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El niño era huérfano. Nadie se preocuparía por él. Nadie fijaría sus atenciones si algo fuera de lo común le pasara.
Sasuke echado sobre el tatami lo tenía sobre él, sentado a horcajadas a unos centímetros más arriba de su entrepierna, una delgada pierna a cada lado.
—Podría violarte ahora mismo… ¿a quién le importaría? —dijo el joven.
Estudiaba en un prestigioso colegio con énfasis en negocios y su futuro era más brillante que el de cualquier otro mortal, pero en medio de su euforia adolescente había tomado sin permiso el más lujoso y querido coche de su padre, y Fugaku había terminado por denunciarlo como un robo aunque se tratara de su hijo. El mismo Sasuke podría pagar cualquier multa pero con su orgullo inflado aceptó lo que un juez de familia le imputó.
Y para él lo que estaba obligado a hacer era mucho más fácil que las cosas que debían hacer otros jóvenes menores de edad acusados de pequeñas infracciones como las suya.
Sasuke prefería tener que asistir durante unas horas tres días a la semana a un orfanato nada espectacular. Debía visitar a un pequeño niño y aunque le habían dicho que Naruto era un remolino incontrolable, al parecer no más los ojos oscuros de Sasuke se posaban en el chiquillo éste se paralizaba. Eso era mejor que recoger basura de los parques o servir comida a ancianos en comederos comunitarios.
Durante los primeros días sólo se quedaron en silencio, Sasuke alegre porque sólo tenía que procurar que Naruto pintara algo o jugara con algo mientras él no hacía nada. Fue hasta la segunda semana que el chiquillo comenzó con su precario vocabulario a preguntarle a Sasuke cosas a las cuales respondía con monosílabos por parecerle ridículas.
¿Te gusta el color naranja? ¿Has viajado a otro país? ¿Por qué los árboles se quedan sin flores? ¿Por qué no vienes todos los días?
Entonces Sasuke recordó que los otros días estaba lleno de responsabilidades y también recordó que follaba con chicas y chicos. Recordó que las delgadas piernas de una de ellas, las más linda de todas, se abrían tan bien que tenía que volver a llevarla a una cama, recordó que el culo de uno de ellos era tan estrecho que tenía que volver a experimentarlo, recordó que era mejor que cuidar a un pequeño imbécil a quien nadie le ponía gran atención aunque se rompiera la nariz.
Pero un día algo hizo “crack”. Naruto había querido abrazarlo y terminaron cayendo sobre el suelo frio de una de las salas contigua a los dormitorios. Sasuke había ido bien abrigado porque el día prometía hacer caer nieve de un momento a otro y su costosa chaqueta negra lo aislaba de la baja temperatura. No así Naruto, sólo una delgada camiseta sin mangas dejaba que la brisa fría tocara su morena y frágil piel de niño.
Ahora Sasuke con Naruto sobre él, llevó sus manos a los antebrazos morenos apretando la desnuda piel y preguntándose cuántos días fríos de su vida Naruto había pasado sin un abrigo; luego subiendo y bajando sus manos por la delgadez del rubio desde sus hombros hasta las muñecas, Sasuke tomó entre sus manos las de Naruto. Miró sus inocentes ojos azules. Pensó en la carita que aunque con algunas manchas de suciedad era tan hermosa. Pensó que cuando Naruto creciera sería más hermoso que la chica a la que follaba. También pensó luego de comprobar lo delgado del niño, que muy probablemente tendría la misma contextura del chico de las estrechas caderas que a Sasuke le gustaba agarrar mientras lo penetraba.
Atrajo más al niño y le besó el dorso de una de sus manos. Naruto dio un sorpresivo suspiro a la vez que se sonrojó.
Fue ahí cuando Sasuke en baja voz había dicho la pregunta a la que Naruto ni siquiera sabía a qué podría referirse.
¿Cuánto sabría Naruto de la vida? No ponía atención a las pobres clases pero a nadie le preocupaba. No sabía sobre normas de educación ni trato con los mayores. No había ninguna persona, madre, padre o familiar que le dijera que no se dejara tocar aquí, ni aquí, ni acá.
Ni en la rodilla subiendo por el muslo como Sasuke estaba haciendo.
Pero entonces Sasuke dejó de hacerlo al sonreír con calidez, levantando medio cuerpo para sentarse.
—Recuerda mi apellido, Naruto. En unos años si te intereso búscame.
Entonces Naruto tuvo su primer beso, tan suave que a Sasuke se le había olvidado que aún sabía dar besos suaves.
Sería una tristeza si alguien tan valiente al frio no formara parte de la vida de Sasuke Uchiha. Ni su riqueza, ni su inteligencia, ni su apellido eran lo que terminaron por captar su atención. Era su alma la que valía la pena y Sasuke esperaba ser algún día el poseedor de ella. Si Naruto le hacía ese favor, sería una de las pocas cosas buenas que tendría en su helada vida.