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Matrimonio por Ciel Phantom

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Notas del fanfic:

deslindes: KKM no me pertenece slalalalala, slalalala.

Notas del capitulo:

es un Shot, y bueno, que mas, mil gracias por leer y ahhhh!!! es cierto casi se me olvida. queria decierles que...

emmm.... bueno....

este....

maldicion estoy tartamudeando.

no, nada olvidenlo, espero que les guste el fic. nos leemos.

Atte: Ciel Phantomhive

Matrimonio

 

Resumen

 

—Para el matrimonio hay que saber matemáticas: suma cansancio, resta alegría, multiplica gastos y divide opiniones. —Dijo Conrad mostrando su ya tatuada sonrisa.

 

Muy cierto”, corroboro Yuuri en su interior, y no creyó que podría cambiar de opinión.

 

Capitulo único

 

La cabeza la tenia firmemente recostada sobre su mano izquierda, intento casi fallido por no dejarla caer sobre el escritorio de forma sínica demostrando su estado de aburrimiento total. Gunter llevaba horas con aquella clase de etiqueta protocolar que a él realmente le venía valiendo un soberano pepino. Estaba por el decimo bostezo disimulado y la clase muy seguramente no tardaría en terminar, claro que la hora de la cena tenía que ser una buena escusa para dejar el tema zanjado.  Intento despabilarse, de esa manera no ofendería al instructor, cuyo mayor deseo era que el imberbe rey, ya no tanto, no cometiera ningún desastroso error en la cena-reunión de pasado mañana.

 

El consejero dio un suspiro agotado y al mismo tiempo satisfecho, dándose la vuelta para poder mirar al soberano cuando preguntara por las dudas. Yuuri claramente, negó raudo como el rayo.

 

—Me alegra saber que todo está en orden. Porque entonces, eso quiere decir que ha entendido su posición. Así que la ceremonia de pasado mañana será todo un éxito.

 

Yuuri palideció, recordaba perfectamente bien que todos los países, con quienes ahora tenían alianza política o comercial, vendrían al castillo, Gwenldal se encargo de comunicárselo temprano en la mañana, y cuando él pregunto el motivo, su regente simplemente resoplo, al parecer algo incomodo, para posteriormente cederle el honor al tutor.

 

El problema radicaba, en que el hombre pelilila en lugar de ir directamente al grano se desvió con quien sabe que tantas cuestiones en torno a la etiqueta y  las buenas costumbres, pues un repaso rápido de los años de instrucción fue lo que, al parecer, consideró la mejor respuesta. Por ende, el pelinegro no había sacado nada en claro, en primera porque no puso para nada atención y segundo, porque no entendió ni “j”, y eso que era solo un repaso.

 

Greta entro cual tifón a la estancia, en sus manos llevaba un vestido suntuoso, digno de una reina. La chica con ahora dieciséis años, con sonrisa sincera le pregunto si le gustaba el atuendo que usaría para la cena. Yuuri, no era de la idea de exagerar, y sin duda ese vestido era una exageración, pero viendo a su linda hija tan contenta, creyó que lo más conveniente era contestar con una afirmación, y claro que la amenaza de su rubio prometido no tenía nada que ver, aunque las palabras aun resonaban en su cabeza.

 

¡Si vuelves a hacer llorar a Greta, te castro!

 

Y Yuuri no estaba dispuesto a averiguar si el príncipe mazoku la cumpliría, aunque lo más seguro era que sí.

 

Bueno, tampoco creyó que decirle, a la para entonces Greta de catorce años, que debía moderar su forma de comer se convertiría en todo un melodrama. Como era de esperarse, más tardo en salir llorando la chica, que en lo que su iracundo y endemoniado padre rubio le salto encima siseando tal amenaza, para luego correr detrás de la castaña.

 

Suspiro y sonrió antes de contestar que se vería bellísima. La chica dio un saltito de júbilo y corrió en dirección a la puerta, gritando que no podía espera a enseñárselo a Wolfram. Yuuri meneo la cabeza, a pesar de los años, existían cosas que nunca cambiaban, como el hecho de que sin importar las acciones, logros o incluso solo prendas, Greta siempre buscaría la aprobación de Wolf, como si el rubio fuera alguna clase de medidor de calidad.

 

Sonrió ante su pensamiento y sin percatarse realmente de sus acciones ya había abandonado el despacho y caminaba con calma hacia el comedor.

 

Ceno con calma y solo con dos ausencias, las de su prometido e hija. No era raro que ambos se saltaran algún horario, después de todo Wolf era un padre consentidor, por ello sabía que muy seguramente esa noche la pasaría solo.

 

Dicho y hecho. El pirómano no dio señales de vida en toda la noche, y lo que era peor tampoco durante la mañana del día siguiente. Aunque lo ameritaba al ajetreo que parecía embargar a todo el Pacto de Sangre. Pues incluso el mismo se vio arrastrado por Gunter, quien deseaba se probara un sinfín de trajes y decidiera cual usaría.

 

Lo dicho, exageraban.

 

Una vez señalado el modelo que portaría, lo obligo a ponérselo para que las costureras hicieran las correcciones necesarias. Sin mencionar el trabajo regular y uno que otro asunto de importancia que era mejor atender porque el día siguiente estaría más ocupado.

 

Cuando el día termino estaba agotado, su cabeza apenas tocó la almohada y se quedo dormido.

 

Cuando despertó un chillido estridente lo dejo casi sordo, y como si fuera poco dio un brinco hasta el techo. Cheri acaba de entrar, llevando un traje casi trasparente sobre el cuerpo. Yuuri contuvo la respiración, no la quería ni remotamente cerca de su persona. Lástima que tardo tanto en carburar esa idea, que cuando quiso alejarse la mujer ya lo tenía afectuosamente comprimido contra su voluptuoso pecho.

 

Ella gritaba feliz, para inmediatamente después de soltarlo comunicarle que el desayuno estaba servido y que lo felicitaba.

 

Desayuno prácticamente solo y sin encontrar en donde encajaba la felicitación de la ex Maou. Sin embargo conociéndola como la conocía tampoco debía darle demasiadas vueltas.

 

Apeas era medio día, Gunter entro a la habitación real muy emocionado al ver al rey por fin ataviado con aquel traje negro hecho exclusivamente para él. Se notaba radiante y portentoso. Con sutileza contuvo el derrame nasal que pugnaba por salir.

 

La convivencia empezaría en los jardines del palacio, en donde se habían dispuesto varias mesas con entremeses, mientras una orquesta tocaba al fondo música de vals.

 

Una hora después pudo notar cierto tumulto, cuyo centro creía intuir era cierto mazoku de fuego. Unos minutos después descubrió que no se equivocaba.

 

Ciertamente el rubio se había vestido para matar. Su traje azul petróleo le sentaba sensacional, al igual que la capa negra de terciopelo sujeta a sus hombros.

 

Wolfram acorto distancias, su sonrisa resplandecía bajo los rayos de un sol que se extinguía en el horizonte con sus tonos dorados, naranjas y rojizos. Con cuidado tomo la mano del rey. Yuuri tembló ligeramente y apretó su mano alrededor de la blanca, luego simplemente asintió ante la petición del rubio de entrar al castillo.

 

Las mesas estaban delicadamente colocadas, dejando una sola, claramente era la del rey y sus allegado.

 

Murata tomo el lugar a su diestra, y Wolfram el de la izquierda.

 

El sabio carraspeo un poco con la garganta para llamar la atención de los presentes.

 

—Es un placer para mí oficiar una ceremonia tan importante como es el final de un compromiso y principio de una unión. —Yuuri se tenso completamente, ¿No podía ser lo que estaba pensando? —Todos los presentes, en algún momento, hemos tenido el placer de ver como estos dos jóvenes han cambiado en estos ocho años, para nuestra alegría, mejorando en pro de este reino. —Los asistentes asintieron. —Por ello estoy seguro que nuestro rey, el gran Maou Shibuya Yuuri, nos dirigirá sin ningún problema de hoy en adelante a un futuro brillante y lleno de opulencia. Es por esto y muchas otras razones que hoy dejo caer sobre ellos tanto mis bendiciones como las del rey original, su majestad Shinou está extremadamente complacido y les desea el mejor de los futuros. A partir de hoy, le presento a su majestad el Rey Shibuya Yuuri, soberano de Shin Makoku.

 

El pelinegro estaba shokeado, parte del discurso de su amigo los marcaba como, ¿Pareja? ¿Esposos? ¿Consortes? No lo sabía, ¿pero al final solo se había referido a él?

 

La fiesta paso eufórica, suntuosa y esplendida, no hubo quien no alabar la preparación y coordinación de su anfitrión.

 

El catillo quedo en silencio a ya altas horas de la madrugada.  Como de costumbre camino el largo pasillo que lo conduciría hasta su alcoba, Yuuri se tambaleo ligeramente, se sentía conmocionado y nervioso, pues no podía guardarse la pregunta que le venía rondando desde el discurso de Murata.

 

La luz del despacho de Gwenldal llamo su atención, sabía que el general era adicto al trabajo, pero  incluso para él debía haber un límite.

 

Escucho un festejo general, las voces de todos sus allegados lo sorprendieron. Con curiosidad se inclino sobre la puerta entreabierta en busca de mirar por la rendija que se formaba.

 

—¡¡Oh!! Con que aquí estabas, papá. —Exclamo Greta feliz, antes de tomar por el brazo a su padre y jalarlo en dirección a la estancia.

 

—Majestad. —Soltó Gunter antes de correr a abrazarlo. —Esta noche ha sido un éxito. —Dio dos vueltas con el rey aun en sus brazos, luego lo dejo libre. —Ahora que se ha hecho público su matrimonio con Lord Bielefeld, todos sus  aliados se han mostrado más que complacidos, es muy bien visto que el rey tenga un consorte. En todo caso…

 

—Entonces, ¿estábamos celebrando mi boda? —Se estremeció ante sus propias palabras.

 

—Enclenque inútil, pues claro, o ¿qué pensaste? —Los bonitos ojos verdes lo taladraban sin piedad, para segundos después desviarse hacia el sabio en busca de ayuda.

 

—Shibuya. No sé si ya te lo han explicado pero tu matrimonio era necesario y…

 

—¿Como que necesario? Y en donde quedo todo el romanticismo, y el hasta que la muerte los separe.

 

Los presentes abrieron grandes los ojos, incluso Conrad se mostro algo incomodo.

 

—Yuuri, me temo que ese. —Carraspeo un poco con la garganta, lo que estaba por decirle era algo que esperaba no tener que explicar, no dé en balde insistieron tanto en las clases protocolares, aunque al parecer de nada había servido. Suspiro para darse ánimos. —Yuuri, ¿recuerdas que cuando te quejabas de tu compromiso con Wolfram, siempre te decía que aquí no importaba el género? —El pelinegro asintió. —Pues la razón es que, bueno.

 

—Eres un inútil Weller, díselo como es. —Una vez más tenía esas dagas esmeraldas torturándolo. —Yuuri, el matrimonio aquí en Shin Makoku es solo un trámite legal, no hay nada de lo que tu mencionaste de por medio. Mira, la principal razón de nuestro matrimonio o alianza es desmitificar tu pronta abdicación al trono, muchos de tus aliados temían por tu partida, eso sin duda los dejaría en una situación crítica, pues Dai Shimarron no menos preciaría esa oportunidad para hacerse de poder. Pero, ahora, mostrándote como hombre de familia, casado y con hijos, no solo infundes confianza, sino que también estabilidad emocional y social. Desde un principio pensamos que sin duda tu nunca repararías en eso, para ti es irrelevante, pero para tus amistades políticas es un punto ganado a favor de la confianza. Ahora bien, como te dije, es solo un trámite, dentro de algunas semanas yo tengo que partir a tierras Bielefeld, y a partir de ahí solo podremos vernos esporádicamente, por tanto tu estarás en total libertada de escoger a la que en un futuro será tu conyugue.  

 

—¿Mi conyugue? Pero es que, buen tu eres, y… ¿cómo que solo un trámite? se supone que duermes con migo, ¡eso no es solo un trámite!

 

—De hecho si lo es. —Una mirada de molestia hacia el tutor hizo temblar ligeramente al hombre. —Yuuri esta clase de cosas ya deberías saberlas, pero en fin, terminaremos mas rápido si te lo explico. Hay una gran diferencia entre consorte y conyugue. Un consorte es aquel que te orienta, te aconseja y es tu apoyo en tiempos difíciles, es un amigo fiel y confiable a demás de un ancla que impide que el poder político de la nación pase a manos de otro país. Por ejemplo, en el caso de mi madre, si ella hubiera decidido contraer matrimonio con alguien debía seleccionar a alguien perteneciente a las diez familias nobles, con ello se garantiza que nadie extranjero meta las narices en nuestro gobierno. Por otro lado un conyugue, es quien parirá a tus hijos, quien te satisfacer en la cama y te dará cierta estabilidad emocional, pero en ningún momento se le permite hacer o decir nada con respecto a la regencia. ¿Entiendes? —El pelinegro asintió. —Me alegro.

 

—Entonces, si entendí bien, ¿nómbrate consorte equivale a decir que eres mi segundo al mando? —Su tono fue bajo y casi desdeñoso.

 

—Sí. —Wolfram cerró los ojos y levanto la barbilla, orgulloso de haber sido claro.

 

—Pero entonces, ¿todas esas noches que te metías a la cama, cuando me llamabas infiel?, y… ¿era solo por?

 

—Porque no podía permitir que escogieras a nadie más sin darte cuenta. Yuuri, a pesar de lo que puedas pensar nuestras tradiciones están bien establecidas e incluso tu, siendo el Maou no las puedes cambiar, eso ya te lo repetimos hasta el hartazgo. Por tanto, imagínate que sin darte cuenta le propones matrimonio a alguien, si ese alguien no es bueno en la política tendríamos otra guerra en puerta pues no se puede anular un matrimonio. Aquí un divorcio equivaldría a perderte a ti como rey, y a nuestros ojos eres irremplazable y muy valioso, quieras o no eres un gran líder. E incluso a estas alturas aun estoy dudando en dejarte solo enclenque, se suponía que el día de ayer tuviste un repaso rápido de todas las normas de etiqueta, y no solo eso, en la historia de nuestro país hay infinidad de tragedias marcadas por un mal manejo de costumbres. Por eso siempre te insistimos tanto en que estudies.

 

—De eso si me acuerdo, pero de lo otro.

 

—Como ya dije eres un buen rey, pero no te vendría mal poner un poco mas de atención, digo, no siempre voy a estar para cuidarte. Mis hermanos y yo te estimamos mucho, pero ya casi va siendo hora de cambiar el gabinete, el periodo de nueve años se está cumpliendo y nosotros…

 

—¿Cual periodo? —Todos los ojos volvieron a caer sobre Gunter.

 

—Majestad, recuerda que le enseñe los periodos de gobiernos de los anteriores Maou, y los del gabinete.

 

—No recuerdo eso.

 

Suspiro general.

 

—Yuuri, el gabinete se cambia cada nueve años, sin importar si el Maou renuncio al puesto, murió por el puesto, desapareció del puesto, o se quede por muchos años más. —El pelinegro tembló. —Igual que con muchas otras cosas referentes al poder, se hacer para que ninguna familia noble acumule más riqueza o influencia que otra. Casi fue un milagro que la casa Voltaire y la Bielefeld fueran las designadas en este periodo, es más, creo que la siguiente ronda la cubrirá los Wincott y Grantz.

 

—Está en lo cierto Lord Bielefeld. —Rio Murata ante la cara de desconcierto de su amigo.

 

—Bueno, y aclarado todo podemos ir a dormir. —Gwenldal se puso de pie, caminado los pocos pasos que lo separaban de la puerta. —Los veré por la mañana.

 

Uno a uno fue ron retirándose, la mayoría satisfechos de su buena labor, de dejar mejor de lo pensado la regencia y sobre todo en buenas manos a su adorado reino.

 

—También me retiro, que descansen, su alteza, Yuuri. —Wolfram sonrió como pocas veces lo hacía, luego sin aviso alguno prácticamente se tiro a los brazos del rey. —Confió en ti para que lleves a Shin Makoku a una era de esplendor, Yuuri, siempre estaré de tras de ti, apoyándote. Y ante todo, te deseo que seas muy feliz enclenque.

 

Un nudo se le formo en la garganta. Esa sin duda era una despedida.

 

*******

 

Dos semanas más tarde el castillo estaba de nuevo en movimiento. En la habitación de Rey una sola y triste caja esperaba por su dueño. Yuuri miro las pertenencias dentro de ella. Inspiro hondo y trago saliva ruidosamente, sabía que estaba tramando una locura, pero ya había tomado su decisión y no se retractaría.

 

Tomo todo el aire que pudo para dejarlo salir unos segundos después en un potente grito. Las pisadas fuera de la habitación le anunciaron que sus allegados no tardaban en entrar por la puerta, debía actuar rápido.

 

Cuando la multitud de personas entro, los tres hermanos que precedían al grupo se quedaron atónitos, delante de ellos, justo en el centro de la habitación se encontraba el rey con las ropas rasgadas.

 

Wolfram no perdió tiempo, corrió hasta el pelinegro, su corazón bombeaba con fuerza desmesurada y en su fuero interno no podía hacer otra cosa que rezar a cualquier deidad porque Yuuri se encontrara bien, tal vez mallugado, pero bien.

 

Con delicadeza lo levanto del suelo recostando su cabeza, como en antaño, sobre sus muslos. Lo llamaba de forma tierna y cálida.

 

Yuuri abrió los ojos, con movimiento tembloroso tomo la mano del rubio.

 

—Yuuri, ¿dime quien ha sido? ¿Qué ha pasado aquí? —Los bellísimos prados vivos que el príncipe tenia por ojos le suplicaban de forma muda que contestara.

 

—Wolfram, yo…

 

—Sí.

 

—Yo lo siento. De verdad lo siento. —Esas fueron sus palabras.

 

De un salto se coloco en pie, no sin antes tomar al rubio por la mano derecha y atarle con un listo rojo que estaba anudado al otro extremo en la suya. Wolfram gimió sorprendió al reconocer lo que el pelinegro intentaba. Con todas sus fuerzas, que no eran pocas, se escurrió del abrazo en el que Yuuri pretendía envolverlo.

 

Yuuri miro con horro como su plan estaba por fracasar y en un desesperado intento por no dejar que el rubio se alejara, pues darle esa ventaja equivaldría a decirle a dios a su hilo rojo, metió una de sus piernas en medio de las del chico. Ambos cayeron estrepitosamente al suelo, de frente, cara contra cara y labios contra labios.

 

—Felicidades. Espero que sean muy felices. —Murata aplaudía desde la puerta. Los demás solo rodaron los ojos imitándolo. —Ahora no solo son matrimonio, sino que también conyugues. —Rio entre dientes. El rostro de Lord Bielefeld era para inmortalizarlo en piedra.

 

 

*******

 

—Murata, no quiero que él se vaya. —El sabio asintió, sonriendo disimuladamente. —Debe haber otra forma de que no sea solo un matrimonio. no quiero que sea solo mi consorte. ¡Maldición! Si era él que decía que Greta también era su hija y ahora…

 

—Shibuya, Greta ya es mayor y pronto se marchara, debe tomar posesión de su reino y creo que es precisamente por eso que Lord Bielefeld se marcha, el castillo será muy silencioso sin ella y tú, tú no eres que digamos la mar de afectuoso. En pocas palabras yo pienso que nuestro Honey-chan te está dando la oportunidad de lograr tus sueños, encontrar una buena y linda chica y tener hijos. —Enumero con simpleza

 

—Pero yo no quiero eso.

 

—Y se lo has dicho.

 

—No.

 

—Shibuya, Lord Bielefeld te conoce y te aprecia, pero no es adivino.

 

—¿Y entonces qué hago? Tal vez si se lo digo él recapacitara y…

 

—Me temo que conociendo a Bielefeld-kyo, eso no pasara. Además yo solo recuerdo un solo caso en toda la historia de Shin Makoku en que el consorte era también el conyugue.

 

—¿Y bien?

 

—Bueno, digamos que forzó al mundo entero a asistir a su boda.

 

—¡¡Ehmmm!!!

 

—Veras, te voy a explicar los puntos básicos de la unión con un conyugue. Primera: debes tener dos testigos miembros de la asamblea noble. Dos: un liston rojo y tres: no importa cómo, debes besarlo.

 

—Eso es todo.

 

—Si.

 

********

 

—Wolf, Wolf, ya me disculpe como veinte mil veces, ¿hasta cuándo vas a seguir enojado?

 

—Hasta que anules este maldito casamiento.

 

—Está bien, tú ganas. —Suspiro derrotado.

 

—¿De verdad?

 

—Sí, ya no serás mi consorte.

 

—Peeerooo. —Tartamudeo —Yuuuuuuuuuuriiiiiiiiiiiiiiiiiii!! Eres un… —sus ojos flameaban al igual que la bola de fuego en su mano.

 

—No voy a dejarte ir, no vas a dejarme. —El rubio se quedo sin habla. —Tú fuiste quien inicio todo esto, aguántate. Y… —Wolfram repitió la letra por inercia. —Y sé que me amas. —Los colores del rostro del príncipe lo hacían lucir como luz de véngala. —Lo veo en tus ojos, sé que me amas, así que deja de resistirte y acéptalo. —Sonrió para colocar un fugaz beso en los labios de su conyugue. —Nunca te desharás de mí.

 

Wolfram bajo la mirada, un sentimiento tibio nacía ahí, latiendo suave, creciendo a cada segundo, inundándolo.

 

—Wolf quédate a mi lado, por siempre.

 

—Enclenque inútil. No sabes ser romántico.

 

—No se trataba de ser romántico, era cosa de vida o muerte.

 

—Claro. Mi boda fue en una alcoba, mi hilo rojo del destino un burdo listón viejo de que nuestra hija, y mi primer beso, casi una maldita mordida. Mira, aun tengo roto el labio. —Exclamo, pero su tono no era de molestia. Y aun así. —Yuuri solo escuchaba, tranquilo, en paz. —No puede haber pedido una mejor ceremonia.

 

Fin.

 

 

 

 

Notas finales:

dejen comentarios.


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