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Dulce tortura por Konosuke

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Notas del fanfic:

Bueno, lleva mucho tiempo sin que publicara otro original. He vuelto, y con nuevos bríos. Plagiar no es de autores decentes, no lo recomiendo, puedo ser muy malo… muy muy malo…

Safe Creative #1001270116575

Notas del capitulo:

Un pequeño, desventurado, pero buen comienzo XD uno de los capítulos mas largos que he publicado, auguro mas grandes aun XD

— ¡Pero… padres, no quiero ir a ese colegio, ustedes saben que los alumnos que asisten ahí son de lo peor! — reclamo Mateo, el castaño primogénito de una de las familias más sobresalientes rimbombantes y podridas de dinero.

—Es tu deber seguir con la tradición, en esa escuela me forme y ahora te toca- respondió con decisión inamovible su progenitor.

El chico dirigió la vista a su madre, esperando algo diferente, pero ella igual negó todo rotundamente. Sabiendo que no podía lograr mas, dio media vuelta y salió con toda la calma que su explosivo carácter le pudo otorgar, después de reventar el pestillo de la puerta, por supuesto.

Faltaban tres días para el comienzo de tan temidas clases, y Mateo, a regañadientes, ya tenia listas sus maletas. La distancia que lo separaba de aquel colegio era larga, y tenía que quedarse en los departamentos que ofrecía si quería asistir puntualmente a todas las clases. Jaime, el chofer y sabio consejero del menor, lo aguardaba en la entrada de su humilde mansión, con un par de gordas valijas a medio subir en la cajuela.

— ¿Solo dos? ¿Qué paso con todas las demás?

—Sus padres pidieron llevara estas únicamente, las demás se las enviaran posteriormente.

No respondió. Subió al automóvil que aguardaba y comenzó el largo camino. Seis horas le tomo llegar, durante las cuales en su mayoría termino por dormirse profundamente, excepto cuando en un fuerte frenado cayo de narices al piso y se levanto más rojo que un enorme jitomate.

—Ten más cuidado Jaime— tartamudeo avergonzado.

—Lo siento, así será.

Al llegar descendió con total desgano y camino lentamente hacia el edificio que destacaba ante todos, justo en aquel camino de la entrada que lo guiaba. Dio un vistazo a su alrededor y temió por su vida, al notar que era una zona boscosa y aparentaba estar lejos de la civilización. La recepcionista, en un lujoso escritorio enorme, comprobó los datos, y lo envió unos cuantos pisos arriba, directo a su habitación.

—Regularmente se pide cuidado con el mobiliario, pero en este caso no será necesario ya que todo fue remodelado por pedido de sus padres.

—Ese par de… gracias.

—Mañana se requiere la presencia de todo el alumnado, ya que el director dará un discurso de bienvenida. Será justo a medio día en la explanada principal. Contamos con su presencia.

Aburrido de la plática, asintió simplemente y tomo el elevador. Al abrirse este, enarco su ceja con acento. El suelo estaba cubierto con una gruesa alfombra color vino, aparentaba ser tan funcional que el galope de un equino ahí podría ser silenciado. El tapiz de las paredes, era de un carácter sumamente sobrio y la iluminación se basaba en pequeños pero lujosos candelabros que proporcionaban la justa luz.

“Si abro una puerta y encuentro un velorio, no me sorprendería en absoluto” pensó mientras retomo su caminar. Llego justo frente a una puerta en particular y vio junto al pomo, su nombre grabado en una placa. “Oh miren, soy importante” soltó en su mente nuevamente con gustoso sarcasmo.

Al entrar descubrió el esfuerzo de sus progenitores en que él se quedara ahí. El diseño de su recamara era tan bien hecho y a su gusto, que un poco de su mal genio huyo. Se puso manos a la obra y al terminar de sacar todas sus pertenencias y acomodarlas, se seco el sudor de la frente. Se desnudo, tomo una toalla y objetos de aseo, y se introdujo a la ducha. Apenas salió, se arrojo directo a su cama, sin preocuparse por la ropa. Programo su alarma y cayo completamente rendido.

Despertó justo cuando su celular activo la canción que había destinado para el día. Le costó trabajo decidir si levantarse, o quedarse ahí todo el día sin nada que hacer. Pero recordó la petición de la empleada del día anterior y al oír el ruido que generaba el resto del alumnado, lo hizo optar por su primera opción. Se levanto y acudió a tomar un baño nuevamente. ¿En qué momento se había vuelto tan meticuloso con la limpieza? Se le había vuelto una manía, sin saber a ciencia cierta como la obtuvo. Posteriormente saco de un cajón su nuevo y flamante uniforme. ¡Al fin algo de buen gusto! Traje casual, cómodo, como si fuera ropa deportiva, de líneas simétricas y colorido oscuro. Se sentía en su ambiente.

Se dirigió a la dichosa explanada. Como aun faltaba tiempo, camino con la mayor calma posible, mientras observaba su nueva escuela, colegio, o como sea que se le llamara a aquel centro de tortura avanzada. El edificio donde se hallaba, era de residencia y donde por supuesto, se quedaban a vivir los alumnos. El siguiente, era donde se encontraban todas las aulas y se impartían clases. Y el último, vaya novedad, donde había todo tipo de recursos didácticos, áreas de recreación, e incluso tiendas que proveían prácticamente de todo, ante lo alejado de la población de aquel lugar. Toda una monada.

Medio día. Puntual sorpresivamente, un helicóptero surco el cielo, mientras un grito se oía a través de un altavoz.

— ¡Hola chicos!

El tipo que gritó, saltó y abrió un paracaídas, cayendo lentamente hasta tropezar con el pódium y caer dando volteretas para quedar con aquel objeto encima aplastándolo. Sin embargo, haciendo gala de su fuerza de voluntad, se levanto a pesar de que su cara claramente reflejaba pinchazos de dolor. Hizo la señal de la victoria y tomo el micrófono:

— ¡Soy el director Nekobaka, sean bienvenidos todos con este espectacular, único, inigualable, y perfecto aterrizaje!

Los berridos del que se pensaba hasta ese momento, era el más maduro para el cargo, casi le deshacen los oídos a Mateo. Para fortuna, el discurso duro muy poco. Asignó salones, dejando indicaciones acerca de cómo hallarse en las listas y no dijo nada acerca de reglas.

—Son libres de hacer lo que quieran, pero si dañan un solo mueble de mi escuela… los mato— su semblante se hizo rígido y los vio con un destello cruel en su mirada, haciendo tragar saliva a más de uno.

Eso aterrorizo al recién llegado, que ahora sabia el origen de la fama violenta que caracterizaba aquel bodrio. Después de despedir demasiado fervoroso a sus alumnos, el director los envió a sus respectivas habitaciones. Ahí, se quito su uniforme y calzo una ropa mas acomoda, volviendo a echar llave y salir con intención de despejar su mente. El bosque que al principio vio, le atrajo inesperadamente. Después de todo –pensó- seria más fácil ir ahí y refugiarse de aquellos mandriles sin cerebro. El aire, la luz del sol que lucía esplendorosa en plena tarde, el típico “fru-fru” producido por las hojas de los arboles… todo conviviendo de una manera que lucía perfecta. Siguió caminando hasta que encontró un claro oculto.

— ¡Oh, excelente! — sus ojos se agrandaron y brillaron cual peluche gigante. No es difícil suponer que para un amante de la soledad, aquel refugio le venía de perlas. A tal grado que ejecuto su intima danza del pavo pavoroso, singular y muy interesante manera suya de festejar. Al terminarla, encontró arbustos que no había distinguido en un principio. Moras silvestres, uno de sus postres favoritos, que al probarlas, noto su buen sabor.

— ¡hasta que te pones de mi lado! — alzo la vista hacia el cielo, como esperando ver a un ser monumental de falda larga y bigotes encerados reverenciándose.

Se dirigió hacia un árbol frondoso, donde se recostó, cerró los ojos y dejo pasar el tiempo tranquilamente, dejando que la luz acariciara su piel, un tanto morena y que el viento le susurrara en su refrescante trayecto. Estaba a punto de dejarse llevar por Morfeo, hasta que de repente… ¡Crack! Un ruido lo sacudió de su ensueño y abrió los ojos justo para ver el momento en el que un OTNI (objeto trepado no identificado) caía aplastadoramente sobre él. Un grito fue todo lo que pudo exclamar antes de cubrir su rostro con las manos y esperar ver una luz al final del túnel, suponiendo terrible fin ante semejante ataque inesperado.

Nada. Ni tan siquiera un “hasta la vista, baby Matty”. Seguía sintiendo aquel peso encima y le inquietaba. Quería ver que era esa cosa pero ¿y si era una ardilla enorme y homicida, esperando a ser vista para encajarle una afilada nuez en el fondo de su sensible corazoncito?

— ¿Está bien señor conejo? — una voz masculina lo hizo retirar las manos y observar.

— ¿Ah… co-conejo?

—Si bueno, si estas blanco como uno, tiemblas como uno y eres tierno… como uno, tienes que ser un conejo definitivamente.

Tras pocos segundos en recuperarse de la impresión y pasar de la confusión al enfado, se levanto de golpe tirando de espaldas a aquel insolente.

— ¡Auch! — exclamo mas en broma que en serio.

— ¿Quién demonios se supone que eres?

— ¡Oh lo lamento! Que descortés he sido— hizo una reverencia tosca —soy el señor absoluto, dueño y gobernante de la vasta tierra que va desde ese árbol hasta este. O sea, el claro es mío.

— ¡Farsante! Yo lo vi primero— respondió el castaño con un puchero.

—Claro que no, yo ya estaba aquí, trepado, desde que llegaste e hiciste semejante danza demoniaca, hasta que caí sobre ti por la fragilidad de aquella rama.

—Me largo.

— ¿Espera, a donde vas? ¿Señor conejo?

Tras unas cuantas zancadas, se detuvo, dio media vuelta y corrió como estampida de elefantes hacia su recién conocido, gritándole iracundo.

— ¡No te atrevas a llamarme así de nuevo! — para acto seguido lanzarle una patada a su cara.

Para suerte de uno y molestia de otro, el agredido sabia bastante de artes marciales como para esquivar eso y atraparlo fuertemente, acción que produjo que cayeran igual a como la vez anterior y quedaran peligrosamente viéndose muy de cerca. Fue justo ahí cuando noto que esos ojos, eran de un tono gris muy interesante… y lo miraban traviesos. También noto ese cabello rebelde, negro azabache, ondulado, tan sedoso que daban ganas de aferrarse a él con locura, esa piel tan blanca y perfumada... las bocas se acercaron inevitablemente, poco a poco, pidiéndose permiso, hasta que chocaron en un beso suave, cálido, dejándose ambos llevar.

Podrían haber seguido fácilmente por varios minutos más, pero algo adentro, muy adentro de su mente, hizo que Mateo abriera sus marrones ojos desmesuradamente y se levantara de inmediato para huir por el camino que llego como alma llevada por el mismo Satanás.

— ¡Espera, no te vayas! — oyó a su espalda.

— ¡Ni hablar! — respondió a gritos.

— ¡Espero volver a verte, me llamo Martin!

Fue lo último que alcanzo a oír. Apretó el paso hasta llegar a su habitación y ya ahí, comenzó a dar de vueltas como fiera enjaulada.

— ¿Qué hice, que hice, que hice? — Se repetía constantemente —apenas llego y beso a un desconocido y… ¡maldición, que es un hombre!

“¿Pero te gustó lo que paso, cierto?” hasta su mente le jugaba bromitas indeseadas.

— ¿Entonces… soy gay?

No durmió bien. Para nada. Paso gran parte de la noche en vela, temiendo algún ataque como el que según él, recibió en la tarde y ni sus “relajantes” duchas, se lo apartaron de la mente.

Notas finales:

Los reviews son nutritivos y se agradecen mucho ;3


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