- ¡Harry Potter ha muerto! – las palabras parecían provenir de un sueño.
Harry Potter ha muerto, Harry Potter ha muerto,Harry Potter ha muerto, Harry Potter ha muerto, Harry… ha muerto. Se repetía una y mil veces Draco en su cabeza la frase que nunca quiso escuchar; después de todo lo que había hecho, de lo que había perdido, de lo que había sufrido finalmente le habían arrebatado al amor de su vida sin compasión. Le costaba respirar, sintió un fuerte nudo en su garganta, podía sentir su corazón alborotado, la fuerza extrema que ejercía en sus ojos para evitar derramar lágrimas, sentía que perdía el equilibrio y que sus piernas en cualquier momento no lo sostendrían por más tiempo, las ganas de vomitar se intensificaban conforme el tiempo pasaba, y finalmente, sentía que el mundo ya no era su realidad sin su Harry. El destino era una vez mas, injusto y macabro, se sentía a desfallecer y el único que lo ayudaría a aliviar el dolor estaba muerto, fue asesinado por el Lord.
No podía sentir rabia o dolor, la tristeza era lo único que abarcaba su corazón, la tristeza era su única compañía. ¿Era un castigo por haber amado? ¿Haber perdido a la persona que le había mostrado la luz era el resultado de sus acciones egoístas y esfuerzos inmorales? ¿Había valido la pena el amar para perder de esa forma? Al parecer, el amor era un privilegio al cual siempre le seguía el dolor y la pena. Pero ya no podía más.
Si se era loco por el amor, Draco Malfoy era un demente. Lo que siguió a continuación conmociono a todos, nadie que tuviera el sentido de conservación haría lo que el Dragón hizo en contra del lord oscuro. Draco no aguantó el tener al asesino de Harry en frente suyo, por lo que sin esperar, corrió hacia él para luego abalanzársele y -como si fuera un muggle a mucha honra- lo golpeó una y mil veces en el rostro con fuerza. Nadie podía creer que el lord estaba siendo masacrado por un sangre pura “aliado”, prácticamente todos tenían la boca abierta ante tal imagen. Ni siquiera los mortifagos alzaban su varita para defender a su lord, no, solo se dedicaban a ver e intentar entender qué diablos pasaba ahí. Y Voldemort no se esforzaba para defenderse ¿Sorprendido tal vez ante lo que le hacían? ¿Demasiado feliz por la muerte de Harry que no le importaba que lo golpearan? ¿Demasiado loco como para no parar al rubio? Nadie lo sabía. Solo que tras un par de minutos, que digo, un minuto, todos los mortifagos incluido el lord –en cuanto pudo quitarse a Draco de encima- apuntaban a Draco con sus respectivas varitas pronunciando el crucio con placer mientras que el frágil cuerpo del dragón se removía con dolor ante los ojos de los presentes. Casi parecía que todos los mortifagos estuvieran conectados cuando pronunciaron el hechizo al unísono, la demencia habitaba en todos ellos; a excepción de Narcisa, que gritaba desconsolada al ver a su único hijo al borde de la muerte sin poder hacer nada debido a que era retenida a la fuerza por otros dos mortifagos.
Al ser Draco torturado tras casi medio segundo (NI UNA persona se digno a protegerlo), el gran Harry Potter se alzó de la muerte y sorprendió a todos por su regreso a la vida. Lo más sorprendente eran sus ojos esmeraldas llenos de ira y bestialidad, los cuales miraron por pocos segundos el cuerpo del rubio en el suelo para luego ir a su rescate enfrentándose a todos los mortifagos sin varita alguna. El amor hacia loco a cualquiera y Harry no se quedaba atrás tampoco. Nadie comprendió como fue que sucedió ni por qué tenia que ser de esa manera, pero la muerte del lord oscuro y sus seguidores retorcidos fue indescriptible y aterradora.
Harry corrió hasta el cuerpo de Draco, muchos hechizos dejaron de llegar al rubio para intentar dar al cuerpo del moreno, pero estos no parecían tener efecto alguno sobre él. Harry abrazo con fuerza a su único amor mientras observaba al bando oscuro escandalizado al notar que la magia ya no podía herir al niño que vivió ni al traidor de la casa Malfoy; ni los avada kedavras o cruciatus funcionaban, parecía haber sobre esa pareja un fuerte escudo que no permitía que salieran heridos. La magia es difícil de comprender, sus misterios son infinitos y su funcionamiento es variado; hay que tener cuidado cuando la manejemos o la enfrentemos, nunca se sabrá que tan bendecidos o maldecidos podemos terminar.
Todo pareció ocurrir en cámara lenta. De un momento a otro el mundo empezó a temblar salvajemente, el cielo se oscureció y de este empezaron a surgir relámpagos creados del odio, el viento golpeaba con fiereza al castillo y a las personas que se encontraran por fuera de este; el terror se apodero del bando de la luz y de la oscuridad, todos los que pudieron intentaron alejarse del lugar para evitar sentir la furia del niño de ojos esmeraldas. Pero era demasiado tarde para la mayoría. De un momento a otro, el fuego empezó a surgir del suelo atrapando a gran cantidad de mortifagos, del cielo caían rayos que llegaban justo a los cuerpos de las personas, el frio se hizo insoportable a tal punto que congelo el cuerpo de pocos, las personas caían muertas tras sufrir un gran dolor, algunos sufrieron mas que otros al sentir como sus respectivos rostros y piel se caían como si fueran atacados por acido, otros mas solo caían en la demencia y finalmente a unos pocos, solo se les concedió el perdón… era irreal lo que sucedía en hogwarts. Los gritos de dolor, los gritos de ayuda, los ruegos, las lágrimas, el horror, el miedo, la incertidumbre y la derrota se podían ver en las personas presentes. No solo los mortifagos sufrieron de este terrible castigo, las personas del lado bueno también soportaron este terrible final. No porque estuvieran ahí cuando la magia de Harry se descontrolo, sufrieron porque nadie había alzado su varita para ayudar al rubio; nadie se había arriesgado para proteger a su razón de vivir y por ello, sus compañeros y aliados también fueron castigados y lastimosamente algunos de ellos murieron.
Se podía oler la carne humana quemada y carbonizada, en el suelo quedo la evidencia de varias partes de cuerpos humanos aun congelados, los cuerpos se encontraban amontonados unos sobre otro, nadie se encontraba vivo en el lugar; a excepción de dos personas, un moreno que se encontraba abrazando a su rubio en el suelo mientras la muerte los rodeaba por completo. El corazón de Draco aun latía gracias a Merlín, pero su cuerpo había quedado en condiciones deplorables; era una suerte que el mago mas poderoso del mundo mágico lo amara con tal energía que no le importo el darle energía y así salvar ese cuerpo de adonis que le permitiría tener una vida normal en el futuro. Parecía que el amor era mas grande que la muerte ya que Harry no se inmuto para mover el cuerpo inconsciente de Draco a un lugar mas adecuado para que se recuperara, no le importaba estar rodeado de muertos si podía abrazar a su amado sin que se les reprochara nada. Solo que su quietud fue detenida al momento en que Narcissa Malfoy corrió con gritos y lamentos hasta donde su hijo, no le importo que el supuesto héroe la lastimara, era una madre y ante todo su hijo era lo más importante. La ojiazul tomo a Draco entre sus brazos y como si se le fuera la vida en ello, reviso cada parte del cuerpo de su hijo en busca de heridas, no había nada; con miedo y aun temblando por presenciar tal terrible genocidio, la rubia abrazo a Harry y a Draco mientras gruesas lagrimas rodaban por su pálido rostro. ¿Qué importaba si el “salvador del mundo mágico” era un asesino a sangre fría? Lo que importaba era que los dos estaban bien y que finalmente, tal vez después de todo lo sucedido, podían lograr estar juntos sin importar la sociedad. A Potter no le molesto que le abrazaran ya que volvió en si sin recordar que él era el causante de tanto daño; lo ultimo que vio antes de desmayarse en los brazos de Narcissa fue el cuerpo de Voldemort con una mueca de dolor en su rostro y como poco a poco este desaparecía hecho polvo como si nunca hubiera existido. La guerra en el mundo mágico había acabado, pero la guerra para Potter, apenas comenzaba.