Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

El infierno es demasiado dulce por Reina Okama

[Reviews - 9]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Notas del fanfic:

el fic está basando únicamente en los juegos 3 y 4, tómenlo como un pequeño AU si gustan~

DMC y sus personajes le pertenecen a Capcom

Notas del capitulo:

narrado por Dante

Realmente no podía quejarme, la cosa iba bien: tenía las cuentas al corriente, la pizza jamás me faltaba y podía darme gustos como aquellos batidos de fresa o nuevas gabardinas de piel; regularmente recibía la visita del chico con el brazo mutante y de su novia, la pequeña castaña de cuerpo menudito... A decir verdad últimamente mi vida se estaba tornando aburrida, ya era menos común mandar al infierno a demonios y había tardes en las que no tenía idea de qué hacer con todo el tiempo libre que tenía. En todas esas tardes, cuando no hacía nada, pensaba en mi hermano, en esa última vez que le vi, cuando cayó al infierno. Nero se ha quedado con su espada y al verlo manejarla con tanta facilidad sólo me hace preguntarme qué ocurrió con Vergil ¿de verdad estaría muerto?...

Resultó toda una broma del destino que esa maldita pregunta fue respondida esa misma noche:

Pasaban de las 3 y justo terminaba una bolsa de golosinas. La semana había estado muy calmada, aburrida, sin asesinatos extraños, misiones o avistamientos de criaturas deformes que según las malas lenguas habían salido del mismísimo infierno. Llovía sin tregua y el cabello podía sentirlo completamente pegado a mi frente; aunque eso no me molestaba, de hecho las noches así me hacían recordar las incontables peleas que tuve con mi hermano. Sí, esas mismas en donde alguno de los 2 terminaba escupiendo sangre.
Continué caminando hasta que, en medio del callejón, creí ver algo tumbado. Un vago muerto por hipotermia fue lo primero que pensé; sin embargo, al irme acercando me pude dar cuenta de mi error.

-¿Vergil? - murmuré sin atreverme a dar otro paso, con la mirada fija en el cuerpo frente a mí.

Sus ropas se notaban muy sucias y en algunas partes rotas, pero fuera de eso, eran exactamente iguales a las que llevaba puestas al momento de caer al infierno. Me agaché hasta ser capaz de verle el rostro detalladamente gracias a uno de los faroles en la esquina. En un inicio dudé en tocarle, pues la posibilidad de que se tratase de una trampa era grande, no sería la primera vez que me tentaban con la imagen de alguno de mis familiares. Al pasar un rato y ver que todo a mi alrededor seguía igual, decidí arriesgarme y moverle un poco, tratando de hacerle volver en sí. Fue en ese momento que me percaté de algo importante: mi hermano no había envejecido nada, absolutamente nada. Seguía con esa apariencia de niñato que yo hacía bastante había dejado atrás.

Solté un suspiro y con la idea de que posiblemente iba a arrepentirme, tomé su cuerpo, acomodándolo sobre mi hombro. Fue ahí que percibí su aroma, el aroma de mi hermano mayor que ni siquiera todos estos años habían logrado hacerme olvidar. Era Vergil, o al menos me encontraba ante la copia más perfecta que Mundus hubiese sido capaz de hacer...

------

No me llevó nada llegar hasta el Devil May Cry y dejarlo sobre el sofá más amplio. Estando ahí, ya sin lluvia de por medio, me le quedé observando. Sus ropas, rasgos, incluso esa expresión seria que mantenía aun estando inconsciente, eran las de mi hermano. Sacudí la cabeza, no podía ser tan estúpido y asumir así, sin más que después de casi 15 años* había vuelto a ver a Vergil. Me había tomado mucho hacerme a la idea de su muerte, como para ahora encontrarme viéndolo en el sofá de mi casa...

Pasé la noche entera mirándolo, esperando pacientemente a que despertara, mas eso no ocurrió. Esperé todo el día siguiente y el siguiente a ese también. Me encontraba sólo ahí sentado, comiendo pizza congelada y durmiendo únicamente cuando el cansancio me impedía seguir vigilándolo sin cabecear. Esperé tumbado ahí una semana completa hasta que al octavo día le vi finalmente abrir los ojos.

Él agitó la cabeza, se llevó una mano a la frente y respiró durante unos segundos con dificultad. Le tomó otro rato más darse cuenta que estaba recostado en un sofá y entonces volteó a verme. Sus ojos, tan fríos como los recordaba, me recorrieron entero. No tardó en colocarse de pie y adquirir una postura claramente defensiva - ¿quién eres? - me preguntó y yo sin poder contenerme sonreí. Ese bastardo era mi hermano, ahora no me cabía duda...

- ¿que quién soy? ¿acaso no me reconoces hermanito? - noté que se alteró al escucharme, muy brevemente. No dijo nada y continuó mirándome, regularmente también observando el lugar. Seguro pensando conseguir un arma - soy Dante y ahora quiero que me expliques qué putada haz estado haciendo estos años y también por qué te ves así - Me levanté y me detuve a escasos pasos de él. Sólo entonces caí en cuenta de lo mucho que había cambiado en todo este tiempo. Me había vuelto más fuerte y robusto, más alto también e incluso me atrevo a pensar que un poco más cool, aunque quizás Vergil no opinara lo mismo dada su reacción.

Clavó sus orbes en los míos, examinándolos como si de esa manera se pudiera darse cuenta de que mis palabras eran verdaderas, y habló: - después de caer al infierno iba a enfrentarme contra Mundus... si Sparda pudo vencerle también yo.. - apretó los puños, malhumorado. No puedo leer mentes, ni siquiera la de mi gemelo, pero estoy casi seguro que estaba maldiciéndome.

Me acerqué más y señalé la estancia con un brazo, sin dejar de vigilarle por si de pronto su obseción por abrir el portal hacia el averno resurgía - ¿qué te parece? ¿te gusta cómo he remodelado? hmm estás hecho un asco, deberías subir y darte una ducha, tengo ropa nueva en mi armario, aunque creo que puede quedarte un poco grande - sonreí con sorna.

- imbécil... no entiendo cómo, ni qué ha pasado... no recuerdo nada -

Intenté darle una palmada al hombro para animarle, pero a cambio lo único que recibí fue un manotazo y una mirada aún más gélida que la que portaba antes - ¡por favor! no quiero pelear contigo... al menos no ahora, sube y descansa un rato; después de todo, todavía no estoy seguro de que realmente seas mi hermano -

Seguía mirándome, analizándome quizás y para mi sorpresa hizo lo que dije, desde luego que no sin antes soltar una maldición. La ropa que traía estaba asquerosa, roída por todas partes, como si en realidad las prendas sí hubieran sufrido el transcurso de los años - lo hago porque mi ropa está deshecha.. - murmuró antes de subir por la escalinata que le llevaría al piso de arriba, ahí en donde el baño y mi habitación se hallaban.

Al verlo irse, suspiré y me dejé caer en el brazo del sillón ¿debería llamar a Trish y contarle lo sucedido o seguir como si nada? ya lo había perdido una vez y estaba seguro de no querer volver a pasar por eso jamás.

------

Mi hermano pasó más de veinte minutos bajo el flujo de la regadera. No le molesté pues supuse que estaría tan confundido como yo lo estuve al principio, por supuesto que yo ya había tenido toda una semana para asimilar el reencuentro. Cuando al fin salió del baño, le extendí algunas prendas y esperé pacientemente recargado en el marco de la puerta a que comenzara a vestirse. Sin querer, me encontré recorriendo su cuerpo de una manera para nada disimulada. No recordaba haber sido tan delgado como él lo era, de hecho llegué a pensar que la palidez en su rostro se debía a la semana que había estado inconsciente.

- ¿algún problema? - me miró con el ceño fruncido, había notado la manera en la que le había examinado.

Sólo sonreí y le quité importancia al asunto agitando una de mis manos. No quería pelear con él, ni siquiera discutir. De alguna extraña manera que no me podía explicar, me sentía feliz de tenerle ahí. Llámenle debilidad si gustan.

Una vez terminó de vestirse y se colocó nuevamente las botas (terminó poniéndose las suyas ante la diferencia de tallas) pasó junto a mí y bajó las escaleras sin mediar palabra. Le seguí simplemente, alzando una ceja al percatarme de que se dirigía hacia la puerta - ¿a dónde vas? - esta vez sí alcancé a sujetarle por el hombro y mi hermano no hizo más que girar el cuerpo para soltarse. Tenía pintada esa expresión sombría y me miraba como sólo puede mirarse a un idiota - quédate conmigo - mascullé sin pensar, sorprendiéndome incluso yo al darme cuenta de lo lastimero que aquello había sonado. No obstante, mi hermano me ignoró y, tomando el pomo, abrió la puerta...

Dio un paso, luego otro y en ese momento ya no fui capaz de mantenerme estático. Como acto reflejo me había lanzado contra él, halando sus brazos hasta conseguir meterlo nuevamente en el DMC.

 - ¿pero qué haces, idiota? - refunfuñó con toda la educación que el momento le permitió.

Yo estaba un poco mal ¿para qué negarlo? quizás también un poco asustado de perderle y no tener la oportunidad de recuperarle otra vez - te quedarás aquí, no me importa cómo haz vuelto del infierno o si esto es una trampa de Mundus, no te dejaré ir. No esta vez hermano -

Podía ver cierta burla en su semblante al igual que incredulidad. Entonces me dio un puñetazo en pleno rostro y se arregló la ropa antes de volver a la puerta. Eso me hizo enojar...

Debía hacer cualquier cosa que estuviese a mi alcance para detenerle, así que en un impulso tomé a Rebellion, mi espada, y la lancé hacia él, atravesando de esa manera su cuerpo por la espalda. Vergil soltó un quejido y al instante en que empezaba a sacarse la espada, le tomé por el cuello, aventándolo hacia el piso del salón. Me miraba con furia, por la boca le brotaba algo de sangre y debido a su debilidad y a la herida en su abdomen, no podía incorporarse.

- haré cualquier cosa para que te quedes aquí - mascullé en voz baja, más para mí que para que me escuchara y me senté en su vientre bajo, mirándole toser sangre hasta perder el sentido nuevamente.

------

Dejé a mi hermano recostado en la cama. Colocando en cada una de sus muñecas un grueso grillete que terminaba en una cadena unida a los pilares de la casa. Tendría que tumbar las paredes para soltarse, aunque en realidad eso no me importaba mucho dado el estado tan débil en el que se hallaba inmerso. Despertó apenas unos minutos después de que hube terminado de encadenarle. La herida en su vientre había sanado ya un poco y su colérico rostro no podía encontrarse más pálido.

- ¡suéltame! ¡no tengo ningún motivo por el cual quedarme aquí! - sus gritos estaban llenos de ira y frustración al no ser lo suficientemente fuerte como para liberarse de las amarras.

- no deseaba llegar a esto hermano...-

- ¡mierda, deja de llamarme así! -

Me llevé la mano a la cara, suspirando, tratando de pensar con más claridad y también como táctica para ignorar los gritos e insultos de Vergil. Que yo recuerde nunca me consideré realmente un demonio, pero en ese instante me sentí distinto, como si tuviese la necesidad de herirlo, de doblegarlo. Estaba confundido, molesto e incluso dolido con él ¿es que no se daba cuenta de lo mucho que sentí su pérdida? todas aquellas veces en las que me arrepentí de haberle dado la espalda a mi propia sangre por la humanidad porque.. ¿qué valor realmente tenían los humanos?

Golpeé a mi hermano en el rostro hasta romperle la nariz y los labios, hasta que la sangre le bañaba por completo y me dejaba de insultar. No moriría porque él, al igual que yo, era un demonio y aquellas lesiones no podían compararse con las que antes nos habíamos infringido uno al otro. Volví a golpearle, esta vez en el vientre, justo en la herida provocada por mi espalda y de la cual aún brotaba sangre. Vergil, incapaz de aguantar el dolor, jadeó ruidosamente y le tomó varios minutos volver a formar una frase: "bastardo, t-te mataré".
La siguiente vez ya no fue un golpe, sino que le hundí la hoja de Rebellion en uno de sus muslos, corté luego su pecho y estuve tentado a también separarle la lengua, pero ahí me detuve y abandoné la habitación para mojarme el rostro y salir en busca de algo de beber.

Notas finales:

en el siguiente chap estará el rape hahaha

 

*para mí esa es la diferencia aproximada de edad entre el Dante del tercer juego con el del cuarto


see ya~

 


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).