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Cap 5 amnesia
Sasunaru
Soledad
Se había descuidado, no había notado que esa precisa persona se le lanzaría encima suyo tomando con la guardia baja. Sentía como era levantado nuevamente del suelo y oprimido contra la pared.
La tormenta que había empezado a caer acompañado de rayos y truenos que sonaban unos después de otros; acompañaban ese silencio que había tomado la oficina, cada rayo que aparecía, daba una luz que iluminaba todo por unos instantes. Solo aquello era escuchado, nadie decía o no se atrevían a decir algo.
-veo- decidió romper ese silencio tan amenazador y cortante que se había tornado en el lugar, sin saber que con cada palabra suya empeoraba las cosas, volviéndolas temerosas- que has cambiado- veía lascivamente a la figura que lo sometía contra la pared de manera brusca-Hinata- sonrió viendo a esa mujer de cabello azulados, recogiendo en una coleta alta, la cual caí un poco mas debajo de sus caderas.
Viéndolo asesinamente con esa mirada perlada, que daba a entender el sonjutsu que poseía: el byakugan, sentía como esa mirada llena de dolor, furia y aun sorpresa, veía a través de sus ojos de su, de su propia lama, o eso creía el rubio. Esa facción de rabia, de ira, lo llenaba de sorpresa contenida, nunca se había imaginado que esa peli azul le iba hacer semejante cosa.
- ¡tú no eres Naruto!- empezó a gritar con dolor- ¡tú eres un monstruo! Un monstruo sin sentimientos! ¿Qué anda te une a la aldea?- sonó con burla y un bufido-hum ¡¿acaso no entiendes que nosotros somos tus amigos, tu familia, tu hogar?! Siempre fuiste un ejemplo para todos los que estamos aquí, siempre fuiste mi admiración, siempre fuiste un gran ami…- fue interrumpida al sentir como el cuerpo que tenía entre sus manos había desaparecido en una explosión, creando un telón de humo.
-bravo, bravo, bravo- aplaudía, mientras la electricidad llegaba nuevamente a la oficina y a la aldea. Todos levaron sus vista sorprendidos hasta donde ´provenía esos aplauso tan animados y esa voz. El rubio que había sido anteriormente atrapado contra la pared, ante la atenta mirada de sus compañeros, ahora se encontraba recargado en la pared contraria a la que había sido atrapado- veo que ya no eres la tímida, inútil, miedosa Hinata de hace quince años. Eres más fuerte, más explosiva, mas segura de ti misma- caminaba de manera felina hacia su escritorio nuevamente ante la atenta mirada de una Hinata sorprendida- ¿acaso tu byakugan, no pudo ver que era un bushin? Bueno… no me sorprendo. Amistad, amor, fraternidad, compañerismo, familia. Ja. Esas palabras ya no existen en mi vocabulario ni en mi diccionario. Neji.- vio al mencionado- controla más a tu querida esposa, porque si esto sucede nuevamente no dudare en meterle un rassengan a Hinata.- sonrió viendo a la peli azul que apretaba sus manos- si solo era eso, así que todos pueden irse- volvió a sentarse en su asiento ahora con expresión fría; mirando como cada uno daba una reverencia y salía de ahí en una explosión.
-¿Qué le sucedió a ese Naruto que conocíamos?-
-imagine que te habías ido, sensei- lo miro con el rabillo de sus ojos.
- y yo imagine, que querías hablar Naruto- hablo cereñamente viendo al rubio que tenía frente suyo.
-hablar de ¿Qué?- respondió como si nada al ver el tono de voz que había tomado el sensei que tenia frente suyo.
-por ejemplo… de Iruka- sintió como la voz del peli plata se había llenado de amor al decir el nombre de su sensei de academia.
-¿crees que me importa?- tarto de sonar los más serio posible, para que no notara la inquietud de su voz.
-solo quiero decirte que está bien, y solo que te extraña- hablo con algo de melancolía el peli plata recordando a su peli café.
-mmmm- no levanto la vista como si no le importara, el rubio solo escucho una explosión proveniente del peli plata.
Cuando sintió que ya no habían ninjas cerca suyo, solo se dejo caer a su silla de manera pesada, soltando un suspiro melancólico y cerrando sus ojos para dejarse caer nuevamente en un sueño reparador, sin importarle la lluvia y mucho menos sin impórtale en donde se encontraba.
Había despertado lleno de sudor y lagrimas secas en su rostro, con la respiración más agitada de lo normal. No recordaba el sueño, pesadilla o recuerdo que lo había torturado en su inconsciencia para hacerlo llegar hasta el llanto. Fue directamente al baño de su oficina, vio aquellas ojeras que tenia debajo de sus ojos, esa hinchazón que indicaba sus ojos y ese color carmín de venitas en su parte blanca, le demostraban que había llorado, mucho enserio que había llorado mucho, pero no lo recordaba.
Aquellas ojeras, esos ojos le recordaban tanto a su niñez, a su adolescencia, ¿enserio había sido un sueño tan terrible para hacerlo llorar e esa manera? Soltando un gran suspiro llevo sus dedos hacia sus ojos aprontándolos levemente, viéndose con curiosidad esas ojeras. Fue cuando un pensamiento fugaz en su mente, había sacado una hermosa sonrisita, tan bella como las de antes, tan extrañamente cálida. Al notar tal expresión en su rostro, no pudo más que sorprenderse a sí mismo. Había imaginado que había olvidado sonreír cálidamente, pero no, ahí estaba, esa idea absurda e infantil hacia que sonriera amenamente.
-disculpe hokage-sama- abrían la puerta de su despacho, esa voz, esa niña, que ahora ya era una mujer hecha y derecha en todos los sentidos de la palabra.
Moegi había entrado en la oficina del rubio, tímidamente había entrado primero su cabeza por la puerta, para confirmar que el rubio ya estaba en su oficina. Mas no lo vio, entro lentamente haciendo un, trac, en cada paso que hacia gracias a sus tacos en forma de botas, como las que utilizaba su sempai, Sakura Haruno.
Suspiro pasamente al recordar todo lo que había pasado la anterior noche, era sumonte decepcionante para su cabeza, ya no había duda alguna, ese rubio ya ni era la sombra, ni el vestigio de lo que había sido el rubio; camino por la oficina viendo, observándola detenidamente: de un momento a otro se había posicionado al lado derecho del gran escritorio para ver aquella aldea por el gran ventanal, aquellos arboles que estaban fuera de ese gran muro de roca; sonrió maravillada de esa majestuosa vista verde, esa frescura que denotaba cada árbol por las gotas de lluvia eran hermosas. Ya lista para salir de aquella oficina, se dio media vuelta, viendo con curiosidad una puerta abierta. Se acerco silenciosamente, para ver quien se encontraba ahí dentro. Su sorpresa combinada con una sonrisa en sus labios y una luz de esperanza en sus ojos cafés salieron a flote al ver aquella sonrisa del hokage que tenía delante de él el cual se observa en un espejo, sin darse cuenta de la presencia de esta.
La luz, la esperanza crecía y hasta lágrimas querían de sus ojos, contuvo el llanto, tanto tiempo había pasado desde que había visto una sonrisa tan sincera de parte aquel rubio sádico que ahora le hacía querer llorar como una pequeña niña.
Había salido de la oficina con los folders en sus manos, con una sonrisa cálida, que a todos los que pasaban por ahí les sorprendía, esa niña peli naranja, no era exactamente que sonreía de esa manera por cualquier cosa, sabían que solo lo hacía por cosas que realmente importantes en su vida.
-oye Moegi, enserio es raro verte sonreír de esa manera y más cuando sales de la oficina del hokage ¿acaso viste algo muy interesante?- le preguntaba una pequeña niña de 13 años, peli café de3 ojos perlados.
-secreto, Miku- sonrió de manera traviesa viendo aquella adolecente que tenía delante suyo.
-ammmm- haber dime que te hace sonreír Megumi nee-chan- hacia un puchero la joven peli café- haber dime, siii- insistía mientras jalaba de la ropa de la peli naranja-
- creo que quedarte mucho tiempo con lee-san se te ha pegado la energía de este-
-¡oye!- reclamaba con un puchero en su rostro- no soy como tío lee- hablaba de manera infantil.
-ja ja, si te pareces- sonreía al ver la actitud de la única hija de los esposos Hyugas-
-oye Miku. Espero que no estés molestando a Megumi-chan- hablo una voz detrás de las jóvenes. Una voz tranquila y serena.
-no oto-san- se dio media vuelta con una gran sonrisa en su rostro para ver al poseedor de aquella voz. Le encantaba ver a su padre, de cierta manera.
- te dije que no usaras esa ropa- reprendía a la niña que tenía delante suyo, que tenía un short muy corto, un top y encima de este una chaqueta color roja (imagínense la ropa de Hinata de road to ninja).
- pero oto-san esta ropa me permite ser más ágil y más rápida en las misiones- se justificaba ante la atenta mirada perlada de su padre
-déjala querido, son sus gusto, debemos comprender que nuestra niñita está creciendo- hablo Hinata con una sonrisa, demasiado sincera y bondadosa.
-oto-san- llevo su mirada hacia detrás suyo para ver a su madre.
-pero Hinata, aun es muy joven para que utilizar ese tipo de ropa- rebatía Neji con su esposa por lo que vestía su hija.
- solo ve el lado positivo, va a tener más agilidad en sus misiones- sonrió amenamente guiñándole un ojo a su hija-
- está bien-suspiro con algo de frustración- pero- vio a la mujer que tenía delante suyo- es tu culpa si sucede algo-
- no va a suceder nada oto-san—hablo antes de que su madre respondiera a las palabras de aquel peli café de ojos perlados.
Mientras la familia de ojos blancos estaban en su discusión familiar, la peli naranja aprovechado de tanta confusión había decidido salir sin hacer ningún ruido, no quería tener a esa peli café encima suyo. Debía tener cuidado con lo que hacía y decía con respecto a lo que había visto.
En la cárcel de konoha.
Glup… glu… glup… el sonido pausado y suave de las gotas de agua que se producían al chocar contra aquella piel, era lo único que se escuchaba, mientras que un cierto azabache se removía en el piso de manera lenta y tortuosa por los hechos que habían ocurrido el día anterior en esa misma celda, en ese mismo lugar, en ese mismo piso que había caído suave y dolosamente en las garras de la inconsciencia.
Con molestia por las atrevidas gotas que caían directo a su rostro pálido, provenientes de una gotera causada por la tormenta de la noche anterior le hacía salir de ese sueño tan reconfortante pero a la misma vez tan incomodo que tenía. Mostrando una mueca de molestia habría lentamente ese ojos ónix que poseía y lo caracterizaban ahora con un brillo sumamente extraño que jamás se había visto en el. Veía sin expresión alguna al techo que se encontraba al frente suyo, veía detenidamente el caer de aquellas gotas, por ese agujerito o grieta que partía aquel mármol, del cual estaba hecha toda la cárcel.
Sus mirada bruna veía ese techo, pero al mismo tiempo no. los recuerdos, los tortuosos recuerdos, aquellas sorprendentes imagines que se agrupaban en su mente, aquellas palabras emitidas con tanto odio, aquellas acciones, aun no cabían en su mente había sido totalmente irreal. Apretó sus ojos con rabia e impotencia junto con sus manos que se apretaban hasta hacerlos blancos.
-maldición- llevo con desespero su mano derecha hacia su cabellera azulada, el cual jalo un poco de cabellos en forma de impotencia. Los segundos transcurrían y el azabache seguía en la misma posición. Habría lentamente sus ojos negruzcos dejando libre sus mechones de cabello; llevo hacia delante suyo aquella mano pálida; veía detenidamente aquella mano y sobre todo una parte, un dedo que tenia la señal de una argolla, la cual ya no estaba ahí. La apretó nuevamente haciéndola en un puño y clavándola fuertemente en el piso.
Solo, la soledad de aquella celda, le recordaba tanto a esas noches de soledad después de que su clan fuera asesinado, le recordaba mucho a esas noches que pasaba en la guarida de Orochimaru y sobre todo le recordaba a esas noche a esa oscuridad, a esa soledad que lo acompaño después de la pelea con Tobi.
-reo 1821-era llamado por esa secuencia de números que lo caracterizaban de cada uno de los reos, al igual que a todos.
Sasuke envió su mirada bruna hacia donde se producía aquella voz. Esa mirada fría que lanzaba que cortaba el alma en un instante veía a ese guardia, el cual con una sonrisa de superioridad veía a aquel azabache.
-ja, en mi vida jamás creía que podía escucharte gritar de dolor, bastardo- sonreía- ¿sabes? Tengo que agradecerlo personalmente al hokage por eso. Pero también nunca me imagine ver a Naruto de esa forma y más contigo Uchiha. Después de que tu lo hiciste todo por él y por…-
-¡que es lo que sabes, maldito!- grito agarrando el cuello de aquel guardia. Sasuke se había levantado rápidamente de su sitio al escuchar las últimas palabras que había dicho aquel miserable hombre que tenia frente suyo- dime que es lo que sucedió- ordeno, su voz tan tajante como furiosa hacia que toda la cárcel se estremeciera. Si no era aquel rubio que producía miedo, era aquel azabache, jamás lo había visto así de furioso, de desesperado por alguna respuesta, jamás. Para ellos las sorpresas jamás terminaban.
-suéltame- se zafo bruscamente del agarre del azabache mientras que este, despedía una aura asesina demasiado lúgubre- si lo quieres saber pregúntate a ti mismo, Uchiha- sonrió ante el rostro de furia del azabache, y camino nuevamente por el pasillo mientras silbaba una melodía alegre.
Solo veía la impotencia, esas malditas rejas, frías, duras como el hielo, que le impedían ir tras ese guardia para sacarle información aunque fuese a golpes. Necesitaba saber del rubio, del comportamiento del rubio para con él. De esa manera de expresarse con él. Trataba de analizar, cada palabra, aunque fuera dolorosa pare él, trataba de recordad todas cosas que le había dicho, y sobre todo trataba de analizar de cierta manera las palabras que había dicho aquel inepto guardia.
¿Si, lo quieres saber pregúntate a ti mismo, Uchiha? Esas palabras tan fáciles y complejas a la vez hacían acertijos tan complejos en su mente, los analizaba de manera sorprendentemente rápida pero a la vez cuidadosamente, sin que nada ni un vestigio hasta el mínimo detalle de esas palabras que rondaban su mente darán aun que fuese un vana respuesta a todos sus interrogantes.
Sentado en aquella litera de una sola persona, encima de ese colchón sumamente duro como la piedra misma, sobre aquellas sabanas llenas de remiendos, demostrando esa vejez, esa malgastada tela que lo cubría del frio durante los últimos meses, en los cuales había sido cambiado de celda por enésima vez en todos esos años.
Respiraba profundamente soltando aquella melancolía que invadía su alma de manera avallasadoramente infernal; sentado en aquella litera, con la cabeza gacha y con sus dos manos tomando con fuerza su cabeza. Miraba al piso de manera melancólica, sintiendo ese remordimiento, ese dolor, esa perdida.
Recordaba aquel día que había regresado a konoha, simplemente para destruirla por todo el daño que le había causado. Recordaba a aquel día en donde su rabia no había tenido limites, ese día en donde descubrió la verdad, ese día que había llegado con los tres más peligrosos de las cuatro naciones ninjas, ese día que había decidido no olvidar, ese día en el que había vuelto solo para destruir la aldea y su habitantes y sobre todo había vuelto para llevarse a…Naruto.
Continuara
avance...
-!hokage-sama!- entro mas que agitada la peli naraja a la oficina del rubio, el cual veia la aldea por el ventanal.
-que sucede moegi- hablo neutarlemente sin aparatar la vista de ese hermoso paisaje que tenia frente a su ojos azules.
-se nos a informado, que por lo menos cuatro shinobis peligrosos se han visto por los alrededores del pais del te- informaba agitadamente pro la falta de aire a sus pulmones despues de esa carrera que habia tomado.
-y que con eso- la mujer veia algo intimidada al rubio- habla moegi- ordeno de manera seria.
-segun los testigos, nos informaron que aquellos llevan capas negras con nubes rojas- e sielncio incomodo se hizo presnete en auqela oficona, habriendo los ojos de los presentes de sopbremanera menos del hokage.
-akatsuki-susurro el rubio.
-¿estas seguro de hacer todo eso?- hablo una pelirroja de anteojos con tono preocupado al ver a la figura que tenia frente suyo.
-si lo estoy debemos volver a konoha- su voz sonaba fria y ronca, mientras sonreia de manera sadica- somos akatsuki y sobre tdo soy sasuke uchiha....
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