CAPITULO I
Salió dando un portazo, camino con pasos rápidos y pesados, lo único que deseaba en ese momento era salir de ahí como bien le había dicho a su padre, y aunque recibió la negativa y el gran sermón de su vida, poco le importo.
-¡Zoro!- Su padre aun seguía llamándolo, exigiéndole que regresara. Pero el nombrado hizo caso omiso y se alejo de ahí. Entro a su habitación, metió en una maleta lo que creyó indispensable para el viaje que realizaría y cuando se dispuso a salir, la puerta de su habitación se abrió.
-¡Zoro! ¿Qué ha pasado?- En ese momento dos chicas, le miraron con preocupación, eran como dos gotas de agua, solo que su forma de vestir lograba diferenciarlas. Ambas tenían el cabello azul, lacio y corto y el tono de su piel hacia resaltar aun más su belleza, con un agradable tono blanco rosáceo. Una de ellas tenía el cabello suelto y calzaba un hermoso pantalón acampanado color beige en contraste con una blusa sin mangas color durazno. Y la que se había dirigido al hombre, tenía el cabello sujetado con un prendedor, utilizaba unas gafas no por vanidad, sino por necesidad y lucia un sencillo pero hermoso vestido sin mangas y ligeramente largo de color amarillo.
-Nada…- Respondió malhumorado.
-No se escucha tan contento papa- Hablo Kuina, la hermosa chica de pantalón beige.
Zoro se digno a mirarlas, al mismo tiempo en que sujetaba con fuerza su maleta.
-¿Te vas?- Pregunto Tashigi algo preocupada, no era la primera vez que su padre y su hermano peleaban, e incluso ya muchas veces el peliverde había amenazado con alguna vez marcharse de ahí definitivamente.
-Solo iré de viaje- Respondió para tranquilizar a sus hermanas.
-¡Ah! Menos mal…- Suspiraron ambas aliviadas -¿Pero porque has peleado esta vez con papa?- Pregunto esta vez Kuina.
-Le he dicho que termine mi relación con Perona-
-¿Que hiciste que cosa?- Preguntaron las dos a la vez, realmente sorprendidas.
-Que lo mío y lo de Perona se acabo, es todo-
-Ahora entiendo su enojo- Dijo Kuina.
-Claro que si, padre había aceptado a esa mujer para ti, porque forma parte de una familia importante en Kuraigana, es la heredera de la familia Moria-
-Que mas da…- Zoro se encogió de hombros y camino dos pasos hacia el frente, pidiéndoles a sus hermanas que le dejaran pasar.
-¿Por qué has cortado con Perona?- Quiso saber Tashigi.
Zoro permaneció callado, de algún modo aquello le incomodaba. ¿Cómo decirles que había encontrado a su “prometida” compartiendo más que besos y caricias con otro hombre?.
-Ambos llegamos a la conclusión, de que esto no funcionaría- Respondió sin dar más explicaciones. –Ahora, déjenme pasar- Pidió, puesto que las dos chicas se habían colocado en la entrada, sin darle oportunidad a traspasarla.
-Mientes…- Le miro con intensidad Kuina.
-Ustedes sabían que desde un principio yo no estuve de acuerdo con esta relación, mi padre tuvo gran culpa de que Perona y yo empezáramos a salir, terminar con ella, me ha quitado un gran peso de encima- Y no mentía, nunca había llegado a amar a esa chica. Encontrarla con otro hombre, no le había dado más que la mera excusa para terminar con toda esa farsa.
-Pero, a pesar de todo eso, jamas te habías atrevido a negar o terminar con esa relación por no querer desafiar a papa ¿Qué ha pasado realmente?- Tashigi también sabía que su hermano no era del todo sincero con ellas.
Zoro suspiro con cansancio.
-Me voy en un crucero por el Grand Line, y… -miro su reloj- Si no salgo en 3-2-1… pierdo mi viaje… y créanme no querrán eso ¿verdad?- Les advirtió, ya que su humor estaba bastante alterado. Las gemelas negaron a la vez y finalmente le dejaron pasar, este paso entre ellas y antes de pasarlas por completo, murmuro - Llegare para tu fiesta de compromiso Tashigi- La mencionada se sobresalto ligeramente, apretó los labios y movió la cabeza de arriba abajo con pesadez. –No permitiré que pases por ese mal momento sola…-
-Sola no estará, yo estaré a su lado- Aseguro Kuina.
-Y yo estaré ahí con ambas- Dijo Zoro, las gemelas le sonrieron dulcemente y tras desearle buen viaje, le dejaron marchar.
Salió aprisa, no quería volver a toparse con su padre y escuchar sus sermones sobre herencias, status, oportunidades.
-¡Johnny, Yosaku, andando!- El peliverde entro a la parte trasera de un mercedes negro, los mencionados por el peliverde, quienes en ese momento limpiaban el parabrisas y la cajuela del auto, dejaron el jabón y las esponjas olvidados, para acatar la orden de su “jefe”-Sáquenme de aquí… y de prisa- Pidió, mirando de reojo hacia la puerta, de un momento a otro pensaba que su padre, pudiera salir por la puerta principal y tratar de detenerlo. Su chofer y custodio tomaron asiento en la parte delantera y de inmediato Johnny prendió el motor y se alejaron de ahí.
Respiro tranquilo, lo había logrado, dos semanas alejado de todo y de todos, de verdad que necesitaba irse de ahí, olvidarse de lo antes vivido y relajarse; descansar y mucho.
-¡Buenos días señor! Emm, disculpe, ¿le molesto con su pasaje?- Una joven miro intrigada al peliverde, quien se había quedado a la entrada del barco, mirando a la mar.
-¿Mmmm?- Zoro giro el rostro y le observo. –Aquí tiene- Dijo seco y parco, parecía que solo con sus dulces hermanas era atento y cariñoso. –¿Necesita otra cosa ó ya puedo pasar?- Pregunto tosco, al ver que la mujer no le indicaba nada más.
-Ah no, perdone… bienvenido, puede pasar- La mujer se había distraído, mirándole, era guapo y su voz ronca le había generado atención, hasta tal punto de haber olvidado darle la bienvenida y pasarlo a bordo.
-¿Necesita otra cosa?- Una tercera voz se escucho, era masculina y se escuchaba algo molesta. –¿Qué clase de pregunta es esa? Y ¿Qué educación es esa?-
Zoro se tenso, era claro que aquel “sujeto” se estaba dirigiendo a él. Giro el rostro, con claras intensiones de plantarle cara y lo vio, era un hombre rubio, de cabello lacio y ligeramente largo que le cubría una parte de su rostro, dejando solo a la vista su ojo izquierdo, esbelto, de piel blanca y curiosas cejas rizadas. Le miraba ofendido, su único ojo visible, le delataba.
Los dos se quedaron mirando por breves segundos. Como si se estuvieran estudiando, hasta que nuevamente fue el rubio quien rompió el silencio.
-¿Qué esperas idiota? Discúlpate con la señorita-
-¿Idiota? Como te atreves a…- Pero Zoro no pudo terminar ya que el rubio le había colocado su mano en la nuca y lo había obligado a inclinarse ante la mujer.
-My lady, aquí tiene mi pasaje y….disculpe a este bruto por favor, este tipo de hombres, son los que nos dan la mala fama- Tras decir esto, soltó la cabeza del peliverde y de inmediato se deslizo para pasar al lado de la mujer e ingresar al barco.
Zoro no había atinado a reaccionar, era la primera vez que le ofendían en su cara y ¡De que manera!. Cuando la lucidez llego a su cabeza nuevamente, entro sin mirar a la mujer, se sentía humillado, un ligero rubor lo delataba y además quería alcanzar a ese rubio y hacerlo pagar, por lo que le había hecho.
Pero por ningún pasillo le encontró, giro el rostro una y otra vez, tratando de dar con una rubia cabellera, pero nada, así paso algunos minutos sin ir hacia su camarote, poco a poco su enfado se extinguía y eso era malo, después de todo, no iba a permitir que un don nadie, llegara y le ofendiera y saliera airoso en el acto. Pero tras ver que de momento no le localizaría, opto por ir a su camarote, al fin que tenia 2 semanas para localizarlo, dentro de ese barco no podría ir a ningún otro lugar, tarde o temprano se toparían nuevamente y… le haría ver, el gran error que cometió, al haberse metido con su persona.
CONTINUARA!