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Lo que se quiere, se consigue. por danizza

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Notas del capitulo:

los personajes no me pertenecen, son de jk y asociados.

Caminaba por los corredores de Howarts como siempre lo hacía; con la vista al frente, mirada fría, paso seguro, y ese contoneo de caderas que volvía a todos locos. Miraba de un lado a otro con una sonrisa sardónica en los labios en busca de su presa, más bien en una nueva conquista para su colección.

 

Siempre buscaba mujeres, nunca hombres, las chicas eran su debilidad, sobre todo si estas poseían buenas nalgas, buenos senos, si eran bonitas o por el carácter fuerte.

 

La primera chica que tuvo entre sus piernas fue a Millicet Bulstrode, que a pesar de tener cara de troll como todos decían, le había hecho llegar al orgasmo de manera exquisita más de una vez. Ella había sido su maestra.

 

De ahí había pasado de chica en chica. Había estado con la insulsa de Chang. No repitió con ella, esa había sido su peor experiencia. También había estado con la lunática de Lovegood, chica interesante, esa era la descripción que tenía haciala Ravenclaw.Seveían cada fin de semana sin falta en el baño de Mirttle, para hacerlo de maneras muy bizarras, todas ocurrencias de Luna, pero no se podía quejar… esas posiciones eran realmente muy placenteras.

Incluso se había metido con la traidora a la sangre de Ginebra Weasly, tenía un muy buen cuerpo gracias al Quiditch; aún recordaba el día en que San Potter les había pillado en la torre de astronomía, la pelirroja después de aquello no le quiso hablar por un mes, estaba furiosa. Pero luego de ver que él no la perdonaría por aquello, se resignó y había vuelto a sus brazos.

 

Aprovechó aquella ruptura para comentarle a su gran amigo Draco sobre esto. A la semana de aquello se enteró que ambos estaban saliendo. Bien por ellos.

 

 

Giró un par de veces hasta que vio la entrada a la biblioteca, su objetivo estaba sentada y leyendo muy concentrada. Que linda se veía con el ceño fruncido al no entender alguna cosa, con esa mueca de disgusto cuando algo de lo que escribía no le gustaba. La miró por un largo rato. Esa sangre sucia le había negado siempre acostarse con ella, pero esta vez no iba a dar su brazo a torcer… se la iba a llevar a la cama si o si.

 

Se acercó por atrás sigilosamente, pisando el suelo como si fuera una pluma, observando detenidamente ese cabello de color castaño con destellos cobrizos que llevaba amarrada, mirando su espalda perfectamente alineada a la silla. Ya estaba detrás de ella, aspirando ese exquisito y enloquecedor aroma que emanabala Gryffindor: olía a jazmín. No podía negarlo más, esa hija de muggles la tenía vuelta loca… con esa piel tan blanca, con esos ojos hermosos de color avellana, y por sobre todo ese carácter tan agresivo e imponente. Si no fuera por su condición sanguínea y lo buena samaritana que era, estaba segura que hubiera caído en Slytherin.

 

-         Granger… - le susurró al oído, sintiéndola al instante estremecerse y saltar en su lugar.

-         ¿Qué quieres? – preguntó de manera hosca.

-         Ya lo sabes.

-         Olvídalo Parkinson, es mejor que te vayas – siguió con su lectura tratando de ignorar a la pelinegra, aunque ésta, por esta vez no se iba a dar por vencida…

-         Vamos Granger… yo sé que quieres.

-         Mira… - ya se estaba exasperando – no sé como le harás para que otras acepten encamarse contigo, lo que es yo no quiero, así que por favor, déjame estudiar.

-         No me iré Gryffindor… si me largo de aquí, será contigo.

-         ¡Lárgate!

 

Ese grito bastó para que ambas fueran echadas de ahí.

 

-         ¿Estás contenta? ¿No? – le dijo la castaña muy enojada.

-         Algo, pero como no quieres venir por las buenas… - sacó su varita – Imperio – susurró.

 

Hermione no lo podía creer, ¡La muy bastarda le estaba aplicando una imperdonable!

 

La condujo por todo el colegio hasta llegar a las mazmorras, pronunció la contraseña y la llevó a su cuarto. Muchos le miraron extraño, pero conociendo a Pansy nadie le prestó mayor atención.

 

Ya en la habitación le quitó la varita y de paso insonorizó y cerró la pieza, luego de haber hecho eso, le quitó el hechizo. La castaña estaba colorada de rabia. Se le abalanzó a la maldita mortífaga que tenía enfrente, le tiró del pelo, la arañó y la mordió, mientras la otra trataba de inmovilizarla. Luego de quedar casi agotadas con aquella pelea, Pansy la besó (beso que le supo a gloria), y para su suerte la chica abajo suyo dejó de luchar y comenzó a responder el demandante beso.

Esa era Pansy Parkinson, alguien que tarde o temprano conseguía lo que quería

Notas finales:

Espero que les haya gustado y dejen sus comentarios de que les pareció.


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