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Siempre hubo más de uno por Paz

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Notas del fanfic:

Disclaimer:

Este fic está basado en Slam Dunk, los personajes pertenecen a Inoue Takehiko, no saco ningún beneficio utilizando sus nombres, solo me distraigo colocándolos en situaciones inverosímiles o dramáticas, en este caso solo romanticismo.

Notas del capitulo:

Disclaimer:

Este fic está basado en Slam Dunk, los personajes pertenecen a Inoue Takehiko, no saco ningún beneficio utilizando sus nombres, solo me distraigo colocándolos en situaciones inverosímiles o dramáticas, en este caso solo romanticismo.

Aquí tenéis el segundo relato de Hanamichi.

Se trata de una historia de un solo capítulo, pero por motivos de espacio he tenido que dividirlo en dos partes

-Te advierto de entrada que no quiero reclamaciones por este relato…

 

Siempre hubo más de uno

 

Por Paz

 

1ª PARTE

 

Mis recuerdos acerca de mi mismo comenzaron cuando mis padres me llevaron al jardín de infancia y se marcharon dejándome a cargo de una señorita que entonces consideré que era fea y aburrida, con el tiempo se me hizo más simpática, nos enseñaba jugando y así fue aprendiendo mis primeros abecedarios.

 

Fue entonces cuando descubrí algo de mi mismo, solo que no capaz de discernir el porque de eso ni los motivos que existían para que me fijara más en los niños que en las niñas como el resto de mis compañeritos.

 

De tres a cinco años fui un niño de los mas normal, aparentemente, porque nadie parecía percatarse que con el paso de los años, fui teniendo unas sensaciones muy curiosas cuando mi mirada se detenía en algún chico lindo con el que pudiera cruzarme, mi madre tiraba de mi sin darse cuenta del motivo de mi distracción.

 

Justo con seis años, empezando la escuela primaria conocí a quien sería mi primer amor y ya entonces no podía negarme a si mismo lo que era. Evidentemente, mi gusto por los chicos había trascendido a otro nivel. Fueron años en los que durante los recesos comencé a observar a uno de los chicos más que a los demás.

 

Era un chico muy simpático, atrayente, el color de sus ojos resultaban llamativos, de tanto observarle, acabe comprendiendo que su forma de ser era una manera de ocultar su timidez.

 

Tenía once años cuando me masturbe por primera vez y lo hice pronunciando el nombre del chico del que estaba enamorado: Akira.

 

Mientras él buscaba estar siempre acompañado, yo prefería estar en un apartado lugar del patio de juegos, tenía mi balón en las manos y jugaba solo, imaginándome un tablero y un aro, lanzaba mi balón al aire y cuando lo recogía sentía que entraba en ese aro que solo estaba en mi mente.

 

Por aquellas fechas, tuvimos que trasladarnos de ciudad debido al trabajo de mi padre y no volví a ver al chico, con lo que mi enamoramiento se apagó. Tuvieron que pasar años antes que coincidiera de nuevo con él, no me costó reconocerlo, supongo que él nunca se fijó en mí y no supo que coincidimos durante la primaria.

 

En el transcurso de los años pasados en la secundaria baja, viviendo en la prefectura de Kanagawa, volví a enamorarme de otro chico, solo que él me veía como su senpai y me admiraba ya que era su capitán en el equipo de básquet en Tomigaoka y me tenía mucho respeto, por mi gusto le hubiera cogido algunas de las veces que nos quedamos practicando juntos. Nunca me atreví, aunque si me preguntaba si él sentía algo más que deseos de aprender de mi a jugar.

 

Debido a los sentimientos que los chicos me provocaban me había encerrado en si mismo temeroso de hacer o decir algo indebido.

 


 

Y así fue como llegué a Shohoku, donde mi fama de antisocial me precedía y entonces si que mi vida sucumbió a unos deseos inconcebibles, no por uno, ni por dos, sino por tres chicos.

 

Fue en la terraza donde conocí al chico más impactante, fue verlo y sentir un golpe de calor en mi entrepierna, nunca antes había sentido algo tan fuerte con solo una de sus miradas. Era un poco más alto que yo, con el cabello pelirrojo, y recordé que le había visto jugar contra el capitán del equipo de básquet, al que ya había rellenado la solicitud para ingresar.

 

Mi primer encuentro con el pelirrojo fue catastrófico. Acabamos los dos a los golpes por una chica. Mas tarde, ya en mi casa estaba preguntándome como había llegado a ese extremo, mientras me lamentaba de mis heridas, las primeras en mucho tiempo. Todo comenzó porque menosprecie la ayuda de aquella chica. Mi entusiasmo por el chico decayó en picado, o al menos eso creí.

 

Tumbado en mi cama hice un recuento de aquel mi primer día en Shohoku, mi primera pelea con otro estudiante y la primera noche que me masturbe con la mente llena de imágenes del pelirrojo, ninguna de ellas castas, mi voz pronunciando su nombre que había dicho olvidar y mis manos forzando la mayor corrida que pueda recordar, me sentí agradecido hacia el pelirrojo que había conseguido de mi tal hazaña sin estar presente.

 

Si creí que mi primera pelea había sido ocasional y no volvería a repetirse me equivoque, lamentablemente mi relación con el pelirrojo nunca mejoró, al contrario empeoró aún más.

 

El pelirrojo entró a formar parte del equipo de básquet y durante los entrenamientos estábamos más tiempo a las patadas que practicando, porque finalmente Sakuragi, que así se llama el pelirrojo, consiguió con tesón o por un milagro que no se a quien atribuirlo entrar a formar parte del equipo de básquet, mucho tiempo después me enteré que si lo hizo fue por la chica por la que nos peleamos el primer día y realmente le echó mucho valor porque era notorio que lo desconocía todo acerca del juego. Le admiré, pero tampoco podía expresarlo, así que busque otra ruta alternativa para interactuar con él, sin que los demás supieran mi oculto deseo. Sin saberlo, él mismo me dio la solución, responder a sus peleas era tanto como decirle que me gustaba. Era bien sabido por todos que solo respondía con monosílabos o gruñidos cuando se dirigían a mi.

 

Los meses pasaron y nuestra actitud beligerante continuaba, éramos los chicos conflictivos de Shohoku y nuestra actitud problemática no tenía visos de detenerse. Era consciente que los sentimientos de Sakuragi hacia mi eran sinceros, me odiaba por dos importantes motivos o razones, yo era mejor jugador que él y la hermana de nuestro capitán que le había declarado estar enamorada de mi, yo la ignoraba, bueno, no solo a ella, pasaba de todas mis admiradoras, pero eso no evitaba que me diera cuenta de cómo reaccionaban todas ellas y la chiquilla cuando pasaba a su lado o cuando gritaban durante los entrenamientos mi nombre.

 

Podría decirse que Sakuragi abarcaba toda mi atención, lamentablemente, bueno, para mi no era tan malo, había otro chico que también me atraía. Era extraño pero lo aceptaba como muchas otras cosas, me sentía atraído hacia chicos con actitudes violentas, primero Sakuragi y después Mitsui. Los dos me atraían como a un imán le atrae el polo opuesto.

 

Tenía sueños húmedos indistintamente con uno u otro, a veces los dos al mismo tiempo y cuando me masturbaba imaginaba que mi mano era la de Mitsui o Sakuragi según mi estado de ánimo.

 

Era consciente que con el pelirrojo no tenía ninguna oportunidad, se le veía tan enamorado que nunca me plantee tener nada con él, ni siquiera intentarlo con una insinuación, en una ocasión escuché que ostentaba un record de rechazos amorosos, al parecer, eso no le desanimaba para seguir intentándolo.

 

En cambio con Mitsui era diferente, le observaba sin que nadie se percatara, ya era un experto en lograrlo y había descubierto que circulaba por la misma senda que yo, lo cual era un verdadero alivio para mí, porque no dudaba que alguna vez me atrevería a alcanzar el siguiente nivel de mi condición como homosexual.

 

Los dos éramos gays, si bien yo nunca estuve con un chico, me constaba que Mitsui no debe de tener excesivos reparos en montarse a un chico, por lo que cada día que transcurría sentía la crucial necesidad de sentirle gemir debajo mío.

 

Fue por aquellas fechas, cuando dudaba como encauzar mi pretendida relación hacia Mitsui cuando apareció nuevamente en mi vida mi primer amor, Akira, supe que mi encuentro con él estaba predestinado, que los hados estaban de mi parte favoreciéndome para darme esa oportunidad que estaba buscando.

 

Coincidimos durante un partido, Ryonan contra Shohoku, quede bastante impresionado al ver el gran cambio que había experimentado en esos años en los que deje de verle.

 

Se le veía más seguro de si mismo, sus compañeros le respetaban y pude ver que su entrenador le disculpaba sus llegadas tarde, claro indicio que le apreciaba como jugador y como persona.

 

Cuando la tarde caía y las temperaturas descendían algunos grados me gustaba practicar en una cancha próxima a mi casa, fue allí donde volvimos a vernos, al parecer, su padre le hizo un encargo y paso por delante del lugar, al escuchar el sonido del balón se detuvo a mirar y me reconoció por lo que se acercó hasta donde yo estaba.

 

La calidad de su juego quedo demostrada cuando nos ganaron durante el partido de practica, aunque solo fuera por un punto, por mi parte estaba dispuesto a todo para que no volviera a ganarme como mejor jugador, ni ego no me lo permitía. Supuse que si veía el juego de Sendoh acabaría descubriendo sus puntos débiles, por ese motivo cuando aquella tarde me propuso jugar un uno a uno no dude. Sentía que tenía que ganarle como fuera. Por mucho que me esforcé, el ganó y continuó ganando todas las tarde que seguimos jugando.

 

Era desesperante, tan perfecto en todo que no encontraba una brecha en su defensa para impedirle marcar y nuestros partidos se alargaban, ni él ni yo pensábamos que debíamos parar.

 

Una de aquellas tardes, mis padres habían salido de viaje dejándome solo y como no tenía ninguna prisa estuve jugando hasta que el cielo se cubrió de estrellas, él no hizo nada por impedir mi ritmo de juego por eso acabamos agotados, tumbados sobre la duela, solo se escuchaba el ritmo acelerado de nuestras respiraciones alteradas.

 

Cuando nos calmamos ninguno de los dos hizo intención de levantarse, me sentía a gusto mirando el titilar de las estrellas en el azul oscuro del cielo.

 

-Mañana iré temprano a pescar.

 

Me quede en silencio, sin tener en claro que quería decirme realmente.

 

Sin darme a tiempo a reaccionar se echó sobre mi inmovilizándome, enredó sus piernas a las mías para evitar que las moviera, sin embargo, en aquel instante tenía más curiosidad que deseo de sacármelo de encima y fue entonces que dijo las palabras que había querido escuchar cuando era un crío.

 

-Me gustas. Me gustas muchísimo.

 

Un jadeo entrecortado fue toda mi respuesta, aunque hubiera querido hablar no podía, estaba besándome y sentí que el contacto de sus labios era delicioso, suaves y cálidos, moví mis labios bajo los suyos en una tímida respuesta, más enseguida reaccioné y le aparte de encima mío con excesiva fuerza.

 

-¿Crees que soy un chico fácil? Que porque me digas que te gusto voy a caer rendido en tus brazos. –inquirí quedando sentado en la duela.

 

-No… disculpa. No debí… -balbuceaba turbadísimo y azorado.

 

-Este no es el lugar adecuado. Mi casa queda ahí enfrente y tienes suerte mis padres me han dejado solo.

 

Me falto poco para soltar una alegre carcajada. La expresión desconcertada de su rostro era todo un poema, enseguida una sonrisa iluminó su rostro y estiró su mano hacia mí para ayudarme a levantarse.

 

Se la acepté con una sonrisa, él amablemente se hizo cargo de llevar mi bolso junto con el suyo.

 

Mientras me seguía pensaba que aunque no tenía experiencia, me había documentado ampliamente a través de la Red, demasiado pronto había descubierto que era una herramienta muy útil  para ampliar mis conocimientos de sexo entre chicos, además guardaba en el fondo de un cajón una excelente colección de DVDs de temática gay.

 

Aquella noche tome el control absoluto, aún cuando él insistía en que no era pasivo y que me ganaba en altura, le dije que si era capaz de hacerle correrse en menos de dos minutos, él quedaría debajo. Debió creer que bromeaba y aceptó. No pienso contar como lo hice, sería tanto como revelar mis tácticas de juego. Solo puedo decir que no tuvo otra que aceptar llevar el humillante desempeño de estar debajo, aunque luego lo disfrutó bastante, porque gemía como una perra en celo, moviéndose para que le penetrara más profundamente. No tuve ningún inconveniente en satisfacer su deseo que también era el mío. Cumplir uno de mis sueños fue espléndido, tan memorable fue esa primera vez y quedamos tan satisfechos que no nos importo repetirlo otra vez y otra y otra. Adopte con él todas las posturas que había visto en los videos que me había bajado de la Red y le tuve jadeando y gimiendo durante el resto de esa noche.

 

Fue entonces que hice dos increíbles descubrimientos, uno más importante que otro, mi enamoramiento por Akira había desaparecido y no necesitaba estar enamorado para tener sexo con otro hombre, podía hacerlo con cualquiera que mínimamente me atrajera.

 

Por ese motivo, no me importó volver a hacerlo con Akira, por ello acordamos seguir viéndonos cuando pudiéramos concertar una cita segura, ya fuera en casa de sus padres o en la de los míos, únicos lugares donde nuestra relación de amantes no sería conocida, después de todo como Akira me contó a la mañana siguiente cuando nos estamos atracando de comida para reforzar la perdida de energías, estaba comprometido para casarse con la hija de un amigo de su padre, las dos familias se trataban y él reconocía de la joven era muy guapa y sería una buena esposa, por lo que tampoco deseaba que se supiera lo nuestro. Accedí de buena gana, porque eso facilitaba que pudiera intentarlo con otro, y en mi mente estaba Mitsui.

 

Nunca imagine que fuera tan placentero sentir todas aquellas sensaciones por todo mi cuerpo, como electrizantes, por ese motivo mis ganas de pillar a Mitsui se incrementaron.

 

Buscaba una oportunidad sin encontrarla, hasta que una tarde durante el entrenamiento se inició la consabida disputa entre Sakuragi y yo, lamentablemente, o diría imprudentemente Mitsui intentó mediar entre nosotros, recibiendo por mi parte un codazo en el rostro, fue un golpe casual porque no esperaba que nadie interviniera. Su grito de dolor nos inmovilizó, quedando ambos desconcertados durante los primeros segundos, luego vimos a Mitsui arrodillado en la duela con ambos manos en el rostro, por entre sus dedos escapaban gotas de sangre que manchaban la duela.

 

Sakuragi sin tener en cuenta que había chicas en el gimnasio se quito la camiseta para quitar las manchas dejándola de forma que la sangre cayera en ella.

 

Ayako se acercó con un lienzo que entregó a Mitsui para que evitara seguir con la hemorragia y Sakuragi recuperó su camiseta sin importarle que tuviera que hacer una buena limpieza sobre ella.

 

-Llevarle a la enfermería –nos dijo Akagi con tal expresión de seriedad que nos quitó las ganas de protestarle.

 

 Así lo hicimos amarrándole cada uno del antebrazo y conduciéndole por los pasillos hacia la enfermería. Que le lleváramos no evito que reiniciáramos nuestra discusión con palabras nada agradables y discusiones sobre quien era culpable por lastimar a Mitsui.

 

-Por favor, queréis callar –nos recriminó Mitsui.

 

Callamos.

 

Le dejamos a cargo de la médico luego de explicar lo sucedido y regresamos al gimnasio lanzándonos miradas irritadas.

 

Aquel incidente el detonante para conseguir lo que me proponía, estaba seguro que aunque Mitsui no había pensado en mí en ese sentido, no se negaría si le proporcionaba cierto placer, mi técnica para conseguir mi propósito había demostrado ser eficaz con Akira.

 

Necesitaba la dirección de Mitsui y quien mejor la conocía era su amigo Kogure, nuestro subcapitán, así que no me importó ir a sonsacarle esa información y de paso enterarme si tenía familia.

 

Fue como matar varios pájaros con un solo tiro, porque descubrí que mi presencia perturbaba al chico, supongo que para apartarse de mi proximidad, no tuve que esforzarme demasiado en conseguir lo que deseaba, Mitsui vivía solo y su dirección.

 

Kogure se había retrasado en el vestuario y yo intente distraerme dando tiempo a todos a marcharse. Justo cuando estaba por abrir la puerta le llamé.

 

-Senpai… -al volverse prácticamente estaba encima suyo, la separación entre nosotros era cortísima- Quisiera disculparme con Mitsui, le golpee sin querer, pero aún así me siento culpable… -baje la mirada al suelo y vi que el retrocedía, solo que su espalda chocó contra la puerta cerrada del vestuario. Cuando le oí mencionar la dirección me apresuré a sacar papel y lápiz y como si no me diera cuenta de mi actitud, apoyé el papel por encima de su hombro, apoyándome contra su cuerpo para comenzar a escribir- Gracias, senpai.

 

Al apartarme estaba tan turbado y ruborizado que comprendí que nunca antes me había acercado tanto a él, me fije como bajaba la mirada y como sus labios temblaban. En aquel instante, solo actúe por impulso, apoyé mi dedo índice bajo su barbilla alzándole el rostro sin que el hiciera intención de evitar mi contacto. Su mirada tenía un brillo húmedo en sus ojos y me miraba desconcertado.

 

Presione mis labios contra los suyos consiguiendo que los abriera y mi lengua entró en su boca, buceando en su interior, tímidamente, Kogure respondió a la caricia, apoyando sus manos en mis hombros.

 

Cuando me aparté su rostro estaba tan rojo que competía con el cabello de Sakuragi. Sentí la necesidad de protegerlo, sentí como si Kogure fuera un niño perdido que me necesitaba. Las yemas de mis dedos acariciaron sus mejillas, sus pómulos, sus ojos, sus labios, él se dejaba hacer, por entre sus labios entreabiertos escapaban suaves gemidos.

 

-¿Donde vives? –y él sumisamente me dio su dirección, la memorice mientras no la apuntará, no deseaba perderla. Siguió contestando a todas mis preguntas totalmente alelado.

 

Cuando le deje marchar, todo el tiempo que estuvimos ahí, le tuve inmovilizado entre la puerta y mi cuerpo, me pregunté como era posible que tres chicos del equipo me atrajeran de un modo tan intenso, en cada uno de ellos tenían un matiz diferente y eso provocaba en mi tales emociones, me sentía desconcertado consigo mismo.

 

Después de cenar, volví a salir, solo que esta vez no habría practicas extras. Me dirigí a la estación para tomar el tren. Se podía decir que Mitsui vivía relativamente cerca de mi casa.

 

Esa noche fui a disculparme por el incidente.

 

Mitsui se quedo sorprendido al verme.

 

-¿Qué haces aquí? –preguntó gangoso, su rostro se veía inflamado donde había recibido el codazo, la nariz tenía el doble de su tamaño.

 

-¿Puedo pasar?  -le respondí con otra pregunta.

 

Se apartó cediéndome el paso al interior. Me descalce y le seguí por el corto pasillo hasta la sala. Era uno de esos apartamentos 2k, me había enterado por su amigo Kogure que su padre abandonó a su madre siendo él un bebé y que desde que él podía recordar siempre habían vivido en ese apartamento hasta su muerte.

 

Se inclinó ante él.

 

-Quiero disculparme por lo sucedido. Lo lamento mucho. –me sorprendió que me agarrara del brazo.

 

-Olvídalo… -me fije en su gesto de dolor y comprendí que le costaba hablar. Supe que aquel no era el momento adecuado para conseguir llevar a cabo mi otro propósito, decidí esperar que su rostro no estuviera tan dolorido.

 

Sabiendo que en esas condiciones no iba a ir al instituto, me ofrecí, iba a ser un gran esfuerzo para mí, conseguirle los apuntes de esos días.

 

-¿Lo harías? –preguntó sorprendido, sin poder tampoco ocultar el gesto de dolor que le produjo su movimiento de desconcierto.

 

-Si.

 

-Gracias.

 

Algunos minutos después me marchaba tras asegurarme que tenía todo lo necesario para el tiempo que no pudiera salir de casa.

 

Cumplí con mi ofrecimiento, solo que no le dije que había recurrido a Kogure para que a su vez me hiciera el favor.

 

Al cabo de algunos días, la hinchazón había descendido y el color violáceo de su piel había tomado un tono amarillo-verdoso, señal de que pronto recuperaría la piel su tono normal. Ahora lo tenía como un recordatorio del lugar exacto del moretón alrededor de su nariz, que había recuperado su tamaño natural.

 

Supe que había llegado mi momento.

 

Estábamos sentados en el suelo, con la mesa en medio, cuando estiré la mano y la yema de mis dedos se movieron despacio por donde estaba lesionado. Vi que mi gesto le inmovilizaba.

 

-Lo siento… te he molestado… –comenté apartando mi mano de su rostro.

 

-No…, no… solo… me sorprendí.

 

Supongo que no esperaba que yo continuara tocándole el rostro, pero como si sus palabras me animaran, lo hice, me permití no solo rozar levemente alrededor de su hematoma, si no que la punta de mis dedos se deslizaron por sus mejillas y descendieron por sus pómulos hasta alcanzar su cuello, a todo esto, me había deslizado hasta quedar a su lado, para no tener que esquivar la mesa por encima, con la consiguiente incomodidad y el peligro de derribar nuestras bebidas.

 

Mi mano se apoyó en su pecho y presione, mientras miradas estaban fijas, comprendió y se dejo deslizar hacia atrás, apoyando cabeza y espalda en el piso.

 

No hubo palabras entre nosotros, solo contactos visuales y táctiles, sentía su respiración que iba acelerándose cuando se ubique a horcajadas de él y mis manos se deslizaron a lo largo de su costado hasta alcanzar el borde de su sudadera que comencé a levantarla para sacarla por encima de su cabeza, él colaboró para que pudiera quitársela.

 

Mitsui era un luchador nato y enseguida quedo demostrado, no se quedo quieto, lo nuestro fue sexo salvaje y duro, una lucha de voluntades en el que si bien era fuerte yo había tomado la delantera y el solo se avino a movimientos fuertes, en el que ambos conseguimos lo que queríamos, después de esa primera noche hubo muchas más.

 

-Si llego a saberlo te hubiera dejado golpearme mucho antes… -susurró Mitsui cuando concluimos la primera vez.

 

-Idiota… -no se ofendió porque la curvatura de mis labios desmentía mis palabras, había aprendido a insultar sin que lo pareciera.

 

Vi que cerraba los ojos. Me levanté y comencé a vestirme. Dormía profundamente cuando me marché.

 

Durante el entrenamiento del día siguiente Akagi desesperaba con dos de sus jugadores, esa tarde ni Sakuragi ni su némesis ocasionaban conflictos, lo que provocaba mayor sorpresa.

 

Por un lado estaba Mitsui, desconcentrado por completo, incapaz de acertar a meter el balón por el aro, todos sus tiros se iban fuera. Kogure en cambio, iba de sobresalto en sobresalto y cada vez que eso pasaba, se escurrían de sus manos cualquier cosa que estuviera sosteniendo.

 

Lo que el capitán ignoraba es que solo ocurría cuando nuestras miradas se cruzaban y descaradamente pasaba la punta de mi lengua por mis labios humedeciéndoles, una clara invitación para ambos, a uno le recordaba la noche pasada juntos, al otro una promesa de los que podíamos tener.

 

Tuvieron que pasar algunas semanas antes que pudiera concertar una cita con Kogure, estaba dispuesto a tenerlo como diera lugar, y cuando finalmente coincidimos una tarde, sin ningún compromiso ni testigos por parte de ambos, descubrí durante el resto de una noche la sumisión de Kogure, la entrega absoluta de su cuerpo, sus suaves gemidos, sus jadeos entrecortados, todo él era maravilloso dejándome con ganas de seguir y como no tenía ningún apuro para marchar, me fui de madrugada cuando le deje dormido de puro agotamiento.

 

Compartía mi tiempo entre Akira Mitsui y Kogure, puedo afirmar que hasta mis padres notaron que algo me pasaba, dormía más horas y practicaba menos, pero tampoco ellos se inquietaron en exceso ya que solo era por semanas esporádicas y no llevaban un control de mis salidas, sobre todo porque si no era mi padre, era mi madre la que estaba viajando por motivos de trabajo, así que cuando estaban procuraba que mis salidas fueran solo para practicar, la cuestión era que yo no podía abandonarme por completo.

 

Había descubierto por casualidad, en una tranquila y poco transitada calle, el anunció de un hotel del amor, me volví asiduo a él, durante un par de horas después de salir del entrenamiento, podía ser Mitsui o Kogure, según se diera.

 

Mis padres me entregaban una cantidad más que generosa para mis gastos, y como hasta entonces no gaste mucho, tenía ahorrado bastante, ahorros que comenzaron a disminuir de manera vertiginosa.

 

No me importaba porque podía recurrir a mi abuelo en caso de necesidad y sin tener que pedírselo, él guardaba en mi bolsillo una espléndida cantidad en el momento de despedirnos, siempre decía lo mismo.

 

-Los chicos jóvenes necesitan disponer de dinero para llevar a las chicas a divertirse, no quiero que mi nieto no encuentre novia porque no sale a buscar una buena chica

 

-Si, abuelo. –asentía dándole la razón. Si él supiera pensaba para mis adentros cuando regresaba a casa.

 

Mi padre me contaba que con él era muy estricto, sin embargo, conmigo es diferente, me consiente cualquier cosa. Muchas veces me he preguntado que diría de saber que su nieto es homosexual y que no le bastaba con tener un amante, sino que disponía de tres para dar satisfacción a los deseos de mi cuerpo.

 

Supuse que esa obsesión por el sexo cesaría cuando tuviera más año, ahora solo era un adolescente hormonal y si mi cuerpo me lo pedía se lo daba.

 

Cuando no tenía con quien me masturbaba encerrado en el aseo en tanto mis padres en el piso de abajo estaban en la sala viendo un programa de humor que tenía mucha audiencia.

 

Si sabían o no lo que hacia nunca dieron indicios de estar enterados, ni recriminarme por pasar tanto tiempo encerrado en el aseo. Por eso andaba bastante despreocupado hasta que una noche mi madre me sorprendió en plena faena.

 

-¿Qué tienes Kaede? ¿Te sientes mal?

 

Fue bochornoso pero supe salir al paso dejándola bastante tranquila convenciéndola que estaba escuchando música y era lo que había escuchado. A partir de entonces puse más cuidado.

 

Por aquellas fechas, los entrenamientos se intensificaron, Akagi se ponía duro y nos hacia practicar hasta el agotamiento, se acercaban los preliminares previos al Campeonato Nacional a nivel de preparatorias de la prefectura, queríamos demostrar a nuestros rivales que éramos un equipo a tener en cuenta.

 

Era consciente que mi juego era individualista, no podía dejar de serlo, estaba dispuesto a demostrar que era el mejor jugador, el mejor anotador y cualquier otra cosa que quisieran. Daba todas mis energías para el básquet y no permitiría que nadie me arrebatara el titulo de ser "el mejor". Si los demás querían el balón solo tenían que esforzarse para tenerlo en sus manos, porque mientras yo tuviera la más mínima oportunidad de marcar no dejaría que otro lo hiciera, aunque fuera un compañero de mi mismo equipo.

 

Estaba allí para demostrar mi valía, no para ayudar a los demás, que mis compañeros hicieron lo mismo, ¿acaso Sakuragi no lo hizo? Lo ignoraba todo, y sin embargo se esforzó y comenzó a aprenderlo todo desde lo básico, se esforzó para superar sus deficiencias, lucho por aprender y en poco tiempo consiguió llegar al mismo nivel que los demás, convirtiéndose con su carácter y forma de jugar en el pilar en el que todos se apoyaban cuando cundía el desanimo, yo no le necesitaba, pero los demás eran débiles. Tampoco me necesitan a mi, tal vez un poquito si, porque solo yo era capaz de superar los marcajes de nuestros rivales, me crecía cuando uno tras otro me salían al paso para impedirme llegar hasta la canasta, marcar puntos en situaciones difíciles se hacia sentir bien, superar a mis rivales era lo máximo para mi, sintiéndome el amo del juego.

 

De cara a los demás Shohoku era un equipo débil, durante nuestros partidos de practica con otras preparatorias, no dimos buena impresión, cierto que ganamos al Ryofufu y al Jousei, pero esos era equipos menores, el más importante el Ryonan tuvimos que sudarlo intentando ganarlo, perdimos por un punto y no nos dejo mal sabor de boca.

 

Y cuando comenzaron los preliminares de Kanagawa, de los cinco partidos que jugamos los ganamos todos con una diferencia notoria de puntos, excepto con el Shoyo que perdieron solamente por dos.

 

Entramos en la ronda final del campeonato estatal tuvimos la oportunidad de jugar tres partidos, el Kainan, un equipo fuerte que nos ganaron por dos puntos, el Takezato que perdieron tan lastimosamente que hasta yo mismo de haber sido parte de ellos me hubiera avergonzado y finalmente volvimos a vernos las caras contra el Ryonan y era tanta nuestras ganas de revancha que esta vez no nos dejamos ganar.

 

Fuimos escalando posiciones, derribando rivales más fuertes.

 

Saber que había llegado a la ronda final, que teníamos el Campeonato Nacional al alcance de nuestras manos nos animaba a esforzarnos al máximo, nos enfrentamos al Toyotama y les ganamos por un punto, nuestro siguiente rival fue el Sannoh y fue ahí donde realmente tuvimos que sudar cada punto que conseguíamos, nuestros rivales eran buenos, tan buenos que de seguro los espectadores nos daban por perdidos, no podían saber que cada uno de nosotros tenía un motivo para ganar y por eso, con el esfuerzo de todos, conseguimos llegar hasta donde nos lo proponíamos. Fue un difícil rival al que vencer a costa de lesionados y cansados en nuestro último partido.

 

El agotamiento físico, el desgaste de energía fue tan grande que al día siguiente por incomparecencia gana Aiwa, fue cuando nos enteramos que la caída de Sakuragi era más grave de lo que habíamos creído cuando necesito asistencia médica al terminar el partido.

 

Mientras Sakuragi estaba en una clínica para hacer rehabilitación. Se había lastimado la espalda cuando se empeñó en recuperar un balón que iba fuera. Lo atajó, lamentablemente Sakuragi y balón cayeron sobre las mesas del jurado, siguió jugando y sola al final cuando acabo el partido con nuestra victoria gracias a que por una vez realice un pase y fue para Sakuragi que estaba en mejor posición y sin que le marcaron. Tiró al aro y encesto. Nos miramos y por primera vez sin sentirnos rivales, por primera vez chocamos nuestras manos para celebrar ese tiro y luego como si ambos fuéramos consciente de ese hecho nos apartamos dando un bufido.

 

Después de ese instante, Sakuragi se desmayó y fue cuando nos enteramos de su lesión, mucho después nos dijeron que estuvo jugando con fuertes dolores y aún así los soportó para acabar el partido y fue capaz de dar un salto excepcional para marcar. Mi admiración por Sakuragi creció.

 

Mi primer año en Shohoku había pasado a ser historia.

 


 

Había formas de ser que no podían olvidarse o cambiar por un solo acto, por eso cuando la selección juvenil me admitió entre sus jugadores no dude en correr por la playa sabiendo que acabaríamos viéndonos, lo que así pasó, en un acto de ego superlativo le mostré mi nueva camiseta.

 

Le vi alzar el puño en mi dirección al tiempo que sus labios se curvaron en una sonrisa que me dejo descolocado. Es difícil correr sintiendo en la entrepierna una fuerte presión. Su sonrisa alteró mis hormonas, o era eso o estaba equivocado y lo suyo fue una mueca, pero lo que si estaba claro era que mi atracción por Sakuragi iba en aumento en lugar de disminuir.

 

Si estuviera seguro que cogiéndole calmaría mí ardor para siempre lo hubiera hecho sin la más mínima duda, aun sabiendo que le gustaban las chicas, pero tenía el convencimiento que seria todo lo contrario para mí.

 

Podría decirse que tenía un sentido masoquista porque en lugar de evitarle me complacía en castigarme a si mismo yendo a correr por la playa, solo por verle, y en consecuencia estaba preparado para evitar molestias porque lo tenía confirmado, cada vez que Sakuragi me veía pasar por delante de él sonreía.

 

Una de esas mañanas me sorprendió llamándome por mi nombre.

 

-¡¡Rukawa!!

 

Me acerque sin dejar de trotar.

 

-Cuando vuelva te ganaré.

 

-Espero que lo consigas –me refería a su regreso y él comprendió.

 

-Seré mejor que tú.

 

-Ya veremos… -y continúe corriendo.

 

A partir de entonces intercambiamos frases cortas a modo de saludo, aunque él continuaba con la misma cantinela "seré mejor que tú". Supongo que era como un mantra para salir pronto de ese lugar y yo le incitaba para que su recuperación fuera más rápida.

 

Mis deseos por él siguió creciendo al punto que se volvió una obsesión, me masturbaba pensando en él, tenía sueños húmedos que me dejaban fuera de mi, llegue al punto de imaginar que cuando se la metía a Akira era Sakuragi quien estaba debajo de mi, que los gemidos eran del pelirrojo y que sus apremios provenían de su boca, no era normal mis dos obsesiones fueran a dejarme echo un guiñapo, solo tenía diecisiete años y supe que el básquet y Sakuragi acabarían conmigo.

 

Era consciente que llegaría un día que tuviera que dejar de jugar, estaba concienciado, mis padres se encargaban de recordármelo, sin embargo, con Sakuragi era distinto y esa certeza me llevo a intentar hacer un trato con él. Algo impensable en mí. De rivales a hacer tratos. Decididamente, el sexo influía en mi vida, aunque no era capaz de discernir si positivamente o negativamente, solo sabía que disfrutaba teniéndolo.

 

Y por ello, por querer acabar con esa obsesión cometí la locura de provocarle a un enfrentamiento.

 

Todo comenzó cuando Sakuragi me gritó apenas me vió pasar por delante de él en la playa.

 

-Te ganaré, maldito Rukawa.

 

Retrocedí un par de pasos para ir trotando hasta él y seguí haciéndolo para no perder el ritmo.

 

-No lo creo. –nunca antes me había molestado en responderle.

 

-Lo haré. –le ví parpadear confuso. No esperaba que me aproximara para responder a su desafío.

 

-¿Cómo lo conseguirás? –le provoque con un tono burlón.

 

-Un uno a uno. Tú y yo.

 

-¿Dónde y cuándo? –sabía que me diría eso.

 

-Dos semanas después de dejar la rehabilitación, hay una cancha al final de la playa.

 

La conocía aunque me quedaba bastante lejos de casa.

 

-¿Y que conseguiré yo? –pregunté.

 

-¿Qué es lo que quieres?

 

-A ti –le miré con frialdad, en su mirada hubo comprensión, había comprendido demasiado tarde lo que yo pretendía- Seria justo, si tu ganas podrás decirles a todos que eres mejor que yo, pero si yo gano me merezco obtener una buena recompensa y solo lo sabremos nosotros –proseguí y aun sabiendo que iba a conseguir su aceptación insinué- Aunque… si tienes miedo.

 

-¡¡Que así sea!! –aceptó exaltado.

 

Sakuragi era patético, no aceptaba que alguien dudara de su coraje. Conseguido mi objetivo no volví a correr por la playa.

 

Me incorporé a Shohoku tres semanas más tarde, y supe que Sakuragi llevaba una semana fuera de la clínica, si bien todavía no se había acercado al gimnasio, saberlo me hizo saber que faltaban pocos días para conseguirle porque de lo que si estaba seguro es que por mucho que se esforzara Sakuragi no tenía ninguna posibilidad contra mí.

 

Tres días antes de nuestro encuentro privado, Sakuragi apareció en el gimnasio tan alborotador como era su costumbre. Todos salieron a su encuentro para saludarle y preguntarle por su espalda.

 

-Estoy en condiciones, mi doctora me ha autorizado a jugar. –le oí decir radiante.

 

-¿A pleno? –preguntó Miyagi, dándole a entender por su tono que no le creía, al menos a mi me dio esa impresión.

 

-Sin esforzarme en exceso –reconoció.

 

Tomé nota mental de ese detalle, iba a llevar un ritmo trepidante durante nuestro juego, siendo así él tendría que vigilar su espalda y no podría seguirme.

 

-De acuerdo… como ya estamos terminando la practica, siéntate en el banquillo.

 

Sakuragi aceptó su decisión y mientras se dirigía hacia su asiento, nuestras miradas se cruzaron y supe que nuestro enfrentamiento continuaba en pie. Había creído que durante el tiempo que tuvo para pensarlo mejor se arrepentiría. Más su ego no le permitía admitir la posibilidad de perder.

 

Algunos días más tarde, nos encontramos frente a frente, en el lugar acordado para nuestro enfrentamiento.

 

Si creía que iba a preocuparse por su lesión me equivoque, jugaba al cien por cien y pude darme cuenta que durante los días anteriores a nuestro partido él había estado preparándose por su cuenta, sus movimientos, su rostro al que veía esperando ver dolor, solo veía determinación, fue un partido duro, sin embargo, aunque seguía mi ritmo, quien marcaba más puntos era yo y así, punto tras punto su seguridad quedo aplastada por mi superioridad. Cuando finalmente acabó el juego la diferencia de puntos era tanta que no había dudas sobre quien era el ganador.

 

Al ver la expresión de su rostro no me sentí un triunfador, al contrario un sentimiento de remordimiento me llegó por haberle llevado hasta ese extremo, por provocarle a una situación que le degradaría ante el mismo. Aunque mi obsesión por él no decaería estuve a punto de volverme atrás. De pedirle que olvidará mis anteriores palabras, que era suficiente para mí saber que estaba por encima de él a nivel deportivo.

 

Sus palabras acallaron las que yo iba a pronunciar.

 

-Has ganado. ¿Cuando quieres que sea?

 

-Cuanto antes acabemos, mejor –dijo como si también a mi me desagradara lo que iba a pasar entre nosotros- Son las siete –miré mi reloj- mis padres no me permiten llegar más tarde de las diez –él no podía saber que estaban ambos de viaje, solo que de pronto sentía la necesidad que todo acabara entre nosotros- Iremos a tu casa –exigí sabiendo que vivía solo- y procura que tus amigos no aparezcan interrumpiéndonos. Me sentiría muy molesto –cada palabra mía caía sobre él como una losa, asentía a todo en silencio, su expresión cabizbaja no me conmovió, ese instante ya había pasado. Sakuragi estaba aún asimilando lo que quería de él.

 

Le pedí su dirección y me la dio sin que nuestras miradas se cruzaran, aunque no estaba permitido llevar paquete, le indique que se sentara detrás, conduje la bicicleta por las calles con una seguridad que me llevaba la practica, había recorrido la ciudad en busca de una cancha acorde a mis necesidades, no cualquier me valía por ello sabía donde estaba ubicada la calle que me indicó.

 

Media hora después de nuestro partido, Sakuragi me permitía la entrada a su apartamento, vivía en un sexto piso y estábamos entrando cuando comenzó a escucharse el estridente sonido del teléfono.

 

Sakuragi se apresuró a ir a responder, yo me tome mi tiempo, de una rápida inspección vi lo que me interesaba. Le puse a la puerta la traba de seguridad del cerrojo y giré la llave en la cerradura. Me aseguraba así que nadie pudiera pasar, porque sabía por haberlo escuchado que su amigo Mito tenía una llave para emergencias. Era mejor prevenir aunque tampoco me hubiera importado que su amigo supiera lo que pasaría entre Sakuragi y yo, la idea de ser sorprendido por el me resultaba excitante aunque le había dado a entender al pelirrojo lo contrario, pero no en ese momento no me apetecía la idea de incluirle en el cumplimiento de nuestro trato. Ahora era entre Sakuragi y yo…., más adelante ya encontraría el modo de meterle en medio.

 

Me acerque a la sala, Sakuragi estaba de espaldas hablando con Mito porque no dudaba que se trataba de él, siempre con ese sentido protector que tenía hacia su amigo.

 

-Estoy bien… -le escuche decir- no te estoy engañando Yohei… -tal como había supuesto se trataba de Mito- me entretuve dando un paseo por la playa… eso es todo… no es necesario que vengáis, mi espalda esta bien…, -vi que arqueaba su cuerpo como para liberar tensión y supe que el partido le había pasado factura, le dolía pero nunca lo admitiría ni ante mi, ni ante sus amigos- Voy a acostarme enseguida. No…no, te digo que no es necesario que vengas, ni tú ni ellos. Solo quiero descansar un rato. De acuerdo, pásate por aquí a primera hora –acabo accediendo el pelirrojo.

 

Al cortar la llamada y volverse me vió allí, apoyado en la jamba de la puerta, observándole.

 

-¿Qué hora es esa? –sentí curiosidad, al día siguiente no teníamos clase, tampoco entrenamiento, podía ser interesante quedarme toda la noche y ver como reaccionaba Mito si era yo quien le abría la puerta. Sería interesante quedarse solo por verle y bajarle esos humos de matoncito que se daban los cinco, aunque solo a dos de ellos me gustaría tirármelos, a Sakuragi porque me obsesionaba y a Mito para dejará de mirarme con esa arrogancia como si estuviera por encima de mi y mira por donde, tal vez el estuviera algún día por debajo de mi, ese pensamiento me excitaba y me dije que no me importaría intentarlo también con él, después de todo solo se trataba de sexo y de eso yo sabía mucho.

 

-Las diez… -titubeo sin atreverse a mirarme- ¿Qué quieres que haga?

 

Ahí… -señale hacia su espalda una puerta entreabierta- ¿Es tu dormitorio?

 

-Si. -levantó sus pupilas y se quedaron presas de las mías unos segundos.

 

-¿Cama o futón? –pregunté porque desde donde estaba no podía verlo.

 

-Cama.

 

-Te daré unos minutos para que me esperes desnudo y con los ojos vendados.

 

-¿Te asusta mi mirada? –me provocó.

 

-No, haré que sientas más profundamente el toque de mis manos en tu cuerpo, que … -callé al ver su rostro enrojecido, supe que no esperaba esa respuesta y me complací explicándole lo que haría con él- Mis labios y mis dientes excitaran tus tetillas, las dejaré tan duras que las sentiré como fruta en sazón dentro de mi boca, lameré todo tu cuerpo hasta saciarme con tu sabor y comeré tu polla hasta que me entregues toda tu esencia y cuando lo hagas, meteré la mía en tu culo, tan profundamente que gemirás y pedirás que siga dentro de ti, rogaras para que te más placer.

 

-¡¡Jamás haré eso!! –se rebeló ante mis palabras, seguro de si mismo.

 

Pobre iluso. Eso y mucho más conseguí mucho antes de acabar lo que me había propuesto. Sakuragi se me relevó como un ardiente amante y solo entonces él comprendió que se había equivocado de bando, que lo suyo era tener una buena polla dura como el acero dentro de él, machacándole la próstata y haciéndole gemir y suplicar por más.

 

Para mi fue toda una revelación y supe que Sakuragi era el único de mis amantes capaces de satisfacerme al máximo y me propuse seguir con él, aunque no quisiera y por lo que puedo recordar de aquella primera vez no deje milímetro de su cuerpo de explorar ya fuera con mi boca, mi lengua, mis manos o mi polla dentro de él y cada gemido suyo o grito me exaltaba aún mas queriendo escucharle mas fuerte, queriendo que me rogara porque no dejara de cogerle, algo que en ese instante estaba lejos de mi pensamiento, solo sus reacciones, sus emociones bastaban para excitarme aún más y desear no parar, pero todo tiene un final y el nuestro lo tuvo cuando ya de madrugada agotado se quedo dormido en mis brazos, nunca antes me había permitido quedarme con ninguno de mis otros amantes, lo hacíamos y luego se separaba de ellos, con Sakuragi sentí la necesidad de que cuando despertara lo primero que vieran sus ojos fuera a mi.

 

No lo conseguí, pero no me importó, porque esa mañana tuve más de lo que había deseado tener, mientras Sakuragi dormía plácidamente, ajeno a todo, apareció Mito a la hora fijada y al verme allí, casi le falto poco para tirarse a mi cuello, solo que yo estaba preparado y conseguí inmovilizarle, amenazándole con romperle el brazo que tenía doblado sobre su espalda, le lleve hasta el dormitorio para que viera a su amigo, le tumbe a los pies de la cama y antes que pudiera reaccionar estaba jodiendo a Mito, complaciéndome en que el chico viera a su amigo y comprendiera lo que había pasado esa noche entre nosotros, era algo parecido a lo que le estaba haciendo en ese instante.

 

-Déjale dormir… ha tenido una noche muy movida –le comente cuando termine con él- Mito, no le cuentes esto, porque entonces me enojaré mucho más y lo que haré seguro que lo disfrutaras otra vez.

 

Le vi enrojecer, todo su arrojo había cedido en el momento mismo que le cogí y supe que sin esfuerzo había conseguido un nuevo amante.

 

Aquella mañana cuando llegue a mi casa solo pensaba en dormir, caí dormido apenas apoye la cabeza en la almohada y dormí durante el resto de la mañana y parte de la tarde.

 

Durante el siguiente año, nuestros triunfos como deportistas se dejaran oír por toda Kanagawa, esa vez conseguimos el ansiado Campeonato Nacional y a nuestro lado como animadores estaban Akagi y Kogure que habían venido desde sus respectivas universidades.

 

Había pensando celebrar el triunfo con Hanamichi, para entonces habíamos dejado sorprendidos al muchos al mostrar un temperamento más amigable entre nosotros, pero la presencia de Kogure a quien no venia desde hacia más de seis meses, me convenció para buscar al Cuatro Ojos como le llamaba mi amante más ardiente y pasar esa noche en un hotel del amor.

 

Fuimos muchos a celebrarlo a un karaoke, sin embargo, cuando el ambiente estaba más sobrecargado y nadie advertiría nuestra ausencia, convencí a Kogure de marchar conmigo. Su reticencia a estar conmigo no tarde en conocerla. Estaba de novio con Mitsui, llevaban viviendo juntos tres meses.

 

Miré hacia Mitsui, había bebido más de la cuenta a pesar de no tener la edad, había aprovechado para darle unos tragos a la bebida que Akagi pidió para él, le ví hacerlo cuando no le veía. Al parecer no le había sentado nada bien, porque estaba dormido con medio cuerpo fuera del sillón.

 

-Mira, él no lo sabrá, volveremos antes que se aperciban que nos fuimos. –solo así conseguí sacarle de allí, pero no del local, por lo que tuvimos que buscar un excusado y allí satisfacer el deseo que despertaba en mi.

 

Una hora después volvimos, a pesar de la diversión que había alrededor de todos, yo no acababa de sentirme satisfecho y cuando fingía dormir ví que Mitsui reaccionaba de su estado etílico y salía de la sala, minutos después iba tras su pista. Le encontré echándose agua sobre la cabeza para espabilarse.

 

Mitsui no me hizo reclamaciones de fidelidad cuando le propuse meternos en uno de los excusados, es más se lanzó sobre mi como un desesperado y poco después estaba comiéndome como si me hubiera extrañado, no le deje que consiguiera lo que se proponía, le puse de espaldas a mi y tras meterle un par de dedos para abrirle, no le preparé más, sino que me empale dentro de él, escuchándole gemir y no por placer, aunque minutos después era tan ruidoso que tuve que meterle mis dedos en su boca para acallarle, él los chupaba como si fueran mi polla.

 

-Deberíamos hacerlo más a menudo –le propuse- en un lugar mas privado, tal vez tu apartamento.

 

-No puedo… no vivo solo –reconoció enseguida- Kimi-kun y yo nos hemos puesto de novios.

 

Le miré como si no comprendiera a quien se refería. Como si su nombre no me dijera nada.

 

-Kogure… -aclaró.

 

-¿Desde cuando…? –pregunté fingiendo ignorarlo.

 

-Algunos meses…, tres…, el último día de la semana dorada.

 

-No fue entonces cuando… -al ver que sus mejillas enrojecían comprendí, se puso de novio después de pasar una semana completa jodiendo conmigo. Interesante- Bueno, si alguna vez estas caliente y no le tienes a tu lado, sabes como contactar conmigo –dije dándole a entender que no me importaba que estuviera comprometido.

 

-Lo reconsideraré… -dijo arreglando su ropa y disponiéndose a salir, fuera no se escuchaba ningún ruido, los que habían entrado mientras le cogía habían sido prudentemente rápidos para darlos la libertad de continuar con lo nuestro, demás esta decir que no me corte en interrumpir lo que tenía con mi amante de turno.

 

Aquella noche de festejo fue completa para mi, porque un hora más tarde estaba cogiendo a Sakuragi, después de eso, me quede dormido y no desperté hasta que comencé a oír que estaban despidiéndose.

 

Me desperece y me fui sin más. A nadie le extraño mi actitud.

 


 

Habíamos comenzado nuestro tercer año de preparatoria y al club de básquet se unieron nuevos rostros, entre ellos un chico casi tan alto como Hanamichi y yo, por aquellas fechas, no estaba muy surtido de amantes, solo el pelirrojo y su amigo Mito, por entonces, Hanamichi ya estaba enterado de que les compartía sin ningún reparo.

 

Mitsui por fin acabo la preparatoria y pudo entrar en una universidad, la misma donde Kogure estaba terminando sus estudios, por lo que su intención era quedarse a vivir allí, porque las notas obtenidas por Kogure eran tan buenas que dos hospitales diferentes habían solicitado sus servicios cuando concluyera su doctorado, así que con ellos no podía contar y con Akira me pasaba otro tanto, había aceptado una beca para jugar en un equipo universitario en Los Ángeles por lo que pasarían años antes que volviera, su ausencia no me importó en exceso, mis sentimientos por él habían mutado y solo le consideraba un buen amante.

 

Por ese motivo, estaba extendiendo mis redes hacia nuevos candidatos y el chico nuevo, era propicio para mis deseos, además que conseguía excitarme, algo que conseguían pocos hombres.

 

Durante una de las pruebas que se les hacían a los nuevos, se me acercó y tras presentarse, no había prestado mucha atención cuando nuestro nuevo capitán les mencionó, por cierto, no lo os he dicho, Sakuragi consiguió alcanzar ese puesto y me nombró sub-capitán. Acepte porque así me mantenía más cerca suyo, podía cogerle en los vestuarios después de que se fueran todos. Solo imaginármelo conseguía excitarme.

 

Ambos nos vimos sumergidos en nuestros estudios y en el deporte, preparando a los chicos para los torneos de invierno y también para el festival deportivo que se llevaba a cabo todos los años.

 

En entrenador Anzai continuaba al frente del equipo de Shohoku y era él quien nos buscaba otros equipos para entrenar contra ellos y al mismo tiempo conociéramos sus técnicas de juego.

 

Pero en aquel momento, cuando conocimos a los nuevos candidatos y se me acercó el chico, recordé su nombre, por lo que pregunte.

 

-¿Eres pariente de Mizutawa Ichiro? –recordaba el partido que había jugado contra él cuando una lesión en la rodilla le obligaba a dejar el básquet, empataron con 78 puntos, al final del partido le entregó su camiseta.

 

-Es mi hermano mayor… -respondió- Me pidió que le dijera lo agradecido que estaba por lo que hizo por él.

 

-Solo fue un partido…

 

-Aún así podía haberse negado.

 

-No tuve nada que ver con eso, fue algo que decidieron nuestro capitán y el entrenador, pero si me gustaría saber de él –comprendí que podía conseguir mucho más que interesarme por su hermano, que en aquel momento no ocupaba mi mente si no el chico que tenía delante. Lamentablemente no podía hacer nada que pusiera en peligro mi posición como subcapitán y titular del Shohoku.

 

-Mi hermano se ha trasladado a vivir con nuestro padre y se esta preparando para entrar en la Universidad de Tokio.

 

-Estoy seguro que lo conseguirá.

 

-Si, se esta esforzando mucho. –admitió su hermano.

 

Vi que se acercaba Sakuragi y para justificar mi tiempo con el chico le pregunte si recordaba a Mizutawa Ichiro, que el joven era su hermano menor, enseguida él también acaparó su atención y yo me aleje de ambos.

 

Esa noche, en la soledad de mi dormitorio, pensé que nada ni nadie me había impedido coger a Mitsui, ni tampoco a Kogure, claro que ellos eran compañeros, aunque Kogure era mi senpai. Ahora ostentaba una posición superior y debía comportarme correctamente, sin embargo, esa noche mis hormonas solo veían un rostro. El del chico nuevo, le deseaba y cuando deseaba algo nunca lo dejaba pasar. Era consciente que tendría que tantear discretamente las posibilidades que tenía con él.

 

Dos semanas más tarde durante unas practicas, estábamos llevando un partido los reservas y los aspiraban a ser titulares contra los que ya lo éramos, Kentarou Ishii parecía no hacer nada que pudiera ser interesante, pero no era así, su juego era importante, Toki Kuwata se reveló como el mejor defensa del equipo, después de Miyagi y Yasuda fuimos afortunados al poder contar con él, Satoru Sasaoka destacaba por sus espectaculares jugadas y sus tiros de tres puntos, sus entrenamientos se centraron en ese tiro y con el tiempo llego a ser tan bueno como Mitsui deseando seguir sus pasos, Sakuragi además de ser nuestro capitán, continuaba siendo el rey de los rebotes y yo, bueno, yo continuaba el mismo de siempre, para todos aquel era nuestro último año en Shohoku y deseamos marchar dejando nuestra impronta en cada uno de los que llegarían después de nosotros.

 

El otro equipo estaba formado por Mizutawa  que tenía muchas posibilidades de conseguir ser titular como alguno de los nuestros se descuidara. Todavía recuerdo que Yasuda fue desplazado de titular cuando regreso Miyagi del hospital.

 

Y fue durante ese partido de practica, que de manera inadvertida, estaba marcando a Mizutawa demasiado cerca y mi mano rozó su cuerpo inadecuadamente, el juego prosiguió hasta acabar y luego Sakuragi les felicito por su esfuerzo y les dijo que dieran unas vueltas alrededor de la duela y que pasaran a las duchas, todos nos sentimos aliviados, aquella tarde, Sakuragi había mostrado su lado más serio y preocupado por un torneo nos había tenido entrenando duramente, eso me recordaba a nuestros ex capitanes, Akagi y Miyagi, también ellos se tomaban muy en serio los entrenamientos anteriores a un torneo o campeonato. Sabía que solo así podíamos seguir manteniendo nuestro estatus de ser uno de los mejores equipos de Kanagawa.

 

Sakuragi corría por delante nuestro, así que todos les seguíamos, habíamos perdido la cuenta de las vueltas que había dado cuando al acercarse a la puerta del gimnasio se detuvo, todos dieron un suspiro de alivio y salieron trotando para los vestuarios.

 

Fue en el momento que me estaba duchando cuando recordé el incidente durante el partido y en mi mente apareció el rostro sonrojado del chico y me propuse observarle más detenidamente, o mejor aún decidí comprobar si el chico se mostraba predispuesto a acceder a mis exigencias sexuales.

 

No era normal que un estudiante cambiara de preparatoria en el ultimo año, pero en el caso de Mizutawa así había sido, ni yo ni nadie le planteamos esa cuestión no era problema de nadie el porque, pero yo no dejaba de admitir que su presencia era un buen aliciente para mis hormonas. Estaba decidido a todo.

 

Esa semana mi padre estaba en Sendai y mi madre en Paris, por lo que tenía la casa para mi solo, seguramente que como era habitual llamarían para hablar conmigo y confirmar que estaba bien, no importaba lo lejos que estuvieran, ni uno ni otro olvidaban llamarme. Era como si se hubieran puesto de acuerdo, mi madre llamaba a las ocho y media y permanecía al teléfono quince minutos, a las nueve con idéntica puntualidad lo hacia mi padre y también se mantenía una conversación que duraba idéntico tiempo.

 

Eso quería decir que a las nueve y media yo estaba libre para hacer lo que quisiera, esta noche iba a ser la última que iba a estar solo, así que tenía que aprovecharla bien. Sakuragi me había dejado la llave de su piso, así que iría a verle.

 

No se porque en ese momento recordé una conversación que había mantenido con él momentos antes de nuestro primer encuentro sexual. Recuerdo que había tenido el capricho de que estuviera con los ojos vendados y luego le hice desnudarse por completo y tumbarse sobre la cama, allí me ubique a horcajadas de él y le pedí que levantara los brazos por encima de su cabeza, antes que pudiera comprender mis intenciones estaba sujeto al cabecero.

 

Solo entones mi mirada le recorrió en profundidad, admirando no solo sus músculos marcados por el ejercicio que hacíamos sino también que poseía un miembro levemente levantado de considerable tamaño quise comprobar hasta donde podía llegar y lo tome entre mis dedos masajeándole a lo largo de él, pude comprobar como ser erguía hasta tomar un grosor y una dureza atrayente.

 

Notaba tenso a Sakuragi mientras me entretenía jugueteando con su miembro que se mostraba muy generoso a mi toque.

 

-Estás muy bien dotado, seguro que dejarás bien satisfecha a tu novia –le comenté dándole suaves tirones, veía como apretaba los puños y sus mejillas enrojecían, no estaba seguro si por mis palabras o por mis acciones, de cualquier manera se le veía delicioso.

 

-No tengo novia… -susurró.

 

-Te he visto leyendo sus cartas.

 

-Entonces viste lo que quisiste ver…

 

-¿Acaso no eran de tu novia?

 

-No.

 

-Mejor, así no tendrás la idea equivocada que la estas engañando –dije mordaz.

 

Le vi apretar los labios para acallar su protesta.

 

Esas fueran las únicas palabras que hubo entre nosotros esa tarde, después en la habitación solo se escucharon jadeos y suspiros, y tal como había pronosticado Sakuragi se me relevó como un amante experimentado que no se saciaba con ninguna de mis caricias, ni tenía suficiente con mis besos, su boca ávida se adhería a la mía y sus labios se restregaban contra los míos con besos rudos y ardientes. Estaba tan ansioso de sexo como yo y ni uno ni otro recordaron durante el tiempo que estuvimos juntos que solo se trataba de cumplir un trato.

 

-¿Qué haces aún aquí? –preguntó una voz conocida sacándome de mi abstracción y apartándome de mis recuerdos.

 

Le miré, Sakuragi llevaba encima solo un lienzo y todo su cuerpo cubiertos de gotas de agua se me hizo muy apetecible, tanto como aquella primera vez cuando le vi totalmente desnudo ante mí.

 

Mire a mi alrededor percibiendo lo que ya sabía, estábamos solos, hasta los muchachos de la limpieza se habían marchado.

 

-Recordaba nuestra primera vez juntos… -y aún después del tiempo que llevábamos teniendo sexo, Sakuragi era capaz de ruborizarse.

 

Me pegue a él por la espalda, mientras mi mano se deslizaba por debajo del lienzo y tomaba posesión de su miembro que a mi contacto se erguió, comencé a masturbarlo, mientras intentaba quitarme con una sola mano mi pantalón, ante la imposibilidad de conseguirle me aparte de él y apresuradamente me desnude.

 

Empuje su espalda para que se doblara, dejándole expuesto a mi con las piernas separadas, mis manos acariciaron sus nalgas, mientras una se deslizaba hacia su entrepierna y volvía a tomar posesión de su miembro, la otra recorrió su estrecha senda hasta alcanzar su ano, le ningún cuidado le metí mi dedo medio abriéndole con excesiva dureza, el gemido de su boca me exaltó, escucharle era como música en mis oídos, y sentir como echaba hacia atrás sus caderas me animó a meterle otro, sentía como su abría a mi, como ansiaba sentirme, como me apremiaba con su cuerpo a hundirme dentro de él, solo que no lo haría, me tomaría mi tiempo haciéndole gemir y jadear le haría venirse solo con el toque de mis dedos, un tercero dilató aun más su hendidura, movía mis dedos dentro suyo, sabiendo que podía conseguir alcanzar su próstata, no sería aquella la primera vez que llegaba hasta ella.

 

Mi boca se entretenía en sus hombros, clavándole mis dientes y lamiendo las señales que dejaba en su piel, disfrutaba marcándole como mío, haciéndole saber a cualquiera que pudiera verles que tenía un hombre en su vida, no importaba que ignoraran quien era, me bastaba que nadie intentara interferir en lo que había entre nosotros.

 

Sentí como su espalda se arqueaba y se sacudía, el orgasmo estaba a punto de llegar, mis dedos apretaron su punta cortando su explosión de placer, se estremeció al sentir como remitían sus espasmos y todo su cuerpo quedo laso, Sakuragi gimió frustrado.

 

-No voy a dejar que te corras antes que yo, voy a dejar que sientas como te viene y seguirás sin conseguirlo hasta que tus entrañas se llenen con mi simiente y bien sabes que puedo llegar a tener cinco orgasmos en una noche y no dejarte que satisfagas tu necesidad. –susurré junto a su oreja, mordisqueándole el lóbulo hasta escuchar sus quejidos, no de dolor sino de frustración, sabía que era muy capaz de cumplir con lo que le decía.

 

Saque mis dedos de dentro suyo y me empale hasta sentir el golpe de sus nalgas contra mi pubis, pronto los dos tomamos el ritmo acorde a nuestras necesidades, mis sacudidas eran fuertes, nuestras respiraciones cada vez eran más jadeantes y los gemidos y sacudidas de Sakuragi me excitaban al máximo, embistiéndole, profundo y, duro, llevando nuestro éxtasis hasta un punto sin retorno, Sakuragi jadeaba llevado por el deseo de correrse y sollozaba cada vez que impedía que eyaculara, aquella era la tercera vez que se lo hacia, en cambio yo había derramado dentro suyo dos orgasmos que me habían liberado de la tensión, mas siempre continuaba dentro suyo consiguiendo con sus movimientos que volviera a empalmarme dentro suyo, nunca hasta le había llevado hasta ese extremo, sentía como su cuerpo temblaba y su respiración se volvía cada vez mas sibilante.

 

-¡¡Por favor, no puedo mas!! ¡¡Kaede, por favor!! ¡¡Por favor!!

 

Sus sollozos eran tan conmovedores, que comencé a embestirle más fuerte, profundo, golpeando su próstata y consiguiendo que dejara escapar de su garganta un aullido sollozante, al mismo tiempo que estrujaba entre mis dedos su bolsa dolorosamente llena y sentía como la intensidad de los sollozos aumentaba, solo que ahora era debido a la satisfacción al conseguir la liberación de tus testículos, su glande se sacudía con espasmos rápidos dejando caer al suelo y a la pared próxima una eyaculación plena, estaba tan cargado que aunque apretaba sus testículos como si estuviera ordeñándole, no sentía dolor, más bien alivio, en ese instante el orgasmo me alcanzó debido a las contracciones que Sakuragi efectuaba en sus esfínteres y que se cerraban de un modo delicioso alrededor de mi miembro hasta que me vine, copiosamente, cuando me aparte de él, un crema blanquecina se escurrió de su ano y se deslizó por sus muslos había cumplido lo que le dije sus entrañas no podían contener más mi semen y desbordaban, si antes no ocurrió fue porque mi pene hacia de tapón dentro suyo.

 

Durante un rato que pareció interminable permanecimos quietos, evitando que el peso de mi cuerpo derrumbara el escaso equilibrio que Sakuragi mantenía. Cuando me sentí mejor, le agarre de la cintura y le obligue a caminar hacia las duchas.

 

Antes de terminar nuestro aseo, como era habitual cuando lo hacíamos allí, Sakuragi se inclinó frente a mí, su rostro se alzó para mirarme, hundí mis dedos en sus cabellos húmedos y le empuje hacia mi entrepierna. Sakuragi era un mamador de primera, su boca se abría y me engullía sin ningún problema, abría su garganta al punto que sentía que mis veinte centímetros estaban cómodamente alojados dentro de él. Después despacio iba sacándolo, raspándolo suavemente con sus dientes y lamiendo todo a lo largo y ancho, chupaba mi glande como si fuera un helado y volvía a tragarlo hasta el fondo, a veces me permitía que le follara la boca y cuando me venía la primera ráfaga caía directamente en su garganta, después lo sacaba y lo dejaba reposar sobre su lengua, llenándosele la boca con mi semen que el tragaba golosamente y mostrándome su rostro extasiado, la satisfacción que veía en él me conmovía, lamentablemente, cuando dejaba de verle, solo quedaba en mi la saciedad del placer conseguido.

 

Sakuragi conseguía calmar mis ansias de posesión cuando estaba con él, pero pasado un tiempo, mis hormonas insaciables me pedían más, me detuve en el arcén de la carretera junto a la playa y saqué mi móvil dispuesto a hacer una llamada, Mito era el complemento ideal para completar el resto de esa noche.

 

Estaba por marcar cuando me fije que un coche se detenía a mi altura. Pensé que necesitaban ayuda e iba a girar el rostro hacia el coche, cuando de reojo ví que bajaban la ventanilla y una voz inquiría.

 

-¡¡Rukawa!! ¡¡Rukawa Kaede!! Soy Mizutawa Ichiro. ¿Tienes algún problema? –miró hacia la bicicleta.

 

-No… , no estoy seguro –me apresuré a contestar- Creo que una rueda esta medio desinflada.

 

-No necesitas llamar… te llevaré donde quieras –dijo descendiendo del coche y sin darme tiempo a reaccionar, subió la bicicleta en la parte trasera del vehículo y me ofreció un lugar en el asiento trasero, el también subió allí, sabía que era menor de edad y que no conducía, por ese motivo llevaba chofer.

 

Le dí mi dirección y cuando llegamos le invite a entrar.

 

-No quisiera molestar a tus padres…

 

Eso me hizo recordar que me había retrasado demasiado, al mirar la hora dí un suspiro de alivio, aún me quedaban unos minutos.

 

-No están…, suelen ir de viaje, posiblemente regresen mañana o pasado. ¿Cómo es que estas aquí? Creo recordar que tu hermano me dijo que vivías en Tokyo. –dije ofreciéndole un asiento en la sala.

 

-Vengo un par de veces al mes, saludo a mi madre y a mi hermana y si esta mi hermano charlamos un rato. Mi hermano te admira y dice que eres un excelente capitán.

 

-Subcapitán… -le corregí.

 

-Para mí siempre serás capitán…

 

Vi que la admiración por mí continuaba ahí, en su mirada.

 

En ese instante, sonó el teléfono, hable con mi madre asegurándole estar bien y poco después lo hizo mi padre confirmándole lo mismo que a mi madre, después libre ya para el resto de la noche, me volví hacia mi invitado.

 

Me acerque a él inclinándome le miré de cerca. Él no se apartó, continuó sentado, con el rostro alzado hacia mi, aparté mi mano del reposabrazos y la lleve a su rostro, acaricie el contorno de su rostro con suavidad, su rostro aniñado seguía ahí, sus labios se entreabrieron dejando escapar un gemido, me apoderé de ellos, suavemente, dándole la oportunidad de retirarse, no lo hice y yo profundice en la caricia, deje que mi cuerpo descendiera sobre el suyo que cayó primero sobre el respaldo y mas tarde sobre el asiento, para entonces, los dos estábamos desnudos, uniéndonos en una danza sexual que nos deje satisfechos por igual, de la sala pasamos a mi dormitorio.

 

A las once, Mizutawa Ichiro se marchaba, no sin antes intercambiar teléfonos para volver a encontrarnos. Dos semanas más tarde caía seducido por mi, su hermano pequeño y le disfrute tanto como era posible.

 

Mis cuatro amantes, los dos Mizutawa, Sakuragi y Mito, me colmaban plenamente, fue un tercer año lleno de satisfacciones, no solo sexuales sino también a nivel deportivo y estudiantil, tanto Sakuragi y Mito aprobaron los exámenes en la misma universidad a la que yo iba a ir, finalmente, decidí desistir de mi primera meta, formar parte de la NBA, en Japón también podía alcanzar a ser el mejor jugador, con el aliciente que allí estaban las personas que llenaban por completo mi vida sexual. ¿Qué más podía pedir?

 

Una noche recibió una llamada de Akira, había regresado porque la ceremonia de su boda ya estaba preparada, solo faltaba que volviera el novio.

 

-¿Cuándo te casas? –le pregunté.

 

-Mañana… necesito verte, va a ser mi última vez con un hombre y quiero que sea contigo.

 

-De acuerdo… -faltaban quince minutos para las diez de la noche y estaba solo- Nos vemos donde siempre, dentro de media hora.

 

Con puntualidad nos encontramos delante del hotel del amor donde muchas otras veces nos habíamos visto.

 

-Enhorabuena… -le felicité al verlo.

 

Akira torció el gesto de su boca, su sonrisa no tenía nada de alegre. Tal vez, una vez casado perdería esa alegría que le caracterizaba, pero podía estar seguro que esa noche le haría gozar tanto, que volvería a mi en más ocasiones, aún cuando se había propuesto serle fiel a su futura esposa. Si ese matrimonio iba a hacerle infeliz, no dudaría en provocar situaciones que acabaran con él.

 

Y esa noche Akira quedo tan agotado, que falto poco para que no llegara a tiempo a su propia boda.

 

Mientras Akira corría hacia la estación desesperado porque no llegaba a tiempo a su boda, yo marche relajado y satisfecho. Apenas llegue a casa caí dormido en mi cama sin molestarme en desvestirme. Cuando desperté a media tarde Akira llevaba casado más de seis horas.

 

Vi que tenía tres llamadas en el contestador automático. Todas eran de Sakuragi en la primera preguntaba si estaba en casa, en la siguiente si había olvidado que teníamos entrenamiento y en la última su tono de voz era de preocupación.

 

Decidí llamarle para disculparme, acogiéndome a la única verdad, me quede dormido, lo que no iba a decirle es que me acosté a las nueve de la mañana.

 

-¿Seguro que no estas enfermo? –me preguntó, sabía que yo no faltaría a un entrenamiento por ese motivo.

 

-Ven a comprobarlo si quieres…

 

-Llegaré en una hora.

 

Me quede mirando el teléfono, había colgado.

 

Volví a mi dormitorio, me desnude y pase al aseo para darme una ducha, no quería que me viera con la misma ropa del día anterior.

 

Cuando le abrí la puerta su primer gesto fue posar su mano en mi frente para comprobar que no estaba afiebrado.

 

Le deje hacer.

 

Esa noche, Sakuragi se quedo a dormir, después de saber que mis padres no volverían hasta la siguiente semana.

 

De no tener ningún plan para ese fin de semana, había acabado encontrándome no solo con Akira sino también con Sakuragi que colmaba todos mis deseos, podía sentirme más que satisfecho.

 

Cuando comenzó la nueva semana, nuestras ocupaciones deportivas se dispararon, el entrenador Anzai nos llamó a su despacho para explicarnos su plan para los siguientes dos meses, había conseguido contactar con otras preparatorias y estaban dispuestas a competir contra Shohoku con partidos de práctica, cuatro por mes.

 

Nos explicó las tácticas de juego que teníamos que practicar para dominarlas y lo que esperaba de nosotros dos. Prometimos esforzarnos al máximo para ganar otro año más.

 

También nos comentó que iba a conseguir un video de los distintos equipos que competirían en el Campeonato Nacional para conocer sus puntos débiles y su forma  de juego para que así nosotros pudiéramos jugar sin dejarnos llevar por sus estrategias, ni perder los nervios cayendo en sus maniobras.

 

Por la tarde, cuando los titulares y reservas entraron al gimnasio se atropellaron entre si al detenerse los primeros, su capitán Sakuragi y subcapitán Rukawa les esperaban parados en mitad de la duela con las miradas fijas en los que iban entrando, quienes con solo vernos supieron que había novedades y vaya si las había, cuando esa tarde explicamos la tónica de nuestros siguientes entrenamientos más de uno gimió y no me extraña, porque ambos estábamos dispuestos a volver a ganar y para ello debíamos saberlo todo de nuestros rivales y estar mejor preparados que todos ellos.

 

A partir de ese momento, todos tenían que esforzarse al máximo y los dos fuimos duros con ellos y con nosotros mismos, aunque pareciera que el Campeonato Nacional estaba lejos, cuando quisiéramos darnos cuenta lo teníamos encima y solo con dedicación y esfuerzo volveríamos a ganarlo.

 

Durante la semana estábamos todos muy ocupados, por las mañanas teníamos que estar en nuestros salones estudiando y por las tardes nos reuníamos en el gimnasio practicando incansables, les habíamos pedido una hora más de su tiempo libre y todos aceptaron con entusiasmo, fueron días duros e intensos y estoy seguro que acabaron odiándonos, porque Sakuragi y yo nos mostrábamos inflexibles, habíamos decidido que también los sábados entrenaríamos y para no agobiarles en exceso solo lo haríamos durante dos horas por la mañana.

 

Pronto nuestro esfuerzo comenzó a mostrar sus resultados, cuando dos semanas después el entrenador llegó al gimnasio y nos comunico que el primer sábado del mes jugaríamos contra el Jousei, recordé que nos habíamos enfrentado a ese equipo en tres ocasiones también en practicas durante nuestro primer año, la primera vez ganamos nosotros, la siguiente ellos y la ultima empatamos, desde entonces no habíamos tenido más oportunidades de vernos las caras con sus jugadores, supuse que también ellos habían evolucionado a otro tipo de juego con la renovación de sus jugadores.

 

Jugar contra ellos fue increíble. Tengo que reconocer que son buenos, sin embargo, no han dejado de ser un equipo que en el ranking ocupa el número veinticinco. En cambio nosotros de ser unos desconocidos durante nuestro primer año, acabamos siendo los cuartos, para ser ahora los primeros. Pero lo más importante, es que no debíamos dejarnos llevar por ese triunfo fácil para olvidar que no son los únicos a los que nos enfrentaremos en el futuro y así lo dejo claro Sakuragi cuando llegó nuestro entrenamiento habitual. Me sorprendió que sus pensamientos marcharan acorde a los míos sin que lo hubiéramos hablado.

 

El entusiasmo de Sakuragi se contagio al resto de nosotros y prometimos no decaer en el desanimo, ni en la excesiva alegría, seguiríamos entrenando como durante nuestras últimas semanas, solo se permitió una concesión, nos quitó la hora de más que había añadido a nuestros entrenamientos.

 

Esa tarde cuando los muchachos se retiraron a sus casas después del entrenamiento y la limpieza se había llevado a cabo, Sakuragi me comentó que el entrenador le había pedido que aflojara un poco, que hasta el momento estaba satisfecho con el resultado y que pudiera ser contraproducente exigirles demasiado.

 

Salimos juntos hasta la entrada de la preparatoria, íbamos a separarnos cuando escuche mi nombre.

 

-Rukawa…

 

Me volví a mirarlo.

 

-Deberías tener en cuenta lo dicho por el Gordito –Sakuragi seguía siendo irrespetuoso con nuestro entrenador. Si bien seguía todas sus directivas a rajatabla, era encomiable su obediencia y respeto hacia el entrenador Anzai.

 

Le miré como si no comprendiera.

 

-Tomate un descanso, desconecta por el resto de la tarde... y noche. Te vendrá bien.

 

Asentí a su consejo, iba a pedirle que se quedara conmigo esa noche pues mis padres volvieron a dejarme solo cuando vi que se acercaba a nosotros una chica, la reconocí era la hermana de nuestro ex capitán Akagi, que seguía como asistente del entrenador. Aunque sabía que la chica no era novia de Sakuragi no pude menos que sentirme molesto con su presencia, ya que tenía que soportarla durante los entrenamientos, al menos podía mantenerse alejada de mi fuera de ese horario. Me apresuré a despedirme antes que llegara hasta nosotros.

 

Al girar la siguiente calle me cruce con Mito, supe que buscaba a Sakuragi, decidí en ese instante que cualquiera de los dos me servía, detuve mi bicicleta a su altura.

 

-Si buscas a Sakuragi esta con su antigua novia –dije aún sabiendo que no era cierto.

 

-¿Novia? –se quedo pensativo un segundo- ¿Te refieres a Haruko-chan?

 

-No se como se llama…, la asistente del entrenador Anzai.

 

-Ella no es su novia. -me aclaró Mito.

 

-Sube detrás –dije olvidándome de Sakuragi y su enamorada.

 

-Me esperan en Danny's.

 

-Tus amigos no dejaran de serlo si esta tarde no vuelves con ellos. –Objete- Sube atrás… -repetí y mis palabras no admitían una negativa.

 

Mito ya no dudo más.

 

Mientras pedaleaba rumbo a casa, pensaba que era una suerte para mí tener unos padres tan ocupados, porque me dejaban mucho tiempo libre para llevar mi propia vida sin estar bajo su tutela. Esta vez era mi padre quien salió al extranjero, estaba en Múnich, en cambio mi madre había sido llamada por su madre, porque había tenido una caída y estaba hospitalizada. Mi abuelo paterno y mi abuela materna era toda la familia que nos quedaba, los dos eran bastante tercos y preferían vivir independientemente de sus hijos, cierto que los dos habían llevado una vida sana y eran autosuficientes.

 

-Ponte cómodo –dije cuando entramos en la casa.

 

Me dirigí a mi dormitorio para cambiarme de ropa, cuando descendí Mito esperaba sentado en el sillón preferible de mi padre.

 

-Voy a comer, ¿te apetece? -pregunté invitándole a acompañarme a la cocina.

 

Mito se levantó y me siguió.

 

Por una vez hice caso de Sakuragi y decidí tomarme ese merecido descanso, aunque para mi no tenia el mismo significado que podía darle el pelirrojo. Esa noche Mito me pertenecía, sería la primera vez que pasaba tanto tiempo conmigo, en ausencia de mis padres, en la casa que era mi hogar.

 

Tras la cena le dí un par de órdenes que obedeció sin chistar.

 

-Llama a tus padres y diles que estas en casa de Sakuragi y luego llámale a él y dile que si tus padres le llaman, te cubra las espaldas.

 

Mito así lo hizo, en tanto, me aseguraba que ventanas y puertas quedaban cerradas, no quería sorpresas inesperadas, con mi madre en Yokosuka nunca podía saberse si se presentaba sin avisar, ya que estaba a dos horas de distancia en tren con su correspondiente trasbordo.

 

-¿Todo arreglado? –pregunté volviendo a su lado.

 

-Si.

 

-Subamos… -y por si tenia intención de encontrar alguna excusa para demorar ese momento, apoyé mis manos sobre sus hombros, al ser más alto que él, le guié por delante de mi hacia las escaleras y tras alcanzar el rellano superior, le conduje hasta la puerta entreabierta de mi habitación- Pongámonos cómodos –sugerí y comencé a desabotonar su camisa y quitándosela la deje caer al suelo, luego mis manos fueron hacia el cinturón de su pantalón y lo afloje bajando el cierre de su bragueta, le empuje hacia atrás, cayendo sobre mi cama, tome la cinturilla del pantalón y se lo saque en un segundo, llevaba puesto un slip de color blanco, pose la palma de mi mano en su entrepierna frotándose contra su protuberancia que comenzaba a mostrar un aspecto muy apetecible, aún manteniéndose oculta bajo la tela.

 

Con la mano libre solté el cinturón de mi bata happi, quedando desnudo al desprenderme de ella. Su mirada quedo fija en mi cuerpo, se incline sobre él, sus caderas contra las mías y mis piernas aprisionando las suyas, moví mis caderas, masturbándole con mi órgano que comenzaba a erectar, sintiendo como el suyo se sacudía bajo la tela que la aprisionaba, al mismo tiempo que mi pecho entraba en contacto con el suyo y mi boca tomaba posesión de la suya, en una profunda y dura caricia que dejo sus labios tumefactos, sus brazos rodearon mis hombros presionando contra él, para que el profundo beso que nos unía se mantuviera más tiempo.

 

Solo nos separamos cuando comenzamos a respirar por la nariz. Lleve mis manos hacia las suyas ubicadas en mi nuca, las agarre llevándolas por encima de su cabeza, comencé a besarle nuevamente para distraer su atención, cuando quiso darse cuenta estaba atravesado en mi cama, con las manos amarradas a la misma.

 

-Suéltame –dijo forcejeando para liberarse de la cinta roja que le mantenía sujeto.

 

-Vas a lastimarte –le avisé- Déjate llevar, vas a disfrutarlo. Cierra los ojos y no los abras –le pedí.

 

Mito no tenía más opciones que aceptar su sugerencia. Le vió cerrarlos y respirar tranquilo, poco iba a durarle pensó mientras su boca comenzó a dejar fuertes mordiscos en sus hombros, cuello y pecho y su lengua lamia cada señal que iba dejando sobre su piel, rasposa, mientras sus manos se movían por el resto de su cuerpo sin dejar un hueco sin tocar, sus dientes mordisquearon sus tetillas, y lamieron sus aureolas, cada movimiento, cada lamida, cada mordisco o tirón provocaba en el chico que estaba bajo el jadeos entrecortados y espasmos que sacudían su cuerpo, por entre su boca entreabierta escapaban gemidos y sus manos se empuñaban y cuando le exigía que lo tomara, le acallaba con duros besos que le dejaban adolorido.

 

Sus piernas se enroscaban alrededor de sus caderas empujándole contra su pubis moviéndose de forma que sus órganos se rocen aunque sea tela por medio.

 

Le deja hacer, porque él se tomara su tiempo, esa noche no quiere nada apresurado. Continúa excitando su otra tetilla, consiguiendo dejarla dura y del tamaño de una cereza y tan apetecible como la fruta por lo que se deja llevar por la tentación de darle un fuerte mordisco que arranca un gemido de dolor en Mito que se sacude bajo él, repite el mismo gesto con la otra dejándolas con idéntico color rojizo.

 

Su boca desciende por su estomago plano, alcanza su ombligo que bordea con su lengua, sigue bajando hasta llegar al borde del slip, su boca delimita ese trozo de carne que oculta la tela blanca, pero que al ser humedecida por su saliva comienza a mostrarse, levanta sus piernas por encima de sus hombros, mientras su boca continúa explorando lo que allí tiene Mito, duro, henchido, muerde sus testículos con suavidad y también sus nalgas alrededor de su ano al que siente como sus esfínteres se abren y cierran.

 

Sus manos se acercan al borde del slip y comienza a enrollarlo hacia abajo, formando como un anillo alrededor de sus muslos, su órgano da un salto al verse liberado de su prisión, acaba sacándole el pequeño rollo de tela y solo entonces fija nuevamente su atención en su palpitante polla que esta soltando gotitas de presemen.

 

La toma entre sus dedos dejando a la vista su cabeza goteante, se inclina sobre él dándole una rápida lamida, el gemido de salió de su garganta le animo a darle lo que esperaba con ansia, su boca se cerró en torno a ella y fue metiéndoselo hasta la base, hundió su rostro en su pubis oliendo el aroma que emanaba de él, volvió sacarlo y metérselo una y otra vez, rozándole con sus dientes y humedeciéndole con su saliva, su lengua lo raspaba, le sentía estremecerse, su cuerpo se estremecía, su espalda se arqueaba, estaba por venirse le dí pequeño mordisco impidiéndoselo, oí su gemido de frustración.

 

Disfrutaba oyéndole, sus gemidos, sus jadeos entrecortados me excitaban al máximo, Mito sabía que cuando le cogiera no sería suave y aún así se movía incitándome a tomarle, las sacudidas de su cuerpo, sus piernas volvían a presionar mis nalgas animándome a cogerle.

 

Le complací. Le abrí con mi polla al atravesarle sin ninguna preparación, se contrajo dolorido alrededor de mi miembro, cuando se relajo, volví a salir por completo y metiéndoselo sin darle tiempo a recuperarse, repetí ese movimiento varias veces hasta que le sentí abrirse por completo a mí. Le llenaba por completo y le sentía como un guante alrededor, suave y cálido.

 

Mis movimientos se volvieron más enérgicos, más fuertes, le embestía con frenesí, llevado por el deseo de hacerle sentirme bien profundo dentro de él, cada vez que golpeaba su próstata sus gritos y jadeos se volvían más intensos, quería seguir escuchándole gritar su deseo de que le dejara correrse, de lo que había estado muy pendiente de impedirle alcanzar su orgasmo hasta que lo hiciera yo y así fue, cuando sentí su cuerpo estremecerse, convulsionarse próximo a alcanzar su explosión final, le deje irse, al tiempo que mi polla dentro de él se sacudía llenando sus entrañas con mi semen, Mito comenzó a derramarse con profusión, los temblores de su cuerpo fueron cesando lentamente, mientras yo me derrumbaba entre sus piernas entreabiertas, luego me volví quedando boca arriba a su lado, nuestras respiraciones estaban alteradas y tardamos un rato en recuperarnos, luego medio me volví y solté sus manos, Mito se restregó las muñecas que habían soportado la presión durante todo el tiempo que se había entregado a mi.

 

No pasó mucho tiempo cuando le tuve mordiendo la almohada, repite con él todas las posturas posibles y solo cuando a través de la ventana vimos llegar el amanecer nos derrumbamos agotados. Le deje dormir un par de horas antes de convencerle para que se marchara.

 

Me justifique diciéndole que mi madre pensaba regresar esa mañana y no quería que supiera que había pasado la noche conmigo. Ella ignoraba que yo era gay.

 

Mito más dormido que despierto salió de la casa. En realidad no me importaba donde fuera a pasar el resto del día, ya había hecho bastante dejándole descansar unas horas. Él necesitaba dormir solo, le incomodaba compartir su cama con otro cuerpo, necesitaba todo el espacio para él.

 

A las ocho entraba en la preparatoria mucho más dormido de lo habitual y para no perder mi costumbre me quede dormido sobre la mesa y una vez más el profesor me sacó del salón, por lo que subí a la terraza para seguir durmiendo, me desperté al sentir que me empujaban del hombro repetidas veces y como en sueños escuchaba mi nombre.

 

Sin abrir los parpados me sacudí con violencia, iba a golpear a quien se atrevía a despertarse cuando mi mente registró el sonido de la voz.

 

-¿Sakuragi?

 

-Por fin despiertas… nos quedan cinco minutos para llegar antes que los chicos.

 

Me apresuré a levantarse y prácticamente corriendo bajamos las escaleras y recorrimos los pasillos hasta alcanzar el gimnasio, nos cambiamos de ropa y entramos casi atropellándonos.

 

Varios pares de ojos se volvieron hacia la puerta. Nos habían pillado. Sakuragi carraspeó y comenzó a vociferar para que comenzaran con el precalentamiento.

 

Después comenzó la rutina de todas las tardes y ninguno protesto porque no aflojábamos el ritmo que nos habíamos propuesto y así fueron pasando los días y los partidos de practica se llevaban a cabo, unas veces ganábamos, otras empatábamos, pero lo que estaba claro es que íbamos a por todas y así fueron transcurriendo las semanas y finalmente un día el entrenador Anzai nos comunicó lo que ya sabíamos, comenzaban las preliminares estatales.

 

Tuvimos que enfrentarnos a un par de equipos fuertes, pero estábamos tan concienciados para ganar que fuimos escalando posiciones y finalmente cuando anunciaron el resultado final estábamos clasificados para las finales, solo entonces el entrenador Anzai dos dio un par de días libres para que lo tomáramos con calma, la siguiente etapa de nuestra carrera por alcanzar nuestra meta.

 

-¿Qué harás estos días? –teníamos un largo fin de semana por delante.

 

-Mis padres están de viaje, aprovecharé para visitar a mi abuelo, llevo sin verlo desde que comenzamos a competir. –respondí a su pregunta dándole una información que no me había pedido- ¿Y tú? –pregunté a mi vez.

 

-Dormiré los cuatro días –dijo con una sonrisa atrapante.

 

-Si no lo haces, pásate por casa, ya sabes donde vivo.

 

-¿Y tu abuelo?

 

-Iré el domingo.

 

-De acuerdo…, te llamaré antes.

 

Asentí, sabía que Sakuragi vendría la noche del sábado y con toda posibilidad se quedaría toda la noche.

 

Sin embargo, todo se torció y no porque Sakuragi no pudiera venir, sino porque encontré una diversión más novedosa, me dirigía a un combini comprar soda y dulces sabiendo que mucho antes que me sintiera saciado de coger a Sakuragi este me exigiría comer, así que esa tarde fui a buscar comida cuando me encontré con  Mizutawa Katsumi. No pude resistirme a invitarle a venir conmigo, la ausencia de mis padres me permitía llevarles a casa, evitando así gastarme unos yenes en el hotel del amor.

 

Escuche como se dejaba oír la alarma del teléfono y supe que era Sakuragi, más en aquel instante, estaba la suficientemente entretenido como para dejar al chico que gemía mientras le embestía. Las llamadas se repitieron un par de veces más, luego dejaron de oírse. Sakuragi había desistido. A las diez de la noche, Mizukawa Katsumi se marchaba, tenía que tomar el tren y podía perder el último de la noche.

 

Cambie las sábanas de mi cama y ventile la habitación, vestido solo con mi happi fui a buscar bebida, al abrir la nevera ví las sodas que había comprado para Sakuragi, recordé que no había hecho caso de sus llamadas, bebí con ansiedad hasta vaciar el bote, me recosté en el sofá de la sala y encendí la televisión, estuve pasando por las distintas cadenas sin encontrar algo que me gustará, finalmente miré hacia el aparato de teléfono y me decidí, Sakuragi me distraería lo suficiente.

 

No lo pensé dos veces, pulse su número y esperé que contestara, al oír su voz le pregunté.

 

-¿Estas solo? Yo también… ¿quieres venir? –al oír su pregunta mi mente se lleno de los vividos momentos pasados con Mizukawa, apenas hacia media hora que se había ido y ya estaba deseando tener sexo y Sakuragi era tan ardiente para satisfacerme plenamente, además que solo con él me sentía lo suficientemente cómodo para pasar la noche- Debí estar dormido. –comente al oírle decir que había llamado un par de veces- Te espero –dije cuando aceptó venir.

 

Sakuragi era increíble, tenía una resistencia fuera de lo común, por eso no era de extrañar que nos mantuviéramos ocupados durante el resto de esa noche y a la mañana siguiente, tras levantarnos para comer volvimos al dormitorio, debidos quedarnos dormidos estrechamente abrazados, solo recuerdo haberle abrazado por detrás, quedando pecho y espalda juntos, después el sueño me invadió y cuando desperté continuaba abrazado a él, sólo que Sakuragi estaba despierto, se había dado vuelta y su mirada estaba fija en mí.

 

Gire la cabeza para ver que hora era.

 

Las dos de la tarde. Mi abuelo se había quedado sin mi visita. Lo haría cuando termináramos de jugar las finales.

 

Me desperece, al hacerlo empuje a Sakuragi fuera de la cama, cayendo al suelo con estrepito, su protesta fue sonora. Sonreí al escucharle. Le vi ponerse de pie sobándose el trasero.

 

Ver su cuerpo modelado por el deporte, hombros anchos, pecho musculoso, su vientre plano, pubis con vello pelirrojo, claro indicio que sus cabellos no eran teñidos como se especulaba sobre su rareza al darle ese color. Ser pelirrojo era su color natural.

 

Alargue la mano hacia él y acaricie sus muslos recios, de músculos fuertes, me incorporé hasta quedar a la altura de su entrepierna, mi mano paso a lo largo de su pene que a mi contacto comenzó a erectarse. Me agarre a él acercándolo a mi boca. Sakuragi gimió al contacto de mi boca y lengua alrededor de su tronco, excitarle era apasionante también para mí.

 

Nunca me cansaba, ya fuera cogiéndole o teniendo sexo oral. Todo él era delicioso y nuestros juegos amorosos continuaron durante el resto de la tarde, hasta que agotados paramos, lamentablemente, Sakuragi tenía que marchar, si por mi fuera le hubiera pedido quedarse, pero si lo hiciera, no hubiéramos estados despiertos para tomar el tren que nos llevaría a enfrentarnos a nuestro primer rival.

 

Para las finales estaban clasificados, Kainan, Ryonan, Sannoh y Shohoku, nuestro primer partido fue contra el Ryonan, después nos enfrentamos al Sannoh y finalmente al Ryonan.

 

Aunque el Kainan era un buen equipo, en esa ocasión fue el Ryonan quien superó a todos sus rivales y junto a Shohoku pasamos a participar en el Campeonato Nacional que se llevaría a cabo en la ciudad de Sendai.

 

Dos días más tarde estábamos todos viajando hacia Sendai, íbamos a alojarnos en una residencia propiedad de un amigo del entrenador Anzai que poseía un ryokan.

 

El viaje en tren transcurrió con la normalidad que se podía pedir de unos jóvenes con ganas de diversión, allí coincidimos con otros equipos y con bastantes simpatizantes que iban dispuestos a darnos ánimos, entre ellos no podía faltar los amigos de Sakuragi.

 

No voy a describir como transcurrió esa semana, solo diré que ganamos, desplazamos por segundo año consecutivo al Kainan que quedo en segundo lugar en la clasificación de equipos, el Sannoh quedo como tercer mejor equipo dejando al Ryonan en cuarto lugar. Entre los mejores jugadores figuraba entre otros Sakuragi y como no yo mismo.

 

El amigo del entrenador Anzai nos permitió quedarnos una semana más y pudimos relajarnos debidamente y también como no festejar el triunfo.

 

Al final de la tarde, cuando volvía de relajarme en el rotemburo encontraba a alguno de mis antiguos amantes esperándome, por lo que nunca pase una noche solo, si bien, apenas acababa con ellos volvían a sus respectivas habitaciones, yo me sentía agradecido porque Mitsui y Kogure vinieran a ver la final, aunque con ambos no pude entretenerme mucho, debido a que uno u otro hubiera extrañado que su pareja pasara fuera de la habitación que compartían más tiempo fuera que dentro, en cambio, Akira que había prometido ser fiel a su esposa, me ayudó a liberar tensiones hasta la madrugada, también estuvieron una noche los hermanos Mizukawa, sin olvidar a Mito y a Sakuragi, fueron en conjunto seis noches increíbles, él ultimo día tómanos temprano el tren para regresar a Kanagawa y de allí cada uno a su propia casa.

 

Mis padres me recibieron en casa y conocedores de la noticia me felicitaron, por mi gusto hubiera continuado durmiendo todo el día siguiente, pero el despertador me avisó que las clases aún no habían terminado, dos semanas después tendría vacaciones.

 

Según que universidades las vacaciones varían de unas y otras, sin embargo, el año académico duraba dos semestres, el primero de abril a septiembre y el segundo de octubre a marzo y teníamos tres vacaciones al año, durante el verano a finales de julio hasta el comienzo de septiembre; en invierno, desde finales de diciembre hasta el comienzo de enero y en primavera, desde febrero hasta marzo. Eso si sin olvidar los cuatro días de la semana de oro, en la que todos aprovechaban para alejarse de sus hogares buscando lugares de relax.

 

Estaba deseando acabar la preparatoria e iniciar mi nueva vida como universitario.

 

Fin de la 1ª parte

Notas finales:

Cuando recupere las ganas de escribir, durante mis vacaciones, todas las tramas de mis nuevos relatos tienen esta tónica.

El sexo forma parte integrante de sus vidas, en este relato le ha tocado a Kaede... en otro a Hanamichi .... y el que tengo escrbiendo entre muchos otros.... es el diario de Hanamichi, posiblemente lo suba apenas acaba el fic Errores encadenados que posiblemente en dos o tres capítulos este finalizado.

Por de pronto, espero que disfruteis de este primera parte.


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