Cinco santos contra… ¿El mal?
Su juego se había convertido en algo de todos los días. Era lo que los distraía completamente mientras en el jardín se daban épicas batallas donde los santos de bronce enfrentaban a poderosos guerreros de altos rangos. Después de que recibieran las clases de manos de los cuidadores y tras hacer sus deberes corrían todos juntos para continuar con esa batalla que había quedado inconclusa el día anterior pues el atardecer los había descubierto con los ánimos en alto.
Eventualmente se fueron uniendo mas niños al juego, aunque eran aquellos que se cansaban demasiado rápido y dejaban ese entretenimiento para continuar con otras cosas, dejando al grupito de ocho niños con sus fantasías “extrañas”, reducidos en un miembro, pues la pequeña niña pelirroja, perteneciente a la constelación del camaleón, había sido adoptada un par de semanas atrás.
-Entonces yo llegaba a la sala del papa para ayudar a Seiya- grito Ikki corriendo a donde Seiya se encontraba colgado de uno de los cuidadores mas jóvenes del lugar.
-¿O sea que me enfrentare a dos santos de bronce? Eso es injusto, Ikki- rio revolviendo el cabello del pequeño, cosa que lo molestó.
-Si, Saga, es que tu eres muy fuerte, eres el mas fuerte de todos.
-¿Qué no lo era yo?- preguntó un chico rubio sentado muy cerca con los demás pequeños santos que ya habían sido vencidos.
-Los dos son muy fuertes- corrigió el niño de ojos tan claro como el cielo, recostado a su lado.
Ambos jóvenes se habían incluido al juego por la insistencia de los dos mas jóvenes del grupo y sabiendo que esa era una manera de cuidarlos, no se opusieron, pues lo único que tenia que hacer era mover manos y dejar que ellos imaginaran que grandes ataques surgían de estas para golpearlos.
Los niños reían con cada nuevo golpe. En esa ocasión su joven diosa estaba en cama, enferma con una gripa molesta. Tenían que recuperar la cura de manos del patriarca para sanarla y liberarla de ese maleficio.
El día de nuevo acabó, ambos cuidadores llevaron a los seis niños que en esos momentos habían asistido al juego para ir a cenar y después finalmente a dormir. Muy tarde, cuando todos los huérfanos llevaban dormidos un par de horas, el más pequeño de ellos se levantó de cama con la intención de ir al baño. Cuando pasaba cerca de las oficinas se extrañó de ver las luces encendidas. Curioso se acercó al lugar dándose cuenta de que dos mayores conversaban.
-Es una pena, de seguro su hermano lo extrañará- decía quien reconoció como Miho.
-Todos sus amigos lo harán, se han encariñado demasiado, pero sabían que era algo que ocurriría tarde o temprano- esa era la voz de Saga.
-La adopción es su único camino- suspiró la joven.
-¿Cuando vienen por él?
-Mañana, en el atardecer.
Escuchó como varios papeles eran revueltos y un cajón se cerraba, de seguro estaban por salir así que se apresuró para salir de ahí, corriendo escondiéndose en la vuelta de un pasillo. Esperó tranquilo y cuando ellos salieron él se decidió por entrar. Las puertas no estaban cerradas con llave por lo que no fue difícil. Dentro revisó cajones, todo lo que podía ser útil saltó a su vista, al menos en aquellos que no se encontraban con llave.
Había al menos cinco expedientes de ellos, revisándolos descubrió los nombres de sus compañeros pero lo que lo asustó es que entre ellos estaba el de Shun, sonriendo inocentemente. Inquieto, regresó todo a su lugar y corrió de vuelta a su catre, recostándose preocupado.
-¡Seiya!- gritaron los demás niños corriendo para darle alcance cuando caminaba por el jardín a solas- ¡Vamos, hoy derrotaremos al papa!
-¿Eh? ¡Ah, si!
Trató de seguir con el juego, su “diosa” ya estaba recuperada y con su intervención Saga cayó bajo un tumulto de niños que se arrojaron sobre él para que no se levantara.
-Muy bien, me derrotaron- reía debajo de todos- son unos guerreros muy fuertes ¿Ahora qué?
-No lo sé- confesó aquel que había iniciado con ese juego y a quien consideraban el “dueño” de todo, si algo se iba a hacer, el pequeño Shun debía aprobarlo- ¿Qué se les ocurre?
Todos guardaron silencio cuando las rejas de la institución se abrieron y entraba al lugar un apuesto hombre de cabello negro que se acercaba con una niña que no debía ser muy mayor a ellos, de cabellos lacios y negros. El hombre se inclinó junto a quien debía ser su hija y los señaló con una sonrisa en el rostro. Con un leve empujoncito incitó a la pequeña a caminar hacia ellos y ella obedeció contenta. Saga mientras tanto se alejó para informar al director que él había llegado.
Seiya se tensó y miró a la pequeña con recelo, cuando ella estaba bastante cerca se interpuso en su camino y la enfrentó.
-¿Qué buscas?- preguntó directamente.
-Vengo a hablar con mi nuevo hermano menor- sonrió muy emocionada tratando de seguir adelante, tras sus palabras los demás huérfanos se emocionaron.
-¿Vienen a adoptar a alguien?- la niña se veía de una familia bien acomodada, eso era buena suerte para el elegido- ¿Quién es tu nuevo hermano?
-No se van a llevar a Shun- interrumpió Seiya con las lágrimas amenazando por caer de sus ojos.
-¿Qué?- exclamaron todos sorprendidos
-¿Así se llama?- preguntó emocionada- ¿Ustedes son sus amigos?
-Si- enfrentó Seiya abriendo sus brazos para no dejarla pasar- es nuestro amigo y no te lo vas a llevar.
-¿Cómo sabes que vienen por Shun?- preguntó el niño de cabellos negros levantándose de donde permanecía sentado junto a los demás.
-Anoche escuché que hablaban de eso.
-¡No!- se levantó pálido el mayor del grupo- Mi hermano se quedará conmigo.
-¿Es tu hermano?- parecía sorprendida pero al final solo sonrió- bueno, ahora será el mio.
-Eso no será así- se levanto el niño rubio colocándose junto a Seiya- Shun se queda con nosotros.
-Yo sé que si, mi papi Hades me dijo que él sería mi hermano menor- La niña de cabellos negros sonrió y se dio la vuelta, antes dio una última mirada a Ikki y con aire altanero corrió dentro del instituto donde los mayores hablaban.
-No me quiero ir- comenzó a llorar el pequeño y de inmediato fue rodeado por sus amigos- yo me quiero quedar contigo, hermano.
-No te irás, Shun- abrazó consolando su hermano- nosotros te cuidaremos, no dejaremos que ese Hades te lleve.
-Pero ella dijo…
-Somos los santos de bronce- comentó Shiryu para calmar al pequeño- somos fuertes, si Hades quiere llevarte lo vamos a atacar.
-Vamos a pedirle ayuda a los santos dorados, porque Hades es uno de los mas poderosos enemigos- siguió Seiya levantando sus puños al cielo- y Athenea nos ayudará ¿Verdad?
-Si, yo ayudaré para que Hades pierda la batalla- rio abrazando a Shun- ya verás, Shun, Hades no va a ganar.
-¡Los santos de bronce vamos a derrotar a Hades!- gritaron todos animando al pequeño.
Casi olvidándose de ese hecho continuaron jugando, imaginando que juntos corren para llegar hasta el nuevo enemigo y así salvar a la humanidad, rescatar a su mejor amigo y que la paz regrese a ese pequeño mundo que ellos habían construido.
Poco tiempo después, el director de la institución, en compañía de Saga y los recién llegados, salieron del edificio caminando al jardín donde todos los niños del orfanato jugaban tranquilos. Cuando los cinco santos y su diosa los vieron, dejaron sus juegos y se tensaron, pues el grupo caminaba sereno hacia ellos.
Ikki se plantó frente a Shun y lo protegió con su cuerpo de la mirada de la niña que se mostró confundida pero aun así sonreía. El hombre, que también vestía de negro, siguió caminando guiado por Saga, pero todos se quedaron mudos cuando pasaron de largo hasta un pequeño grupo de niños, cinco niños que los miraron extrañados. Observaron pacientemente como hablaban con un pequeño rubio que se sorprendió, sonrió y a la vez se abrazó de un niños mayor, eran Alone y Tenma, el grupo de santos los conocían, así como a los demás huérfanos. Esos niños lloraron mucho, pero al final aceptaron con una sonrisa que el pequeño Alone se fuera, despidiéndose de su hermano, Yato, Sasha y Yuzuriha.
La niña de cabellos negros obsequió al pequeño un pequeño peluche de un perrito blanco que Alone abrazó con fuerza y le sonrió. Antes de que se retiraran, la hija de Hades caminó acercándose a Seiya y los otros que miraban aun confundidos.
-Yo creía que él era tu hermano- rio divertida dirigiéndose a Ikki.
-No, Shun es él- informó abrazando con fuerza al pequeño.
-No sabía que mi nuevo hermano se llamaba Alone, creo que nos confundimos- rio acariciando la cabeza de Shun que sonrió con ella- bueno, ya me voy- dirigió una mirada especial al hermano mayor que había discutido con ella y se dio la vuelta para tomar la mano de su padre y la de su hermano menor.
Todos los huérfanos corrieron a la cerca para despedir al nuevo niño que ahora tenia padres, con sus manitas decían adiós. Era un acontecimiento que era celebrado por todos, a veces con envidia y otras con una sincera felicidad por el niño adoptado. Cuando el lujoso auto se alejó del orfanato todos siguieron con sus juegos o lo que hacían.
-Yo pensé que iban a adoptar a Shun- suspiró aliviado Seiya sentándose en el pasto.
-¿Dónde escuchaste eso?- cuestionó Shaka, que se había acercado a ellos después de que Alone se retirara con su nueva familia.
-Anoche, Saga y Miho decían que alguien iba a ser adoptado y yo vi la foto de Shun en el escritorio.
-Junto con muchas más ¿Verdad?
-Si, pero…
-¡Eres un burro!- gritó golpeando su cabeza con su mano- ¡Hiciste que me asustara!
-¡Perdón!- se disculpó corriendo al ser perseguido por Hyoga, pues este también se había aterrado al pensar que perdía a ese niño tan especial para él.
-Ya, tranquilos- Shaka tomó en brazos a Seiya y miró a los demás niños- fue un malentendido, mejor sigan jugando ¿Qué aventuras les deparan ahora a los santos de bronce?
-¡Ya derrotamos a Hades!- gritó victoriosa su diosa- ¡Ahora vamos por mas dioses!
-Lo siguiente es…
De nuevo adentrándose en sus fantasiosas historias donde eran lo héroes de la humanidad, donde habían logrado salvar a Shun de las garras del malvado dios Hades y la paz seguía en el orfanato.