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Bloodstained Doll por carina_mew12

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Notas del capitulo:

hola d nuevo ^^

me alegra q hayan decidido volver a leer este fic, eso me llena d alegría...

bueno, antes del capi una aclaración q s m olvidó hacer en el capitulo anterior:

*Hanako de los lavabos, o Toire no Hanako, es una especie de leyenda urbana q dice q en las escuelas, en los baños d las niñas, cuando una chica va sola y entra al baño número 4, se aparece Hanako a "jugar"... por eso, niñas, no vayan solas al baño xD

ahora sí, al capitulo 2, q lo disfruten... nos vemos abajo...

2. Sanji

- aún con esta apariencia…- le dijo el ensangrentado rubio a Zoro- ¿piensas ayudarme?- en su rostro se ensanchó una sonrisa mientras su mirada carmesí seguía sobre el peliverde. Sin que Zoro lo notara, las manchas serpenteantes de sangre comenzaron a expandirse, trepando por paredes y techo; en cuanto estuvieron lo suficientemente cerca de él, la sangre se transformó en largas y afiladas púas carmesíes apuntando contra él.

- está bien…- soltó de pronto el peliverde- ¿qué necesitas?

-…- el rubio se quedó paralizado unos instantes antes de comenzar a reír. Las agujas que se enfilaban contra el otro se retiraron, juntándose nuevamente a los pies de su dueño- hace siglos que nadie se ofrecía a ayudarme… normalmente, cuando escuchan un muñeco llorar se marchan, y los pocos que me recogen, al verme como realmente soy, salen despavoridos… eres un humano muy extraño, ¿sabías?- se levantó del piso, cubriendo parte de su desnudez con sus alas- será mejor que no te arrepientas después de tu decisión…

- soy un hombre de palabra, si dije que te ayudaría, eso haré…

- realmente eres muy extraño- arrancó una de las plumas de su ala, sujetándola con delicadeza entre sus dedos- aunque me des tu palabra, no se puede confiar en un ser tan traicionero como son los humanos…- lanzó su pluma hacia el moreno, encajándosele en su pecho a la altura del corazón. La pequeña herida hecha por la pluma comenzó a extenderse por su cuerpo, abarcando completamente su tórax- hasta que cumplas tu promesa, esa cicatriz permanecerá en tu cuerpo…

- aún no has dicho qué quieres- dijo Zoro, mirando la línea que le atravesaba la piel

- quiero que cures mis heridas…- habló con una sonrisa mientras su ojo brillaba intensamente. La pluma negra comenzó a introducirse en el peliverde, haciéndole sentir un dolor que jamás había experimentado; la piel le ardía y sintió una terrible presión en el pecho, como si algo dentro de él fuera a explotar de un momento a otro. El aire le faltaba, su corazón latía con más lentitud… la vista se le nublaba… cayó de bruces al suelo, jadeante, hasta que cerró sus ojos, quedando inconsciente sobre el piso de su sala…

*************************************

Un fuerte dolor de cabeza le hizo despertar a la mañana siguiente. Aún mareado, Zoro se levantó de la cama, llevándose las manos a la cabeza… un par de minutos más tarde, se levantó, un poco desorientado, y se metió a la ducha. Aún tenía presente lo que había visto anoche, o lo que creyó ver, pues para Roronoa Zoro, lo que vivió no lo vivió realmente, aquello no pudo ser otra cosa más que un simple sueño. Después de lavarse el cabello tomó la barra de jabón y comenzó a frotarla con su cuerpo… al pasar sus manos sobre su pecho notó algo áspero que sobresalía en su piel; miró hacia abajo, notando una enorme cicatriz atravesándolo.

- imposible…- se dijo, saliendo rápidamente del baño, atándose una toalla a la cintura. Fue hasta su cama, revolviendo las sábanas hasta que encontró el muñeco de trapo entre ellas. Lo estrujó entre sus manos, asegurándose que lo que había visto la noche anterior fuera real, aún cuando tenía una prueba plasmada en su propio cuerpo. Al no recibir reacción alguna del muñeco, lo dejó sobre su cama, se vistió y salió rumbo al colegio.

Como todas las mañanas, corrió por toda la ciudad, perdiéndose más de una vez, hasta que finalmente encontró el edificio del instituto. Apenas y había alcanzado a entrar cuando las puertas principales se cerraron; la campana ya había sonado y las clases estaban a instantes de empezar. Era tanta su prisa que, al dar vuelta en una de las esquinas, chocó con alguien, cayendo de sentón en el suelo.

- ¡oi, fíjate por dónde caminas!- dijeron ambos al unísono. Al reconocerse el uno al otro, comenzaron a reírse un poco

- ¿a qué se debe tanta prisa, Zoro?- preguntó el pelinegro, levantando sus cosas, pues con el impacto habían quedado desperdigadas por el suelo

- seguramente es la misma razón de tu prisa, Law- respondió el peliverde, tomando su mochila

- eh, Zoro… ¿esto es tuyo?- preguntó el moreno, levantando un muñeco de trapo del piso

- ¿cómo es que…?- no había error alguno, era el mismo muñeco que se suponía había dejado en casa.

- supongo que sí es tuyo- cerró su mochila y se levantó- bueno, me voy. Los veo en el almuerzo- dijo antes de desaparecer del pasillo.

Zoro, aún preguntándose el cómo había llegado el dichoso muñeco hasta ahí, siguió caminando hasta llegar a su aula. Apenas iba entrando cuando el profesor apareció tras él y le arrebató el muñeco.

- ¿no cree que está muy grande para tener este tipo de cosas, Roronoa?- habló el profesor, causando la risa en todos sus estudiantes menos del peliverde, quien, con el sonrojo en su rostro, fue a su banca- sabe que está prohibido traer objetos personales. Lo confiscaré y se lo devolveré al final de semestre- guardó al muñeco en un cajón del escritorio e inició su clase.

Durante toda la clase, la atención de Zoro estaba puesta en el escritorio… quizá no debería importarle, después de todo, era una forma de quitarse el muñeco de encima; pero había hecho una promesa, y por más absurdo que sonara, quería cumplirla… además, no sabía qué podría hacer aquel joven alado si estaba en otras manos. Dejó que el tiempo pasara, rogando porque el profesor olvidara que había puesto el muñeco ahí para poder recuperarlo cuando se marchara. La campana sonó, anunciando el cambio de hora; el profesor se despidió del alumnado, tomó sus cosas… y se llevó el muñeco con él.

Chasqueó la lengua, siguiendo con su mirada a aquel hombre; tendría que pensar en algo para recuperar el muñeco lo antes posible; se le ocurrieron varias posibilidades, desde taclear al profesor y quitárselo a la fuerza hasta entrar en la noche cual bandido a la escuela y tomarlo. Antes de que pudiera llevar a cabo su primer plan, la profesora de la siguiente clase entró, impidiéndole abandonar el aula.

*********************************

Mientras tanto, el profesor de Zoro fue a la dirección a poner el muñeco en un cajón del escritorio del director, donde se guardaban los objetos confiscados, y el cual cerró con llave una vez que colocó el muñeco dentro. Estaba por retirarse de la oficina cuando escuchó el llanto de un bebé hacer eco en la habitación… el hombre retrocedió unos pasos, buscando al pequeño que emitía tan lastimoso llanto,  pero era imposible que hubiera un bebé en ese sitio, así que lo atribuyó a una broma de sus alumnos. Con grandes pasos, recorrió la oficina, buscando a los intrusos que seguramente querían asustarlo… hasta que notó que el sonido venía del cajón que justo acababa de cerrar.

Introdujo la llave en el cerrojo del cajón, seguramente algún aparato se había quedado encendido. Mas al abrir el cajón, un par de largas agujas salió sorpresivamente de éste, incrustándose en sus ojos y arrebatándole la vista en cuestión de instantes. Con un agudo grito, se apartó del escritorio, tropezándose con varios objetos hasta quedar retorciéndose en el piso, tapando sus cuencas ya vacías con sus manos.

- me aseguraré que tus asquerosas manos no vuelvan a tocarme, mortal- escuchó a alguien decirle, llenándolo de un indescriptible terror.

- ¡déjeme ir! ¡Por favor!- se arrastró por el piso, suplicando piedad mientras intentaba alejarse del desconocido

- pequeño gusano- con un par de estacas formadas por su sangre, el rubio clavó las manos del profesor al piso- ¿qué te parece la oscuridad?- rió, clavándole otra estaca en la boca, atravesándole la lengua, la tráquea y el cráneo- no puedes ver o decir nada, tampoco puedes moverte… sólo te queda esperar hasta que alguien te saque de ahí… pero nadie te ayudará… es frustrante, ¿cierto?- con uno de sus pies, aplastó la cabeza del profesor, esparciendo los sesos en el piso. Sus estacas, las cuales aún permanecían dentro de su recién fallecida víctima, perdieron rigidez, convirtiéndose en una especie de tentáculos que comenzaron a absorber la sangre del cadáver hasta dejarlo completamente seco.

- tsk… ¿y ahora qué hago con esta basura?

******************************

Gracias a la falta de atención en todas sus clases, Zoro terminó en detención antes del almuerzo, justo lo que necesitaba para recuperar el muñeco. Fue llevado a la dirección, en donde permaneció sentado sobre una silla mientras la secretaria lo vigilaba. El teléfono de la mujer sonó, por lo que tuvo que salir a contestar; aprovechando el momento, Zoro buscó el cajón en donde tenían las cosas confiscadas; se sorprendió un poco al encontrar dicho cajón abierto, pero se olvidó del asunto en cuanto vio al pequeño muñeco de trapo

- “Estúpido cabeza de alga”- escuchó Zoro en su cabeza al sostener al muñeco entre sus manos- “Si vuelves a perderme te arranco la cabeza”

- ¿quién te crees para amenazarme, eh?- le gritó el peliverde- fue tu culpa en primer lugar, no tenías por qué estar en mi mochila

- “marimo de mierda, no puedes dejarme en casa. Debes traerme en todo momento contigo”

- ¿qué pasa si no lo hago?- escuchó la puerta abrirse, por lo que escondió el muñeco en su mochila y regresó a su lugar.

Pasadas un par de horas, Zoro era al fin libre. Era tarde para el almuerzo y aún le quedaban algunas clases, por lo que compró algunas golosinas en una máquina expendedora  y fue a su salón, en donde comía cuando los profesores no le miraban.

*******************************

En cuanto llegó a casa, Zoro arrojó su mochila sobre el sofá para luego sacar al muñeco y llevarlo consigo a su habitación. Lo dejó sobre la cama y fue a comer algo a la cocina. Mientras comía, el peliverde no pudo evitar preguntarse qué era lo que comía el muñeco, o mejor dicho, si ese muñeco comía; así que sirvió una ración extra para el rubio y fue hasta su alcoba. Al entrar, encontró al muñeco en su forma humanoide desnuda, mas había algo diferente en él; su cuerpo ahora estaba sin mancha alguna de sangre y las alas se habían reducido a un tatuaje en su espalda con la misma forma que tenía en su forma de muñeco, sin mencionar que su ojo había vuelto a ser azul.

- te traje algo de comer- dijo el peliverde, dejando el plato cerca del otro

- yo no como eso- se quejó el muchacho- mi comida es mucho más interesante

- ¿ah, sí? ¿Y qué te doy de comer entonces?

- no importa, ya comí hoy, pero… quiero el postre- haló al otro del brazo, tumbándolo sobre la cama. El rubio se sentó sobre el moreno, desabrochando las prendas inferiores de éste para liberar su hombría- se ve delicioso- profirió, relamiéndose los labios mientras veía lo que tenía en sus manos

- ¿qué crees que haces?- su cuerpo tembló ligeramente al sentir las manos ajenas en su intimidad

- ¿qué pasa marimo? ¿Eres virgen?- se mofó, sacudiendo la hombría del peliverde de un lado a otro

- ¡p… por supuesto que no!- profirió sonrojado- ¡y deja de llamarme marimo! ¡Soy Zoro! ¡Roronoa Zoro! ¡¿entiendes?!

- oh, con que así te llamas- soltó la hombría del peliverde y se deslizó cual felino sobre su cuerpo, hasta quedar frente a frente con él, apoyando sus manos a cada costado de su cabeza- soy Sanji- pasó su lengua por los labios del otro, robándole un jadeo- no eres buen mentiroso… sólo fue un simple roce y ya te estás poniendo duro…

- ahhh- gimió al sentir nuevamente una de las manos del rubio alrededor de su miembro, estrujándolo con fuerza- ¿por qué lo haces?

- porque quiero- sonrió, mordiendo el pecho del moreno por encima de su ropa mientras descendía poco a poco hasta llegar a su erección. Sostuvo la hombría del peliverde con ambas manos, pellizcándola con sus dientes antes de introducirse la punta en la boca, succionándola al mismo tiempo que la lamía. El rubio levantó la vista, buscando la mirada del otro.

Para su sorpresa, Zoro estaba apoyado sobre sus brazos, observando todo lo que hacía. Su rostro claramente le decía que era la primera vez que hacía algo como eso, así que se dispuso a darle el mayor de los placeres para asegurarse que no se separara de él jamás. Sanji bajó sus manos hasta la base del pene, introduciendo de golpe toda la pieza del peliverde en su boca, cubriéndola con su saliva antes de subir y bajar por ella, presionando con sus manos los genitales al mismo tiempo que degustaba lo que tenía en su boca. Con la mirada fija en su presa, el rubio chupaba con más rapidez hasta que sintió cómo los músculos del otro se tensaban

- ahhh… me… me vengo…- sus palabras eran apenas legibles entre tanto gemido. Un calambre generalizado recorrió a Zoro, no podía aguantar más; hundió sus dedos entre los dorados cabellos del otro, liberando su esencia en toda su cavidad. El rubio bebió gustoso aquel caliente líquido que llenaba su boca antes de apartar sus labios del miembro del peliverde

- eso fue bastante rápido- habló Sanji, retirando con su lengua el semen de la comisura de sus labios- ¿aún así me dirás que no eres virgen?- sonrió malicioso al ver la vergüenza mezclada con enojo plasmados en el rostro del otro

- pervertido- musitó Zoro entre dientes, desviando la mirada hacia otro rincón de la habitación; el rubio no respondió, simplemente se sentó en sus caderas, estimulando la hombría del peliverde hasta ponerla otra vez a tono

- claro, yo soy el pervertido- habló con sarcasmo, levantando un poco sus caderas para apuntar el cargado miembro de Zoro en su entrada

- oi… no estarás…-regresó su vista a Sanji, viendo cómo éste se introducía lentamente su hombría, quedando sentado en ésta-ahhh….- una calidez indescriptible que le quitó el aliento y le secó la garganta, era un placer tan grande que sentía la muerte cerca

- mnh… tan grande…- el rubio comenzó a moverse, buscando que el pene del peliverde entrara más de ser posible. Sujetó su propio miembro, masturbándose mientras iba y venía entre las piernas del otro- vamos marimo… no puedo hacerlo todo yo…

- te dije… que no me llames así- se sacó las prendas inferiores y sujetó la cintura del rubio para empezar a moverse también, tocando un punto en el interior de Sanji que hizo que éste gimiera sin control- ahhh… mhnn…- tampoco pudo acallar sus jadeos, aquello era demasiado excitante como para contenerlo por mucho tiempo.

- ahí… ahhh… dame de nuevo ahí…- llevó sus brazos alrededor del cuello del peliverde, recargando su frente en la del otro- ahhh… marimo… hazlo más rápido…- comprimió su interior, asfixiando el miembro de Zoro entre sus pliegues

- ahhh… maldito…- aumentó el ritmo de sus estocadas, buscando los labios del rubio hasta que logró alcanzarlos.

Sanji le permitió acceso total en su cavidad, entrelazando salvajemente sus lenguas mientras sus partes bajas seguían chocando entre ellas… cada vez más fuerte, cada vez más rápido... Sus gemidos aumentaban conforme sentían el final llegar, el sudor recorría ambos cuerpos y el calor buscaba liberarse por todos los medios posibles; Zoro bajó las manos, apretando las nalgas del rubio hasta correrse dentro de él segundos antes de que éste hiciera lo mismo entre sus vientres.

El peliverde cayó exhausto en la cama, recostando a Sanji sobre él. Con la respiración aún agitada, se abrazaron mientras se besaban una vez más, relajando sus cuerpos lentamente; Zoro esperó a que su miembro se ablandara para sacarlo del interior del rubio, dejando que el exceso de sus fluidos resbalara por sus piernas.

- no estuvo tan mal… para ser tu primera vez…- se mofó el rubio, pasando sus manos por el bien formado pecho del moreno

- tsk, deja de burlarte cejas de sushi- Zoro levantó el rostro del rubio, acariciando una de sus mencionadas cejas con la yema de sus dedos

- si fueras un humano cualquiera, te habría matado por ese comentario…

- ¿qué eres exactamente?- preguntó, sujetando al rubio por el rostro

- ¿por qué quieres saber?- sus alas brotaron de su espalda, envolviéndolos en ellas- ¿estás asustado?

- para haberme pedido ayuda,…- el peliverde lo estrechó aún más entre sus brazos- no pareces confiar mucho en mí…

- prefiero ir con cuidado- sus alas volvieron a esconderse, quedando como un dibujo de alas negras en su espalda- pero si realmente quieres saber, soy un demonio…

*******************************

Mientras, en el Instituto Sabaody, uno de los conserjes limpiaba las aulas de los de segundo grado. Al llegar al grupo D, tomó una bolsa de plástico y comenzó a levantar los papeles y envoltorios de comida que encontró en el suelo y bancas. Después fue al escritorio, pues bien sabía que los alumnos solían usar los cajones de éste como basurero personal; pero, al abrir el cajón, lo que encontró adentro no fue basura precisamente… retorcido de una forma que no había visto jamás en su vida, encontró un par de brazos humanos pálidos y resecos…

El hombre retrocedió asustado, saliendo del aula poco después. Se escucharon gritos en el edificio no sólo de él, sino también de los otros cuatro conserjes, quienes habían encontrado el resto de cuerpo repartido en diferentes cajones de los escritorios…

Continued…

Notas finales:

bien, hasta aquí el capi 2, ojalá lo hayan disfrutado -d nuevo xD-

nos vemos en el capi 3... ¬w¬ más pronto d lo q creen...


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