Diario secreto de un adolescente pervertido
Por Paz
1ª parte
Año 16 de la Era Heisei
Mis vacaciones de primavera
Abrí el cajón de mi escritorio que aparecía abarrotado de papeles y utensilios de escritorio, como clips, gomas, lápices, bolígrafos y un sin de de cosas más y allí encontré un cuaderno de tapas negras, que en un primer instante me desconcertó, enseguida me emocioné al recordar como había llegado a mí poder.
Lo abrí para echarle una ojeada, sus páginas estaban todas en blanco, excepto la primera donde leí.
Año 14 Era Heisei, mes 4, día 1 lunes
-Me llamo Sakuragi Hanamichi y tengo doce años, mi padre me regalado este cuaderno para que escriba en él todas aquellas cosas que vayan sucediéndome o mis pensamientos más secretos.
Estaba escrito de mi puño y letra y me había olvidado por completo de volver a escribir en él, habían transcurrido casi dos años desde aquella tarde cuando plasmó con trazos temblorosos aquellas letras, guardándolo después en uno de los cajones, ese fue el último regalo que recibió de su padre, pocos meses después falleció y con el tiempo fue cubriéndolo con otros libros y cuadernos, al no verlo no volvió a acordarse de él, hasta que esa mañana decidido a hacer limpieza en su escritorio sus dedos toparon con él.
Ahora tenía motivos para recomenzar lo que había empezado aquel día. Se sentó y agarró su pluma, pasó a la página siguiente y escribió una fecha. Después de eso olvidó su propósito de limpiar.
Año 16 Era Heisei, mes 3, día 1 lunes
Mi padre falleció en el año quince del quinto mes y de mi madre no tengo recuerdos, solo la conozco por una fotografía desvaída por el tiempo. Desde entonces vivo solo, continuó en la misma casa donde vivieron mis padres y yo desde que tengo memoria, en el distrito de Tanazawa en Aikawa y hasta ahora me ha ido bastante bien, debido a mi altura, mido 1,89 cm. puedo pasar por adulto, excepto para aquellos que me conocen de toda la vida y que callan para no perjudicarme. Les estoy muy agradecido a todos ellos, porque de una manera u otra siempre están ahí para cuando los necesito.
El barrio esta próximo a un perímetro industrial, aún así me gusta porque es donde he vivido toda mi vida, una serie de edificios de igual construcción distribuido en cuatro pisos, mi apartamento esta ubicado en el último, en el extremo, si me asomo al balcón veo la casa haciendo esquina donde vive la familia de mi amigo Mito, al frente esta ubicado otro edificio idéntico al mío, es un pequeño mundo donde casi todos los conocemos y aún alejándome de mi entorno habitual, me conocen y les conozco.
Hubo un problema inmobiliario y algunos de los edificios que componen el barrio pasaron a un manos de un empresario ricachón, por lo que ahora esta dirigido por un consorcio y se nos exige el pago de una mensualidad por el alquiler de las viviendas a un precio bastante alto, porque según dijeron los cobros anteriores eran irrisorios.
De haber vivido mi padre se hubiera sentido muy disgustado porque él contaba con poder comprarla al final de su contrato y dejármela en propiedad. Ahora las condiciones han cambiado y la posibilidad de comprarla cada vez esta más lejana.
Ya te he contado quien soy y donde vivo, ahora solo me queda por decirte
Jaa ne
Año 16 Era Heisei, mes 3, día 5 viernes
Acababa de regresar de la preparatoria bastante tarde porque tenía una clase suplementaria después del horario normal de estudios, cuando llamaran a la puerta fui un tonto al apresurarme a abrir, tenía que haberme imaginado que solo podía tratarse de Kido Hayato, el recaudador de los alquileres.
Es un tipo repulsivo, con el rostro picado de viruelas, redondo y con mirada perversa y lasciva, es de constitución fuerte, capaz de intimidar a los morosos impenitentes o a los que nunca pueden pagar en su día como me pasa a mí. Mi altura no le intimida. Disfruta viendo el temor en mi mirada. Sabe que puede doblegarme con la fuerza de una sola de sus manos.
Hasta sus palabras resultan repulsivas. La sonrisa de sus labios no presagiaba nada bueno y tuve mucha razón.
Solo decirle que aún no me había llegado el cheque que me envían de la pensión de mi padre cuando su sonrisa se ensanchó, me empujó al interior del piso cerrando la puerta a su espalda. Trastabille pero no caí, en ese instante su mano me agarró del garukan y tiró de mí hasta que me tuvo arrodillado a sus pies, tuve que dejarle hacer o mi uniforme se hubiera quedado destrozado por su fuerte agarre, además me estaba ahogando, boquee en busca de aire y mi garganta quedo atrapada y sin posibilidad de respirar. Tuve que hacer lo que deseaba.
No debí prestarme a su juego, sus amenazas surgieron el efecto deseado desde el instante que había averiguado que era menor de edad y comenzó a abusar de mí. Aquella tarde no fue diferente a otras de las veces que venía a reclamarme el pago, lo cobraba mas tarde, si, pero esa primera vez me castigaba por la demora. Fue asqueroso, tuve que repeler las nauseas que me causaba, pero aquella era la única manera de conseguir que esperara una semana más. Tendré que acostumbrarme a mamársela si con eso consigo que se olvide de cobrarme el alquiler. Solo deseo tener el dinero cuando vuelva la próxima vez, porque no quiero ni siquiera pensar en lo que me obligará a hacer. Sabe que no puedo denunciarle, porque de hacerlo, aunque él fuera a prisión por abusar de un menor de edad yo pasaría a depender del Estado hasta que cumpliera veinte años, estaría lejos de todos mis amigos y conocidos. Me tiene en sus manos y lo sabe, no le importa venir las veces que sea necesario, porque saca más ganancia abusando de mi que cobrando por eso siempre procuro apartar la cantidad que corresponde, aunque a veces acabo echando mano de ese dinero y me toca pagar en especie.
Que repugnante suena.
Jaa ne.
Año 16 Era Heisei, mes 3, día 12 viernes
A través de la mirilla vi que era Kido. Había apartado la cantidad del alquiler, por lo que abrí con toda tranquilidad. Ese asqueroso pervertido venía a exigirme el pago, pero no el que creía obtener. Conseguí borrar de sus labios la sonrisa sardónica cuando le abrí la puerta del piso y dí un paso hacia el pasillo, con tono de voz lo suficientemente alto para hacerme oír por los vecinos más próximos le dí lo que correspondía exigiéndole el recibo firmado de ese mes.
Kido-san tasco el freno, vi la rabia en su mirada, pero abrió su maletín y saco mi factura, sellándola y firmándola. Recogió el dinero y me entregó el recibo, no sin antes murmurar entre dientes.
-La próxima vez desearas no haberme desafiado.
Temblé y él sonrió con perverso placer al ver que había conseguido asustarme.
Dio un paso hacia mi y yo retrocedí, mi espalda dio con el marco de la puerta que el retenía con la punta del pie impidiéndome cerrarla.
Tuve la impresión que pretendía entrar, de pronto, una puerta más allá se abrió y apareció mi salvador.
Kido-san movió el pie dejando libre la puerta, que se cerró hacia mí, la sujete antes que me pillara en medio.
No quería ni imaginar el sentido de su amenaza. Kido-san me dirigió una mirada fiera y se marchó despidiéndose hasta el próximo mes.
-¿Todo esta bien, Sakuragi? –inquirió Hirase Sho-san mi vecino del 4C al verle marchar tan apresuradamente.
-Si… -mi tono de voz aun sonaba tembloroso.
-Si tienes problemas con él, dímelo.
Asentí, aún sabiendo que me era imposible decirle lo que me obligaba a hacerle.
Después de eso volvimos a nuestros respectivos pisos, la puerta se cerró tras de mi y aunque le puse todos los cerrojos, aun así no me sentía seguro.
Tarde en tranquilizarme un buen rato.
Jaa ne
Año 16 Era Heisei, mes 3, día 22 lunes
Hoy es primer día de las vacaciones de primavera, serán dos semanas antes que comience el nuevo curso en abril.
Decidí tomarme un respiró y me dirigí en tren desde Atsugi hasta Seya. No esperaba encontrarme con nadie conocido y menos aún dado ese caso llegar hasta ese extremo.
Conozco a Amagawa de la preparatoria elemental, él iba un par de cursos por delante, lo que quería decir que ya estaba en la preparatoria alta, mientras yo tenía que empezar mi segundo curso. Lo que nunca pensé que alguna vez iba a llamar su atención. Ocurrió esa tarde, nos vimos a la salida del cine, y como llevábamos el mismo trayecto hacia la estación, empezamos a comentar la película que acabábamos de ver. Sus opiniones eran contrarias a las mías, pero eso no es motivo para una discusión. Distraídos como íbamos no preste atención al horario, caminábamos despacio y a menudo nos parábamos, como si así diéramos con las respuestas acertadas para nuestra conversación. Cuando nos dimos cuenta que se nos hacia tarde, corrimos y aunque lo hicimos los últimos doscientos metros cuando llegamos al anden sin aliento, vimos el último vagón cuando giraba en una curva.
Amagawa me propone que pasemos la noche en la sala de un karaoke, rebuscamos en nuestros bolsillos y conseguimos entre los dos los yenes suficientes para pagar el acceso, también nos alcanzó para sacar refrescos y dulces de una maquina dispensadora. Comimos, bebimos, pusimos canciones de moda y cantamos haciendo el tonto micrófono en mano hasta que el cansancio pudo con nosotros y decidimos dormir.
Cada uno se tumbó en el suelo, con la mesilla baja de por medio. No recuerdo en que momento comenzó, solo que empezaba a quedarme dormido cuando sentí que me tocaban a través de la tela de los pantalones, era una sensación agradable por lo que no abrí de inmediato los ojos, cuando fui consciente de lo que se trataba tenia a Amagawa sentado en mis rodillas inmovilizándome, le miré como esperando ver que seguía haciendo, sus manos agarraron las mías por encima de mi cabeza impidiéndome hacer uso de ellas, el espacio allí era mínimo por lo que tampoco podía quitármelo de encima, él se movía sobre mí haciéndome sentir su excitación y provocando que mi cuerpo reaccionara a sus movimientos, sus labios sobre los míos no me resultaron asquerosos, más bien disfrute la caricia, soltó mis manos para meter las suyas dentro de mi pantalón y apoderarse de mi miembro pulsante, comenzó a masturbarme y en lugar de apartarle de mi lado, Amagawa era el primero en tocarme con aquella suavidad y el primero en besarme de un modo tan delicioso. Estuvimos largo ratos acariciándonos y tocándonos, masturbándonos entre si, estuvimos posiblemente horas, nos corrimos varias veces, el recuerdo de esa vez siempre la recordé con complacencia.
Esa noche ninguno de los dos durmió.
Jaa ne
Año 16 Era Heisei, mes 3, día 23 martes
La limpieza general no era algo de mi agrado, lo había ido postergando demasiado tiempo, no tenía más opción que hacerlo antes que comenzaran las clases, porque en ese caso no lo haría hasta otro año. Tenía que aprovechar los días de vacaciones de primavera para realizar esa engorrosa tarea.
Decidí hacerlo esta mañana por ello me levanté mi temprano y comencé, abriendo y cerrando cajones después de distribuir en las diferentes bolsas la basura, papeles en una, ropa vieja en otra y material electrónico y así hasta terminar con las cuatro habitaciones con las que disponía, es decir cocina-tendedero, aseo-ducha, sala y dormitorio, todas ellas pequeñas, lo que se agradecía porque solo cabían los muebles imprescindibles.
Lave el interior de los armarios de la cocina y acomodé todo en sus respectivas baldas, le dí un repaso a la nevera y también pulí los suelos de todo el piso, sin olvidar hacerlo con los muebles, dejándoles como si fueran nuevos.
Cuando concluí me sentía cansado y hambriento, pero al mismo tiempo satisfecho por el trabajo realizado.
Agarre las llaves del piso y mi cartera y salí a comer, aunque era muy tarde sabía que Okano Tsubasa que atendía su pequeño restaurante, cruzando solo un par de calles de casa, no tendría inconveniente en abrirme la puerta trasera y darme de comer aunque estuviera cerrado.
Y fue esa noche cuando tuve mi primera experiencia sexual, pero no voy a adelantar acontecimientos.
Tal como había supuesto, tenía cerrado el local, pero del interior aún se veía luz, debía estar recogiendo y limpiando la cocina para dejar todo preparado para la mañana siguiente.
Me metí en el oscuro callejón y golpee la puerta de madera despacio, no quería sobresaltar a los vecinos.
Vi que se abría una mirilla y el rostro de Okano se dejaba ver. En su mirada hubo reconocimiento y al momento escuche girar el pestillo de seguridad y abrirse hacia fuera la puerta.
-¿Qué haces tan tarde en la calle? –me reprendió.
-Estoy hambriento.
Me hizo un gesto para que me sentara al otro lado del mostrador y en pocos minutos tenía delante de mí un par de bolas de arroz, en tanto encendía la plancha y cuando estuvo caliente echó sobre ella los ingredientes que había mezclado en pocos minutos, mientras le daba forma redonda, el okonomiyaki quedo echo de un lado y con mano experta le dio la vuelta, dejando que se cocinara del otro lado.
Estaba deliciosa y le acepte una segunda que hizo mientras comía la primera. Cuando me sentí lleno le acepte un té caliente.
-Gracias… -musité levantándome y disponiéndome a ayudarle a volver a limpiar todo, él no rechazó mi ayuda y me dejo solo terminando de guardar los utensilios.
Mi té ya se había enfriado y lo tomé de un trago. Lavé el jarro, lo sequé y lo guardé junto a sus compañeros.
Sentí necesidad de ir al WC y hacia él me dirigí, apenas abrí la puerta. Le vi, Okano-san estaba quitándose la ropa que utilizaba allí por otra más formal, que tenía colgada de un gancho.
Me aturdí al verle y balbucee una disculpa cerrando la puerta y dándole la intimidad que necesitaba.
-Pasa Sakuragi –me dijo abriendo tras de mi- Los dos somos hombres, no hay nada de que avergonzarse, haz lo que venias a hacer.
Evitando mirar su desnudez fui hacia uno de los mingitorios, me sentía tan nervioso que no conseguía descargar mi vejiga.
-Necesitas ayuda… -su voz sonó detrás de mí, sentí su cuerpo muy próximo y como sus manos rodeaban mis caderas, mientras una de ellas apartaba la mía, la otra lo tomó entre sus dedos dándole unas sacudidas y deslizándolos a lo largo de mi tronco.
Como si su contacto fuera la llave que abriera el grifo junto con gemido de sorpresa comencé a expulsar una abundante micción, parecía que no iba acabar nunca y mis mejillas ardían por la vergüenza.
-No te avergüences, Sakuragi-kun –dijo dándome un trato más cordial- Es algo necesario para el cuerpo y deberías tener más cuidado y no retenerlo dentro de ti tanto tiempo.-dijo dándome nuevamente unas sacudidas cuando acabe.
Delante de mí había un espejo y supuse que él veía mi reflejo ahí. No me atrevía a levantar la mirada. Solo me tocado ahí Amagawa y lo que estaba notando en mi cuerpo era totalmente diferente, Okano-san no se apartaba de mi, al contrario, le percibía más próximo, y cuando en lugar de ayudarme a cerrar la bragueta de mi pantalón, me los bajo hasta los tobillos junto a mi bóxer sentí el calor de su cuerpo contra mis nalgas expuestas, una larga y firme polla comenzó a restregarse contra mi culo, abriéndome las nalgas y restregarse más profundamente.
No podía decir que su actitud me sorprendiera, la amabilidad que siempre mostró hacia mí, tenía una doble finalidad, lo veía en su mirada cuando creía que no le veía, lo que nunca imaginé es que tomara la iniciativa conmigo, porque estaba casado y tenía una hija recién nacida.
Me llevó a un cuarto que hacia las veces de trastienda y allí sobre un futón, entre cajas con mercancías y con la luz que nos llegaba desde la cocina terminó de quitarme todo mi ropa dejándome expuesto a su mirada, aunque los dos estábamos en iguales condiciones, no pude evitar excitarme cuando sus ojos se movieron de arriba abajo, le debió agradar lo que vio porque sus manos se movieron por todo mi cuerpo, los sentía ásperas por el trabajo que realizaba con ellas, pero al mismo tiempo eran cálidas y donde me tocaban las sensaciones que sentía me dejaban tembloroso, nunca antes había experimentado algo tan intenso y como pude saber luego aquello no era nada con lo que paso después. Me puso de espaldas a él, elevando mis caderas, sus manos se posaron en mis nalgas y sus dedos me abrieron dejándome al descubierto, quise apartarme avergonzado por estar en esa posición, me sentía vulnerable, sentí que sus pulgares se abrían paso por mi ano.
Me estremecí, el dolor era mucho, Okano-san con su agarre me impedía apartarme, comencé a gemir sentía como si me estuviera clavando un hierro candente y tanto que lo fue, me había metido su polla hasta el fondo, sentí que las lagrimas mojaban mis mejillas, al mismo tiempo que me mordía los puños para no gritar, sus sacudidas cada vez eran más enérgicas, no me daba un momento de respiro, sus embestidas me cortaban la respiración y el dolor se recrudecía una y otra vez dejándome sin aire en los pulmones.
Él estaba disfrutándolo al máximo, me lo decían sus palabras, unas veces tiernas, otras soeces, un par de veces no pude evitar gritar, más no era dolor lo que sentía, sino que un fuego se recorría el cuerpo centrándose en ese punto donde el placer me alcanzaba, me estremecía, luego me dijo que se trataba de mi próstata, que era un órgano muy sensible a la excitación, que estaba ubicada enfrente del recto y que con sus embestidas a había alcanzado a darme en ella.
En aquellos instantes, lo único que deseaba era que sacara ese pedazo de polla que me estaba destrozando, y así fue hasta que comencé a tomarle gustillo a lo que me estaba haciendo, tal vez se debiera a que el dolor había cedido paso a otras sensaciones más placenteras, de modo que inconscientemente mis caderas se movieron al ritmo que él me marcaba y sus gemidos mucho más profundos eran debido al placer que estaba experimentando. Y entonces lo supe, me había engañado a mi mismo creyendo que me gustaban las chicas y sintiéndome dolido por sus rechazos.
Okano-san con sus enérgicas sacudidas consiguieron que mi espalda se arqueara y todo mi cuerpo convulsionara, el orgasmo me tomo de sorpresa porque fue tan intenso que deje un charquito debajo de mi, en ese mismo instante, percibí los espasmos de su miembro dentro de mis entrañas y como un calor intenso me llenaba. Me gusto lo que sentí.
Poco después, volvimos al aseo donde procedimos a nuestro aseo.
Me acompañó hasta la puerta de mi piso para asegurarse que llegaba bien y antes de despedirse pronunció las palabras mágicas para mí estomago.
-Puedes venir a cenar siempre que quieras. Te estaré esperando sobre la misma hora de hoy, si te demoras sabré que no vienes. ¿Estas de acuerdo?
-Si.
-Disculpa si te hice daño, llevaba más de seis meses sin…. –titubeó- Me has hecho sentir muy bien, si tu quieres podemos repetir.
-Siempre que quieras… -acepté.
Ahora que todavía lo tengo fresco en la memoria, voy a seguir el consejo de mi padre y plasmar aquí todas mis experiencias.
Okano-san sin saberlo me enseñó dos cosas igualmente de importantes, a disfrutar de mi cuerpo entregándome al placer sin cortapisas y no avergonzarme por desear sentir dentro de mi culo una buena polla.
A partir de esta noche esa será mi principal empeño, encontrar una polla que me llene por completo, que me haga sentir que con ella dentro todo mi cuerpo estalle de deseo satisfecho.
Jaa ne.
Año 16 Era Heisei, mes 3, día 28 domingo
Erizawa Kazuki, es estudiante universitario, vive un piso más abajo, en el 3B, vecino contiguo con Fuchida Yusei que vive 3C. En esa planta la mayoría estudian en la Universidad Politécnica de Tokio unos y otros en la de Keio.
He descubierto que Erizawa me mira con interés, es joven, tiene veinte años y no puedo negar que es interesante, me lo cruzó bajando las escaleras y hasta ahora solo hemos intercambiado saludos. Esta noche cuando regrese me haré el encontradizo con él.
Lo hice y conseguí que me invitara a pasar a su apartamento, con la excusa que había comenzado a sentir un dolor en el pecho, me ofreció té y más tarde, pasamos esa noche juntos y tengo que reconocer que ha sido una experiencia única. Ni punto de comparación con Amagawa que solo nos limitamos a masturbarnos, ni con los abusos de Kido-san. Erizawa aunque me cogió no me sentí tan dolorido, ni fue tan traumática cuando lo hizo Okano-san por sus torpes palabras comprendí que desde que engendro a su hija no compartió la cama con su esposa, por esa razón se mostró brusco conmigo. Aun recuerdo que quede tan dolorido que a la mañana siguiente me costaba caminar con normalidad. Apretaba el culo para no sentir las punzadas dolorosas en mi ano. Erizawa al sentirme tan apretado supuso erróneamente que él tenía la primicia de desvirgar mi culo, no le contradije cuando me aseguró que solo dolía cuando se trataba de la primera vez.
Supongo que estoy en esa edad en que las hormonas me incitan a tener sexo, una vez que sabes lo que es no importa si lo haces con uno y con veinte, y yo estaba en una etapa en la que eso me parecía poco y quería más, mucho más y por ello comparaba a mis diferentes amantes. Si ellos se creían únicos dueños de mi culo, por mi estaba bien.
Aunque también me preguntaba si era normal lo que sentía o era demasiado precoz para mi edad. Lo que fuera tampoco iba a quitarme el sueño.
Jaa ne
Año 16 Era Heisei, mes 3, día 30 martes
Solo han pasados dos días y he encontrado a alguien más.
Al parecer, soy ahora la atracción del barrio, tal vez sea porque he dado un gran estirón estos últimos meses y ahora soy más alto que todos ellos, tal vez por eso se dan a engaño y me creen mayor de lo que soy. A mi no me importa que me jodan, siempre que consiga alguna ventaja por hacerlo. Mi situación económica está muy mal últimamente y si consigo que me den de comer me doy por satisfecho. Por de pronto estas son mis mejores vacaciones, estoy aprendiendo muchas cosas nuevas y que nunca me enseñaran los profesores. Fuchida esta terminando la carrera de medicina y me dio una clase de biología del cuerpo humano, sobre todo la reproducción masculina, fue la más interesante, sobre todo cuando tocaba mi próstata…. Una lección practica que nunca olvidaré.
Me preguntó si podía volver a hacerlo conmigo y le dije que estaba dispuesto a que tuviera conmigo cuantas lecciones prácticas quisiera.
Estoy seguro que Fuchida me llamara seguido.
Jaa ne
Año 16 Era Heisei, mes 4, día 1 jueves, por la mañana
Hoy he cumplido catorce años y hasta este instante no me ha sucedido nada digno de ser contado.
Posiblemente a lo largo del día tenga algo más que decir.
Jaa ne
Año 16 Era Heisei, mes 4, día 1 jueves, por la noche
Estas últimas horas han mejorado mucho más de lo que esperaba conseguir. Por de pronto, mis amigos del barrio, Mito, Ookus, Noma y Takamiya me dieron una sorpresa muy satisfactoria cuando me llevaron a Danny’s, allí me dijeron que podía comer todo lo que quisiera, que la cuenta quedaba a su cargo.
Me mostré muy agradecido y comí hasta sentir que no podía más.
Esa noche Mito se quedo a dormir en mi piso, aun cuando la casa de sus padres estaban nada más cruzar la calle en la esquina contraria al edificio donde vivía.
Fue entonces cuando le mostré a Mito lo agradecido que me sentía por la comilona que me habían regalado por mi cumpleaños y aproveche ya que estábamos solos para comerme ese trozo de carne que mi amigo tiene por polla y que tan sabrosa me sabía cuando comencé a probarla.
Mito que ignoraba mis preferencias se quedo sin reaccionar y cuando quiso hacerlo ya era tarde, me lo estaba comiendo y él solo pudo estremecerse y gemir, me calentó tanto que no pudo evitar llevar nuestro encuentro un paso más allá y poco después le tenía de espaldas con mi henchido miembro metido en su ano hasta el fondo, mientras le embestía con energía, mi mano se entretenía con su verga, cada vez que alcanzaba su próstata mi amigo chillaba como un cerdo que llevaban al matadero, nuestras respiraciones se volvieron más pesadas y nuestros cuerpos se cubrieron de una película de mador, seguimos unidos hasta que ambos alcanzamos la cima del placer, mi amigo lo hizo sobre mi mano y yo llegue sus entrañas con mi semen.
Después de esa primera vez, no pudo negarse a una segunda, ni a una tercera. Esa noche fue la mejor celebración que pude tener. Mi amigo Mito me había hecho un hermoso regalo, me había dado su virginidad.
Jaa ne
Año 16 Era Heisei, mes 4, día 2 viernes
Siempre he sido un glotón y cuando algo me gusta como hasta el hartazgo. Por eso una vez probado a uno de ellos quería a los demás.
Ookus fue el siguiente en quedarse a dormir, no le extraño que se lo pidiera porque no era la primera vez, aunque si lo hizo cuando llegó y vió que él era el único invitado. A veces necesitaba la compañía de algún adulto a mi lado, y mis amigos solían quedarse a dormir cuando se acercaba el aniversario de la muerte de mi padre, sin embargo, aquella noche me movía otro sentimiento más profundo.
Le explique que deseaba agradecerle su regalo de cumpleaños, él dijo que no era necesario, que con mi amistad tenía suficiente.
Tenía lista la tina para darnos un baño, en el pasado, cuando mi padre aún vivía solíamos hacerlo juntos algunas veces, por ello contaba con capacidad suficiente para dos personas.
Ookus cuando me vió entrar estando él metido en el agua y quitarme la bata y mostrarme desnudo sin ningún rubor y ocupar el otro extremo de la tina se quedo inmovilizado por la sorpresa.
Lo que pasó después es fácil de adivinar. Creo que después de esas dos noches, ni Mito ni Ookus volverán a pensar en tener unas lindas novias como presumían, las disfrutaron tanto conmigo que no me quedo ninguna duda. Eran tan gays como yo. No siento ningún remordimiento por haberles echo conocer las delicias del sexo entre hombres, aunque solo seamos unos muchachos que empiezan a despuntar en un mundo de adultos.
Jaa ne
Continúa en Mi primer trimestre Abril-Julio