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Maquillaje por Konosuke

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Notas del fanfic:

Fanfic bajo licencia creativa y respectivos derechos.

Oh si, damas y caballeros, un fanfic con cliches metidos a proposito <3

Notas del capitulo:

Me gustó como quedó el primer capítulo, los dejo con el :3

—¡¡Ahí viene… kyaaaaa!! — una docena de chicas se empujaban para ver al galán de sus sueños. El susodicho iba con toda la calma que le era posible, pero esquivaba a una que otra, que intentaba arrojarse sobre su cuello cual ave de rapiña ¿Realmente, esto era aceptable en una escuela?

— ¡Señoritas, este no es lugar para acosar! — para fortuna suya, el director cruzó el pasillo y atacó a las féminas, con una cara, que las hizo retroceder cual manada de cebras asustadizas.

Steven pasó a su lado y con un gesto le agradeció la ayuda. Tal parecía que el profesorado se había puesto de acuerdo, en evitar que aquellas alumnas lo aplastaran literalmente y, tener al profesor Mark, fungiendo como el líder de todos, cuya fama de mal genio lo precedía, lo aliviaba. Tal vez por eso, es que le agradaba estar ahí. Metió las manos en sus bolsillos y caminó con toda la seguridad que le daba el saber que atrás tenía semejante escudo de autoridad.

No sabía que tenía, pero atraía a todas las chicas como pastel a moscas… ¡Ja! En realidad estaba mintiéndose; conocía muy bien lo que era: su cabello era dueño de un negro intenso, largo e inclinado de un lado, su mirada profunda, severa, tez blanca y labios carnosos. Era presuntuoso y le importaba un soberano cacahuate. Si era “sexy”, no se haría de menos diciéndose lo contrario. Como remate traía siempre en la oreja descubierta, un trío de pequeños aretes que decoraban y le daban el toque final. Se sentía el orgasmo de toda colegiala en turno.

Tan ensimismado estaba adorándose y poniéndose altares imaginarios, que no notó que la puerta de la biblioteca se abría y ésta, se iba directo contra él. Lo siguiente fue una pila enorme de libros desperdigados por el suelo, más un par de chichones bien asestados.

— ¡Oh no, Sammy! — una escandalosa estudiante golpeó la ya dañada cabeza del playboy con un libro realmente grueso a todo lo que su alma daba. Mientras se esforzaba por asustar a todas esas aves que daban vueltas como locas en su vista, notó como un estudiante de un grado inferior era ayudado.

— ¿Estás bien? Te dije que debía ayudarte, pero no, el niño quiere ser caballeroso… ¡y encima este adefesio te tira saliendo!

— ¿Adefesio? — Steven volteó para todos lados buscando al desdichado hasta que reparó en que el mencionado era él mismo.

—Oh vamos Nataly, no es para tanto… solo fue un accidente— el bulto en el suelo se levantó y se sacudió el pecho. Ahora que lo observaba bien, parecía un chiquillo común y corriente, pero resaltaba por su aspecto desaliñado y retraído. Usaba lentes redondos y su cabello castaño y esponjoso resaltaba unas diminutas pecas que a primera vista no se notarían. Parecía de catorce años y bien podría tenerlos de no ser porque era una preparatoria. En ese caso, al menos debería estar entre unos quince o dieciséis. “Luce un tanto… adorable” seguido de un “¿Ah?” fue lo que pensó el mayor al corroborar lo que en su mente se fraguaba. Pensó que debía irse de ahí antes de pensar más estupideces.

—Lamento el choque… no fue mi intención— se disculpó al tiempo en que recogía un par de libros y se los entregaba.

—Ya… fíjate por donde caminas— le atacó la amiga del agraviado.

—Oh vamos, lo siento, de verdad…

—Está bien, te creo— eran polos opuestos. Mientras ella parecía ser heredera de las amazonas, el otro parecía estar entrenado en el mortal arte de los ositos cariñositos. Se separaron en un cruce de pasillos en un absoluto silencio. Los tres dieron un suspiro profundo al verse sin la presencia correspondiente de los demás.

— ¡Tenias los ojos demasiado abiertos, como platos! Tu cabello te salvó de mostrar una cara ridícula, Sam.

— ¡Perdón, es solo que!— jadeó resignado— me gusta tanto… y tenía que ser el típico macho para mi desgracia.

—Ya, ya, pequeño.

— ¡No me digas pequeño! — lloriqueó mientras ella se desternillaba a carcajadas.

El castaño se hallaba cursando el segundo grado. Desde el primer día que vio al moreno cruzar la explanada con su fan club tras suyo, algo lo sacudió. No fue la personalidad exagerada, tampoco fue su físico. Simplemente al verlo, algo le dijo que eran el uno para el otro. Pero así como le llegó a la mente, lo intentó olvidar. Era imposible, puesto que lucía completamente ajeno a todo. Podría asegurar que Steven no era gay. Como tal, podría asegurar la existencia de un sexto sentido que siempre ayudaba a uno a detectar a alguien entre una multitud. Sin embargo con el resultó todo tan confuso. La primera conclusión fue que era bisexual, aunque la desechó. Insistía tozudamente en negarlo todo. En resumen, se había vuelto loco por él.

Eran las dos de la mañana, y Sam se hallaba metido en su portátil, cuya luz era la única que iluminaba su habitación. Tecleaba con fiereza, haciendo que varias letras inundaran su procesador de textos. Su sueño lo exigía, puesto que anhelaba ser un escritor reconocido. Sin embargo, aquel amor platónico que tanto lo hacía sufrir lo desconcentraba demasiado. ¿Qué había hecho para merecer eso? El sonido de una alerta lo sacó de su letargo y abrió la ventana del chat.

Naty dice: ¡Ya duerme! Es demasiado tarde y mañana tenemos clases pesadas a primera hora.

Sam dice: ¡Lo siento! Es sólo que quería terminar el capitulo para hoy… y tenía pensado en enviar algo para la editorial.

Naty dice: ¿Estás loco? Aun no terminas, es mejor si envías tu escrito cuando lo hayas terminado del todo.

Sam dice: Lo sé… ya no sé ni que pienso… me he estado rompiendo la cabeza estos últimos días… ¡ya no aguanto al verlo!

Naty dice: Tranquilo, sigue escribiendo, creo que te despejara… ¡Oh diablos! Sammy me tengo que ir, escucho pasos y si me descubren a esta hora… bueno, tú imaginaras ¡adiós!

Sam dice: Adiós.

Cerró su computadora y se recostó. Terminó cerrando los ojos y durmió profundamente, después de seguir atormentando su cerebro. Le encantaba sufrir, llego a esa conclusión.

La vida en los pasillos de la escuela comenzaba a notarse. Y todo transcurría con cierta calma de no ser por unos gritos que, del otro lado se oyeron llegar.

— ¡Oye, pequeño!

— ¡Joder! ¿Qué manera de fastidiarme es esa?

— ¡Ay! Perdone usted.

—Ja ja, graciosa… ¿Qué es ese bulto de telas?

— ¿Oh, recuerdas que te mencione una convención? Pues iré, así que decidí que disfrazada de colegiala seria genial… solo que quise hacerlo realista y es un uniforme idéntico al nuestro, solo que mas… “corto” — se acerco lo suficiente a él, para darle a entender el significado de aquellas palabras.

—Eres una pervertida— exclamó fingiendo ofensa.

Soltaron una carcajada y continuaron rumbo a su salón, donde seguramente una larga, aburrida y repetitiva clase los aguardaba. El día pasó sin sobresaltos y a excepción del receso, los recovecos de aquel edificio lucían imperiosamente silenciosos. Entonces, sonó el timbre de salida. Los alumnos iban saliendo para sus casas, completamente cansados, bostezando y arrastrando los pies. Algo sumamente típico que esperar. El dúo dinámico se hallaba ahora, caminando sobre una acera. El chico comenzaba a desesperarse y con mucha razón. Su amiga llevaba todo el tiempo que caminaban viéndolo de reojo. La sensación incomoda de la mirada llenó su saco de la paciencia, hasta que exclamó enfadado:

— ¡¿Bueno, tú que estas tramando, es molesto, sabes?!

—Oh lo siento su ancianidad.

—Serás una… ¿Por qué me miras tanto?

—Veras, tengo mi uniforme, pero tú conoces a mi madre… es casi una monja y si llevo esto a mi casa, seguramente se infartara… entonces…

—Ya sé… dámelas— gruñó resignado, mientras recibía aquel montón de ella.

— ¡Eres tan buen amigo!

—Aduladora.

La madrugada lucía calma. Nataly, descansaba en su cama, mientras un rastro de saliva salía de la comisura de su boca, la cual enmarcaba una curiosa sonrisa. Si alguien la observara, podría jurar que por las escasas palabras incoherentes que soltaba y esas mejillas arreboladas, estaba teniendo un sueño, nada decente por supuesto. Sin embargo, el escándalo de su celular la despertó de un salto.

— ¿Sam, que carajos haces marcándome a estas horas?

—Ah, no lo había notado.

—Cabrón.

—Mas importante… ¿Cuándo será la convención?

—En cinco meses ¿Por qué?

— ¿Si te digo que mañana lleves tu maquillaje a la escuela, aceptarías?

—Pues sí, pero si me aclaras tanto misterio sería mucho mejor.

— ¿Sabes? Ya me canse de siempre verlo, de siempre suspirar por él sin acercarme así que…

— ¿Así que?

—Daré la iniciativa, así sea como mujer.

—Mierda ¿te quieres operar las pelotas?

—¡¡No!!

—Entonces…

— ¡Voy… —dudó ligeramente para después arremeter con plena seguridad— voy a disfrazarme de colegiala!

Notas finales:

Los reviews me alimentan ;3


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