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Circus por Chris Yagami

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Notas del fanfic:

Fanfic #13 y por ser el numero de "mala suerte" subo un fic de horror (o un intento al menos)

Serán capitulos cortos, hasta ahora ninguno sobrepasa las 1,500 palabras...

Este fic lo hice pensando en que yo soy Shun de Andromeda (Si, claro, porque me paresco taaaaanto a él xD) y Hyoga es mi amiga Karin (tenia ganas de matarla)

Hay violacion, aun no estoy segura si se concretará... asi que no prometo nada, de seguro solo sea una mension n.n.

Está inspirado en esta cancion de Vocaloid.

The Dark Woods Circus

Notas del capitulo:

Disfrutenlo... de verdad.

 

Capítulo 1.- Apertura

La mañana anunciaba un día sereno, tranquilo como muchos otros en ese pueblo alegre, repleta de habitantes tranquilos, trabajadores, niños corriendo de un lado para otro, mercados abiertos. No había peligro alrededor y los habitantes se saludaban con cortesía.

De pronto, por sobre el ruido que surge cuando mucha gente murmulla junta en un mismo lugar, se escuchó una tonada a lo lejos acompañando el sonido que provocaba el chasqueteo de los cascos de las bestias que acarreaban una carreta, era una graciosa melodía que significaba solo una cosa: diversión.

-¡Pasen y véanlo!- gritaba un hermoso joven vestido con ropajes graciosos, no significaba nada más que el maestro de ceremonia.

-¡Compruébelo con sus ojos!- grito el joven que lo acompañaba vestido casi de igual manera, pero parecía mayor, de cabellos mas oscuros.

-¡Desgracia!- gritaron al unísono mientras la carreta seguía avanzando.

Se alejó del tumulto, mientras los niños murmuraban observando un cartel colocado a un costado del vehículo… la deformidad.

“Era una ciudad muy hermosa, pero ya no lo es… ninguno lo es”

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El sol se encontraba en su cumbre, la gente en el pueblo alrededor del santuario se amontonaba en el mercado intentando conseguir lo que hacía falta para una comida, tal vez una celebración o simplemente una cena en familia. En las calles corrían y juagaban niños, imaginaban su futuro como intrépidos caballeros, de bronce, plata y algunos que ambicionaban una armadura de oro, librando batallas en contra de los enemigos de su querida diosa Athenea, aquella que después de la guerra contra Hades había ascendido al Olimpo para no volver mas, sino hasta la próxima era. Una tercia de caballeros que por allí caminaban, miraban a esos niños que deseaban eso cuando ellos mismo hubieran dado todo por evitarse ese futuro de peleas sangrientas de las que apenas salían con vida. 

-¡Cuidado, niño!- salió uno de ellos del camino cuando dos niños corrían y casi se estrellan con él, uno persiguiendo a otro con una espada de madera en la mano. El joven refunfuño un poco mas mirándolos, era de cabellera azul añil y ojos del mismo tono, una cicatriz que quedara de recuerdo atravesaba su entrecejo.

-No te exaltes, niisan, son solo niños- sonrió un jovencito ágil  de ojos y cabellos esmeraldas, corriendo para alcanzarlo y tomarle ventaja, sonriendo con esa inocencia que no se perdía aun tras el paso del tiempo- no deben ser tan malos como parecen.

-De haber tenido la oportunidad seguro que hubiéramos jugado a eso- habló un tercer joven, rubio, de ojos azules, su sonrisa era extraña pero hipnotizadora- admítelo Ikki, todos quisimos una infancia así.

-No me importa- bufó Ikki que comenzando a andar con los otros detrás de él.

-Adelántense- pidió de pronto el mas joven de los tres- tengo otras cosas que hacer- se retiró dando antes una mirada significativa a su hermano mayor, que solo asintió un poco tenso.

-Date prisa, Shun, recuerda que Shaka no permite que llegues tarde a la sexta casa- aconsejó el hombre rubio con una sonrisa cariñosa, haciendo sonrojar al pequeño que solo asintió efusivamente.

-Vamos- ordenó Ikki reanudando la marcha.

Llegaron a su destino, una larga escalinata que lo llevaría a cada uno a su respectiva casa, aquella que compartían con su maestro. Pero antes de eso debían llegar hasta el templo donde residía el patriarca, pues era costumbre que todos realizaran las comidas del día en compañía de los demás caballeros, tomando de excusa muchas que eso haría mas fuertes los lazos de amistad entre los doce caballeros y sus aprendices.

-Sean bienvenidos, Ikki, Hyoga- saludó el patriarca con sus vestimentas habituales, sentado en la cabeza de la gran mesa.

-¿Shun no los acompañaba?- interrogó Shaka, mirándolos con sus ojos cegados.

-Recordó que tenía un pendiente, pero no debe tardar- contesto Ikki sentándose en una de las sillas.

Nada en particular, solo un día normal. Tonterías dichas por unos, de las que otros se reían y los demás soportaban. Burlas, descaro, enojos pequeños. Nada anormal… o eso creían hasta que en la puerta apareció esa mujer, una campesina con ropas desechas y un rostro monstruoso.

-¡Ayuda!- pidió cayendo al suelo, donde los más cercanos la auxiliaron, mientras que otros solo miraron sorprendidos. Era una campesina… en la cima del santuario. ¿Cómo había llegado allí?

-¿Qué es lo que te han hecho?- preguntó el caballero dorado de leo, acuclillándose para sostenerla cuando su cuerpo comenzaba a deshacerse.

-Hay un lugar, un circo- decía mientras escupía sangre- los niños, la gente, todos ellos deben ser ayudados, por favor.

-¿De qué? ¿Qué es lo que pasa?- pero cerró sus ojos, extraños orbes de roja coloración. El rostro de la chica deformado en una mueca eterna de angustia que solo acentuaba sus terribles facciones. Un monstruo atormentado.

-Creo que no entendí- murmuró uno de los caballeros de bronce.

-Está claro, hay un lugar que está haciendo esto a la gente- aclaró el caballero dorado de capricornio.

-Un circo, creo que fue lo que dijo.

-Todos lo escuchamos, Afrodita ¿Qué hacemos entonces, patriarca?

-Deben ir a investigar, ayudar a esa gente, por lo que dijo hay mucha gente, niños incluidos.

-¿Y quién ira?

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-¿Irás tú también?- preguntó de manera inocente, pero sorprendida el joven de cabellos verdes.

-Sí, Shion dijo que podía ir quien sea- le había contado lo que pasó, la llegada de esa extraña mujer, la discusión por aventurarse en esa misión y la ultima palabra de Shion para no ver mas peleas.

-¿Estás seguro, Hyoga?- se arrodilló en la cama que compartían en esa cabaña, mirándolo dudoso por alguna razón.

-Sí, ¿no quieres venir? Es una excusa para salir de este lugar, desde que los dioses hicieron la paz todo es más aburrido.

-¿Quieres mas guerras?- abrió los ojos sumamente molesto, no sabia de ese pensamiento en quien ahora era su pareja.

-No lo malinterpretes, no quiero guerras, pero admite que aun sin eso nos dejan salir de aquí y los días son muy aburridos, salvo las discusiones que tengo con tu hermano.

-Tienes razón, pero no quiero ir- se recostó en la cama para mirar el techo esperando a su amado que de inmediato subió a la cama para abrazarlo.

-Pero iras ¿Verdad?- pregunto con un susurro sensual en su oído que erizo su piel.

-No, no creo, no me interesa ir a un circo donde martirizan a la gente- suspiró apoyándose en su pecho y cerrando sus ojos dispuesto a dormir.

-Anda, Ikki irá también, la mitad de la orden irá- pero negó levemente por lo que Hyoga dejó de sonreír- ¿Qué sucede, Shun? Antes no te hubieras negado si sabias que era para ayudar al inocente.

-No quiero que tu vayas- le miró suplicante, sabía que de esa manera lo obedecería, siempre lo hacía, era una de sus grandes ventajas, lo amaba demasiado y con una sonrisa o puchero lograba hacer que siguiera su santa voluntad.

-¿Por qué no?

-Creo que es muy peligroso, déjaselo a los demás miembros, a los más fuertes, ellos podrán con la misión- cerró sus ojos, esperando que con eso la discusión diera por terminado como muchas otras veces.

-No, yo quiero ir- se sorprendió, era la primera vez que le discutía- respeto tu decisión, pero no te entiendo ¿Qué sucede?

- Es que…- suspiró cansado, había sido un día agotador y no tenía ganas de discutir, podría convencerlo, pero lo mejor era que hiciera lo que había decidido, ya se lo había advertido, no podía hacer más- me da miedo.

-¿Miedo? ¿Miedo a qué?

-L-los circos… los payasos- se escondió en su pecho ocultando su sonrojo ante tamañas palabras. Hyoga soltó tremenda carcajada ante tamaña tontería, pero beso sus cabellos para tranquilizarlo.

-Descuida, yo estaré contigo.

-Está bien, también iré- si iría, no permitiría que alguien más lo lastimara.

-¡Gracias!-con un beso en sus labios sello el trato- salimos al alba, debemos descansar.

-De acuerdo, entonces ya duerme.

Hyoga cerró sus ojos y se dispuso a dormir. Shun miró por la ventana, la luna se encontraba brillando con todo su esplendor, blanca y redonda. Había una extraña expresión en su rostro de porcelana… el día siguiente seria sin duda aun más largo y extenuante.

Notas finales:

Les gustó? Le entendieron?

Aclaro que no se cuando podré actalizar de este fic... lo subo porque queria que fuera el numero 13 xD

y tenia que subir una viñeta asi que... lamento mi capricho

Saludos.

 


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