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Una reunión inesperada con Draco Malfoy. por Timothy W

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Notas del capitulo:

Espero que os guste. :)

  1. 1.  Infiltrarse en El Placer.

Habían pasado ya casi diez años desde el final de la guerra y Harry se seguía sintiendo incómodo cada vez que alguien le daba las gracias por haberlos librado de Voldemort. Una segunda vez. Así que se limitó a sonreírle a la Señora Miord, y siguió su camino por el Callejón Diagón.

Al día siguiente sería el cumpleaños de Ron, y todavía no sabía que comprarle. Hermione le iba a regalar unos billetes de avión hacia Jamaica. ¿Cómo iba él, Harry-Potter-el-peor-escogedor-de-regalos-de-la-historia, competir contra eso? Harry sonrió para sí mismo: era verdad que no tenía ni idea de que iba a comprarle a Ron, pero sí sabía que gran noticia le daría al día siguiente que haría que Ron saltase de felicidad.

 

-Llegas tarde Harry. Ron debe estar a punto de llegar.

Dicho esto, Hermione le dejó en el umbral de la puerta y volvió a la cocina. Harry entró en el apartamento de la pareja (el cual fue su regalo de bodas, hacia ya unos cinco años) y saludó a toda la familia Weasley, a los padres de Hermione, a Andrómeda y a Ted, y al resto de invitados.

-Ey Harry, ¿cómo va todo, tío? –le saludó Dean.

-Bien, bien, gracias, ¿qué tal tú?

-De puta madre.

Dean llevaba tres años saliendo con Ginny Weasley, y Harry no podía alegrarse más por ambos. Cuando Ginny le había dejado una vez finalizada la guerra, Harry lo pasó francamente mal. Como mínimo, hasta que se encontró con un álbum de fotos de Sirius de joven, fotos algo atrevidas cabe decir, y se hizo una paja en su honor. Si bien era uno de los momentos que Harry consideraba más repulsivos de su vida (¡se había hecho una paja pensando en su propio padrino, por el amor de Merlín!), también fue el momento en que empezó a considerar que los pectorales y el pelo en el pecho no estaba tan mal.

Obviamente, cuando salió del armario de forma oficial, Hermione le dijo que ya lo sabía, Ginny le confesó que siempre lo había sospechado y Andrómeda sólo le sonrió. En definitiva, que el único que pareció sorprenderse un poco fue Ron.

El timbre volvió a sonar.

-Harry, ¿puedes abrir? –la voz de Hemrione sonaba irritada.

-Claro, tranquila.

Eran Neville y su mujer, Hannah.

-Hola Harry, ¿ya ha llegado?

-No, todavía no. Pero Hermione está histérica, más vale que entréis.

-Hola Harry –Hannah le besó en la mejilla-. ¿Queda alguien por llegar?

Harry negó con la cabeza. Ya estaban todos. Todos sus amigos, toda su familia: todo lo que necesitaba para ser feliz.

A veces, debía reconocerlo, sentía un ramalazo de envidia viendo a Ron y a Hermione agarrados de la mano, besándose o simplemente mirándose de aquella manera tan hufflepuff, pero intentaba arrinconar esos pensamientos en lo más profundo de su mente. Ahora no tenía tiempo para aquellas cosas. De hecho, desde Ginny que se decía lo mismo: ahora no, ahora no, y al final iba a morir solo. Pero Harry era de la opinión de que el amor no se debe buscar, que aparece solo, y que cuando aparece, es imposible no verlo. Así que en las noches de necesidad se escapaba con Percy a algún local muggle para gays, y tan felices.

Aunque realmente aquél no era un buen momento para enamorarse.

Hacía ya dos años que era auror jefe, y hacía exactamente ese mismo tiempo que estaba metido en un caso de tráfico de prostitutas muggles para la alta aristocracia mágica por una red de mafiosos que también comerciaban con productos de magia negra, criaturas de la noche y ritos de sangre. Los aurores creían que, tal vez, se trataba de una organización internacional, pero no estaban seguros de nada. De nada, después de dos años. Era frustrante. Pero por fin, hoy daría una buena noticia…

La llegada de Ron cortó el hilo de sus pensamientos.

-¡¡¡Felicidades Ron!!! –gritaron todos a la vez-. Ronald Weasley, cariño, ven a abrazar a tu madre –añadió Molly, con lágrimas en los ojos.

-Oh, mamá, por favor, acabo de cumplir veintisiete años, ya no hace falta que me beses así, ¿vale?

-No digas tonterías –dijo, acompañando sus palabras de un buen capón-, soy tu madre, y puedo besarte como quiera. ¿Queda claro?

-Sí, queda claro…

El resto de invitados se acercaron para abrazarle y saludarle (y gastarle alguna que otra bromilla). Harry esperó pacientemente su turno apoyado en la mesa donde iban a cenar, al lado de Hermione.

Al cabo de unos diez minutos Ron se acercó a ellos.

-Cariño –le dijo a Hermione, y se besaron dulce y lentamente-, Harry, tío, gracias por venir.

-No digas tonterías, esto no podía perdérmelo –le dio un fuerte abrazo.

-Bueno, como estamos hasta el culo de curro en el departamento, no sabía si… Ya sabes. Eres el jefe y todo eso, y no sé, esto es sólo un cumpleaños.

Harry lo miró extrañado.

-¿Se puede saber qué mosca te ha picado?

-No sé –dijo Ron, bajando la vista.

-¿Desde cuando una misión es más importante que tu cumpleaños? –rió Harry.

-No sé, tío –se sentó con ellos en la mesa, mientras el resto seguía hablando a su alrededor-. Antes de venir para aquí, un compañero del departamento, Jon, ¿sabes? Ese auror que dices que es muy guapo –Harry asintió, algo rojo-, pues se ve que dibuja, y me ha regalado un retrato de la familia.

Ron sacó un pergamino del bolsillo, y con un simple conjuro lo agrandó hasta su tamaño original. Era un dibujo precioso, a lápiz de carbón, donde se veían todos los hermanos Weasley, y el Señor y la Señora Weasley.

-Supongo que todavía me cuesta mirar a Fred.

Hermione le agarró la mano.

-Tranquilo, tío, a todos nos cuesta, pero hoy es tu cumpleaños, ¿sabes? Debes pasártelo bien, y reírte, sino quieres que te crucie el culo –dijo Harry.

Ron les miró a ambos.

-Gracias chicos, no sé qué haría sin vosotros.

-Por cierto –continuó Harry-, quiero comentarte unas cosillas en privado –miró a Hermione-, lo siento Hermione, pero son asuntos de los aurores…

Hermione puso los ojos en blanco, se levantó y se fue a encerrarse en la cocina con Molly y Arthur.

Ron no apartó la vista de ella hasta que cerró la puerta tras de sí. Entonces se giró hacia Harry, algo molesto.

-Venga tío, sabes que Hermione no soporta que hagas eso, y luego el que duerme con ella soy yo.

-Ya lo sé, ya lo sé, pero es que esto es importantísimo.

-¿Y no puede saberlo? Por Merlín Harry, ¡estamos hablando de Hermione!

-Oh, cuéntaselo luego si quieres, me da igual, pero ahora quiero contártelo a ti, y ya está. Además, es tu cumpleaños, y quería que fueses el primero en saber la buena noticia.

A Ron se le iluminaron los ojos.

-¿Has vuelto al decente camino de la heterosexualidad y vas a hacerme tío?

Harry estalló en carcajadas en cuanto se recuperó de la sorpresa.

-¿Qué? Claro que no, no digas gilipolleces. Se trata de El PlacerEl Placer era la organización criminal en la que la sección de aurores destinados a crímenes de sangre llevaban trabajando ya dos años-. Por fin tenemos algo.

La cara de Ron se iluminó.

-¡No me jodas! ¿Qué es?

Harry le sonrió abiertamente.

-Uno de los dos presos que tenemos encerrados en el Ministerio por fin ha hablado –Ron lo miraba, expectante-. En una semana hay una reunión de los tres jefazos de El Placer. Bueno, de su sucursal en Londres, o algo así. Sea como sea eso va a ser importante.

-¿Vamos a intervenir?

-Tenemos una semana para sonsacarle el lugar y la hora exactos. Y capturar a uno de los tres para usar la multijugos.

-No pensarás ir tú solo…

-Eso ya lo discutiremos.

Ron le sonrió.

-Joder tío, ¡es una noticia genial!

-Sí, lo sé.

La sonrisa de Harry era radiante. Se sentía feliz de verdad. Al finalizar la guerra, diez años atrás, había pasado unos meses muy duros, con la sensación de que las pérdidas que Voldemort había ocasionado en su vida nunca iban a poder ser compensadas por nada. Tardó mucho tiempo en asumirlo, pero al final lo hizo. La vida seguía su curso, como si nada hubiese pasado, y aunque ni Harry ni nadie fuese nunca a olvidar a Remus, a Fred o a Ojoloco, tampoco iban a olvidarse de vivir e intentar ser felices. Todavía le quedaba gente viva a la que amar.

 

Al día siguiente Harry entraba a su despacho a las ocho de la mañana, después de tres escasas horas de sueño y de una borrachera descomunal.

Le dolía la cabeza igual que si lo estuviesen torturando con un crucio. Sentía constantes pinxazos en la sien, mientras se iba repitiendo que nunca más iba a volver a beber.

Toc – toc.

-Adelante –dijo, con la voz ronca del resacoso.

-¿Jefe? –Jon asomó la cabeza por la puerta-. Joder jefe, qué cara más… Qué cara.

Harry rio.

-Sí, ayer fue el cumpleaños de Ron. ¿Quiere café? –preguntó, sirviéndose una taza para sí mismo. Jon negó con la cabeza-. Bien, ¿qué quieres?

-Quería comentarle unas cosas de la misión, jefe –entró en el despacho y cerró la puerta, sentándose delante de Harry-. Intentaré ir rápido, ya veo que hoy no es su mejor día.

-No, no, no es… Lo siento Jon, sólo es que me duele la cabeza, ¿vale? –hizo una pausa insegura-. Venga, cuéntame.

A Harry le sabía mal, pero no podía evitarlo: Jon le ponía muy nervioso, nunca sabía cómo actuar cuando estaba él delante. Era un hombre precioso: rubio, alto, musculado, atrevido, de ojos de un verde algo más claro que el suyo. Guapísimo, en definitiva. Y Harry hubiese matado por poder follárselo en aquél mismo instante, sobre aquél mismo escritorio.

-Claro jefe, mire –Jon sacó unos informes que había llevado con él-: el prisionero nos ha dado más información esta noche a cambio de un trato –Harry hizo una mueca, no le gustaban los tratos-. Sí, lo sé, no acostumbras a hacer tratos, pero jefe, entiende que tú no estabas y yo era el responsable. A mi me parece un buen trato.

Harry asintió a regañadientes.

-Está bien, no cuestiono tus decisiones, Jon. Sigue.

-Genial –Jon le sonrió, mostrando sus blancos y perfectos dientes, y Harry sintió como su polla pegaba un pequeño brinco de alegría-. Ya tenemos la fecha exacta del encuentro entre los cabecillas de El Placer. Será el jueves que viene, a medianoche, en un parquin situado a las afueras de Londres.

-Eso es genial, Jon. Muy buen trabajo.

-Hay más –sacó otro papel-. Mire, tenemos la contraseña para entrar.

-¿La contraseña?

-Es decir… A ver cómo lo explico. Tienen, digamos, un código con el que llaman a la puerta a medida que van llegado, así los de dentro saben que es uno de los suyos y abren sin más preocupaciones.

-¿Y sabemos ese código? Joder, eso es genial. Genial. De verdad, muchísimas felicidades, Jon.

Jon le sonrió abiertamente.

-Gracias, jefe.

Harry le dio un trago a su café. Aquella buena noticia le haría más llevadera la mañana y el dolor de cabeza.

Jon era un buen agente. Harry todavía recordaba la bronca descomunal que tuvo con Ron haría cosa de ocho meses, cuando decidió darle el puesto de Ron a Jon en aquella misión. Ron se lo tomó como algo personal; Harry lo entendía, Ron siempre había sido su segundo, pero no se arrepentía de su decisión. Jon era un hombre muy competente (a veces creía que era el mejor auror del cuerpo, incluso mejor que él), pero lo que más le gustaba de Jon a nivel profesional, es que solía tomarse ciertas libertades: tenía una forma de trabajar radicalmente distinta a la de Harry, y en cuanto podía, la ponía en práctica. Eso les había llevado algunos que otros disgustos y discusiones, pero a veces, como aquella mañana, también les traía inmensas alegrías.

-De nada –contestó-. Y dime, ¿cuál es el trato que debo firmar?

-En realidad… Bueno, ya está firmado. Yo lo abalé y el Ministro lo firmó esta mañana a primera hora –Harry lo miró, desconcertado-. No se ofenda, jefe, pero el preso quería ver una firma vinculante antes de desvelarnos todos sus secretitos.

-Bueno, está bien, no pasa nada. Lo entiendo. Pero Jon, no te acostumbres a no tomarme en cuenta en decisiones como esta, ¿está claro?

-Perfectamente, jefe.

-Genial –Harry se sirvió más café-, entonces ¿cuál ha sido el trato?

Jon sacó un par de papeles más y se los mostró a Harry, quien los leyó por encima rápidamente.

-Hemos acordado que sólo pasará un año en Azkaban. Luego se le exportará a su país de origen, Rusia, y allí, su Ministerio, decidirá el resto de la condena. Tampoco podrá volver a entrar en Inglaterra de forma legal, y el Ministerio Inglés no se quedará ni un knut de su fortuna familiar.

-¿Un año en Azkaban y un segundo juicio en Rusia?

-Sí, jefe.

-¿Y en Rusia lo juzgarán por delitos cometidos allí, o también por todo lo que ha hecho aquí, en Londres?

-Por todo, jefe. Esta mañana he hablado por Red Flú con el jefe de aurores ruso y hemos acordado esto. Él espera que cuando lo exportemos el preso siga colaborando con los aurores, o la pena será realmente dura –Jon hizo una pausa y suspiró-. La verdad es que al principio, cunado me ofreció el trato, no entendí por qué quería ser juzgado en Rusia, cuando su Ministerio es muchísimo más duro que el nuestro. Creo que es por su familia, tiene dos hijos. Supongo que así le podrían ir a ver.

-Ya veo.

Harry terminó de repasar los informes, y se los devolvió para que Jon los guardase.

-Otra cosa –dijo-, ¿declaró todo esto bajo veritaserum?

-Por supuesto, jefe. Lo preparó nuestro especialista en pociones. Me tomé la libertad de darle la receta que usaba el señor Snape, es leyenda popular que su veritaserum es completamente infalible, ¿verdad?

Harry rio.

-Eso no es una leyenda popular. Si algo sabía hacer ese hombre, eran pociones, Jon.

Ambos sonrieron.

-Bien, pues si no hay nada más, me gustaría empezar a pensar cómo entraremos.

-Sí, he estado pensando en eso, tengo propuestas.

-Dime.

-Creo que debería ir Vladimir.

-¿Vladimir?

-Sí, con multijugos, claro.

Harry bebió otro sorbo mientras reflexionaba sobre esa propuesta. No tenía demasiado sentido. Vladimir Polkov era su agente más joven e inexperto, no sólo no estaba seguro de que fuese a dar la talla, sino que tampoco quería que una misión de ese calibre recayese sobre los hombres del pobre chaval.

-Vladimir no tiene ni veinte años, Jon.

-Lo sé, jefe, pero es el único agente que tenemos que habla ruso.

Oh. Harry no había pensado en eso. Desde luego, pensaba ir él mismo, pero lo de hablar ruso…

-No había pensado en eso, la verdad.

Jon le volvió a sonreír, y la mente de Harry chilló, deja ya de sonreír, por Merlín, ¡así no hay quien se concentre! Por suerte tuvo la sensatez de no comentar nada en voz alta.

-¿Cuántas probabilidades crees que hay de que hablen en ruso entre ellos?

-No lo sé, jefe.

-Bien. Quiero que vuelvas con el preso y lo interrogues sobre eso, es un punto muy importante. De hecho, quiero que te lo cuente todo.

-Claro, jefe.

-Y otra cosa, ¿ha dicho algo sobre las identidades de los otros dos?

-No. Creo que está hechizado. Le pregunté muchas veces sobre eso, y parecía incapaz de responder.

-Ya veo. ¿Algún hechizo de confidencialidad?

-Seguramente.

-Genial, ya está. Vuelve después de comer, a contarme lo que te diga, ¿está claro?

-Claro, jefe –Jon se levantó y abrió la puerta, se giró hacia Harry antes de salir-. Tiene una mancha de café aquí, jefe –añadió, tocándose la barbilla. Sonrió y abandonó el despacho.

Harry, al verse solo, soltó un sonoro suspiro. Jon lograba desequilibrarlo de verdad.

 

Había llegado el momento.

Harry estaba de pie delante de la puerta cerrada de parquin, preparándose para entrar. No había sido fácil, pero al final había logrado convencer a su equipo para poder ir él solo.

Eddard, el preso, les había contado que nunca hablaba ruso en esas reuniones, a pesar de que uno de los dos hombres con los que Harry se iba a reunir en pocos minutos también dominaba el ruso. Lo único que Harry había tenido que hacer durante aquella semana, era sentarse con Eddard e intentar imitar su acento a la perfección. Hermione decía que no parecía ruso ni de lejos, pero el equipo de aurores le dio su visto bueno.

Se acercó a la puerta del parquin y llamó dos veces seguidas, contó hasta siete, y volvió a llamar otras tres. Respiró profundamente, y se dijo a sí mismo que todo irá bien, ya lo verás. Sentía que aquél momento iba a ser decisivo para la misión.

La puerta metálica empezó a subir lentamente.

Harry siguió respirando unos segundos más, intentando calmarse y recordar toda la información que le habían conseguido sacar a Eddard.

No sabía todavía los nombres de los dos hombres con quienes se estaba a punto de reunir, pero sí que sabía que ambos eran de orígenes ingleses y que formaban parte de la alta aristocracia. En especial uno. Eddard no había parado de remarcar a uno de los dos sujetos por encima del otro, y Harry se preguntaba el por qué. Había distintas teorías sobre el tema: Ron creía que ese debía ser el jefazo más absoluto de El Placer, o por lo menos más importante que el otro tío; Harry creía que simplemente a Eddard le gustaba este hombre, o algo así; y Hermione, siempre más elaborada, sostenía que Eddard quería decirles algo sobre ese hombre, algo que no podía decir. Como sí, a la par que ocultar sus identidades, ese hechizo de confidencialidad le obligase a callar otra información clave.

Información que tenía que ver con uno de esos dos hombres. El rubio, había dicho Eddard. Ese era el importante, y a ese era al que Harry pensaba prestarle especial atención.

La puerta acabó de abrirse con un estruendoso ruido, y Harry empezó a andar hacia el interior del parquin.

La estancia era inmensa y sucia, con un rancio olor a húmedo, y estaba muy mal iluminada. Harry intentó aparentar naturalidad, y caminó hacia la luz que había a veinte metros delante suyo, con una mesa y varias sillas debajo. Los dos hombres estaban allí sentados, a la vista, esperándole.

-Ed, ¿eres tú?

-Sí –estaba a punto de llegar junto a ellos.

-Sé que te hubiese hecho ilusión ser un aristócrata mimado, pero debes saber que, entre las clases altas, lo correcto es llegar diez minutos tarde, y no media hora.

Harry oyó como el otro hombre se reía.

-Ya, lo siento.

Y entonces llegó a la mesa, bajo la luz. Bajo la luz que iluminaba a esos dos hombres. Bajo la luz que iluminaba a esos dos hombres que Harry conocía perfectamente. Por Merlín: bajo la luz que iluminaba a Theodore Nott y a Draco Malfoy.

-¿Qué te pasa? –dijo Nott-, te veo sorprendido, chico.

-Ya, eh, sí –Harry se sentó, intentando ganar tiempo-. Es que creía que la reunión era a esta hora. Debí entenderlo mal.

Theodore rio.

-Eres un desastre, tío.

Pero Malfoy no dejaba de mirarlo, fijamente, como sospechando. Harry se frotó la cara e intentó calmarse. Aquello no podía ir peor. ¿Nott y Malfoy? Ni en el último de sus días hubiese podido imaginar eso. ¿Nott y Malfoy metidos hasta el cuello en una red internacional que traficaba con muggles como prostitutas, y practicaba ritos de magia negra ancestral? Sonaba ridículo, francamente.

-Sí, ya.

Y Malfoy seguía mirándole. Y parecía que iba a hablar.

-¿Y qué tal todo, Ed? ¿Qué has hecho durante estas tres semanas que no te he visto?

Harry notó como su corazón se saltaba un par de latidos, y la sangre se le congelaba en las venas. Era imposible. Era imposible que Malfoy lo hubiese notado tan rápido. Nadie era tan bueno. Malfoy no podía ser tan bueno.

-¿Qué? Vamos, no me jodas Draco –dijo Nott-. ¿Sabes?, hay gente con vida social a la que le gustaría acabar rápido esta reunión, así que dinos por qué nos has hecho venir, y hablad luego de banalidades.

Malfoy lo miró con una mirada cargada de desprecio.

-¿Crees que yo vengo aquí a perder el tiempo, Theo? –Nott negó con la cabeza, sin apartar la vista-. Genial –entonces se giró hacia Harry otra vez-, y dime, ¿qué has estado haciendo, Ed?

-Nada de tu incumbencia.

Harry sabía que se estaba metiendo en arenas movedizas, pero no podía hacer nada más. A causa de la falta de tiempo para preparar aquella misión, había decidido priorizar detalles técnicos de la reunión que profundizar en la vida privada de Eddard. Así que allí estaba él, sin saber nada a cerca de su propia coartada, y con la mirada de Malfoy traspasándole el cerebro.

-¿Practicando idiomas, tal vez? Tu pronunciación del inglés ha mejorado notablemente.

Oh, oh. Lo sabía. Estaba claro que lo sabía. Harry sólo deseaba que a Malfoy no le diese por ponerse a hablar ruso.

-Ya te lo he dicho, no es de tu incumbencia, Malfoy.

Malfoy le aguantó la mirada durante algunos segundos más, y luego sacudió la cabeza.

-Está bien, ya hablaremos luego. En cuanto a la reunión de hoy –continuó, para ambos-, os he reunido para contaros la naturaleza de todo esto –hizo una pausa-. Sé de qué trabajáis.

Harry quedó estupefacto ante esa afirmación, pero comenzó a ponerse nervioso cuando vio la cara de espanto de Nott. ¿De qué trabajaban? Por Merlín, aquello iba a ser infinitamente más complicado de lo que esperaba en un principio, y la multijugos sólo duraría una hora y media más...

-No te entiendo –dijo Nott.

Malfoy se rio.

-Claro que me entiendes, auror Nott –la cara de sorpresa de Nott no tenía absolutamente nada que envidiarle a la de Harry-. Igual que sé que me entiendes tú, Ed. Trabajas para el departamento de inefables de Rusia, ¿no es así?

-Esto es imposible –murmuró Nott-. Imposible. ¿Cómo coño…? Draco –dijo, tratando de serenarse-, sabes perfectamente que yo nunca trabajaría para este Ministerio. Vamos tío, no me jodas, puedes fiarte de mí.

Harry sabía que Nott decía la verdad. Como mínimo en aquél punto.

-¿Fiarme de ti? No me hagas reír. Al final de la guerra te fuiste a Alemania a vivir, Theo. No creo que trabajes para este Ministerio y su panda de inútiles, digo que eres un auror alemán al que han enviado en misión a Londres por tu antigua relación conmigo.

-Eso no es…

-Calla, por Merlín, cállate. No me mientas más o podría enfadarme, Theo. Y tú… -se giró hacia Harry-, reconozco que a ti no te había calado hasta esta mañana. He hablado con el Ministerio Ruso –Harry notó un nudo en la garganta; lo sabía, lo sabía…-, y han tenido el detalle de comentarme que les has pedido ser juzgado allí, porque en Inglaterra no se te permite decir que eres un inefable enviado por tu Ministerio y asesorado por el cuerpo de aurores ruso.

-No puede ser… -Harry estaba sudando.

-Quiero que me expliques qué significa que has pedido ser juzgado allí, Eddard.

Nott se levantó de la silla de forma brusca.

-¡Y una mierda! –dijo-. Aquí el primero que debe dar explicaciones eres tú, Draco. ¿Cómo coño sabes que soy auror? ¿Y que él es inefable, si es que lo es? ¿Quién coño eres tú?

Malfoy suspiró, tomando aire.

-Yo trabajo para la C.I.M. inglesa.

-¿Qué? –dijo estupefacto, olvidándose de su papel, de su acento, y de la misión-. ¿Qué trabajas para la C.I.M.?

-¿Qué es eso? –preguntó Nott, molesto.

Harry respondió sin poder dejar de mirar a Malfoy. Aquella, con diferencia, era la noticia más increíble que había oído nunca.

-La C.I.M. es el Centro de Inteligencia Mágico. Es como… Como…

Dejó de hablar: no tenía palabras.

Hacía tiempo, más de ocho años ya, Hermione le comentó la existencia de la C.I.M., e intentó que Harry se olvidase de los aurores y se presentase a esos exámenes. Sobra decir que no lo consiguió. Hermione los definió como los auténticos dueños del mundo mágico. Decía que recibían un entrenamiento similar al de los aurores, pero muchísimo más duro, basado en no sé qué libros de no sé qué mago de no sé qué año. Tal vez del mismísimo Merlín, ahora que lo pensaba. Fuese como fuese, en la C.I.M. trabajaban los mejores magos del mundo mágico, e investigaban casos similares a los de los aurores, pero siempre de nivel internacional y más, digamos, peliagudo.

El cuerpo de la C.I.M. se reinstauró tras la segunda batalla contra Voldemort, pues el Wizengamot había juzgado que, con la C.I.M. activa, Voldemort nunca hubiese llegado a tales niveles de poder.

Eran, por decirlo de forma sencilla, el conjunto mejor organizado de los mejores magos de cada país. Y no era de extrañar que Malfoy fuese tan perspicaz, ni que tuviese tanta información, puesto que los miembros de la C.I.M. no sólo tenían libre acceso a todas las investigaciones privadas de los inefables (de hecho, muchos inefables formaban parte de la misma C.I.M.), sino que tenían libre acceso a todo documento oficial de cualquier Ministerio de Magia.

-Son como… -siguió Harry-, como… No sé cómo cojones explicarlo, pero son buenos. Muy buenos.

Y si Malfoy no mentía y la C.I.M. tenía el ojo puesto sobre El Placer, es que aquella organización de prostitución era, en realidad, algo muchísimo más amplio y peligroso.

-Es increíble, Malfoy… -Harry seguía sin poder creérselo.

-Sí, bueno –contestó-, te aseguro que he presenciado cosas más interesantes que esta. Y ahora que todo está explicado, podríamos, por favor---

-¿Qué todo está explicado? Por Merlín Draco, nada está explicado. ¿Trabajas para la C.I.M. esta, de verdad? ¿Y por qué los aurores no lo sabíamos? Joder, mierda, ¿y por qué has dejado que los putos aurores ingleses capturasen a todos nuestros supuestos socios? Joder, joder, Draco, no entiendo una puta mierda. ¡Así que no me vengas con que todo está explicado!

Nott estaba histérico. No paraba de dar vueltas a la mesa, removiéndose el pelo y frotándose los ojos, como intentando despertar de un sueño desagradable.

-El por qué la C.I.M. está involucrada en esto es confidencial, Theo, pero digamos que El Placer no sólo se dedica a traficar con putas y a la magia negra –miró a Harry-. En cuanto a por qué he permitido que Potter y su panda de inútiles capturasen a los nuestros… Bueno, planeo un rescate.

-¿Qué? –la voz de Harry sonó aguda e insegura.

-Que planeo un rescate.

-Eso ya lo hemos oído, Draco, joder –Nott se volvió a sentar, intentando calmarse.

-Creo que es una buena táctica para ganarme su confianza y conocer, por fin, al jefazo de todo esto.

-¿Y por qué nos cuentas todo esto ahora?

Malfoy suspiró, cansado.

-Quiero que tú –le dijo a Harry- Eddard, me ayudes con el rescate. Eres inefable, así que tienes cierto acceso a ciertos informes, y creo que puedes servir de ayuda tanto aquí como en Rusia. En cuanto a ti –volteó la cabeza hacia Nott- Theo, te sales del caso. No –dijo, antes de que Nott le pudiese contestar-, no digas nada. Te sales del caso, y punto. Sólo serías un engorro. No te lo tomes como algo personal, pero no puedo trabajar con alguien a quien no puedo contarle nada, ¿entiendes?

-¿Me sacas por ser auror? –el tono de Nott era peligroso, cargado de veneno.

-Exactamente.

Nott volvió a levantarse y empujó a Malfoy, quien todavía estaba sentado. La silla casi se vuelca, pero Malfoy logró equilibrarla a tiempo y siguió sentado, con los ojos cerrados y masajeándose las sienes.

-No me hagas hacer algo de lo que pueda arrepentirme, Theo. Simplemente, estás fuera. Son negocios, no hay nada más.

-¿Negocios? –hizo una pausa, tomando aire-. ¿No hay nada más? ¡Y una mierda! Me sé de cierto auror al que nunca expulsarías de una misión, Draco. No me tomes el pelo.

Malfoy se levantó de golpe, con la cara roja de furia.

-¿Te sabes de un auror, Theo? ¿Sí? ¿Y cuál es ese auror?, porque depende de lo que digas a lo mejor no vuelves a poder decir nada más en toda tu vida.

-Sí, Draco, me sé de un puto auror. Y creo que si fuese Potter el auror que estuviese---

-No sigas por ahí, Theo, no sigas o te mato.

Nott se rio antes de acercarse a Malfoy para encararlo cara a cara. Harry, todavía sentado, miraba la escena estupefacto, sin saber qué hacer.

-¿Sabes?, el departamento de aurores alemán te investigó hace un par de años.

-¿Qué?

-Lo que oyes. Los Malfoy tenéis ciertos… negocios poco limpios en Alemania, así que te investigamos. Yo fui quien llevó la investigación, y ¿sabes qué encontré, Draco? Tu diario.

La cara de Malfoy era pura descomposición, como si Nott acabase de nombrar algo horrible, que sólo Malfoy debiera conocer.

-No es posible.

-Te aseguro que sí que lo es –se separó un poco de Malfoy y comenzó a andar alrededor de la mesa, sin dejar de mirarlo-. “Querido diario, hoy Potter ha vuelto a ser portada en El Profeta. No puedo ni verlo. Ni a él ni a su horrible cabello despeinado, ni a sus putos ojos verdes, ni a su sonrisa de buenachón que nunca ha roto un plato. De verdad, me pone enfermo. En días como---

-Theodore Nott, te lo advierto, no sigas por ahí.

La cara de Malfoy estaba completamente roja, y sus ojos destilaban puro odio.

-En días como este –siguió Nott, sonriendo-, me doy cuenta de que todavía me duele que rechazase mi amistad en Hogwarts. Todo lo que yo deseaba estaba personificado en Potter. Supongo que todavía lo está. Todo lo que yo he querido ser, lo es él; todo lo que yo he querido tener, lo tiene él; y todas las cosas que me hubiesen gustado hacer, ya las ha hecho él. Es demasiado molesto, sobretodo cuando lo veo en la portada de El Profeta y me tengo que escabullir corriendo hacia el baño para hacerme una buena paja con sus estúpidos ojos en mi mente. Soy patético. Joder, soy patético.

Malfoy tenía los ojos cerrados y respiraba con dificultad.

-Cállate… ¡CÁLLATE!

-Siempre he querido que me mirase como miraba al imbécil del Weasley o a la sabelotodo. Siempre. Siempre haciendo tonterías para llamar su atención, y nunca he conseguido nada más que insultos por su parte. No obstante, prefiero su odio a su indiferencia. Creo, joder, sé que no podría vivir sabiendo que me ignora. ¿Y sabes?, eso es exactamente lo que hace, ignorarme, pasar de mi. Tal vez ni siquiera recuerda que existo. Hace ya tanto tiempo que no nos vemos, que---

-¡¡¡BASTA TE DIGO!!!

Malfoy agarró la cabeza de Nott y la estampó contra la mesa. Luego le susurró al oído con su varita clavándose en su cuello.

-Sal de mi vista, Nott. Sal de mi vista y no vuelvas a cruzarte conmigo, o por mi madre que suplicarás la muerte.

Harry reaccionó por fin, se levantó a toda prisa y sujetó a Malfoy, separándolo de Nott. Luego ya reflexionaría sobre todo lo que acababa de oír, y pensaría en cómo decirle a Malfoy que él estaba allí, oyendo todo eso. Miró a Nott y le suplicó que se fuese. No tardó en obedecer: miró a Malfoy con infinito aborrecimiento, recogió su chaqueta de la silla y se fue.

Todavía estuvieron en silencio algunos minutos más. Luego se sentaron de nuevo y Harry esperó a que Malfoy se calmase lo suficiente como para volver a hablar.

-Bien –dijo, mirándolo, con los ojos algo llorosos-, ¿y tú quién coño eres?

-¿Qué? –la pregunta pilló a Harry por sorpresa.

-Tú no eres Eddard. ¿Quién coño eres?

-¿Qué?

-Oh, ¡por Merlín! Mira, no estoy de demasiado buen humor, ¿entiendes?, y si creías que era un imbécil, ya has visto que no. Así que ahora dime quién coño eres, o empezaremos a tener problemas.

-Soy… Soy…

Harry no recordaba haber estado tan bloqueado en toda su vida. Había demasiada información que procesar.

Theodore Nott era un auror alemán. Hasta aquí todo era fácil. Los aurores ingleses sabían que El Placer actuaba bastante en Alemania, así que no había nada de raro en aquello.

Draco Malfoy era un agente de la C.I.M. inglesa. Eso ya era más complicado. Dejando de lado la infinidad de preguntas sobre el cómo, el por qué y el cuándo, que abarrotaban la cabeza de Harry, había una cuestión primordial, y es que Malfoy no tardaría mucho en enterarse de con quién estaba hablando. Harry suponía que Malfoy no tenía esa información porque la C.I.M. todavía la desconocía, y eso sólo era culpa de Harry, que había decidido actuar en total secreto, incluso para el resto de aurores. Sólo su equipo más cercano estaba al tanto de esa misión.

Lo cual nos llevaba al otro punto. Harry debería decirle ahora “soy Harry Potter”, porque si se iba a enterar de todas formas, mejor que fuese por él, pero cómo decir algo así después de oír lo que acababa de oír. Oh, y los efectos de la multijugos no tardarían en acabarse.

Lo cual, desde luego, nos remite al siguiente tema: ¿Draco Malfoy escribía sobre él en su diario? ¿A Draco Malfoy todavía le dolía su rechazo en Hogwarts? Y lo más importante de todo, ¿Draco Malfoy se hacía pajas pensando en sus ojos verdes?

La cabeza le iba a explotar.

-Soy… Soy… -suspiró, más valía empezar a decir la verdad o aquello podría acabar todavía peor-. Soy… Mira Malfoy, lo siento mucho, ¿vale? Yo no tenía ni idea de todo este embrollo, en serio… Joder, menudo marrón. Mira, lo siento, ¿eh?, de verdad, pero soy…

-Eres…

-Joder, soy Harry Potter. Mierda.

-Eso no puede ser---

El hecho de que Harry empezase a volver a su forma real hizo que Malfoy se callase a media frase. Dejando de lado algunos quejidos de dolor por parte de Harry, nadie habló hasta que el cuerpo de Eddard hubiese desaparecido por completo.

Malfoy respiró, intentando calmarse.

-¿Puedes repetirme, por favor, la explicación de por qué cojones estás aquí, y de por qué cojones te has quedado allí sentado, sin hacer nada, mientras el imbécil de Theo relataba mi diario?

-Yo no… No te he dado ninguna explicación, Malfoy.

-¿No? Descuida –su tono era asesino, y Harry no podía estar más nervioso-. Pues hazlo.

Harry tosió, se levantó, se volvió a sentar, se puso todavía más nervioso, y luego volvió a toser.

-Potter, por Merlín.

-Eh, sí… Yo… Joder, Malfoy, yo no tenía ni puta idea de nada de todo esto.

-De todo ¿qué?, Potter.

-De la C.I.M., de tu… tu diario, de Nott, ¡de nada!

Malfoy soltó un bufido de risa.

-Por supuesto que no. Los aurores nunca sabéis nada de interés.

Harry se sintió ofendido.

-¿No? Pues Nott bien que es auror y sabía de un diario bastante interesante.

En cuanto acabó la frase, supo que no debía haberao dicho, pero antes de que pudiese rectificar y disculparse, Malfoy ya se había levantado, lo había mandado a la mierda y se había ido de allí.

-Joder Harry, eres un capullo –se dijo a sí mismo.

Mañana lo tendría que arreglar.

Notas finales:

Tengo planeado publicar cada semana. Es decir, cada domingo. El fic no es muy largo, pero espero que os animéis a comentar :)

 

Un besillo a tod@s!


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