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Te lastimo solo porque te amo por gabinekochan

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Notas del capitulo:

De ahora en adelante haré los capítulos pequeños para terminar la historia mas rapido ya que mi musa anda de vaciones ultimamente, por lo que no la terminare en este fic en su totalidad, sera una serie si merlin quiere.

 

Ojala lo disfruten.

La luna llena iluminaba la oscura mansión Malfoy, el lugar en donde residían y entraban los magos más dementes y sádicos del mundo magico. La guerra dio sus inicios con la muerte del director de hogwarts, Albus Dumbeldore, el cual pereció en manos de Snape. Los mortifagos que entraron al castillo esa noche destruyeron todo a su paso, dejando un "pequeño" mensaje de lo que son capaces de hacer, una clara amenaza de muerte a quien se les enfrente. Habían pasado meses desde que ese terrible suceso que afecto al mundo mágico había pasado. Ahora los mortifagos gobernaban todo y a todos, los demás magos huían o se quedaban para defender la poca fe y buenos juicios que aun quedaban en la comunidad mágica. Nuestro amado salvador era la única esperanza que todos tenían, Harry, Ron y Hermione partieron en la búsqueda de los horrocruxes, dejando atrás sus vidas, amigos y a sus seres amados para un futuro mejor. La serpiente más odiada por los leones, Draco Malfoy, escapo junto con su padrino y ahora residía en la mansión Malfoy junto a sus padres, mortifagos y los retenidos en las mazmorras.

Draco Malfoy caminaba por su oscura mansión esa noche, llevaba consigo una bandeja con comida en sus manos, zumo de calabaza, verduras, carne, fruta y un pequeño cup cake de chocolate. Bajo por las escaleras hasta la parte más tenebrosa de toda la mansión, las mazmorras. El lugar era amplio, había espacio para albergar a mas de 20 personas en celdas individuales. Por el momento los retenidos no eran muchos, se les podía escuchar como sufrían, sus llantos, gritos de ayuda y de dolor resonaban por toda la mansión.

Mientras se dirigía a la celda más profunda de las mazmorras tarareaba una alegre canción y en su rostro se podía ver con la poca luz del lugar una sonrisa, una sonrisa pacifica y alegre. Se podría pensar que su sonrisa era por ver a la persona en esa celda, pero no, su sonrisa era la viva imagen de la demencia y la locura que lo terminaron por consumir, convirtiéndolo en un humano sin sentimientos más que los de dolor y sufrimiento, los cuales le recordaban la poca cosa que era, un monstruo, un ser abominable que no se merecía la felicidad, solo puro tormento.

Abrió la puerta de la celda causando un horrible chillido que despertó a la joven que ahora vivía en ese húmedo, oscuro y pequeño lugar. Luna Lovegood, la mejor amiga de Draco Malfoy, la lunática de ravenclaw, la persona que siempre sonreía sin importar la ocasión, y que ahora sufría por los tormentos que le proporcionaban los mortifagos. El rubio entro a la celda y se sentó en el asqueroso piso junto al cuerpo casi famélico de su compañera que se encontraba acostada temblando de frio. 

 Lovegood hora de la comida  le dijo con la sonrisa que siempre mantenía ante todos, dejando la bandeja enfrente de la rubia. Luna  se sentó poco a poco intentando que el dolor dejado por los crucios no le afectara demasiado. Suspiro y solo se dedico a observar a su querido dragón cuando ya estuvo sentada, ni siquiera miro la bandeja con la comida que posiblemente le acabaría la sensación de hambre y de  sed que desde hacía varias semanas la hacían sufrir.

 ¿No tienes hambre? le pregunto el rubio amigablemente a lo cual la rubia no hizo ningún sonido o movimiento  Lovegood no me jodas  le dijo ahora demostrando odio y repulsión, agarro el sucio pelo de Luna y la jalo acercándola a él. Le hablo al oído Pero dime Lunita, ¿por qué no quieres comer? aquí tenemos carne, frutica y yo se que te encantan los postres así que también hay un pastelillo de chocolate le dijo para luego reírse burlonamente. Luna sostenía las manos del rubio con sus manos intentando que no jalara más de su cabello, aunque sentía dolor, nunca derramo una lágrima o sollozo ante los tratos de Draco, no lo hizo esa noche y mucho menos lo hizo las noches pasadas. Cada vez que el rubio la visitaba en las noches ella se mantenía callada y en cierta "paz". Ese no era su amigo al que tanto quería, ahora, era un alma en pena que no aceptaba el perdón, un total desconocido y eso la destrozaba. Draco al ver que no reaccionaba, cogió la cabeza de Luna y con todas sus fuerzas estrello el rostro de la rubia contra la comida. Una y otra vez lo hizo sin remordimientos y con muchas ganas, el golpe de la cabeza contra la bandeja de metal se escuchaba por todas las celdas, los demás retenidos solo se callaban y tapaban sus oídos al escuchar los maltratos que le daban a la joven, era terrible.

Habían pasado ya veinte minutos de lo mismo, su cabeza aun golpeaba la bandeja y con la misma fuerza. Cuando el rubio se sintió cansado hundió el rostro de Luna entre la comida (la que todavía  quedaba en la bandeja) y lo dejo ahí por unos minutos, hasta que la rubia empezó a revolverse con desesperación ya que no podía respirar. Draco alzo la cabeza de su amiga con rudeza y la dejo respirar al fin. Su rostro quedo destrozado, su nariz estaba rota y sangrando al igual que su boca y cara, se veía en su rostro varios moretones y se notaba que varios mas aparecerían mas adelante, y obviamente su rostro estaba cubierto de comida y vidrios rotos del vaso y del plato. Por el momento su cara permaneció "normal" pero lo más probable es que en pocas horas se hinchara y ya nadie reconociera a la hermosa Luna.

Muy bien Luna, ¿ves que estaba rico? le dijo ahora con su sonrisa de nuevo en su cara y felicitándola por "obedecerlo" Comiste con ganas y eso me enorgullece. Mañana te traeré doble porción, solo porque fuiste una niña buena  le dijo al fin soltándole el cabello. Luna cayó al suelo y el sonido del golpe que su cabeza hizo contra el suelo resonó en la celda, se llevo las manos temblorosas a su cara para tocar su deformado rostro, a lo cual retuvo un grito de impresión. La cena que antes se veía deliciosa ahora estaba esparcida por todo el suelo de la celda revuelta con la sangre de la ravenclaw.

Draco se veía satisfecho de poder "ayudar" a su amiga, o eso creía su retorcida mente que hacía. Se paro del piso, saco su varita y limpio con un sencillo hechizo la comida que había saltado a su ropa y rostro, de paso limpio la celda y la cara de Luna pero aun dejando los pedazos de vidrio y malformaciones en su cara. Recogió la bandeja que ya no tenía nada en ella y se agacho para besar la frente  de Luna para luego caminar hasta la puerta de la celda.

Y antes de salir de la celda escucho la leve pero estable voz de la rubia.  Dragón, aun te aman, aun los amas. No te pierdas, no mueras, no te odies. dijo para caer en la inconsciencia. Draco arrugo su entrecejo e hizo una mueca de desagrado, cerró la puerta fuertemente asustando a los demás y salió con paso rápido de las mazmorras hacia su habitación. Luna siempre le decía eso cada noche antes de que saliera de su celda, y el sabia que se refería a Harry y a James, pero aun así sus palabras no tenían sentido para él, ya nada lo tenía.

Y asi era la vida de Draco Malfoy, se levantaba temprano por la mañana, se aseaba, bañaba su boca, se peinaba y vestía con las finas ropas negras que tenía en su amplio armario. Salía e iba a la habitación de su madre para acompañarla a desayunar, pasaba unas cuantas horas con ella y luego la dejaba en su habitación (Prefería quedarse en su habitación todo el día que a ver a los salvajes que invadían su hogar).

Draco bajaba y salía hacia los jardines de la mansión para ver a los mortifagos jóvenes (Hijos de mortifagos sangre pura y con los mismos ideales que sus padres) de entre quince y dieciséis años entrenar, practicaban la magia oscura lo cual abarcaba los maleficios, el mas preferido por ellos, el crucio. Como conejillos de indias usaban a los elfos, estos se retorcían de dolor cada vez que los hechizaban y los adolescentes se reían de estos. Y Draco les aconsejaba, cuantos maleficios debían usar para desgarrar la piel y hacerlos sangrar pero para no matarlos  sino dejarlos moribundos hasta que con el tiempo fallecieran, cuantos usar para matarlos o dejarlos dementes. Luego de la practica almorzaban, Draco comía con ellos por obligación y luego se retiraba sin siquiera mirar a su padre ni decirle nada, luego caminaba por la mansión pateando uno que otro elfo y mandándolos a que se plancharan las manos o a que se golpearan repetidas veces contra una pared, todo por diversión. Y cuando los jóvenes felices y excitados le decían que si podían practicar mas, el con una sonrisa los guiaba hacia las mazmorras en donde escogían a uno de los retenidos  (Menos Luna) como un el nuevo conejillo, y luego lo sacaban de su celda para hechizarlo en los jardines bajo la vigilancia del rubioEs mucho mejor escuchar sus gritos y suplicas que los de los elfos dijo uno de los jóvenes. En ocasiones los mataban y en otras que el rubio no dejaba, salían heridos pero vivos. Y cuando los jóvenes no lo molestaban leía, estudiaba o dormía, todo con tal de no recordar su pasado y esos ojos verdes nublados por la tristeza y la decepción.

Y en la noche, baja a las mazmorras para hacer sufrir a Luna y así poder descargar todo ese odio en alguien. Esa es su vida, se adapto y ahora ya no hay vuelta atrás. Aunque por las noches cuando duerme sueña con una hermosa casa en un lugar alejado en medio de un bosque, un pequeño riachuelo pasa por el lado de la casa y diversos animales rondan por esos lares. Ve por medio de una ventana una la sala, y enfrente de una chimenea a un hombre rubio  de ojos grises besando a un hombre de ojos verdes y de cabello alborotado, riendo y bebiendo vino, siendo felices sin ninguna obligación o culpa. Luego aparece un pequeño de cinco años corriendo hasta donde los adultos gritando papa y papito emocionado, son mimado por los hombres y es feliz. Justo antes de despertar el pequeño le observa con esos ojos verdes llenos de inocencia y alegría para luego ver que su garganta es cortada con un cuchillo y sus ojos se apagan para ya no ver ni un brillo en ellos al igual que con el hombre de cabello negro que ahora estaba en el suelo sin vida, y el asesino reía con locura y se lamia las manos recolectando en su lengua la sangre de su familia, saboreándola una y otra vez. El  hombre rubio lo miraba con esos ojos grises demoniacos y de demencia, diciéndole una y otra vez que era un asesino y que era toda su culpa, el asesino era el mismo.

Despierta exaltado todas las noches desde que supo que tuvo un hijo y lo perdió. No tomaba ninguna poción para evitar los sueños, esa era una forma de auto castigarse, y aun así no le parecía lo suficiente, debía sufrir más. Ese sueño era recurrente y nunca faltaba a sus noches de descanso, de hecho, Draco los esperaba felizmente, había aceptado que su sufrimiento debía ser permanente.

Y así vivía nuestro amado Dragón, la locura era su salvación y su único medio de vida. Sin ella ya no existiría más en este mundo, estaría con James o en un lugar peor. Así que cada día le agradece a su locura de salvarle de la realidad y crear su mundo de supuesta "felicidad" y sufrimiento, le agradecía el hacerle olvidar sobre su amado león pero la maldecía por recordárselo todo el tiempo.

Notas finales:

Les agradecería criticas constructivas, recuerden es mi primer fic y ustedes los lectores me ayudan a ser una mejor escritora.

 

Bye


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