechizo usarás? ¿Expelliarmus? ¿Ese hechizo de niños de kínder? –Arrogante, eso era, el maldito rubio poseía aquel intelecto y arrogancia que mezcladas era una fatal combinación.

¡ESO NO TE IMPORTA! ¡PELEA CONMIGO SI TIENES HUEVOS! –tenía miedo, los ojos de Brighton se oscurecieron terriblemente cuando sacó su varita de la funda.

Estoy apuntando directamente a tu cabeza ¿quieres saber qué pasará? –Brighton movió suavemente su varita fingiendo que conjuraría algún hechizo por lo que Erin se movió rápidamente.

–¡EXPE-! –no pudo terminar la frase cuando sin hablar Brighton le lanzó varios metros de donde estaba chocando violentamente con la pared y cayendo al suelo.

No tenía la energía suficiente para moverse, Brighton caminó suavemente hacia su “victima”, le pisó la mano con su pie para que la abriera y así quitarle la varita para luego subirse encima y apuntarse directo al rostro.

Me sé más de 200 hechizos que pueden dejarte tu bonita cara como la de un esqueleto ¿Cuál te gustaría que use?

No habló, que más podía decir, cerró sus ojos y sintió como el peso encima de su cuerpo se aligeró completamente, Brighton había abandonado la zona de combate.

 

–¿Melvick? ¡Melvick! –uno de sus compañeros levantó al muchacho que dormía encima del sofá.

–¿Qué diablos sucede? –preguntó el muchacho.

–Es que, estabas llorando –Frandsford, amigo incondicional de Melvick se sentó frente a él en un sillón y le miró preocupado.

–¡Ja! ¿Llorando yo? No me hagas reír.

Erin giró su cabeza y sintió una lágrima resbalando por su mejilla, se la quitó rápidamente y apretó su puño.

“Brighton Black, esa ha sido la primera y última vez que me vencerás…algún día, seré yo quien te haga rogar por tu vida, desgraciado”.

 

Continuará.

 

Notas finales:

(1) Es un espejo que usan para comunicarse, hay uno en la casa de Remus y el más pequeño lo tiene consigo Brighton para no perder contacto con sus parientes, lo lleva desde primer año.

 

INFORMACIÓN: (los cosplays son la misma persona por eso son iguales XD)

Brighton Jeremiah Black (13) nació el 12 de enero de 1975. Fue escogido Gryffindor por una decisión de él, dado que no se consideraba Ravenclaw ni Slytherin (las dos casas que le propuso el sombrero seleccionador). Él batalla entre el bien de su corazón contra su oscura mente.

 

Erin Jeremiah  Melvick (13) Nació el 3 de junio de 1975. Fue escogido Slytherin, viene de la familia más oscura de Rusia, los Melvick, quienes son popularmente conocidos como los hechiceros negros.  Su apariencia contradice con lo oscuro de su alma, pero a la vez posee sentimientos nobles, es muy parecido a Brighton aunque odie admitirlo. (La descripción, el posee el pelo negro y largo, aunque su color natural es rubio y sus ojos son verdes). Se lleva bien con todos los Black menos con Brighton.

 

Algo para contar: Erin y Brighton comparten el mismo segundo nombre. (Ah re que es obvio)

Gabriele Dylan Black: (11) nació el 5 de diciembre de 1977. Fue escogido Gryffindor aunque el sombrero lo hubiera puesto en Hufflepuff por su puro corazón. Es el mejor amigo de Cedric Diggory y Percy Weasley.

Francis Frandford: (13) nació el 5 de Abril de 1975. Fue escogido Slytherin, es el mejor amigo de Erin y quien conoce sus secretos. A pesar de ser Slytherin es bastante amable y está secretamente enamorado de Kamil Black (6 años menor que él).

Kamil Christian Black (7) nació el 25 de diciembre de 1981. Fue escogido como Gryffindor. Es amable, dulce, cariñoso, pero astuto, valiente y lleno de energías. Sus mejores amigos son Ron Weasley, Harry Potter, Hermione Granger, Francis Frandford y Erin Melvick.

 

 


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