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Special Needs por Lacrima Eterna

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Notas del fanfic:

Bueno, he regresado aunque con un pequeño one-shot de esta hermosa pareja... Y como soy una mala persona (?) les traigo un angst fic, con una banda sonora que bueno... Espero sacarles una lagrimita a más de una :) 
Espero que les guste, a mí al menos me hizo sufrir. 

Notas del capitulo:

Bueno, les recomiendo leer el fic con este tema de fondo, en el cual me inspiré para crear toda la historia... También les recomiendo leer la letra ;) 

http://www.youtube.com/watch?v=dr4A8sM6GeY&feature=g-like

Y de regalo una pequeña imagen en la que me inspiré también ;)



Ahora sin más, ¡a leer!

Angustia. Una tan grande que le apretaba la garganta y apenas le dejaba hablar. Sentía que todo a su alrededor se desmoronaba, que sus esfuerzos no valían absolutamente nada. Quiso llorar, pero no era el momento adecuado. Tenía que aguantar, que ser fuerte al menos 20 minutos mientras rodaban aquella corta escena, unos detalles que hacía falta arreglar. Después de eso desaparecería unos minutos, dejaría salir aquello que se agolpaba en su pecho y le exprimía el corazón.

Egoísmo. Sí, se sentía egoísta, apenas se reconocía a sí mismo. Se supone que debería estar feliz por él, desearle lo mejor, contentarse con ver aquella enorme y orgullosa sonrisa en el rostro del hombre al cual amaba en secreto. Pero no sentía nada de eso. Es más, deseaba que aquello fuera mentira, que aquella noticia estuviera equivocada y así poder tener nuevamente la oportunidad de conquistarle.

Frío. Sí, tenía frío… uno tan intenso que le estrujaba aún más el corazón. Un frío que quería consumirlo, insensibilizarlo, pero él no quería eso. Prefería el dolor, el poder seguir sintiendo aunque fuera eso.

Una lágrima quiso escapar de sus ojos, pero rápidamente y de forma disimulada la quitó antes de que el rubio la viera. Sonrió con aparente felicidad, Tom era actor, aquello debía salirle con naturalidad. Pero la vida real, los sentimientos reales… éstos dolían y costaba fingirlos.

–Me he quedado sin palabras… Felicidades Chris –dijo luchando por normalizar el tono de su voz, abrazando al rubio actor australiano tratando de controlarse– Una hija… Es una bendición. Me alegro mucho por ti…

–Muchas gracias Tom, de verdad, cuando mi esposa me contó… te juro, casi me desmayo de la impresión –comentó el rubio correspondiendo el abrazo con cariño–. Ahora me siento el hombre más feliz del mundo, ¡parece un sueño!  

El pelinegro no dijo nada, sólo se limitó a disfrutar de aquel abrazo demasiado corto y lejano para su gusto. Ahora que miraba a Chris Hemsworth, le parecía que se había alejado kilómetros de él, que ahora estaba tan alto, tan inalcanzable… ¿Qué había pasado con esa cercanía? ¿Con ese lazo que creía que tenían? ¿Sólo había sido su imaginación?

–Dale mis felicitaciones a Elsa, dile que la llamaré cuando pueda –comentó finalmente, mirando hacia otro lado. Se habían apartado un poco del resto, ya que Chris aún no quería hacer pública la noticia, pero tampoco había aguantado las ganas de contárselo al que ahora consideraba como su mejor amigo.

–Por supuesto, yo le digo, descuida –el menor sonrió de forma amable, coloco como siempre su enorme mano sobre el hombro del británico, quien le devolvía la sonrisa más creíble que podía.

En ese momento llegaron los asistentes y el director anunciando que les tocaba rodar, eran sólo unos detalles así que no se tardarían demasiado. Era aquella escena casi final, cuando Loki y Thor estaban en el edificio Stark discutiendo… demasiado cerca… demasiado personal… Sus ojos volvieron a aguarse, estaba desconcentrado, se sentía mareado… pero podía hacerlo, podía con ello.

El ceño fruncido, palabras hirientes dichas con odio… pero aquello que salía era parte de su propia rabia, de su propia impotencia. La expresión de sus ojos, tan dolida, tan amarga y llena de sufrimiento… Dejó a todos impresionados.

“¡Wow, la mejor actuación que he visto nunca!”

“¡Tom! ¡Te superaste a ti mismo esta vez! ¡Estuviste magnífico!”

“Vaya, Tom, en esa escena sí que te luciste, ¡bravo!

Palabras que parecían venir de todos lados al mismo tiempo. Palmadas, sonrisas amables y miradas cargadas de admiración, pero nada de eso era lo que buscaba o necesitaba. Se sentía mal, herido, acorralado. Sentía que le costaba respirar, que se ahogaba en su propia angustia, que vivía una pesadilla.

–Wow, Tom, me impresionaste, de verdad que te queda bien el papel de Loki –apareció nuevamente frente a él, aquel hombre rubio con una amable sonrisa en los labios y los ojos brillantes por el entusiasmo– Cada día me impresionas más, ¿ya te he dicho antes que te admiro?

–Lo has hecho –dijo apenas el mayor, sonriendo con esfuerzo– Gracias… Iré a tomar algo de aire, tanta adrenalina hace que me dé vueltas la cabeza –dijo, buscando escapar, ir a donde fuera con tal de estar sólo un rato, lejos de aquel rubio.

– ¿Te acompaño? –se ofreció Chris de inmediato, ensanchando su sonrisa. Por suerte Tom tuvo el valor suficiente como para negar con la cabeza.

–Descuida, voy y vuelvo… No te preocupes –negó lo más amablemente que pudo, para luego alejarse por uno de los pasillos del set de grabación.

Seguramente tienes más cosas que hacer… cosas más importantes” Murmuró en su interior, mientras caminaba sin rumbo fijo. No quería toparse con nadie, ni que nadie le molestara, razón por la cual no fue directamente a su camerino. Continuó caminando, evitando a todo aquel que se le cruzaba, hasta llegar a una zona desierta, en donde estaban guardados todos los trajes y ropas a usar en la película. No había nadie allí, y parecía lo más privado que podía encontrar. Al menos nadie le hallaría.

Se sentó en el suelo, apoyando la espalda en una pequeña mesa, oculto por los colgadores con ropa. Su mirada estaba fija en el suelo, intentaba pensar con claridad, pero sus ojos se llenaban de lágrimas amargas. Terminó por cubrirse el rostro con las manos y encoger las rodillas, sollozando en silencio y dejando salir todo el dolor que se agolpaba en su pecho. Aún no podía creerlo, Chris iba a ser padre y eso a él no le dejaba ninguna oportunidad.

Desde que le había visto por primera vez le había parecido un joven atractivo. Luego le llamaron para que interpretase a Loki, y cuál sería su sorpresa cuando supo que Chris haría el papel del hermano mayor, Thor. Al principio se había sentido cohibido y extraño, incluso un poco tímido, pero el rubio era una persona amable que de inmediato le hizo uno de sus mejores amigos.

Hablaban de lo que fuera, compartían tantos gustos, salían juntos y bromeaban como verdaderos hermanos. Se volvieron inseparables. Cuando el rodaje acabó y cada uno regresó a su hogar, Tom se dio cuenta de que se había enamorado. A pesar de saber que Chris estaba casado. A pesar de que tenía la certeza de que el actor australiano era heterosexual. A pesar de todo, se enamoró perdidamente de su carisma, de su sonrisa y de sus ojos.

Ahora sentía que con cada lágrima derramada moría un poco de él. Le había perdido definitivamente, le había perdido para siempre a pesar de que nunca le tuvo. Qué cruel era el amor, qué cruel era su corazón al hacerle creer que tal vez el rubio pudiera corresponderle. Pero no, sólo eran mejores amigos y nada más. Sólo como hermanos.

Ahora entiendo cómo se ha de sentir Loki, supongo… que irónico” Pensó el actor británico, sonriendo con tristeza y aún con sus manos cubriendo su rostro.

No supo cuánto tiempo estuvo allí, oculto por los colgadores con trajes, sollozando en silencio. Acabó por hacerse un ovillo sobre el suelo, abrazándose a sí mismo sintiendo cómo su mejilla se enfriaba al contacto con el piso. Sus ojos azules se perdieron en el vacío, mientras las lágrimas seguían derramándose y empapando sus largos cabellos negros, ahora alborotados.

Se sentía tan sólo, tan pequeño e insignificante… Tan perdido, como si todas las experiencias de la vida hubieran desaparecido. No sabía qué hacer, qué sentir ni cómo actuar ahora. No sabía qué iba a ser ahora de él. Prefirió cerrar los ojos, perderse en la oscuridad…

Pero, unos pasos le hicieron dar un brinco. Alguien se acercaba. Parpadeó varias veces, no sabía cuánto tiempo había estado allí. Se arrodilló en el piso esperando pasar desapercibido, limpiándose el rostro húmedo con sus mangas. Ni siquiera se había cambiado el traje y ahora notaba que estaba todo sucio, lleno de polvo y algo húmedo por las lágrimas que cayeron sobre la tela.

Los pasos se alejaron, rápidos, y entonces liberó todo el aire contenido. No se había dado cuenta de que había dejado de respirar hasta ese momento. Suspiró pesado y con algo de dificultad se levantó de piso, sentía sus músculos agarrotados y sus movimientos algo torpes.

Fue entonces que sintió una mano sobre su hombro y se giró, asustado y sorprendido.

– ¡Tom! ¿Estás bien? –Preguntó Chris, viéndole preocupado mientras el británico retrocedía unos pasos  y desviaba su mirada– ¿Qué pasó? ¿Qué haces aquí?

–Chris… yo… eh… Estoy bien, no es nada… –dijo Tom, bajando la mirada avergonzado– Me tengo que ir… –dijo y pasó al lado del rubio, tratando de escapar. Pero el menor le agarró con firmeza del brazo mientras fruncía el ceño.

–Espera, no pienses en escapar –le dijo y le atrajo hacia él, abrazándole por la espalda– Estabas llorando… ¿Me dirás qué pasó?

Tom no dijo nada, sentía que tenía un nudo en su garganta que le impedía hablar. Sus ojos nuevamente se llenaron de lágrimas, aquel calor, aquellos brazos, parecían tan ajenos; le dolía pensar que todo eso era de otra y no de él. Se mordió el labio inferior, mirando al suelo. No intentaba zafarse, sólo se quedó quieto, conteniendo aquel sentimiento de angustia que volvía a aprisionar su pecho.

–Tom… Si no quieres hablar, al menos llora… te hará bien si te desahogas –susurró Chris, girándolo y haciendo que quedaran frente a frente. Tom le miró con dolor en su mirada y luego cerró los ojos, se sentía tan mal, tan avergonzado de llorar como un niño pequeño frente al hombre al que amaba en secreto… Pero ya no aguantaba más. Su voz tan dulce, su calor, su compañía… Era todo lo que necesitaba.

Le devolvió con fuerza el abrazo, más bien se aferró a él con fuerza como si aquella fuera la última vez que lo viera y lloró, más amargamente, más perdidamente, ocultando su rostro en aquel hombro que le ofrecía.

Chris no entendía qué le pasaba, pero sabía que no debía preguntar aún. Se limitaba a abrazarlo y acariciar aquellos largos y sedosos cabellos negros, a consolar a su amigo y hermano. No le importaba mucho que empapara sus ropas, él tampoco se había quitado el traje de Thor, pero daba igual. Todo lo que le importaba ahora era el pelinegro, apoyarle, acompañarle.

Permanecieron varios minutos así, abrazados, hasta que Tom finalmente consiguió calmarse. Chris acariciaba su espalda en silencio, no preguntó nada porque confiaba en que cuando su amigo estuviera mejor le diría todo.

–Lo siento… –susurró muy bajo Tom, con el rostro aún oculto en el pecho del menor. Éste suspiró bajo y continuó acariciando su espalda y sus cabellos, esperando a que continuara– No quería que… me vieras así…

–Tom… ¿me cuentas qué pasó? Tal vez pueda ayudarte… –dijo Chris, preocupado, apartando un poco el delgado cuerpo del británico para mirarle a los ojos– ¿Quieres sentarte?

El pelinegro tenía los ojos hinchados de tanto llorar. Asintió lentamente con la cabeza y el rubio le tomó de la mano, guiándolo hasta un par de sillas que estaban en un rincón, junto a una mesa de madera donde descansaba el martillo de juguete de Chris. Hizo que Tom se sentara y atrajo la otra para quedar justo frente a él.

–Nadie nos va a ver, la mayoría ya se fue… estuviste perdido bastante rato… –comentó mirando sus manos, tomándolas entre las suyas para brindarle calor. Estaba tan frío– ¿Te consigo agua con azúcar?

–No… ya estoy bien… en verdad lo siento… –su voz aún sonaba algo quebrada por el llanto, pero aún así intentó sonreír. Fue la sonrisa más triste que Chris había visto en su vida, una que hizo que se le encogiera el corazón. Sabía que su amigo estaba realmente mal.

– ¿Qué pasó, Tom? –preguntó ya sin poder aguantarse más la preocupación.

–Nada, en serio… Me acordé de algunas cosas y me puse un poco sensible, es todo –mintió Tom, desviando la mirada.

– ¿Un poco? Vamos, te conozco –el rubio torció el gesto, algo molesto porque su amigo no le dijera la verdad. Levantó una de sus manos y le tomó de la barbilla, haciendo que le mirara– Mírame a los ojos, Tom… ¿somos amigos, no? –sonrió levemente.

El pelinegro le miró con expresión triste, su sufrimiento era demasiado evidente. Subió su mano hasta la que sujetaba su barbilla y la acarició suavemente, cerrando los ojos. Terminó por sonreír nuevamente con tristeza y negar con la cabeza, ante la mirada atenta del australiano, quien no entendía lo que aquellos gestos querían decir. Tom entrelazó sus dedos con los ajenos y acercó su rostro al pecho de Chris, terminando por recargarse en él.

–Desearía que las cosas fueran diferentes… –murmuró en voz baja, sorprendiendo al joven actor.

– ¿Diferentes en qué sentido?

–Nuestra amistad… no sabes cómo me duele –cada vez hablaba en voz más baja, estaba tan avergonzado pero a la vez necesitaba hablar, necesitaba decirle porque o si no ya no podría soportarlo más.

Chris en cambio guardó silencio, sólo se limitó a escucharle, un poco confundido por sus palabras. No entendía, pero le dejaría continuar. Tom se incorporó nuevamente y le miró directamente a los ojos, tomó aire profundamente y soltó las enormes manos ajenas, poniéndose de pie.

– ¿Tom? –El rubio le miró confuso, pero el pelinegro desvió su mirada y se marchó, caminando rápido– ¡Tom! ¡Espera!

Pero el mayor siguió caminando, no podía decirle, no podía hacer una locura ahora. No quería perder a Chris, no su amistad que era lo único que le quedaba y lo único que siempre había tenido. Iba a decirlo, era tan sencillo en apariencia… sólo dos palabras… Pero tuvo miedo. Empezó a correr por los pasillos cuando notó que el rubio le seguía, y terminó por encerrarse en su camerino, avergonzado, con las mejillas rojas y los ojos hinchados.

Por su parte el rubio no entendía qué le sucedía a su compañero y amigo. Se detuvo cuando le vio desaparecer por un pasillo, lo conocía lo suficientemente bien como para deducir que se había encerrado en su camerino y prefirió no molestarlo, aunque le mataba la preocupación. Aquellas lágrimas, verlo en esa forma, tan frágil, tan destrozado… Se preguntó si había hecho algo mal, si había dicho algo que le había herido o le había pasado a llevar sin querer. Supuso que lo mejor sería darle tiempo… Pero se sentía triste, apenado. Quería volver a ver aquella deslumbrante sonrisa en el rostro de su amigo, a escuchar su risa, a ver el brillo en aquella mirada…

*”*”*

Idiota… ¿cómo se supone que lo enfrentarás ahora? Debe pensar que eres un tonto…” Se decía Tom mentalmente, mientras se cambiaba de ropas. Al mirarse al espejo, no pudo evitar una mueca, sus ojos estaban peor de lo que se había imaginado. Se lavó el rostro y se secó con cuidado, acomodó bien su melena y dejando escapar un largo suspiro salió de su camerino, cargando una mochila con sus cosas personales.

Todo estaría mejor cuando llegara al hotel, o al menos eso era lo que quería creer. Intentaría relajarse, pensar, tomar una decisión. Al salir a los pasillos, estos estaban casi desiertos. En verdad se había hecho tarde, los actores y los dobles ya se habían retirado así como el director y la mayoría de los ayudantes. Supuso que Chris también se había marchado.

Caminó hacia la salida con la vista gacha, ocultando su boca con la bufanda. Estaban en pleno invierno y el frío se hacía notar más que nunca, tal vez porque ahora también se había alojado en su corazón. Se abrazó a sí mismo y se arropó bien con su abrigo negro antes de salir del set de grabación, caminando con paso lento hacia la calle. Llovía ligeramente, pero estaba acostumbrado. Aquello no era nada  comparado con el clima de Londres, además, adoraba caminar bajo la lluvia y no le preocupaba que sus cabellos se mojaran un poco.

Al llegar a la primera esquina, la lluvia y el viento ya hacían lucir toda su gloria y majestad. Las calles lucían casi desiertas, salvo algún que otro transeúnte con paraguas que corría a refugiarse de la lluvia torrencial a algún local. Empezó a considerar la idea de tomar sí o sí un taxi, tampoco se trataba de coger un resfriado.

Sin embargo, la bocina de un coche negro le hizo dar un brinco. El coche se acercó hasta detenerse frente al sorprendido actor, pero mayor fue su sorpresa cuando el conductor bajó la ventanilla y le dedicó una amable sonrisa.

– ¿Te llevo? –preguntó Chris, pero Tom retrocedió un par de pasos, negando con la cabeza.

–No es necesario… descuida. Tampoco quiero mojar tu coche –comentó, mordiéndose el labio. Quería evitarlo, no sabía cómo enfrentar aquellos azules ojos.

–Ya –Chris frunció el ceño y puso el rostro serio– Sube o te obligo a entrar –dijo con voz seria, abriendo la puerta desde adentro.

Tom abrió los ojos, sorprendido por el cambio en el tono de su voz. No dijo nada y subió al vehículo en silencio, con la mirada gacha, un poco intimidado y sintiéndose mal, estaba seguro que lo había hecho enfadar. Durante todo el camino ninguno de los dos dijo nada, ni siquiera se miraron. Fue un trayecto un tanto incómodo, al menos para Tom, quien no despegaba la vista de sus manos o de la ventana.

El coche por fin se detuvo frente al hotel de Tom, pero el pelinegro continuó sentado en el asiento, inmóvil, mordiéndose el labio. Chris le miró fijamente por algunos minutos, provocando que el nerviosismo en el mayor aumentara.

–Tom… –habló finalmente el actor australiano, colocando una de sus cálidas manos sobre las frías del británico.

–Gracias por traerme… –le interrumpió el mayor, mirando finalmente a Chris. Hizo ademán de soltarse y abrir la puerta, pero el rubio no se lo permitió y le sujetó con fuerza.

–Tom, perdóname –aquella disculpa le sorprendió y le hizo abrir unos enormes ojos– Si te hice daño, si te lo sigo haciendo… quiero que me perdones. No soporto ver tu mirada tan triste y dolida.

–No, Chris, ¡no has hecho nada! No tienes que disculparte… Soy yo quien debe hacerlo… Perdona por… por todo… –el pelinegro no hallaba qué más decir, su corazón latía desenfrenado por aquellas palabras de disculpas. Chris era tan tierno, tan atento, tan cálido… Y él había actuado como un quinceañero– Yo… sólo he actuado como un estúpido…

–Tom, Tom, no digas eso –Chris se acercó más a él, tomando su barbilla con la mano libre y haciendo que le viera directamente a los ojos– Por favor, sólo quiero verte sonreír… Eres mi mejor amigo y en verdad me duele verte así… Eres muy importante para mí…

Aquellas palabras retumbaron en su mente. “Eres mi mejor amigo…” El mejor amigo, por supuesto… Sólo era eso. ¿Qué esperaba? ¿Qué creía que iba a pasar? Nada. Absolutamente nada. Esta vez ni siquiera pudo sonreír. Sus ojos se opacaron.

Angustia… Frío…

Al demonio. Al demonio todo, ¡eso no era lo que quería! Ya ni siquiera escuchaba lo que el rubio le decía. Cerró sus manos en dos puños y en un ataque de valor, se acercó a su rostro y le besó en los labios. Un beso tímido, un simple roce de labios que hizo que el menor enmudeciera y abriera unos ojos enormes.

Cuando se separó, le miró directamente a los ojos. Tenía las mejillas totalmente rojas por la vergüenza y respiraba agitadamente por los nervios, pero lo había hecho, se había arriesgado.

–Chris… yo… yo… –tartamudeó, se sentía como un chiquillo con su primera novia, pero iba a decirlo, llegaría hasta el final– Te amo… ¡Te amo…! –se declaró finalmente, para luego bajar la vista ante el silencio de su amigo– Lo siento… te lo iba a decir hoy… Lo siento…

–Tom...

–No, no me digas nada, por favor –le pidió, interrumpiéndole–  Sólo… sólo no me odies por esto… Ya me voy… –Susurró, sonriendo con tristeza. Abrió la puerta, pero no bajó de inmediato, ya que una mano aferró la suya con fuerza. Al girarse, el australiano le miraba con tristeza.

–Tom, por favor… Sólo espera un poco… Sólo un momento –le pidió, con una débil sonrisa. El corazón del pelinegro empezó a latir con mayor rapidez, golpeaba su pecho con fuerza. Dudó unos segundos, para luego cerrar la puerta y volver a acomodarse en el asiento.

Chris tomó su mano y la llevó a sus labios, la besó con cariño y luego se acercó al rostro de Tom, besando sus mejillas, su frente, y finalmente, sus labios. El británico había cerrado los ojos, ¿estaba soñando? ¿Se imaginaba todo aquello? No lo sabía, y por esa misma razón estaba totalmente inmóvil, dejándose hacer. Sentir los labios del rubio sobre los suyos era tan cálido, tan agradable… No pudo evitar entreabrir sus labios, dejando pasar la lengua ajena en su boca.

El beso se hizo más fogoso, más caliente e intenso. Sus lenguas se acariciaban mutuamente, se reconocían, buscaban conocer a fondo las bocas ajenas. Los dedos de Tom terminaron enredándose en la sedosa melena de Chris, mientras que éste recorría su cuello y su costado derecho.

Cuando se separaron, debido a la falta de aire, sus labios siguieron conectados por un casi invisible hilo de saliva. Se vieron a los ojos y entonces el rubio sonrió, acariciando ahora la mejilla del pelinegro.

–Tom… no quiero separarme de ti, nunca… –susurró, provocando que el aludido se ruborizara todavía más y bajara su mirada avergonzado.

–Pero… tu esposa… tu hija… –Habló con tristeza, no quería destruir una familia, a pesar de todo lo que necesitaba aquellos labios, a pesar de todo lo que le amaba… Una hija cambiaba todo.

Chris guardó silencio unos minutos, para luego sonreírle con un brillo en los ojos.

–Nuestra hija… será nuestra pequeña niña. Tuya y mía –dijo, sorprendiendo al mayor.

– ¿Cómo dices?

–Lo que oyes. Eres lo más importante para mí, ya te lo dije –murmuró, tomando sus manos entre las suyas nuevamente. Ahora las sentía cálidas, y eso le hizo sonreír más abiertamente. Amaba a su esposa, pero también amaba a ese actor británico de ojos azules que le miraba sorprendido. Era un extraño sentimiento, pero sentía que sin Tom Hiddleston estaba incompleto.

Por su parte el pelinegro no cabía en sí mismo de alegría. Sentía que todo volvía a tener sentido, que las cosas mejoraban, que el momento sería eterno. Sonrió por fin, una sonrisa verdadera, luminosa, como las que tanto amaba el chico que tenía adelante.

–Casi no puedo creerlo… Esto no parece real… –susurró antes de ser besado nuevamente.

Las manos de Chris empezaron a recorrer su pecho, a acariciar sus muslos de forma lenta, despacio. La lluvia aún caía de forma torrencial, lo que hacía que la escena dentro del coche fuera invisible casi para el exterior. Los besos empezaron a subir de tono, al igual que las caricias. Y Tom… él se dejaba hacer, sintiéndose en el cielo, en un sueño perfecto. Tan íntimo. Tan cálido. Tan cercano.

Tan falso…

Abrió los ojos de golpe. A su alrededor todo estaba oscuro, y hacía tanto frío, pero tanto frío…


Remember me when you're the one who's silver screen 
Remember me when you're the one you always dreamed 
Remember me when everyone's noses start to bleed 
Remember me, special needs 

Just 19 and sucker's dream I guess I thought you had the flavour 
Just 19 and dream obscene with six months off for bad behaviour 

Remember me when you clinch your movie deal 
And think of me stuck in my chair that has four wheels 
Remember me through flash photography and screams 
Remember me, special dreams 
 
Just 19 this sucker's dream I guess I thought you had the flavour 
Just 19 and dream obscene with six months off for bad behaviour 
Just 19 and sucker's dream I guess I thought you had the flavour 
Just 19 and dream obscene with six months off for bad behaviour 

Remember me... 

Just 19 this sucker's dream I guess I thought you had the flavour 
Just 19 and dream obscene with six months off for bad behaviour 
Just 19 and sucker's dream I guess I thought you had the flavour 
Just 19 and dream obscene with six months off for bad behaviour 

Remember me...



Se levantó con algo de dificultad, estaba en el suelo. Con sus manos palpó a su alrededor, y la angustia regresó a su pecho cuando se dio cuenta de que en verdad todo había sido un sueño. Seguía en la zona de los vestuarios. Seguía empapado por sus propias lágrimas. Seguía sintiendo el vacío en su pecho.

–Increíble… Parece que ya perdí la cabeza, ¿en qué momento volví a los 19 años? –Se preguntó, sonriendo con tristeza y apoyándose en la mesa a su lado– Sólo un sueño… un sueño estúpido, obsceno… Nunca pasará… –mientras se decía esto, nuevas lágrimas acudieron a su rostro, pero las dejó correr. ¿De qué servía contenerlas más? ¿Para qué seguirse torturando?

–Una hija… nuestra hija… hubiera sido… lindo –suspiró, caminando hacia el pasillo, intentando encontrar su camerino en la oscuridad. Una vez lo encontró, al encender la luz una imagen le hizo abrir unos enormes ojos.

Chris estaba dormido sobre el sofá, con el teléfono en el suelo junto a él. Tom entró silencioso y tomó el pequeño aparato, notando que le había hecho casi 25 llamadas. Sonrió levemente, no lo había notado ya que siempre tenía el teléfono en silencio. Se quitó la capa y con ella cubrió el cuerpo de su amigo, quien lucía sus ropas normales.

–Tal vez… aún tenga una esperanza –susurró para sí mismo, suspirando y mirando la hora. Eran más de las cuatro de la mañana.

Se encogió de hombros y apagó la luz, para luego sentarse en la alfombra apoyando la espalda sobre el sofá en el cual Chris dormía. Estaba cansado y agotado por el llanto, además de haber dormido en el suelo pero… ya daba igual. En un par de horas más tendrían que levantarse, ¿para qué despertar al rubio?

Antes de volver a cerrar los ojos, se acercó al rostro de su amigo en la oscuridad y dejó un casto beso sobre sus labios.

–Gracias por quedarte… y por existir. Te amo, Chris… –susurró bajo, cerrando los ojos mientras apoyaba la cabeza sobre el hombro del rubio. Se durmió al cabo de unos minutos, con una sutil sonrisa amarga en sus labios.


FIN

Notas finales:

Y bien, ¿qué les pareció? Si les gustó, tal vez pueda hacer una continuación o una serie de one-shots de esta parejita, ya que veo que aquí no hay ningún fic sobre ellos... 


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Como siempre, sus comentarios y críticas son bienvenidos, así como tomatazos, zapatazos, escudazos, un Loki amordazado, un Capitán América o un Iron Man también son bien recibidos :) 
¡Espero leernos pronto! ¡Cuídense y muchas gracias por leer! 

Lacrima Eterna~


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