Matt odia a los animales. En especial a los perros. Pero los odia a todos en general. Son como niños que jamás creceserán y tendran que ser cuidados hasta su muerte, para que después sus dueños lamenten su pérdida como si fueran sus verdaderos hijos. él puede cuidarse sólo y cuando muera si habrá razones lógica para llorar su ida al otro mundo, pues é es un humano, que actúa como perro, pero en fin, un humano hecho y derecho.
Pero bueno, Matt odia en especial a los perros, porqué incluso algunos son mucho mejor tratados que el. Porque si, él es un perro. O al menos es tratado como tal. Y tiene celos de asomarse por la ventana y ver a los amos con sus mascotas, sacándoles de paseo, dándoles premios y haciéndoles mimos. Porque el se pasa el día entero dentro de un desastroso apartamento contaminado por el humo del cigarro y sucio hasta el tope de basura. Y no es que le moleste, pues no es fanático de salir a pasear, pero le gustaría recibir la misma o incluso más atención que los perros del barrio.
Aunque a veces él mismo se comporte como un animal, y de verdad merezca ser castigado, al fin y al cabo cuando hace algo bien lo recompensan como se debe, y a los demás perros no los recompensan como a él. Lo duda, sino habría demasiados zoofilicos.
En fin, ahora que lo piensa, no los odia, bueno, no tanto como pensaba. Tal vez los envidia, por recibir mejores tratos, pero de todos, él es el animal mejor compensado, y eso cuenta demasiado. O eso quiere creer él.
Así que los odia, pero no tanto. Un poco porque se siente humillado al ser relacionado con esos animales, inútiles que aprenden trucos estúpidos y se tiran de panza para que les hagan cosquillas. El chico tiene su orgullo. Pero se comporta como ellos, pues es fiel hasta el final y siempre se deja hacer, ya sean caricias o golpes. Entonces piensa que tal vez los perros e incluso otros animales, lo odien a él, por tener un dueño tan sensual, sádico y bien dotado. Si me entienden.
Ya que la mayoría de las personas con mascotas son, o niños pequeños que los torturan o viejos amargados, o viejas locas que los tratan ridiculamente como hijos, con todo y ropas extrabagantes.
En cambio, él tiene un dueño de 18 años, que si bien, no lo recibe con una tazón de comida caliente o mimos sabe que lo ama y lo cuida como su perro. Porque lo es. Pero solo de su amo.
Conclusión: El odio es recíproco, pero inexplicable.
No hay razón para sentir ese sentimiento de odio o envidia a los animales, pero lo sentido está sentido y no es fácil de dejar atrás. Menos si la vecina de enfrente cada vez que sale deja su perro al cuidado de una niñera profesional. Y siempre que ve por el visor de la puerta ve a la chica llegar con el maldito can más arreglado que ella misma. Si, probablemente tambien sean celos. Pero da igual, porque justo ahora va llegando su dueño, con una sonrisa de oreja a oreja y eso, mis queridos amigos, será el inicio de una buena recompensa.