Un japones en las mil y una noches
Paz
Capítulo 1: Acuerdo entre rivales
Kaede le cuesta conciliar el sueño por las noches, pero lo que busca mil trucos para conseguirlo. Ha agotado todos los recursos posibles a su alcance, comienza a desesperar cuando inesperadamente una tarde da con la solución perfecta.
No tenía por costumbre ir a Danny’s, pero aquella tarde tras un arduo entrenamiento necesitaba beber para reponer el líquido perdido y como había olvidado meter un botellín de agua en su bolso, decidió, ya que le pillaba de paso, entrar.
Vió una mesa vacía y allí que fue a sentarse, enseguida, una servicial camarera tomó su pedido.
De pronto, a su espalda, escuchó una exclamación.
-¿Te lo estas inventando?
-Te digo que pasó así.
-Es demasiado inverosimil –insistió la primera de las voces.
-Lo vi con mis propios ojos.
Rukawa ya no tenía dudas esa era la voz de Sakuragi y posiblemente los demas eran sus amigos.
-Dijiste que el vagón estaba lleno y que no podías moverte –la voz ahora era la del gordito- Si estabas aplastado contra el vidrio, como pudiste ver lo que pasaba.
-Os lo dije estabamos en vagones diferentes, lo vi todo a traves de los cristales de las ventanillas.
-No es posible. ¿Seguro que se trataba de Sendoh?
-Sip… nunca olvido un peinado –aseguró y al instante las risillas de sus amigos acompañaron su afirmación.
-Siempre has tenido mucha imaginación, Hanamichi. Ya de pequeños contabas unas cosas increíbles y no nos digas ahora que tambien entonces te pasaban –dijo riendo uno de ellos.
Rukawa creyó reconocer la voz del rubio.
-Bueno… eso no… pero ahora le vi. Miraba en mi dirección y movia la cabeza negando, supe que me estaba pidiendo que no lo contara.
-Si así fue ¿Por qué lo haces? –preguntó Yohei.
-¿Cuándo me he resistido a contar una buena historia? –preguntó a su vez.
Rukawa perdió todo interés en marcharse rapido, permaneció allí sentado escuchando el resto de la conversación de Sakuragi con su tropa.
Mucho despues que se marcharon el continuaba allí sentado.
-¿Por qué no? –pensó voz alta sin darse cuenta- Puedo probar.
Al darse cuenta que unos que pasaban junto a su mesa le miraban raro, acercó su vaso a los labios dandole un trago largo.
Solo habia un inconveniente ¿Cómo pedirselo? De camino a su casa dandole vueltas en su mente el modo de acercarse a Sakuragi sin salir lastimado.
Algunos días despues el azar se puso de su lado, enterandosé por unos chicos que estaban desalojando unas viejas viviendas para ser derribadas cerca del puerto pesquero. Uno de los chicos comentó a su vez que sabía que allí vivía Sakuragi.
Si es así, y no dudo de que estaban bien enterados, y que entre los afectados estaba Sakuragi, supo que era la oportunidad que estaba buscando. Ahí estaba.
Conocía la costumbre de Sakuragi de ser el último en entrar a las duchas, bueno, el último no.
Él se quedaba practicando un rato en tanto los demás alborotaban en el vestuario.
Sakuragi se dirigia a las duchas cuando él entraba. Mientras él se duchaba el pelirrojo marchaba dejandole encargado de cerrar el gimnasio.
Aquella tarde apenas se fueron sus otros compañeros, recogió el balón y se dirigió a las taquillas.
Se detuvo delante del acceso a las duchas, esperando.
Escuchó a Sakuragi renegar unos segundos y enseguida le vió salir apresuradamente, para recoger del estante un lienzo, dandole tiempo a observar que su compañero no tenía nada que envidiar.
Al darse cuenta que no estaba solo, se inmovilizó un instante, al percatarse que estaba desnudo, se apreusró a cubrirse.
-¿Qué haces ahí? ¿Me espias?
-¿Tienes algo de valor? –preguntó a su vez con un matiz de malicia, que el inocente de Sakuragi no percibió.
-Idiota…
-Me he enterado –decidió no perder tiempo con discusiones tontas.
-¿Qué cosa? –sintió curiosidad.
-Tú desahucio..
-¿Y quieres burlarte? –su mirada se ensombreció.
-Necesito tu ayuda.
-¡¡Ehh!! ¿Te burlas? –al ver su expresión decidió cambiar de tactica- ¿Qué favor?
-Cuentas historias…
-Si.
-… y eres bueno.
-Nadie cree en ellas.
-Yo si.
-¡¡Eh!! ¿Por qué crees? ¿A cambio de qué? Estoy seguro que tu vocabulario es bastante más extenso, por favor, dame el gusto. –no era tan lento en comprender que le necesitaba como narrador.
-Si me lo pides así. –se paso la punta de la lengua por los labios humedeciendolos.
Era un gesto nervioso con el tiempo Hanamichi comenzó a identificar casi todas las particularidades de su compleja personalidad.
-Padezco insomnio, -confesó como si fuera algo que debía mantenerse oculto- Me cuesta conciliar el sueño y he agotado mis recursos para entretenerme, por eso si consigues distraerme con tus historias te ofrezco alojamiento en mi casa. Los dos salimos ganando.
-¿Por cuanto tiempo?
-Hasta que me aburra de escucharte. –dijo impavido.
-¿Tienes algún tipo de preferencias o lo dejas a elección del narrador? –inquirió muy tentado en darle un si rotundo. Olvidando desde ese instante cualquier tipo de rivalidad que había entre ellos.
-Las que quieras. –su boca se curvó con malicia- No me importaria escuchar la que interviene Sendoh –le estaba dando a entender que había escuchado su conversacion dos semanas atrás.
Hanamichi soltó una carcajada.
-Esa es muy picante –aseguró.
-Estoy convencido que esas son las mejores –admitió Rukawa.
-¿Puedo pensarlo? –la oferta era muy tentadora.
-Tomate el tiempo que quieras.
-Si, aceptara ¿podría tener espacio para conservar algunos muebles?
-Hay unas cuantas habitaciones vacías… podrías disponer de ellas a tu gusto.
-Siendo así… acepto. –decidió.
-¿Ya lo has pensado?
-Si…, soy muy rapido tomando decisiones. Mañana no tenemos entrenamiento, si me das tu dirección podré hacer el traslado.
-Haremos algo mejor, cuando acabemos aquí nos vamos a tu casa, recogemos lo que podamos y lo llevamos en la bicicleta y mañana alquilamos una camioneta.
-Yo… no…-no sabía como decirlo.
-Correra a cuenta de tus historias.
-De acuerdo.
Continúa en el proximo capítulo