Capitulo 2: ¿Tú… quién eres?
Hiroki se encontraba solo, desamparado y sin saber muy bien qué hacer. Los días iban pasando y Nowaki no había dado señales de vida. El profesor intentaba que las horas pasaran lo más rápido posible, pero parecía como si el tiempo estuviera en su contra y los días se le hacían eternos.
No comía, casi no dormía, no hacía nada más que ir de casa al trabajo y del trabajo a casa. En la universidad, los alumnos estaban empezando a pensar que el demonio Kamijou había desaparecido, y, en cierta manera, eso era verdad.
- Ka…mi…jou… - gritó el profesor Miyagi a la vez que se tiraba sobre su asistente - ¿qué le pasa, le veo muy pálido?
- Nada, suélteme profesor – dijo sin ganas.
- En verdad estás raro, normalmente me gritas cuando te abrazo… - el profesor empezaba a preocuparse por su asistente – ¿te ha pasado algo?
- N…no, nada.
- Oh, ya sé, te has vuelto a pelear con ese doctorcito tuyo ¿no?
“Tocado y hundido”, pensó Hiroki, su rostro se ensombreció al recordar que su amado Nowaki no estaba con él. Miyagi se dio cuenta del cambio en la cara del joven y rápidamente intentó arreglar lo que acababa de decir.
- Lo…lo siento – dijo nerviosamente – ya verás como pronto se arregla todo.
- S…sí, eso espero – respondió Hiroki conteniendo las lágrimas.
- Bueno – dijo el profesor Miyagi mirando el reloj – esto… tengo que irme, nos vemos luego Kamijou.
- Sí… - contestó y, después de mirar la hora y darse cuenta de que también tenía clase, salió también corriendo hacía el aula correspondiente.
//Mientras tanto Nowaki…//
Mientras tanto, en el hospital, Nowaki trabajaba arduamente, intentando no pensar en nada y poniendo todo su cariño en esos niños que no paraban de pedirle que jugara con ellos. El joven doctor estaba triste, y, aunque en su mente todo era un caos, intentaba disimularlo con una radiante sonrisa.
- Kusama sensei – lo llamó una enfermera.
- ¿Sí?
- El jefe de pediatría lo llama, dice que es urgente….
- Ah, vale, ya voy.
Nowaki se fue aceleradamente hacía el despacho de su superior, pero no sin antes despedirse de los niños que estaba cuidando. Al llegar a la puerta, la golpeó con los nudillos y esperó hasta que le dieron permiso para pasar.
- Adelante Kusama – le dijo educadamente el jefe de pediatría.
- Me han dicho que quería verme…
- Así es Kusama ha llegado a mis oídos que ha estado usando el cuarto de descanso como dormitorio los últimos días, y me gustaría saber si tiene un motivo justificado para ello…
- Esto… si…digo… no se….
- Kusama, Kusama, tranquilo, no le estoy reprochando nada, simplemente me gustaría saber sus motivos. – explicó - ¿tiene problemas de dinero? Porque, si es así le podríamos dar un adelanto o…
- No, no es eso… es que…. Discutí con mi pareja y….
- Ah, ya veo, una discusión con su mujer… bueno, si es eso puede quedarse aquí unos días, pero le recomiendo que pida perdón cuanto antes… se lo digo por experiencia – dijo el jefe mientras su rostro se entristecía.
- Esto… gracias por el consejo. Debo seguir con mis tareas, si no necesita nada más de mí…
- No nada más Kusama, puede retirarse.
Y dicho esto, Nowaki volvió a la zona de pediatría, mientras que en su cabeza aparecían más preguntas… ¿Debía perdonar a Hiro-san? ¿Debía dejar su orgullo atrás? El pelinegro no sabía qué hacer así que, para que su cabeza dejara de pensar en eso, volvió al trabajo, que era lo único que conseguía que Nowaki no pensara en sus problemas.
//Hiroki…//
Hiroki caminaba por la calle tambaleándose de un lado para otro; se sentía mal, verdaderamente mal, el dolor de cabeza era casi inaguantable, y, el malestar general que sufría le estaba impidiendo andar adecuadamente. En ese momento, un fuerte mareo desestabilizó al castaño, e hizo que se fuera a precipitar contra el suelo; el profesor no llegó a ver lo que ocurría después, ya que en ese momento todo se tornó oscuro para él.
El joven Ryou, un muchacho de unos veintitrés años, paseaba tranquilamente por la calle, iba mirando de un lado al otro sin prestar atención a nada en particular, pero, de un momento a otro, un joven castaño se le tiró encima haciéndole tropezar y caer al suelo.
- Aaahh – gritó asustado, creyendo que Hiroki era un pervertido – señor, déjeme yo…
Pero, en cuanto lo miró bien se dio cuenta que el castaño que yacía entre sus brazos no intentaba acosarlo, sino que se había desmayado. Inmediatamente empezó a darle pequeños golpes en la cara para ver si despertaba, pero no fue así, Hiroki continuaba inconsciente encima de Ryou.
- Señor, señor… - continuaba gritando el muchacho.
Rápidamente sacó el móvil del bolsillo de su pantalón y llamó a una ambulancia tan rápido como pudo. En seis minutos, que se le hicieron eternos a Ryou, la ambulancia llegó al lugar en que Hiroki yacía inconsciente.
- ¿Qué ha pasado? – preguntó el técnico a Ryou.
- No… no lo sé – dijo éste nervioso – estaba andando y de pronto cayó al suelo…
- Muy bien, no se preocupe, nos lo llevamos rápidamente al hospital. Suba a la ambulancia…
Ryou, no sabía cómo, pero se había visto arrastrado por los técnicos al interior de la ambulancia y, en esos instantes estaba acompañando a ése desconocido hacía el hospital. Al llegar entraron a Hiroki por la puerta de urgencias y dejaron a Ryou en la recepción, una enfermera se le acercó y empezó a hablarle:
- Tranquilo, seguro que tu amigo se encuentra bien… Aquí te dejo sus cosas y… - antes de que la enfermera pudiera continuar un doctor la llamó – bueno, eso, no se preocupe, seguro que no es nada…
- Pe… - intentó decir Ryou.
“Si no le conozco”, pensó para sus adentros. El joven se sentó en una de las sillas de la sala de espera y, para matar el tiempo empezó a mirar que había en el interior del bolso. Encontró la cartera, la abrió y vio el DNI del profesor “Kamijou Hiroki, ese debe de ser su nombre”, pensó. Siguió cotilleando hasta que encontró un teléfono móvil. Miró la lista de contactos a ver a quien podía llamar, pero no se decidió por ninguno, “¿tan difícil es poner un contacto que se llame AA, para emergencias?” Ryou iba a llamar a uno de los números al azar cuando de repente una enfermera anunció:
- Familiares de Kamijou Hiroki…
- Y…yo – dijo Ryou levantándose de su asiento.
- Pues, el señor Kamijou no tiene nada grave, solo un poco de anemia por la falta de comida ingerida en los últimos días. Ahora mismo está dormido, acompáñeme…
Llevaron a Ryou a una habitación y allí encontró al desconocido durmiendo plácidamente, en cuanto el joven lo vio, se quedó embelesado ante su belleza, parecía un ángel durmiendo…
- Háblale- propuso la enfermera – así no se sentirá intranquilo cuando se despierte…
- Y… ¿qué le digo…?
- Cualquier cosa. Son amigos, ¿no?
“¿Amigos?” pensó el muchacho, “así que es eso lo que creen que somos…” Ryou, se sentó en la butaca que había próxima a la cama de Hiroki y se lo quedó mirando mientras le hablaba…
- Hola desconocido – dijo sin saber que decir – quiero decir Kamijou-san, pues, la verdad es que hoy he tenido un día de locos, resulta que iba a comprar un nuevo videojuego cuando… bueno, cuando te me has tirado encima y…
Ryou se dio cuenta que los ojos de Hiroki se estaban abriendo poco a poco, se acercó para ver si estaba bien y, al ver al castaño ya con los ojos abiertos y con su penetrante mirada mirándolo fijamente, su corazón se empezó a acelerar y se ruborizó ligeramente.
- Tu….
- Sí – pregunto Ryou sin saber que le quería decir el enfermo.
- ¿Tu…quien eres?
- Yo… esto… yo… Yo soy el que te trajo aquí – dijo al fin el muchacho.
- Aahh – contestó Hiroki todavía aturdido.
//Nowaki//
Nowaki caminaba por el hospital de un lado al otro, mirando el reloj cada tres segundos, pero, por mucho que lo mirara el tiempo no corría tan rápido como le hubiera gustado. Quería marcharse a casa, a su casa, al apartamento que compartía con Hiro-san, quería pedirle perdón y quería pasar la noche con él en su cama haciendo todo tipo de cosas… El joven doctor se ruborizó pensando en lo que quería hacer con su amado, estaba tan concentrado en su mundo que no se dio cuenta de que una enfermera se le cruzó por delante. Ambos chocaron y todos los informes que ésta llevaba cayeron al suelo…
- Lo… lo siento – dijo Nowaki saliendo de su aturdimiento.
- No, no es nada. Soy yo la que iba distraída…
El doctor empezó a ayudar a la enfermera a recoger los informes médicos, pero, uno de ellos llamó especialmente su atención. Lo miró con detenimiento y leyó el nombre que había escrito en él, Kamijou Hiroki.
- ¿¡Quueeé!? – gritó, y, agarrando a la enfermera por los hombros preguntó angustiado - ¿Hiro-san está aquí?
- ¿Hiro-san?- preguntó la enfermera sin saber a qué se refería.
- Hiroki… Kamijou Hiroki…
- A, si, el señor Kamijou fue ingresado de urgencia hace unas horas…
- ¿Qué le pasó?
- Pues… Se desmayó en la calle, o algo así….
Antes de que la enfermera pudiera continuar, el doctor Nowaki ya había desaparecido por el pasillo buscando a su querido amante.
//Mientras tanto un aturdido Hiroki…//
- Me llamo Ryou, Sato Ryou. Encantado.
- E…encantado.
Ryou se sentía extraño, su corazón latía a mil pulsaciones por segundo y sus ojos no podían mirar hacia otro lado que no fuera a la cara de ese precioso ángel que había caído entre sus brazos hacía unas horas. Lo cogió de las manos, y tartamudeando le dijo:
- Yo… yo creo que esto debe ser el destino… y yo… ¡CREO QUE ME ESTOY ENAMORANDO DE TI HIROKI! – dijo medio gritando por la emoción y la vergüenza que esas palabras le provocaban.
//Nowaki//
Nowaki corría por el pasillo mirando una a una las habitaciones de urgencias hasta que un grito lo desconcertó.
- … ¡enamorado de ti Hiroki!
Fue lo único que el pelinegro logró captar, asomó la cabeza en aquella habitación y lo que vio lo dejó petrificado, un extraño joven rubio y con ojos azules estaba agarrando las manos de su querido Hiro-san (que estaba totalmente desconcertado por la confesión) y, los labios de aquel muchacho se estaban acercando peligrosamente a los de sus amado Hiro-san…