-Les presento a Lady Narcisa Malfoy y a su hijo, el doncel Draco Malfoy.
Todas las miradas se dirigieron hacia la entrada al salón de la casa donde se llevaba a cabo la fiesta. Desde que Anthony Malfoy murió, hace más de seis años, pocos habían visto a los Malfoy.
Si bien muchos conocían la belleza de la señora Malfoy y habían oído hablas del joven doncel, muchos ojos se agrandaron al ver al joven por el que en realidad se celebraba la fiesta.
-Madre- dijo el joven en un susurro-, ¿era realmente necesario venir a esta fiesta?
-Si cariño, me temo que si.
Algunos hombres se acercaron con intención de sacar a bailar al joven doncel pero todos se hicieron a un lado en cuanto apareció el señor Greengrass, que cogió al rubio y le llevó a la pista de baile.
-Estais deslumbrante, mi querido Draco.
-Vos tampoco estais mal, Greengrass.
El mayor decidió ignorar el tono del muchacho, muy pronto se lo haría pagar. En verdad Draco era hermoso, un cabello rubio y lacio que llegaba hasta los hombros, sujeto por una cinta plateada, el mismo color que sus maravillosos ojos, tan distintos al de los demás londinenses.
La ropa también era impresionante, pantalones negros que dejaban ver la forma de sus piernas y una blusa blanca con un chaleco verde oscuro por encima.
Una voz femenina interrumpió (para alegría de uno y desagrado del otro) a la pareja.
-Disculpadme, mylord, pero desearía bailar con mi primo.
Ambos dejaron de bailary el lord, aunque con un poco de resistencia, permitió que la muchacha tomara la mano del rubio para después alejarse en busca de alguien con quien poder entretenerse.
-Gracias Pansy- dijo el rubio cuando el mayor se alejó lo suficiente-. Pensé que por como me miraba me quitaría la ropa (NA: por mi…)
-Cualquier cosa por mi querido primo.
En ese momento empezó a sonar una pieza lenta, la cual Draco aprovechó para hablar con su bella prima.
-Pansy, ¿tu sabes por qué hemos venido a esta fiesta y no a otras anteriores?
La morena abrió un poco los ojos, se suponía que su primo lo sabia.
-no… ¿no te lo ha dicho tu madre?
-¿El qué?
La morena suspiró.
-Greengrass va ha pedirte en matrimonio, es tu fiesta de pedida.
El rubio palideció. No podía ser, ¡solo tenia 15 años!
-¿qui… quien más lo sabe?
-Todos, lo siento Draco.
El rubio sonrió, su prima no tenía nada que ver, no sería ella quien pagase su enfado.
-Será mejor que salga un poco, tengo que despejarme.
El rubio se inclinó, depositando un beso en la mano de Pansy para después salir al gran balcón que daba al jardín, lejos de las miradas de todos esos aristócratas hipócritas.
En cuanto salió una agradable brisa le acarició el rostro. Draco se sentó en la balaustra (NA: de forma que si salta se la pega) y se puso a mirar las estrellas, tal y como hacía cuando su padre aun vivía.
-¿Se encuentra usted bien?
El rubio pegó un salto y por poco se cae pero unas manos enguantadas le sujetaron a tiempo. Cuando Draco se giró se encontró con un muchacho elegantemente vestido que debía rondar su edad.
-¿Señor?
Draco no le contestó, sus ojos no se despegaban de la cabeza de aquel hermoso castaño, donde habían un par de suaves y esponjosas orejas de conejo de un color blanco que contrastaba con su cabello.
-Puesto que no quereis contestarme he de suponer que o no habláis o sois un grosero asi que adiós, señor.
El muchacho se alisó su chaleco y con una inclinación de cabeza saltó desde el balcón, aterrizando en el jardín.
Para cuando Draco se recuperó de la sorpresa, el joven con orejas de conejo se alejaba hacia un laberinto de rosas rojas y blancas.
El rubio se puso en pie y, bajando por las escaleras, se dirigió al laberinto para pedirle disculpas al desconocido. Despues de todo él era un Malfoy y el apellido Malfoy es sinónimo de educación.
Para cuando llegó a la entrada ya no se podía ver al “conejo” asi que este ya debía estar dentro. Draco se apresuró a entrar y pronto vio al chico.
Estaba en el centro del laberinto, frente a un gran roble con un agujero entre sus raíces.
Draco cogió aire y empezó a hablar.
-Disculpad mi anterior descortesía señor, ¿Quién sois?
El castaño solo se giró lo suficiente para que el rubio viera como sonreía, despue saltó al agujero.
-¡EH!
Draco corrió y se inclinó en busca del muchacho pero la tierra cedió, haciendo que él también cayera.
Ni siquiera pudo gritar antes de que algo le golpeara en la cabeza, dejándole insconsciente mientras caia.
Mientras, en alguna parte de la mansión dos mujeres miraban hacia el jardín.
-Ya se ha ido- dijo una de ellas con los ojos llorosos.
-Narcisa…
-No, era necesario. Solo espero que nada malo le ocurra.
La mujer abrazó a su rubia amiga.
-No le pasará nada Cissa, le guía Theodore.
-¿De verdad Lily? ¿Estas segura?
-Completamente.
Ambas sonrieron, era su turno.
-¿Qué haremos con Greengrass?
La pelirroja sonrió con malicia.
-Creo que le vi… a caballo… con cierto muchachito… llamado Cedric.
Ambas se miraron con seriedad y estallaron en carcajadas. Ahora todo dependía de lo que pasara en Howarts.