Reanimador.
Conocí a Sasuke Uchiha durante la convención de carreras en el centro de interacción de Konoha. Desde que lo vi me pareció alguien arrogante pero muy inteligente, pues se debatió con un doctor ya entrado en años ante la posibilidad de dar “vida” a un ser muerto.
Alegaron durante dos horas, las cuales se pasaron volando pero se detuvieron debido a que las convenciones y demás debían seguir.
Le vi salir de la estancia bastante ofuscado, él también me vio, lo sé, pues sus ojos de un negro increíble, me intimidaron, pensé que veía a alguien más de ese modo y que yo me interponía por lo que voltee hacia atrás, pero solo estaba yo. …l se rio con soberbia y se acerco a mi.
- Hola dobe-, me dijo al llegar cerca de mi-, estuviste dentro de ese circo, ¿verdad?
Yo solo asentí y después de largos diez segundos me atreví a dirigirle la palabra.
- Si, me sorprendió la forma en que defendiste, y eso que aun no estudias medicina.
Volvió a sonreír de forma encantadora asintiendo con la cabeza, me pidió que lo acompañara durante el resto de la tarde porque era muy aburrido andar solo por los stands y que prefiriera platicar conmigo.
Esa tarde decidí finalmente que estudiaría medicina, la forma en que Sasuke me hablo de esta materia de forma tan animada, tan interesante me hizo sentirla como mía.
Al entrar en la Universidad de Konoha, ambos estuvimos juntos los tres años, éramos grandes amigos siempre andábamos juntos y los profesores siempre nos identificaban así.
Pero en estos tres años Sasuke había dejado de lado su afán que me atrajo en aquella convención, la de reanimar cadáveres.
O eso era lo que pensaba, pues en el último año de escuela, empezó a hacer estudios sobre la reanimación en animales.
Sacrifico un sin numero de conejos, cobayos, ratas, monos, y perros. Lo sé por que me había vuelto su compañero de experimentos, la idea me había seducido.
Obviamente en los últimos experimentos con animales, mediante a la solución que el mismo Sasuke hacia paso a paso, obteníamos resultados como unos latidos muy rápidos que no rebasaban el minuto.
Sasuke le atribuía primero a la solución, que le faltaba aquí le sobraba esto, pero después decía que se debía a la composición del cuerpo.
Es por eso que decidimos pedir cuerpos de humanos, que la universidad daba a los alumnos para sus clases.
El decano de la facultad de medicina después de escucharnos, decidió que darnos el no. Sasuke rebatió sus puntos tratando de cambiarlo de parecer, pero nada logro hacerlo.
Sasuke estaba decepcionado de si mismo por no lograr llegar a las demás personas con sus ideales. Sentados en las escaleras de la entrada al edificio del rector de medicina, podía sentir lo frustrado y triste que estaba. Lo toque en su hombro con afecto para que me sintiera acompañándolo, se giro como si en ese momento tomara conciencia de mi presencia y me sonrió de la única forma que lo hacia.
- Dobe, aun con todo, eres el único que me logra entender-, tomo mi mano que aun estaba en su hombro-, y por eso me alegro ver que te quedas a mi lado.
Yo solo lograba sonreírle, era demasiado tierno cuando se lo proponía.
La campana de la salida sonó y solo en ese momento notamos que estábamos en la puerta por donde los alumnos salían. Sasuke me jalo hacia uno de los pilares a lado de la puerta, allí dejamos que todos los jóvenes corrieran fuera de sus clases, pero Sasuke me veía fijamente, su mirada negra me traspasaba y sentía como si fuera una valiosa pieza de oro. Acaricio mi cadera con sus manos, las mías descansaban sobre su pecho, que a decir no tenía músculos sobresalientes pero se sentía tan amplio que lo atribuía a la descendencia de sus congéneres, y paso. Uno de nuestros compañeros lo empujo y la distancia en nuestros rostros desapareció, sus manos acariciaban mi espalda como y sus labios se movían de una manera suave, igual que yo movía mis manos en su nuca y cuello.
Todo fue perfecto en esos momentos. Incluso cuando me atreví a abrir los ojos después de que el beso fuera cortado, el ver esos ojos negros por lo general fríos y sin vida, con una luz casi halagadora, fue increíble.
Acaricio mi rostro como si quitara el polvo de una perla, con tanta delicadeza que mi rubor aumento al igual que mi alegría.
Tomo mis manos y me alejo de allí caminando tranquilamente.
Nunca podre olvidar ese momento en el que pensé que en verdad mi vida podía ser feliz, sin saber lo equivocado que estaba. Ahora diecisiete años después de eso mi Sasuke se ha ido.
Pasó un mes sin que diera muestras de rendirse, seguía batallando con nuestro rector porque lo dejara experimentar con un cadáver, pero el rector Jiraiya se negaba rotundamente y sus colaboradores lo respaldaban.
Fue al cumplir el mes exactamente que el rector me llamo, Sasuke se había notado feliz porque me llamara, teniendo la idea de que podía convencerlo.
Llegue a la oficina del rector a la hora marcada en el papel, me hizo entrar y tomar asiento, me hizo platica sobre temas superficiales. Hasta que toco el punto que a ambos nos interesaba.
- El joven Uchiha es alguien bastante perseverante -, dijo acariciando su barbilla, yo solo pude asentir-, me sorprende que lo mantenga como su amigo.
Yo solo demostré mi incredulidad ante semejante comentario, no creí que insinuara lago malo sobre nuestra amistad.
- Temó, señor que no entiendo eso último-, dije impactado.
- Es compresible, todo genio necesita a un compañero inferior para poder sobresalir aun más-, dijo tomando su whisky, el cual ya estaba allí desde antes que yo llegara-, si un whisky no es de buen sabor, lo acomodaran a lada de uno peor para poder hacerlo sobresalir.
- Señor rector, me indigna que piense que nuestra relación la vea así-, dije alejando la silla y poder pararme-, nosotros dos nos complementamos-, dije levantándome y tomar mi mochila.
- Lo que le digo-, dijo tomando mi hombro-, es por su bien, joven Uzumaki, tiene un carrera brillante en su camino-, apretando su agarre-, no lo desperdicie solo por un ideal, que ni siquiera es suyo.
Al terminar de decir eso me soltó y pude salir de esa oficina.
Sasuke me esperaba recargado en unos casilleros, se veía preocupado, y pude entender que no era su culpa que la genta nos viera así, era más bien mía por no poder alzar mi voz ante ese hombre y defender también mi punto de vista.
Se volteo, supongo después de sentir mi mirada sobre él, dándome una sonrisa de lado a la par de indicarme el que me acercara.
Me abrazo por los hombros y yo sostuve su mano sobre mí Nada me hizo más feliz que ese momento, sin imaginar lo que esa mano podía llegar a hacer, ahora que veo todo en retrospectiva, sé que esa era nuestra ultima oportunidad de cambiar y conseguir ser felices. Conseguir vivir.
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