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Parabatai por Scarlett_Rose

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Notas del fanfic:

No tenia Internet (me lo quitaron ¬ ¬) durante casi un mes, entonces sin nada que hacer, me puse a escribir todos esos días, la verdad es que no hice mucho, solo algunos Fics nuevos, y otros one-shots incompletos, por alguna razón en el momento del lemmon siempre se me iba la inspiración. ¡Mierda! Bueno, este es mi primer Fic sobre un libro y como me compraron el de Cazadores de Sombras: Ciudad de Huesos, estuve leyendo; mientras más leía, más me gustaba ver a Jace con Alec, bah, en realidad mi preferido es Alec y por mi, todos con él xD

Bueno, dejando de lado mis penas y anécdotas de vacaciones, los dejo con la historia. Es breve y no tiene lemmon complejo, solo un simple toqueteo, bien continuemos ahora con la lectura.

Capítulo Uno.

Estaban descansado, después de tanto entrenar era merecido un buen descanso, bueno al menos él si se tomaba enserio lo de entrenar.

Tenia una pierna flexionada, su brazo inclinado recargando el codo contra su rodilla, y de ahí el puño estaba ligeramente apoyado contra su barbilla. Ladeo ligeramente la nuca. Le caian cabellos sobre el rostro, pero estaba tan entretenido con el bailar de su cuchillo serafín, que no los hacía a un lado.

Alec, por otro lado estaba derrumbado en el césped. Con un libro encima de su pecho, indeciso en leer o seguir mirando el movimientos de las hojas, sus pestañas oscuras entrecerradas y obstruyendo sus ojos de un tono azul oscuro.

—¿Por qué soy el único en entrenar?, somos Parabatai. —gruño Jace, ladeando el rostro para verle fijamente, eran pareja de guerreros, más unidos que los hermanos, pero aun así, Alec nunca complacía sus expectativas. Él era tan calmado, y sumiso, nunca antes asesinado a un demonio.

—Por muy Parabatai que seamos. No estoy obligado a hacer todo lo que haces. —dijo Alec, muy tenso, sus labios formaban una perfecta línea recta. Estaba cabreado por otra pelea entre Clary y él, pidió apoyo de su compañero y este idiota solo le respondió: “Te hará bien; intenta verlo como adiestramiento de tú capacidad de resistencia”.

—Chicos, retomemos sus clases de historia. —Hodge, venia del Instituto con una amplia sonrisa paterna en el rostro, aquel hombre los había prácticamente adoptado, enseñándoles todo lo que sabia y comprendia.— Alec, Jace, en marcha.

—¡Hodge! —Jocelyn, intercepto al hombre antes de pegara vuelva, y volviera al interior del Instituto. Hablándole entre susurros, al parecer era algo confidencial. Tomando su largo cabello para atarlo en una coleta.

Alec, les miraba sin realmente mirarlos, la familia Fray no le agrada, quizá un poco Valentine y Jocelyn, pero su hija; Clary. Ni uno, ni otro se soportaban. Lo malo el problema es que debía hacerlo pues ella era la Parabatai de su hermana menor. Isabelle.

—Hmg~ —apoyo los codos sobre el césped, para inclinar el cuerpo y tener mejor vista, entrecerró los ojos hasta casi rozar entre pestañas, después comenzó a agitar su mano, espantando.

—¿Qué haces ahora, Alec?, acaso al fin admitirás que le temes a los fantasmas. Es vergonzoso que un cazador de sombras de catorce años, les tema a algo tan ordinario como ellos.

—No es eso. —le miro directo a los ojos, con una mirada dura, agitando más su mano—, ¿crees que haya mosquitos aquí?.

No era alguien vanidoso, para nada. Es solo que la última vez que un insecto le pico, estuvo tumbado en cama, lleno de ronchas hasta por el culo. No quería pasar por eso, de nuevo. Isabelle, Max y él poseían piel muy sensible y demasiado pálida para su gusto.

—¿Moscos? —Jace igual hizo movimientos con sus manos para comprobar—, No lo creo, ¿por qué lo preguntas?.

—Eso. —señalo a Jocelyn, más cerca a su cuello y esa machita roja que le adornaba. No iba a pasar por la misma picazón dos veces. Ladeo la cabeza, y se quedo boquiabierto. Jace le sonreía juguetón, con cierto aire de maldad, dejando de jugar con su cuchillo.

—¿De que te burlas?. —pregunto mosqueado, levantando una perfecta ceja negra, cerrando el grueso libro, que más parecía una Biblia.

—De nada, de nada. Alec eres tan… tú.

—Alec, Jace. Vuelvo en unos minutos, tengo asuntos importantes que solucionar. —y así como llego, se fue. Dejando a Hugo, volar libremente por todo el amplio jardín del Instituto. La calma y el prolongando silencio les reinaba de nuevo, Jace canturreo en voz alta mientras movía el cuchillo serafín de un lado a otro por entre los dedos; molestar a cualquier desgraciado que se cruzara en su camino, siempre le ponía de buenas.

Alec por otra parte, no lograba continuar con su lectura, una; por qué los canturreos de Jace le desesperaban y dos, no podía sacar la risa del otro de su cabeza, levanto ligeramente los tobillos, balanceándolos de atrás hacia delante, para sentarse sobre el césped. Dudo sobre hacer validas sus preguntas y dudas, especialmente porque era Jace Wayland con quien estaba tratando.

—Jace —comenzo, cerrando con suavidad el libro y dejándolo a un costado de él. Jace le miro de reojo, subiendo más el tono de su tonadita.— ¿Qué era eso que tenia la señora Fray en el cuello?. “¡Ahí esta!… De nuevo, esa sonrisa”.

—Normalmente, esta pregunta me la hubiera esperado de cualquier persona menos, de ti. Alec. Incluso el mundano seguro lo sabría. —se le escapo una carcajada.

—Tú falta de seriedad acaba con mi paciencia. Limítate a responde mi pregunta. —dijo Alec en un siseó. Apretando los labios con fuerza.

—Y tú testarudez acaba con la mía. —soltó una suspiro indignado y resignado. Llevando su mano a esos cabellos que le cubrían el rostro, acomodándolos detrás de su oreja—. Son… marcas de besos.

El rostro de Alec, era todo un poema, inclinando un poco el rostro, Jace asumió enseguida que su compañero no le pillaba y que estaba por darle una contradicción absurda. Hizo un ademán con la mano, para callarle incluso antes de que hablara.

—Las marcas de besos, son cuando besas la piel pero aparte la chupas. —le vio acercarse pero nada de importancia, incluso cuando ese menudo cuerpo se acomodo entre sus piernas, tomando la mano que no sostenía el cuchillo. Jace levanto una ceja.

Alec, se inclino, tomando firmemente su mano y la muñeca, acercando su boca y

… clavarle una buena mordida.

—¡Burro! Me haz mordido. —chilló Jace, agitando su mano, la muñeca le palpitaba y las venas se notaban irritadas, eso sin contar la fina hilera de dientes que quedaron marcadas en la carne—. ¡Se chupa, no se muerde!.

—Comprendo, chupar, no morder. —se inclino de nuevo, pero Jace ya le tenia miedo así que revolvió el brazo para soltarse. La boca ligeramente abierta y el aliento calido le tenso, después sintió los labios rodeando el área lastimada, chupando lentamente la piel y saboreando con su esponjosa lengua.

Jace tembló, viajando sus ojos leonados por toda esa mata de rebeldes cabellos oscuros como la noche. Antes de alejarse, le dio una última lamida a la piel, admirando, sin embargo se encontró insatisfecho, la marca era tenue y no sobresalía. Como la de Jocelyn Fray.

—Quizá… en un lugar más claro. —sus largos dedos, se deslizaron por la manga subiendola para dejar descubierto todo el largo brazo, hasta el codo.

—Espera, espera. Alec, te explique lo que querías saber, ahora haz tus experimentos con alguien más. Chit, chit. —apretó los labios, mordiendo el inferior, la lengua caliente se movía por encima de la piel, mientras los labios chupaban y chupaban sin descanso. Comprendía un poco, el porque los vampiros disfrutaban tanto ser mordidos en el cuello y muñeca.

Un hilo de saliva les unía, Alec tenia las mejillas arreboladas, pero gracias a su palidez, era tan sencillo notarlo. Embozo una amplia sonrisa, y los ojos azul oscuro parecieron brillar. Hermoso.

La marca de beso, era notable, demasiado para el gusto de Jace, ese brazo no volvería a ser el mismo después de esto, chasqueo la lengua, y sintió temblar todo cuando Alec, pasos sus brazos por detrás de su cuello, rodeándole y caminando sobre sus rodillas para reducir el espacio. Se acerco lento, hasta su cuello, depositando cortos besitos sobre la piel, arrastrándolos hasta su clavícula.

—A-Alec. —trago grueso. El pelinegro regreso al punto de partida, chupando la piel para hacer una nueva marca. En el cuello molaban más—. ¡Ey! En lugares visibles, no.

Aunque Jace imagino que su compañero, le mandaría por tubo y se alejaría o que incluso la vergüenza vendría a él, lo único que Alec hizo fue bajar la mirada y su mano para sobar sobre su entrepierna. Jace gimió quedamente, ahora sí; entrando en estado de alarma, juntando fuerzas para empujar a su hermano de su espacio personal.

—Estas duro. —comento, ladeando la cabeza, con la otra mano, cogió una de Jace, llevándola hasta sus zonas muy personales, Jace se vio involucrado en palpar de igual forma la dureza que crecía debajo de los pantalones del moreno. Apretó los labios con mayor fuerza. Escucharon el sonido de las cremalleras bajar, y el rubio pego el grito al cielo al tener ambos sexos (el de él y el de Alec) fuera de sus preciadas ropas.

Alec, recargo la frente contra su hombro, masturbando su miembro con su mano y con la cercanía del otro, Jace parecía desconectado, seducido por el sonido quedo que le otorgaba su Parabatai al oído. Jadeo, el presemen de ambos se combinaba, haciendo más fácil la masturbación. Tímido (como nunca fue), acerco su mano para tocar el falo del ojiazul, sintiendo su cuerpo tensar y que este se alejara para mirarle con duda.

—Chit, chit. Que nadie sabra de esto, ¿eh?. —despego la nuca del tronco del árbol para atrapar sus labios y besarle con lentitud, aproximando su lengua hasta esa calida cavidad, que se abrió ante él, permitiendo la entrada, las lenguas se rozaban de forma vaga para después tomar un baile más descarado. Las manos se intercambiaron, Jace con el sexo de Alec y viceversa, juntando ambos falos para que se fregaran entre ellos.

Alec subió una mano para rodear su cuello, volviendo demandante ese beso, hasta dejar hinchados los labios, pero solo dos segundos se separaron, apenas recuperaron respiración, Jace volvió a atacar su boca, devorando su lengua. Eran unos niños experimentando y el orgasmo no tardo en darles alcance, su respirar era acelerado y con las mejillas rojas, muy rojas.

Se limpiaron con un pañuelo, acomodando las ropas y las apariencias. Alec quería besarle de nuevo, uno antes de que todo se olvidara.

—¡Jace, Alec! —Hodge parecía volver, los dos cazadores tuvieron que levantarse y acercarse a su maestro—. Lamento la demora, igual quiero presentarle a un posible maestro para ustedes, es un brujo que trabaja para la clave. —Hodge se hizo a un lado, un hombre alto y delgado de cabellos como una corona espesa de púas negras.— Magnus Bane.

El hombre les miro con una sonrisa encantadora en los labios, haciendo una exagera reverencia real ante ambos cazadores. Los ojos gatunos del brujo se mantuvieron fijos sobre Alec, y aunque el cazador le intento mantener la mirada, al final termino sonrojándose violentamente.

—Venga conmigo, Señor Bane, ahí cuestiones que aun debemos tratar.

Magnus le dedico un reluciente guiño a Alec, que se mostró estupefacto—, Llámame cuando necesite algo, cualquier cosilla.

Alec, se ruborizo y tartamudeo, Jace le paso el brazo por detrás de su cintura, apoyando los dedos sobre su cadera.

—No necesita nada de un brujo. Somos Parabatai después de todo.

Notas finales:

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