Roy se tocaba los labios. Tumbado en la cama individual del dormitorio que les daban a los soldados en la milicia: respiraba de forma estruendosa. El sonido de la carga del baño, retumbaba por las paredes, uniéndose a una sinfonía bélica por llevarse el pasado incidente de hacia unos minutos. La ventana con sus cortinas cerradas y de cristal abierto, dejaban pasar el frio de octubre a principios de Noviembre.
Solo debía de aguantar un poco más para poder mantener a Riza bajo sus ordenes. Le debía a su fallecido maestro el cuidarla bien.
-buenos días, Roy - saludo Maes con una enorme bandeja de comida repleta por tres postres extra, gracias a la señora a cargo durante esa temporada que tenia debilidad por los ojos miles - te traje pudín. Caramelo con nueces y doble leche, el que tanto te gusta.
-gracias - entonces Roy lo tomo y comenzó a comerlo. No había amanecido con mucha hambre, pero no desperdiciaría ese gesto de su amigo, quién d e paso estaba decir, no tenia la culpa de su revuelto estomago por el semen que tuvo que tragar. - esta bueno.
-Riza esta practicando con su amiga. Se levantaron temprano para platicar un rato.
-es bueno. Debe de tratar de despejar su mente de lo de Ishval. A nadie le hace bien andar recordando cosas como esas.
-cierto - fue cuando Maes notó que Roy traía una herida en la comisura de la boca - ¿y eso? ¿Cómo fue que te lastimaste?
-nada importante - le dijo, de ninguna forma le soltaría a Maes que la bota del Coronel Sixtos le marco por “accidente“. Termino su pudín poniendo el botecito en la bandeja de Maes.- tengo que ir con el General de Brigada Flamel. Me ha pedido unos reportes - Roy no se quito cuando su amigo le puso la mano sobre su cabeza, dándole unas ligeras palmaditas
-no te esfuerces mucho. Últimamente has comenzado a adelgazar.
Roy no dijo más nada. Si, sabia que estaba más delgado. El pantalón y el cinturón, no lo podían engañar. Sin embargo no estaría tranquilo hasta que Riza estuviera bajo su mando. El que una joven amable y feliz, que en algún momento tenia la pureza del cielo en los ojos, y que ahora se le nublaban en el filo de la desesperación, no era justo.
Toco la puerta, rogando porque Flamel tuviera un asunto repentino que atender: lo cual no paso. Se mantuvo de pie, mostrando una tranquilidad que estaba lejos de tener, pues le hartaba saber que apenas Flamel diese la orden, se hincaría: y tragándose todo el orgullo y amor por si mismo; posaría su lengua en la bota negra, para limpiarla. Toda una costumbre ya ganada desde la vuelta de la guerra en Ishaval.
Algunas cosas no se obtenían con su fama maldita, o con su éxito monstruoso como el único Alquimista de fuego Nacional. Simplemente el ser un soldado a las ordenes de King Bradley: no le daba merito suficiente para pedir a “ojos de halcón” como subalterna; así que de un tiempo para acá, tenia que recurrir a métodos nada dignos.
-¿Roy como has estado?- Roy no le contesto. No tenia que hacerlo. - como últimamente he andado muy ocupado en esta semana,, no he podido verte. Pero Henrry ya me contó que ayer fuiste a su oficina por un oficio de traslado de personal. Y te dio largas, prometiéndote que me lo contaría a mi para que fuera más rápido.- Roy asintió. Henrry lo detestaba, pero había considerarlo que una mamada bastaba para hacerle el favor. No que no pudiera encontrar mujeres dispuestas, pero teniéndolo a él para humillarse y levantarle el ego, Henrry no lo desaprovecharía. Lo mas seguro es que Henrry se fuera de lengua con Flamel.- por eso te llame.
-así es, señor. - al ver que Flamel no decía nada, temió que no le dieran el cambio de personal - el comandante Sixtos, me dijo que se encargaría de hablar con usted para agilizar le traslado de la soldado Hackey
-si, algo así dijo -a Roy se le erizaron los bellitos de los brazos, el tono que usaba Flamel no auguraba nada bueno. Ese albino era temible.- pero ya sabes, Roy: es un favor muy grande el que me pides.
-logre que Sixtos me apoyará - Flamel arqueo una ceja, el que Sixtos aceptara no tenia nada que ver en que fuera aprobatorio el resultado.- ganare su aprobación Comandante de Brigada Nicolás Salomon Flamel, Señor.
-Roy. Chico, Roy Mustang. Subirás muy rápido de posición.- fue cuanto dijo. Flamel agarro firmemente la cara de Roy por los costados. Roy disimulaba el asco que le causaba tener encima ese aliento y a los ojillos rojos escudriñándole.- no hay muchos por aquí con esta cara tan bonita. Aparte de talentosos - el beso en su cuello: húmedo y ligeramente rasposo, hicieron tragar duro a Roy. Ciertamente Flamel no se conformaría con lo superficial. - hermoso - dijo tirado el chaleco militar al piso - eres una joyita, hijo de una Madam, joven y con un futuro brillante: Roy, eres lo que muchos desean. Fuiste con Henrry, me presionas por e l lado de mi amigo Sixtos Armand, ¿qué más tienes para sorprenderme?
Roy Mustang no era ningún tonto, tal vez un iluso, pero nunca un tonto. Flamel no buscaba sexo, sino algo mucho más oscuro. A Nicolás no le importaba si estaba de acuerdo con la salvajada que le amoretonaba la piel. Nicolás deseaba practicar en regla una violación y con el lujo de violencia. Se preparo para lo que viniera, justo como su madre solía decirle que esperando lo peor, sabrías la forma de actuar. Definitivamente Nicolás no lo tomaría por sorpresa.
A pesar de ser soldado, el cuerpo de Roy era marcado y fibroso, nada voluminoso: llegaba a considerársele estético. Eso debido a su estilo de alquimia. Al especializarse en el ataque a distancia, no tenia la necesidad de entrenarse arduamente en la fuerza bruta. Físicamente en un combate, llevaba las de perder. Kymble, pese a que resultaban igual en musculatura y peso, ese tipo lo medio mato en una escaramuza que tuvieran hace algún tiempo. Por lo que no le resultaba nuevo el que un Mayor fuera mas corpulento y lo aplastara con facilidad contra el escritorio.
Usando el cinturón de cuero de Roy, Nicolás le sujeto las muñecas hacia atrás; inmovilizándolas dolorosamente. Nicolás tiroteaba del cabello negro para levantarlo y arrojarlo al suelo alfombrado de rojo, las veces que le placiera. En uno de esos, el golpe le retumbo la cabeza a Roy, provocándole que se le nublara la vista.
Nicolás se carcajeo levemente. Apenas escuchándose como un murmullo tras las puertas. Nicolás jalo de golpe las botas de Roy, lastimando de paso uno de los tobillos. Roy aguanto el gritillo, ahogándolo en su garganta y soportándolo con una ligera capa de sudor en la frente. Roy se removió un poco, para darle ese aire de presa indispuesta para alebrestar el instinto de Nicolás. Debía de darle una presa perfecta que satisficiera su apetito. Para ponerle ese toque especial, debía de dejar entre ver pánico y duda, Roy trato de deshacer el nudo de cuero y apartarse inútilmente.
¡a lo que se rebajaba por cuidar de Riza!
Tan pronto Roy sintió la bota sobre su estomago, encajada con todo el peso de Nicolás y sacándole el aire: supo que logro su objetivo. El animal estaba despierto. Trago duro. Lo que venia seria difícil de afrontar. Nicolás posaba sus enormes manazas en el cuello de Roy, usando su codo para apoyarse en la clavícula de Roy en lo que marcaba los labios de su presa.
La rodilla de Nicolás se metió entre las piernas semiabiertas de Roy, terminado por separarlas y aprovechando la ocasión para sentir el flácido pene. Roy se sintió tan violentado que no supo si la traviesa lagrima que le escurría del ojo derecho: resultaba ser una mentira como parte de su impecable actuación, o solo si era la dolorosa verdad golpeándole la cara.
Roy nunca había amado y mucho menos se dejo amar. Y ahora, Flamel lo tomaba como a una vulgar ramera que posaba en las esquinas.
Sobajado y golpeado, Roy puso más resistencia. Ya no quería seguir. El pavor a lo desconocido le invadió por unos instantes. Los suficientes para que Nicolás mordiera hasta sangrarle la tetilla y le metiera sus dedos en la boca abierta, provocándole nauseas. Nicolás le bajo los pantalones, junto con la ropa interior.
Nicolás saco sus dedos ensalivados d e la boca de Roy, para que su propia cavidad encajara perfectamente en lo que su mano se deslizaba por sobre el pecho de Roy, acariciando apenas el trayecto hasta la punta del pene dormido y le soltó una suave consideración. Roy exhalo al borde de la inconciencia por la falta de aire.
Nicolás tanteo la entrada de Roy, deleitándose con el incontrolable temblor del cuerpo bajo él. Lamió uno de los ojos negros que se cerraron con fuerza,. jalo del cabello hasta tensar en arco la espalda y metiendo el primer digito: Nicolás se permitió demostrar la sorpresa en su rostro.
¡Roy era virgen!
Y él ya juraba que en Ishval, Roy pedería la inocencia en todos los sentidos.
No podía perder esa estreches con sus dedos, debía de recordar de otra manera a ese Roy Mustang.
Roy se alivió al sentirlo salir, aunque le duro poco el gusto. Flamel lo pateo, haciéndolo girarse sobre si mismo a unos metros. Choco contra una de las sillas. Se abrió una brecha en la frente, tan fina que el hilito carmín resbalaba dándole dramatismo a ojos de Nicolás. Ese aire hasta frágil, solo avivaba a Nicolás.
El Comandante de Brigada busco en uno de sus cajones persónales, un pomo de crema. La solía usar para suavizar sus manos. Una consideración patética para con su devota esposa que siempre se quejaba se las callosidades por el uso de las armas.
Nicolás jugo con Roy un rato más. lo traía como a un trapo viejo. Lo hamaqueaba por toda la habitación y el Alquimista de la Flama, solo gritaba. Aun al estar desnudo, mantenía esa fiera mirada que tanto atraía a los demás hombres de la milicia. Nicolás agarro un pisapapeles cuadrado y lo metió en la boca de Roy y para que no lo escupiera, porque sabia que lo haría: lo ato con su cinturón. Apretándolo hasta hacer sangrar las comisuras de Roy.
Nicolás unto su dedo medio con la crema y mojo la entrada, rellenándola con crema. Metía bastante. Tan fría que ponía chinita la piel blanca de Roy. Nicolás golpeo con la mano abierta la nalga, haciéndolo tan fuerte y de sorpresa que Roy salto un poco.
Roy trato de oponerse con mayor fuerza, aunque solo consiguió que le estamparan la cabeza contra la silla.
Nicolás se quito a medias su ropa y se seto en otra de las sillas.
-ven Roy-Boy - a Roy le sentó muy mal que Flamel supiera la manera en como su madre le llamaba.- tú solito me dirás lo mucho que quieres a Riza Hackey bajo tu mando.
Eso volvió a la realidad a Roy. Le recordó por qué hacia aquello. No era solo porque de buenas a primeras quería que le iniciaran en el sexo, ni tampoco que le gustara Flamel: iba por un objetivo.
Uno en donde no importaban sus tambaleantes piernas, ya que estas le ayudarían a llegar pese a renguear por lo que juzgaba una luxación en el tobillo y su miedo. Acomodándose en esa enorme erección, Roy forzó a su cuerpo a recibir a Nicolás. Flamel le levanto las piernas, Roy apenas y se apoyaba en sus rodillas, esa nueva posición acelero la penetración otro poco, casi a la mitad de lo que Nicolás deseaba.
El gemido que Roy dejo escapar, le cayo como afrodisíaco en el oído a Nicolás. Roy termino por recargarse en el pecho lampiño y dejar a su cabeza de lado, buscando un momento de extraño candor en el hombro de su superior.
Las manos enguantadas en sudor de Nicolás, obligaron a Roy en un brusco movimiento a empalarse por completo.
La secretaria de Nicolás, acostumbrada a la afición de su jefe. Ignoro el grito del que ya sabía era el desafortunado Roy Mustang. Por lo que tomando un trago de agua, se puso a arreglar los últimos informes que le daría a Flamel a firmar, apenas se desocupara. Cosa difícil, pues ella conocía su afán por romper a sus nuevos juguetes.
Pasada una hora, la señorita se puso a dudar unos segundos: Mustang seguía gritando, pero aparte de ella, nadie mas le escucharía. Mustang pedía y suplicaba por que parara, que lo dejara. Decía.
La secretaria sintió lástima sincera.
Nicolás continuaba arremetiendo dentro del cuerpo de Roy, golpeando profundamente la próstata. Arañándolo, haciéndolo contornearse. Roy perdía sensibilidad y en un momento, ciertamente sus piernas se durmieron. Ese doloroso acalambramiento que sentía al moverlos, atontaban sus intentos de escape.
Roy ya no aguanto tras lo que supo eran horas, dejo que Nicolás Flamel lo viera como a nadie mas que a Maes: llorando y roto. Vulnerable y agotado.
Flamel continuo bombeando, haciéndole caso al calor que anidaba en s u pelvis, explotando violenta contra la humedad que desprendía el ano de Roy. Era tremendamente delicioso. Nicolás se lamió los labios, el que Roy llorara era un incentivo a seguir para llegar a lo mas intimo de su ser. Matándolo a embestidas, reventándole los intestinos. Apretando con sus manos el abdomen.
Roy ya escupía sangre, de seguro le rompió algo con la paliza anterior, pensó Nicolás. Descubriendo que la idea era tentadora y que casi abandonaba el seguir penetrándolo, por descubrir cuanto Roy aguantaría una paliza más brutal.
-¿llamo a la doctora de siempre, Comandante Flamel?- pregunto Valeska tan pronto el hombre salió de su oficina - es que creo, con un a atrevimiento que no me corresponde: ha pensar que Mustang no podrá regresar él solo a su cuarto.
-hágalo señorita. Si no es mucha molestia.
-para nada - alzo los hombros.- para eso me paga.
Maes buscaba a Roy. Su desaparecido amigo tenia incapacidad medica desde hacia una semana y media. Según esto, ya debía de haber llegado al campo militar....pero no lo encontró en donde usualmente se la pasaba. Huges tuvo que pedirle a alunas personas señas para saber si sabían acerca de su paradero. No teniendo éxito hasta que llego la hora de la cena. En donde Roy, alejado de todos le saludo con un gesto desinteresado.
Maes se sentó a su lado y comenzó a platicar animadamente de Gracia y lo muy hermosa que era.
-no quiero ser grosero, Huges. Pero no quiero oírte. Babeas tanto por Gracia que me esta volviendo un asco los nervios. Estemos en silencio unos momentos ¿si?
-veo que no estas de mucho humor- Maes trato de quitarle hierro al asunto - pero claro, es comprensible. Cualquiera que haya estado enfermo por una semana, sin poder salir de cama: lo estaría. Tuviste que ponerte grave. Nunca dijeron en cual hospital encontrarte. pensé que te llevarían al de central, pero.....¿Roy te sientes bien?- le pregunto al verlo perder el color.
Roy quería decirle que no. Que apenas y esa Doctora uso la Alquimia para dejarlo bien: llego Flamel y volvió a partirlo. Que tras una pequeña discusión con la galena de nombre Mia, con Flamel. Tuvo que volverlo a sanar. Y que a escasas doce horas, Flamel lo ato a la cama de hospital y uso cada instrumento como fetiche. Que agarrando una sonda, se la metió en el diminuto orificio urinal y que lo penetro al tiempo, por delante y por atrás.
Roy estuvo así toda la semana, hasta que Mia Johannes se canso de curarlo, y poniendo como ultimátum que la curación de la ultima violación, en donde incluso Flamel reconoció pasarse: seria la última que haría para mantenerlo con vida en lo que iba del mes. Dándole a entender, que la historia se repetiría cuando Nicolás Flamel lo quisiera. Aunque ya no tuviera algún beneficio.
Se sentía estúpido por tener que permitirlo de ahora en adelante.
Por lo que pudo descansar, y verdaderamente dormir esos últimos tres días que le quedaban.
-estas tan blanco como un papel - volvió a quejarse Huges
-estoy bien
-¿seguro?
-Mustang - le llamo Flamel. Roy tembló tan solo de oírlo acercarse. Huges sospecho la actitud defensiva que tomaba Roy para con e l Comandante de Brigada. Roy amenazaba con chasquear los dedos a la menor provocación - felicidades. Tiene que Heacker con usted. Su solicitud fue aprobada. Y también déjeme felicitarlo porque pronto sabrá de forme oficial que se le ha ascendido a Coronel.
-le agradezco Comandante de Brigada Nicolás Salomos Flamel, Señor - parece que Nicolás quedo fascinado con su cuerpo para ascenderlo de esa forma.
-me gustaría que pasara por la oficina para celebrar ese acontecimiento. Abriremos una botella que mojara todo. Le gustara - a Huges y a Roy no le pasaron desapercibidas la lujuria en la oración.
-le agradezco, pero debo de declinar. - trato de zafarse
-insisto
-Comandante, lo siento - llamo Huges. Nicolás lo observo burlonamente - pero ya Mustang y yo, teníamos planes.
-será en otra ocasión entonces. Deberé de esperar otro poco para que seas mi pasivo - esa simple palabra tiño de vergüenza las pálidas mejillas de Roy. -y de nuevo mis felicitaciones por el justo asenso.
Huges lo alcanzo a oír. Con aquello confirmo lo que temía. El gusano blanco y asqueroso de Nicolás Flamel, puso sus miras sobre su amigo. No dejaría solo a Roy y en manos de ése. Cuidaría de Roy.
-tranquilo Roy - le palmeo la espalda - Flamel trata de presionarte con eso del asenso para que sedas - se río - serias primero mi pasivo, antes de que alguien como Flamel te toque.
-Huges, llegan tus palabras muy tarde - sonrió melancólicamente - este “merecido y precipitado asenso” es muy conveniente. No importa si en estos momentos tengo mis dudas sobre si es que realmente me lo gané con mi esfuerzo o el tuyo, que siempre me has apoyado y enfriado la cabeza cuando lo ocupaba; en vez de lo bien que gemí y abrí mis piernas y boca, chilloteando su nombre. - Huges trago duro - pero ser Coronel, me ayudara en mi camino ha ocupar el control del país.
-siempre apuntas muy alto, Roy - Huges le puso la mano sobre la cabeza - si no le hubiera prometido a Gracia, que me casaría con ella si salía con vida de Ishaval: nada me impediría enamorarme de ti sin reparos. ¿dónde estaba cuando conocí a Gracia?
-no lo sé. Gracia es una buena mujer, Huges. Se merece que la sigas amando como siempre. Así de apasionado que causa envidia y asco.
Huges lo sabía. La primera persona de la que se enamoro era Gracia, luego lo fue Roy. Pero el amor que sentía por ella, era tan inmenso que el que le profesaba a Roy, solo seria mas que una pálida sombra de lo que se merecía. Por eso nunca avanzo sus intenciones con su amigo.
Roy no ocupaba a un amante ocasional, que de paso se sintiera culpable por su infidelidad a la esposa e infeliz por no poder amarlo y respetarlo, con la intensidad que de seguro Roy le profesaría apenas lo abrazara a escondidas del mundo. Besándolo en las escapadas nocturnas que no fuera a casa con Gracia.
Por eso no volvería a besar a Roy. No lo haría, como hizo en la tienda de campaña en Ishval. La misma que compartían en esa guerra desigual.
Era fácil ver que Roy estaba echo polvo, ya que cargaba a sus espaldas demasiadas vidas arrebatadas para un solo día. Huges veía cansándose de hacerlo, su misma mirada opaca y furiosa en Roy: las orbes de los asesinos; pero Roy continuaba siendo el asesino más cándido e idealista que jamás pudiese volver a existir.
Debió de ser la mismísima desesperación consumarse en la noche, que obligo a Roy a ovillarse en su saco de dormir, temblando y tratando de no acordarse de los rostros suplicantes de sus victimas; la misma treta que Huges aprovecho para meterse en e l saco de su amigo, abrazándolo de forma fuerte, diciéndole con palaras conciliadoras futuros inciertos. Tratando en todo momento de controlar los temblores de Roy.
Huges durmió con él, hasta robarle un beso correspondido......pero nada más.
Huges apretó sus manos, observando a Roy: Flamel se arrepentiría por tomar u cuerpo en contra de su voluntad. Los modos cautelosos de Roy al tratar con cualquier hombre, le herían. Incluso, Roy incluyo en ocasiones la cercania de Huges para rechazarlo violentamente. Huges no podia abrazarlo sorpresivamente, ya que no sabia cula seria la reaccion del momento.
Roy ya habia reaccionado virulentamente, tratando de quemar a Huges en una mala sorpresa que sintio muy cerca, disculpandose luego. En otra, Huges intento darle la palmada en la cabeza como era su costumbre y Roy salto, y al ver de quíen se trataba: solo vomito del espanto y alivio sufridos. En otras ocasiones, Roy tartamudeaba o se iba a recluir lo mas lejos posible de la gente. Cosa imposible, prácticamente. Ya que estaban rodeados de hombres, el genero real del que Roy trataba de escapar.
Flamel se metió las manos en los bolsillos de su chaqueta negra y saco las llaves de su auto.
Una bala le atravesó. Cinco impactos más, penetraron su cuerpo. Tres en el pecho y dos en el cráneo, el último en un hombro. El cuerpo sin vida de Flamel choco contra el vidrio y mancho la puerta, resbalándose de cara hasta llegar al pavimento.
Huges guardo el arma. Era bueno mantener sus armamentos en secreto.
-la guarde, esperando usarla en alguien que valiera la pena siquiera la molestia del pensamiento. - le dijo pateando su cuerpo - tarde. Pero no volverás a tocar a Roy. Él es solo mío. Aunque Roy este lejos de mi alcance.
Huges se fue de inmediato. Asegurándose de que nadie lo vio, silbo una canción camino a casa, en donde Gracia ya lo esperaba en la concia con la cena caliente, para luego, terminar en la cama, y solo por esa vez, Huges se permitió imaginar que estaba amando a Roy.
El cuerpo de Nicolás Flamel se convulsiono unos segundos, saliéndole unas chispas de un tono azul eléctrico, rodeando la materia muerta. Los orificios pequeños de los proyectiles, fueron expulsando el metal, cerrándose de inmediato. El cuerpo termino por cambiar del físico del Nicolás Flamel, a un joven de tez blanca y largos cabellos verdes. Quien frotándose los ojos, se puso en pie. Doliéndose del salvajismo de Maes Huges.
-Envy - le llamo Wharts. El pecado de la furia veia a su hermano. Sus desquiciados ojos de dilataron del placer que Mes Huges le dio por brevísimos momentos - ¿qué fue lo que hiciste para que te asesinaran?
-creo...que - Envy se estiro. Parecia un gato perezoso después d e su sienta - creo que viole a su amigo - se carcajeo - debiste de ver a Mustang, Wharts. La flamita se retorcía debajo mio, llorando de humillación. Por un instante incluso “alucino” a su maestro, al padre de Riza Hackey. Lloro al imaginar a su maestro utilizar su cuerpo para, hacerse de su placer a costa del suyo.
-no juegues así, Envy. -le advirtió Bradley - Mustang no es un tonto
-lo sobrestimas - le aseguro - difícilmente haría otra alquimia que no fuese la de fuego.
-ese es por si mismo un talento raro. Es el último alquimista de fuego. No lo eches a perder, Envidia.
-pareciera que me estas vendiendo a un cachorro - dijo alzando los hombros. La noche inicio a tragarse todo a su paso, provocando cortes en la luz eléctrica, avisando la llegada de Pride. Dejando por unos instantes a Central en la penumbra - lo compraría sin dudas. Lo atraía con un collar de e SOS que se usan en el entrenamiento canino, así le soltaría una descarga eléctrica cada que se acercara mucho a la puerta. Lo aria andar a cuatro, Padre lo encontraría encantador. Hasta creo que las quimeras lo disfrutarían. ¿Te lo imaginas esperando ser montado por una?
-eso es asqueroso, Envidia - dijo Pride, el mayor de los hermanos se pareció con su adorable físico del niño Selim. Wharts pensó que Pride se había tardado en aparecer. - pero admito que es tentadora la idea de Mustang en casa, con esos ojos negros tapados, y él asustado y temblando apenas escuche sonido, apenas nos sienta. - Envy asintió. Gustoso porque alguien concordara consigo - pero Padre dice que luego Mustang nos servirá. Que al ser un candidato a sacrificio, tenemos que trátalo bien.
-pero por ahora, Envidia nos ha matado a un oficial de Brigada - Bradley pese a su molestia y a todas esas voces, gritando en su interior, ayudándole a incrementar su virulenta furia. No corto como tanto le hubiera gustado hacer a Envy, sino tuvo que alejar su mano de la empuñadura de su espada - tendremos que buscar a otro remplazo para que tomes su lugar.
-hay, olvídalo - se rio Envy tomando otra forma - con todo el trabajo que tuve en Ishval, tengo para tomarme unas merecidas vacaciones. Supe que Lust y el regordete, van camino a Lior para disponer de las cosas.
-descansa entonces, Envy - dijo Pride - mamá nos espera Wharts. No me despegaré de su sombra, así sabré que tipo de niños le gusta cuando llegue el momento de jugar a la familia feliz.
Mustang escuchaba las ultimas noticias que bailaban en la boca de todos los soldados. Flamel estaba muerto. Ninguno sabía darle razones, o la forma de su deceso; Flamel fue victima de asesinato. Solo eso se sabía.
Aquello le aliviaba el alma.
Maes volvió a sentarse en la mesa junto con Roy, con la charola de comida que constataba de una masa extraña nadando en un consomé delicioso. Todos en la milicia preferían comer la rica comida de Cedric Mclein y nunca preguntarle con que preparaba el menú. La ignorancia era la felicidad.
La sonrisa de Roy era el mayor premio que Maes hubiera esperado. Haría cualquier cosa por mantener vivos los sueños de su amor. Lo que sentía por Roy, era cándido y noble, fácilmente confundido con una amistad de hermandad y sandeces parecidas. Claro, nunca admitiría esas frases frente a nadie.
Maes amaba en silencio a Roy, como solo se amaban los oscuros secretos.
Roy no tenia porque saberlo, ya que para Roy, lo que sentía Huges quedo en el pasado.
-buenos días, Huges.
-que buen humor traes - Meas le acaricio la cabeza. Roy la aparto a duras penas y se rio con suavidad - ¿será por el deceso de Flamel? si sigues así, pensaran que fuiste tú.
-me quitaron el placer.
-Roy no digas esas cosas a la ligera - Huges se froto la barbilla - deberemos de inventar un código que solo entendamos los tres.
-le preguntare a Riza si tiene alguna idea - dijo Roy probando el agua. Un extraño té verde con cubitos de hielo rellenados con semillas negras - este nuevo invento creado por Cedric, es fresco.
-si a ti, te encanta: lo odiare - dijo apartando la charola
-no esta mal - dio otro sorbo - Huges, me gusta ver que estas bien - Maes aquero una ceja extrañado - últimamente me mirabas mucho. Incluso cuando no estábamos juntos. Es que te perdías horas y pensabas que eran minutos - Maes trago duro, al punto que tuvo que admitir que su boca seca pedía ese batido cítrico raro - estoy bien, Huges. Nada me detendrá para seguir escalando.....ni siquiera tu lástima.
-no malinterpretes Roy. No es piedad ni nada de eso, sino admiración.
-mucho mejor - admitió
Maes Huges soltó un suspiro. Roy tenia razón: siempre se quedaba horas observándole y podría olvidarse de comer o dormir, aunque la ultima función normal ya no la ocupaba: estaba muerto, después de todo. Podía ver a Roy gracias a la “Verdad”, quien le daba la oportunidad de espiar a Roy de vez en vez.
Su Roy sobrevivió a los homúnculos, a muchos otros peligros y logrado recuperar la vista con la ayuda del doctor Marco. Maes siempre supo que Roy encontraría alguien que lo amara como se merecía. Y Edward era el indicado.
Aquel joven frio y calculador, siendo a su vez cálido y amoroso: Acero era un adulto maduro y amable, pero por sobre todas las demás cosas: fue el único que no vio en Roy a un semi dios o alguna clase de chequera andante con clase y belleza.
Maes no podía asentirse de nada. No existía algo así en él.
-¿crees que debamos ir a Xing? Necesitas vacaciones, Roy - Edward apretó ligeramente los hombros de su esposo. Cunado Edward se mudo de Rissembul, al romper con Winlly, fue Roy mismo quien le dio la bienvenida, de una forma peculiar y tierna apenas pisara la oficina en Central- lograras enfermarte sin un descanso.
-ese príncipe, el tal Ling nos podría ayudar con el comercio - Edward suspiro: Roy no paraba de pensar en trabajo. Edward recordaba que Roy lo confundió por culpa del alcohl con un tal Flamel, ese día que fue a saludarlo, ese mismo día que Roy le saco la vuelta escondiéndose debajo de su escritorio. Rogándole porque se fuera y no continuara....Edward se sintió atraído de inmediato por el hombre que era Roy.- esa es una muy buena idea Ed.
-todas mis ideas son buenas.
-lo son - reconoció Roy - aun las que a simple vista se ven disparatadas.
-de paso visitamos a Huges, Roy - el mencionado se emociono desde la ventana. Esta s hería la ultima vez que “Verdad” le permitiría permanecer, pues ya era su tiempo de cruzar la puerta.- te vez radiante cuando pones esos ojos.
-no tengo otros
-me gustaría poder ayudarte más.
-ya me ayudas - dijo Roy besándolo. a pesar de que Edward era ligeramente más pequeño, era quien llevaba las riendas la relación, permitiendo que flotara como un barco por las nubes. - el que no tengas Alquimia, Edward, no significa nada. Eres ya de mucha ayuda.
-¡claro! - bufo - soy quien te plancha el uniforme, porque el señor s e levanta justo media hora antes de tener que irse. Y todo porque le duele el trasero - Roy se sonrojo - yo soy el que debería de estar cansado con lo insaciable que eres.
-no escucho que te quejes en el momento - le regreso con e l sonrojo en las mejillas - además, una nación no depende de ti.
-gracias al cielo, con una vez que paso es suficiente - pero lo que si me ocupa, es nuestra relación - más que enojarse, Edward lo tomaba como una discusión de rutina - cocino, plancho y voy de compras, te apapacho y ...¿me falta algo más?
-¿qué tal si me das un hijo?
-OH no, eso si que no Roy - Edward volvió a besar a su esposo y termino por susurrarle - si vamos a emplearnos en eso de hacer un hijoo, tú eres quien lo va a parir. Suerte para ti que los hombres no pueden embarazarse, de lo contrario, el gran Fhürer ya seria padre de cuatro - y Edward se carcajeo emocionado por la idea.
“la Verdad” se dividió entonces, tenia que discutir consigo misma eso de volver fértil a Roy Mustang.
Corrección, Maes Huges, si lamentaba algo en su vida: no haber vivido lo suficiente para tener un hijo con Roy