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SKLAVIN DER SEELEN por HeraBlack

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Notas del capitulo:

He estado muy nerviosa últimamente, tanto así que tuve un ataque de pánico el 18 de Junio, y posterior a ello he seguido con una ansiedad y nervios constantes, bueno al menos hoy tuve la cita con el psiquiatra, porque en serio necesitaba desahogarme de la sensación atenazante de miedo que he tenido, todavía la tengo sí, pero al menos me fue de mucha ayuda, y me hizo el favor de mandarme algo para que me ayudara a calmar.

 

He tratado de estabilizarme por mi misma, las personas nunca van a estar siempre a tu lado para tratarte de calmar y… en mi caso creo que uno muchas veces necesita de una sacudida, de que te digan ¡Hey reacciona, tu puedes, sigue adelante con la frente en alto! Así que en estas estoy, sobreponiéndome a los retos que se me están presentando.

 

Por lo pronto algo bueno, hoy inicie el gimnasio, realmente es algo que me ayudara mucho, además de que lo hago por mi bien. Porque me da seguridad, así que estoy feliz y emocionada por ello. Poco a poco se va logrando. Saldrá todo bien.

06/07/2011

 

Bien ahora los dejo con el primer capítulo de SKLAVIN DER SEELEN.

SKLAVE MEINER SCHMERZEN

(Esclavo de mi dolor)

 

Estaban todos ya en el andén 93/4. Mientras Ron, Ginny y Hermione se terminaban de despedir de los señores Weasley, Harry, quien estaba cerca de ellos, tenía la mirada perdida hacia algún lado como últimamente se le veía.

 

La señora Weasley después de darles a sus respectivos hijos mil y un recomendaciones, y de que Hermione arrastrara a su pelirrojo novio al tren para organizarse, ya que seguían siendo prefectos, la señora Weasley se acercó a el ojiverde dándole un gran abrazo de despedida.

 

—Cuídate mucho cariño— Le dijo la matriarca con los ojos brillantes por las lágrimas no derramadas y es que, ahora con la partida de Fred los recuerdos la golpeaban con una fuerza abrazadora, además de la angustia que sentía por el actual estado del moreno.

 

—Lo haré señora Weasley— Le respondió el joven sonriéndole con cariño.

 

—Bueno, ve, ve hijo, que ya casi parte el tren y recuerda escribirnos

 

—Por supuesto señora Weasley— Dijo por último el moreno terminando el abrazo y se dispuso a recoger su mochila en donde llevaba encogidas todas sus cosas.

 

Cuando Harry se enderezó se encontró directamente con una mirada color plata, un encuentro de miradas que no duró ni un par de segundos ya que con su ya habitual vacía expresión Harry rehuyó a esa penetrante mirada y se adentró a tren, mientras dejaba al dueño de las obres plata completamente desconcertado por ver que los ojos esmeraldas, siempre vivaces del moreno, ahora se encontrasen vacíos… Sin vida.

 

 

 

 

Habían pasado ya varias semanas desde que había iniciado el período de clases; el otoño estaba en pleno apogeo con sus árboles teñidos de naranjas, rojos y amarrillos.

 

En la primera semana de clases  se dio mucho de qué hablar del moreno, ya que muchos pensaban que después de haber vencido al Lord Tenebroso, el ojiverde terminaría tomándose un año sabático, disfrutando de la fama, o enlistándose ya en las filas de aurores élite para seguir combatiendo el mal; pero, que después al ver el nuevo estado del joven, todo el mundo decidió dejarlo en paz, todos, excepto una persona…

 

 

Harry iba de camino a su clase de astrología como se le veía últimamente, con su ahora habitual mirada perdida; estaba caminando solo y llegando a voltear el pasillo se encontró con su antiguamente némesis escolar, Draco Malfoy quien lo detuvo de su camino agarrándolo bruscamente del brazo, como últimamente lo hacía el platinado.

 

 —Hey Potter, me han comentado que tus amigos te han abandonado porque últimamente te has vuelto tan arrogante que te crees el mismo Merlín reencarnado— Dijo el rubio con su habitual sarcasmo.

 

Pero como últimamente pasaba, el moreno lo miró de forma inexpresiva para luego soltarse del férreo agarre y seguir como si nada su camino, dejando a un muy furioso rubio en pleno pasillo.

 

—Juro Potter que de alguna manera haré que reacciones, porque no me quitaras lo único que me da normalidad en esta escuela— Susurró con rabia contenida, mientras se dirigía hacia las afueras del castillo a su clase de herbología.

 

 

Y, así continuaron los días, el otoño iba muriendo para dar paso al gélido invierno, y las cosas en Hogwarts seguían en relativa calma; excepto para el Slytherin quien intentaba una y otra vez hacer rabiar a Potter, siempre fracasando en todos y cada uno de sus intentos.

 

Todos en Slytherin, pero más que todo los más allegados a él, veían como el rubio se obsesionaba cada día más con el moreno al que parecía como si deseara ser invisible para todos en la escuela, y como el nuevo comportamiento de Harry, él cual no respondía a ningún intento de pelea por parte del heredero Malfoy, hacía que este último ardiera en furia, descargándose siempre con el primero que pasase frente a él o destruyendo todo a su alrededor.

 

Y ese día, de nuevo fue recibido por los “desplantes” de Potter en otro fallido intento de pelear con él, por lo que ahora destruía todo lo que se encontrase al alcance de la mano en su habitación.

 

—Maldito seas Potter— Gritaba mientras estrellaba un costoso jarrón contra la pared, entre los ya escombros de madera quebrada, vidrios rotos y telas rasgadas que era ahora la habitación del platinado. —Pero juro que lograré ver algo nuevamente en esos malditos ojos, juro que lo lograré, no me vas a quitar lo único que me da normalidad en esta maldita escuela, sobre todo ahora, ¡no me la vas a quitar!— Gritó destruyendo los últimos objetos que se encontraban intactos en la habitación.

 

 

Después de haber destrozado todo lo que encontró en su habitación, y de haber recobrado la calma, reparó con hechizos su habitación recobrándola a su estado original y preparándose para ir a hacer su ronda de prefectos con Pansy.

 

 

 

 

 

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Eran aproximadamente las dos de la mañana y como pasaba en los últimos meses, Harry no podía dormir.

 

Se levantó de la cama haciendo el menor ruido posible, se colocó una capa por encima de la pijama para abrigarse un poco del helado amanecer y se dispuso a salir fuera de su torre.

 

Después de cruzar varios pasillos, sin restarle importancia a que un profesor lo descubriera; aunque inconscientemente se escurría por los pasillos donde sabían ellos nunca abordaban en la noche, ni siquiera en las rondas, salió por las grandes puertas del castillo rumbo al lago.

 

El lago en épocas de invierno para Harry era un paisaje tétrico y hermoso a la vez, y que ahora le daba un poco de calma a su dolorido corazón y a su cansada alma. Se sentó en el tronco más cercano a la orilla de este, con la mirada perdida en el negro horizonte mientras recordaba todo lo que en su corta vida había vivido.

 

Siempre se martirizaba con sus recuerdos, ya que ellos eran el vivo recordatorio de sus errores y de todas las muertes con las que aún, después de la guerra, cargaba a sus espaldas, así el mundo le dijera que no fue su culpa.

 

Si alguien lo hubiera encontrado ahí, en medio de la noche, tendría el paisaje de las nubes teñidas en azul oscuro y un poco de violeta, las cuales tapaban una noche de luna llena en un cielo vacío de estrellas, y ahí, cerca del lago, un joven que miraba hacia la nada, mientras de sus ojos resbalaban cientos de lágrimas sin cesar, lágrimas de dolor, lágrimas de impotencia, lágrimas de infelicidad, ya que quien viera a este joven, de cabellera tan negra como las noches despejadas de verano sin nubes, ni luna, ni estrellas, podría ver reflejado el dolor tan profundo, la gran herida que poseía su alma, por cargar con una culpa que no era suya, pero que tomaba como tal.

 

Después de lo que hubiesen parecido horas y sin saber el momento en el cual se quedó dormido frente al lago, Harry despertó a causa del helado aire del amanecer, así que, previniendo una posible gripe por su descuido y con los pies como un par de cubos de hielo, al tenerlos descalzos, se dirige dentro del castillo para no ser descubierto por sus amigos.

 

Estaba como cuando salió hacia el castillo, escabulléndose sin la protección de su capa de invisibilidad o su mapa del merodeador, por los pasillos de Hogwarts como alma en pena, cuando de improviso un brazo salido de la nada lo atrapa, conduciéndolo hacia un pasillo que no poseía luz, siendo estrellado después por un par de brazos contra la pared de piedra mientras le tapaban la boca para que de ella no saliese grito alguno. Cuando en su oído se escuchó una voz sibilante, bastante conocida para él.

 

—Pero mira a quien tenemos, aquí, a nuestro gran salvador, y ¡oh!, rompiendo con el toque de queda porque ¡Oh salve Potter!, quien cree que por ser un estúpido héroe se puede pasear por el castillo en medio de la noche como si fuera suyo— Escupió con total ironía su capturador.

 

—No me importa lo que pienses Malfoy, si me escabullo en las noches fuera de mi torre o no, no es tu problema, y no me importa lo que piense el resto— Dijo el moreno con voz cansina pero con un deje de rabia.

 

—Ah, veremos si no te importa Potter, cuando le comente a McGonagall, que estabas irrespetando las reglas de la institución, recuerda que ella no es Dumbledore, ni tampoco se apiadará porque seas un Gryffindor y mucho menos el salvador.— Dijo el rubio mientras una sardónica sonrisa cruzaba su rostro, ya que, a pesar de que McGonagall no era de su agrado, sabía que la vieja bruja era justa con todos y cada uno de los estudiantes, sin importar que estos estudiantes se llamaran Harry Potter.

 

Por un momento Draco, vio en los ahora vacíos ojos de Potter, un deje de temor al llegar a ser acusado con la ahora directora, ya que, como bien lo dijo Malfoy, ella no era Dumbledore para perdonársela, así que en un acto desesperado, ya que se estaba esforzando mucho para pasar desapercibido por el resto del plantel estudiantil, le dijo.

 

—Qué quieres Malfoy para que no digas nada.

 

Tan solo esas palabras, esas tres palabras “Qué quieres Malfoy…” hacía que se le abrieran un mundo de posibilidades, tenía a Potter en sus manos, su boleto para volver a la rutina de antaño, pero…. Miró detenidamente a Potter, sabía que se había obsesionado con él, lo aceptaba, pero mientras recorría con su mirada desde el indomable cabello, las tupidas, pero bien delineadas cejas, esos increíbles ojos verdes, verde Slytherin,  su nariz pequeña, sus labios delgados y sonrosados al igual que sus mejillas a causa de la helada, en conjunto su rostro aún con algunas facciones aniñadas, que ni la guerra le borró. Siguió su sondeo hacia abajo encontrándose con la cremosa y blanca piel del moreno, bajando por su menudo torso y por último sus largas y esbeltas piernas. Todo enfundado en un pijama dos o tres tallas más grande que él, lo que lo hacía ver aún más menudo; así que con determinación pronunció las siguientes palabras que dejarían a Potter más helado de lo que ya estaba.

 

 

—Si quieres mi silencio, entonces quiero a cambio tu cuerpo.

 

 

Harry quien se sabía siendo escrudiñado por la mirada plata de Malfoy, se había sentido un poco cohibido, temeroso, más pequeño de lo que era y creyó que el rubio lo golpearía, insultaría o quizás le pediría algo de suficiente valor material, como su capa de invisibilidad, pero nunca se esperó esas palabras.

 

Durante unos minutos Draco esperó condescendientemente a la respuesta de Potter, el sólo quería que reaccionase un poco y volvieran a discutir y freírse a hechizos como antes; así que cuando el ojiverde lo empujó con fuerza para liberarse de la cárcel que era la pared de roca y su cuerpo y se desprendió de la capa, pensó que terminarían en una liberadora pelea en la cual terminaría alguno de los dos en enfermería o los dos, pero lo descolocó al ver que el moreno no sólo se había despojado posteriormente de la capa sino que ahora procedía con su camisa del pijama dejando escurrir la prenda por sus hombros, mostrando una estrecha cintura con la musculatura necesaria.

 

 

—Aquí me tienes Malfoy, si esto es lo que quieres para guardar silencio entonces tómalo— Dijo Potter mirándolo con esos penetrantes ojos esmeraldas carente de emoción o sentimiento alguno.

 

Y Draco sintió algo arder desde la base del estómago subiendo por su garganta como bilis; así que, cegado por la ira al ver la docilidad que el maldito Gryffindor estaba mostrando, lo acorraló de nuevo contra su cuerpo y la pared, causando un jadeo de dolor por el golpe en su espalda por parte del de ojos verdes, aprovechando ese instante para profanar la boca del otro chico, explorándola a placer, con la ira pintada en sus movimientos bruscos, mordiendo los hinchados labios del chico hasta probar el sabor metálico de su sangre, separándose ya cuando el aire era más que necesario mirando al Gryffindor quien tenía un hilillo de su propia sangre bajando por una de las comisuras de sus labios, mientras trataba de recuperar el máximo de aire para sus pulmones entre jadeos entrecortados. Cuando Malfoy agarrándolo fuertemente con un brazo de la cintura mientras con la otra le sostenía el mentón le dijo.

 

—Hoy no Potter, nos encontraremos mañana en la cámara de Salazar Slytherin a media noche, ahí me entregarás tu cuerpo.

 

—Pero tú no puedes entrar a esa sala, no sabes hablar pársel. —Respondió el moreno, volviendo de nuevo a su máscara de imperturbabilidad que estaba llevando al límite de su paciencia al platinado.

 

—Los Slytherin tienen sus métodos Potter- Le dijo mientras volvía a profanar los labios del moreno para después soltarlo y seguir con su ronda. —Recuérdalo Potter, mañana a media noche.

 

Fue lo último que dijo el Slytherin mientras desaparecía por otro pasillo, absorbido por la oscuridad de la noche.

Notas finales:

Sé que no es muy lindo colocar agradecimientos al final (Ya que creo que son mejores al inicio del fic), se siente como que uno está al final de la lista, pero bueno quería hacerles una mención especial a:

 

Anónimo

Luna

Jen_ciel

Shana18

Alicia

darkira

 

 

Gracias, mil gracias por sus comentarios, y sus palabras de apoyo, es muy hermoso saber que no solo hay personas que llegan a entender esto porque lo han vivido, sino porque esas frases reconfortantes, ayudan a confiar más en ti mismo y de que puedes lograr todo lo que te propongas, y superar todos los obstáculos que se presenten.

 

Les mando un abrazo enorme, y con mucho cariño de mi parte.


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