-¿Hola? –La delgada y pálida chica estaba tocando la puerta de la alejada casa de los Cullen. Cómo todos los fines de semana se iba a donde su novio y la familia de éste, para pasar tiempo juntos. Aún en contra de lo que sus amigos lupinos dijeran.
-¡Hola Bella! Entra –Era Alice quien le abrió la puerta – No vi que venías –bromeo.
-¡Bella! –Carlise se levantó del sofá y se acercó a saludarla.- Un gusto jovencita.
La aludida se desordeno el cabello e hizo una mueca similar a una sonrisa.
-Edward no está, Bella. Se fue de caza anoche junto a Emmett y Jasper –Agrego la muchacha y se dirigió escaleras arriba con su caminata de hada.
-Yo… ya lo sabía, venía a hablar con Rosalie –murmuro Bella mordiéndose el labio inferior.
-Está en su cuarto, querida –Comento Esme levantando la vista de su revista de modas.
La joven subió la escalera, con el corazón acelerado. Estaba acostumbrada a ir a esa casa llena de vampiros, pero siempre cuando estaba su novio se sentía mucho más segura. Terminó de subir la escalera y lentamente camino por el pasillo hasta llegar a una puerta en especial. La de Rosalie, trago saliva y entro sigilosamente, prácticamente arrastrándose por la pared para quedarse parada junto a la puerta, cerrándola tras sí.
-¿Querías pasar inadvertida? –Sonrío la rubia por el reflejo de su espejo.- Pues, sentí tu olor desde que entraste a la casa Bella.
Agrego arrastrando las palabras, le daba la espalda, sentada frente a un mueble con miles de productos cosméticos esparcidos en la superficie de éste. Y mirándose al espejo a cada momento.
-Yo…
-Edward no está, se fue de caza con Emmett y…
-Ya lo sé Rosalie, vine a… -La interrumpió mientras jugaba con las puntas de su cabello.- Vine a verte a ti.
-¿A mí? –Cuestionó sorprendida.- ¿Quieres secretos de belleza o algo? –agrego sonriendo.
-No yo… -Intento modular, con la mirada baja y las mejillas sonrojadas.
-¿Qué sucede? –Rosalie se levantó y camino hacia donde ella.
-Es que… t-tu…
-¿Yo qué Bella? –Exclamo riendo.
-Tú me gustas Rosalie.
-¿Qué yo qué? –Dijo completamente sorprendida.
-Eso… -agrego haciendo una mueca y levantando la vista.
-Imposible Bella, tu eres la novia de mi hermano. Él te ama además yo… yo estoy con Emmett y ¡No! Eso es una aberración –Se apresuró la rubia.
Pero la muchacha, sin pensarlo tomo ambas mejillas de mármol y las acerco hacia sí, lamiendo sus duros labios entrecerrados que poco a poco fueron respondiendo al estímulo, para terminar ambas afirmadas contra la otra, sumergidas en un casi interminable beso.
-Bella… -susurró la rubia posando sus dedos sobre sus labios, luego levanto la vista con fiereza- ¡Fuera! –Gritó molesta.
La castaña notó el peligro y salió corriendo de la habitación, bajo las escaleras con presura y salió de la casa sin despedirse. Para subirse en su destartalada camioneta y volver a su casa. Condujo con una sola mano, mientras mantenía la otra sobre sus labios recordando el beso con la angelical vampira. Ni siquiera se dio cuenta cuando entro a su casa o cuando llego a su cuarto para recostarse sobre su cama. Y menos cuando a las horas después su novio entro por la ventana.
-Hola Bella… Alice me dijo que fuiste a casa en la mañana, pero volviste antes de que yo llegará –Murmuró el vampiro sentándose junto a ella en la cama.
-Edward… -sonrío sonrojándose –Lo que pasa es que, hemmm, me sentí mal y tuve que volver a casa.
-Pero Carlise es doctor, él podría haberte visto Bella –Comento el muchacho.
-No…. No lo pensé… pero ya estoy mucho mejor –Sonrío levantándose de la cama.-¿Hablaste con Rosalie?
-¿Eh? En realidad no. Estuvo toda la tarde encerrada en su cuarto, ya sabes cómo es ella ¿Por qué preguntas?
-N-no, por nada. Simple curiosidad –Comento mordiéndose los labios.
Después de unas horas abrazados sobre la cama, la joven se durmió y sin saber cuándo su novio se marchó por la misma ventana por la que había entrado.
-¿Volviste Edward? –Cuestiono adormilada la castaña, volteándose hacia la ventana.
-No soy Edward… -una voz angelical se escuchó y segundos después la rubia estaba parada junto a la ventana.
-Rosalie… -Exclamó levantándose de la cama. Se acercó a ella y tras comprobar de que esto sí estaba pasando la abrazo, y para su sorpresa los delgados y fríos brazos la abrazaron también para luego unir sus labios en un suave beso.
-Bella yo… igual me gustas –Susurró la rubia una vez se hubo terminado el beso. –Y lo siento por Edward, es mi hermano pero yo…
Bella la miró y sonrío, cruzando sus brazos en la cintura de ésta, uniendo sus labios en un nuevo beso.
-Mi felicidad… está contigo –Agrego, y con un rápido movimiento llevo a la castaña a la pequeña cama para quedarse acostadas contemplando la luna llena.