Capítulo 1: El regreso de los recuerdos.
El timbre sonó. Yo, como galán y caballeroso y guay e increíble que soy, fui a abrir la puerta. Era el marido de Sakura. Era un tipo alto, unos pocos centímetros más que yo. Su pelo negro era bastante largo y ligeramente en punta, pero solo ligeramente. Tenía también los ojos negros, oscuros, a juego con el pelo.
Me quedé un rato analizándolo, bueno, si a tres o cuatro segundos se les podía llamar un rato. En "todo" ese tiempo vi cómo ese chico palidecía y se sonrojaba levemente durante unos segundos. Era una vista bonita y sensual, una que habría podido quedarme mirando por el resto de la tarde... si no fuera porque mi maldita hermana nos interrumpió.
- ¡¡¡Sasuke!!! Naru-nii, déjale pasar y no os quedéis ahí pasmados.
- S-si - le respondí con un pequeño temblor en la voz.
En ese instante, Sasuke, el marido de Sakura, me dedicó una cálida sonrisa, ya no estaba sonrojado como antes.
- Cariño, ¿y las maletas?
- Pues resulta que una amable y simpática chica a la que quiero mucho me ha dejado solo con un montón de ligeras maletas las cuales yo no he podido traer ya que no tengo cinco brazos - dijo con una sonrisa. La verdad es que se notaba bastante el sarcasmo, pero era bastante contradictorio lo que dijo.
Tras un rato de charla salimos de mi apartamento... el cual a partir de entonces iba a ser "nuestro", claro que me prometieron que me iban a ayudar a pagar el alquiler y las demás cosas que conlleva.
Mientras Sasuke nos llevaba a nuestro destino, Sakura y yo íbamos a no se cuantos metros (dos o tres) por detrás de él. Me sonaba mucho ( Sasuke ) , sentía que ya lo conocía de hace tiempo, lo cual no dudaba, pero no podía evitar de qué o de dónde.
- Sakura - susurré por lo bajo - ¿sabes acaso de qué me suena tu novio?
- No lo sé, a lo mejor es porque fue a nuestro mismo instituto.
Y entonces lo recordé. Bueno, no seguidamente, sino que estuve pensando durante un rato y todo encajó. Bueno, no todo, aún habían cosas que tenía que preguntarle. Pero estaba claro que era el Sasuke del que estaba pensando. Ese Sasuke tan sexy, guapo, parecido, bello, hermoso... ¿dije ya sexy? "¿¡Pero por qué estoy pensando en esto!?" Como sea, me repetí, seguramente era él.
Sí. Esta vez no era sólo decir que le conocía. Es más, era mi ex. Le conocía mejor que… creo que mejor incluso que a Sakura, y eso ya era mucho decir.
La verdad es que no me acuerdo muy bien cómo nos conocimos… simplemente… lo hicimos. Él tenía (y, vamos, sigue teniendo) dos años menos que yo, es decir, que en esos momentos él tenía catorce años y yo dieciséis.
Como sea, en verdad nos amábamos mucho. Estuvimos saliendo durante casi dos años, y eso no era poco, ya que la mayoría de las parejas, tanto homo como hetero, duraban menos de dos meses. Incluso me parecía increíble que él y Sakura hubieran durado tanto.
Cada vez pasaba menos tiempo con mis amigos, Shikamaru, Choji, Gaara, etc. para estar con él, Sasuke. Sakura era más pequeña y siempre estaba con sus amigas, así que no le conocía… supuestamente.
Nos habíamos conocido en una carrera del instituto en el que ambos participábamos. Yo me había acercado a él con las mejores intenciones del mundo, pero él era demasiado tímido.
Aunque al principio no nos conocíamos muy bien, poco a poco nos hicimos muy buenos amigos, y de ahí eso pasó a ser un romance en el que ambos nos dimos cuenta de nuestra bisexualidad. En un principio nos pareció algo incómodo que la gente lo supiera, pero al final quedamos en que cada uno se lo diría solo a alguien de confianza… a algunos en mi caso.
Por fin llegamos. El coche no era muy bonito, la verdad. Era uno bastante soso de color negro… y las cagadas de las palomas diecían claramente que el coche no se limpiaba desde hacía, por lo menos, semanas, o incluso meses.
Cogí un par de maletas y les acompañé. Sakura, como dama que era, solo llevaba una, y para colmo la más pequeña y ligera.
- Mañana voy a salir de compras – dijo en cuanto llegamos a casa
- Pero mañana los centros comerciales no abren, y hoy cierran a las doce.
- ¡Oh, shit! – teníamos esa extraña costumbre de decir las palabrotas (si mierda era considerada una palabrota, claro) en inglés… cosas de hermanos.
Al final decidió salir diciendo que volvería lo antes posible. Salió justo después de que acabáramos lo que en ese entonces ya era la cena, dejándonos a Sasuke y a mí solos. Un silencio sepulcral apareció entre nosotros en cuanto escuchamos cerrarse la puerta, sin que ninguno de los dos se atreviera a decir una palabra.
Encendimos la televisión y nos pusimos a verla, pero no echaban nada interesante, como siempre. Yo tampoco podía coger el ordenador y decirle a él que hisciera lo que le viniera en gana, sería de mala educación, y yo siempre era muy educado, cómo no.
Al final le propuse beber un poco, tenía algo de cerveza en la nevera y no quería desperdiciarla. Estuvimos bebiendo y hablando de cosas de la vida, la mayoría sobre cosas ridículas y estúpidas que nos solían pasar muy a menudo. No reíamos sin parar y no parábamos de decir gilipolleces y cosas sin sentido. Él decía que mi hermana y yo no nos parecíamos en nada, ni en la forma de pensar ni en el aspecto físico, sin contar las lentes de contacto y el pelo teñido, claro.
No había cambiado demasiado, al contrario que yo, pero sí que había superado un poco su timidez y ahora era más abierto a la gente, pero eso no se lo comenté.
En un par de horas, sin darnos cuenta, ya estábamos borrachos y riéndonos por nada. Más que parecer que hubiéramos tomado alcohol parecía como si nos hubiéramos fumado marihuana. De repente, su hermosa sonrisa desapareció, cambiando a un semblante serio y un tanto terrorífico.
- Oye, Naruto – dijo sin cambiar su expresión -, ¿tú te acuerdas de quién soy en realidad?