Moriré cuando llegue Diciembre.
Moriré porque así lo dictaron los doctores.
Hoy estamos a una hora de iniciar Diciembre, y mi corazón late cada vez más lento. Quisiera decirte aún demasiadas cosas que no podré plasmar aquí. Ni siquiera teniendo más tiempo, podría llegar a hacerlo. Porque aún tengo demasiado que decir. Y tan poco espacio. Quisiera contarte cuánto adoré tu sonrisa estos últimos días. También quisiera poder escribirte que no dejé de pensar en tu mirada tan tranquila mientras me acompañabas en este sucio cuarto. Al verte llegar, este lugar también recibía tu luz, y no era solamente un cuarto pequeño y sombrío. Se volvía la habitación de un rey. Se volvía una catedral en tu presencia. Si creyese en Cristo, podría haber jurado que eras él, bajando de la cruz sin ninguna herida. Pero…
Se me ha terminado el tiempo.
Me acaban de prestar esta portátil. No puedo escribir en una hoja de papel porque las manos me tiemblan demasiado. Pero siempre fui bueno en la informática, y aunque no viene al caso, con el temblor de mis manos, se me ha hecho más fácil y más rápido colocar los dedos en las teclas y formarte palabras.
Moriré al llegar Diciembre.
Siempre lo supe. Que mi corazón no aguantaría la enfermedad, la tristeza; pero sobre todo, ahora me siento alguien que apenas vale la pena. Mi corazón ni siquiera pudo soportar este amor que tanto te tengo. Mucho menos pudo soportar la desilusión de saber que nunca me llegaste a querer de la misma forma en que yo lo hago. Cada vez late más lento, y me quedo dormido por mucho más tiempo que antes. A veces me encontrabas dormido, y me sacudías para despertarme. Al verte, el sueño se iba. Lograbas milagros. Con una simple sonrisa, podrías haber abierto el mar que Moisés abrió con su cayado. Tus manos suaves podrían curar más enfermedades que Cristo. Tu andar grácil debió haber hecho bajar a los mismos ángeles del cielo, sólo para observarte caminar mientras ibas a verme, dejando a un lado tus reuniones con amigos o alguna cita.
Sólo quiero que lo sepas.
Observas mis movimientos con tanto cuidado que siento que podría romperme bajo tus ojos. Si pudiese ser una persona normal, te abrazaría, y esta carta probablemente no sería escrita. Sino hasta mucho tiempo después, cuando, después de haber tomado valor, te pediría que te casaras conmigo. Cuando hubiera conocido tu cuerpo de principio a fin, y memorizara cada centímetro de ti.
Sabes que te quiero.
Justo ahora… mis manos tiemblan demasiado, y las lágrimas recorren mi rostro. Me es tan difícil saber que esto es un adiós definitivo. Saber que ya nunca podré volver a verte. La gente dice que iré al infierno, porque nunca fui una persona buena. Siempre hacía las cosas mal, era rebelde, o me comportaba de mala forma con todos. Otros dicen que iré al cielo; a veces, en la calle, ayudaba a las personas ciegas, o ancianas. Sonreía a los niños, o a los que me observaran. A veces, era la mejor persona del mundo.
Yo solamente puedo pensar en una negrura infinita. Una negrura que te elimina por completo. No podrías moverte, pensar, ver algo. Es como si flotaras en el espacio, pero sin estrellas ni planetas… Ni esas nebulosas que tanto me han encantado desde mi niñez. Ningún color. Como si estuvieras sentado frente a un cine, y todo está oscuro. Ni siquiera podrías pensar en nada. Ni en esta idea del cine que se me acaba de pasar por la mente.
De alguna forma… Me siento la persona más sola del mundo.
Pero ya no importa.
Moriré al llegar Diciembre.
Y cuando eso pase, a nadie le importará mi cuerpo. Porque aquello que lo hacía moverse, vivir, y sentir tanto dolor, amor y sufrimiento a la vez, abandonó el cascarón. Terminaré como todos. No te angusties si me ves dentro de un ataúd, siendo depositado en un agujero de tierra. No llores ni lances rosas a mi tumba. No podré recibirlas, ni olerlas. No podré tocarlas, y recorrer con un pétalo tu mejilla… Ni podré verte reír ante aquel gesto.
No quiero que llores por mí.
Después de todo… Yo no valí la pena.
Nunca pude hacerte feliz.
Mi corazón va cada vez más lento, y mis ojos comienzan a cerrarse. El maldito sueño vuelve. Pero no quiero dejarme llevar esta vez. Me da miedo esa negrura infinita. Me da miedo saber que, después de irme, no habrá nada más. Ni una sonrisa, ni una lágrima. Una flor o un fantasma. Ni siquiera las personas que tan mal me caían.
Me da miedo estar sin ti.
Faltan diez minutos para llegar al primero de Diciembre. Y quisiera tanto no creer que moriré en tan poco tiempo. Los doctores no saben nada. Se equivocan en todo. Te mienten. Pero quisiera que estuvieras aquí. Quisiera ver tus ojos, llorosos de seguro, al saber que me quedan tan sólo siete minutos. El tiempo pasa demasiado rápido justo ahora, y es cuando mis dedos comienzan a volverse lentos. Mi cabeza me pesa demasiado. ¡No me gusta! ¡No quiero dormir! ¡Te quiero a ti! ¡Por favor, apresúrate! ¡Si lo haces, podrás verme antes de irme! ¡Por favor, corre!
No quiero irme, no quiero irme, no quiero irme, no quiero irme, no quiero irme…
No sin decirte a los ojos q gtttttttttttttttttttfdswd2sddddddddddddddddddddddddddddddddddddddddddddddddddddddddddddddddddddddddddddddddddddddddddddddddddddddddddddddddddddddddddddddddddddddddddddddddddddddddddddddddddddddddddddddddd