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Confusión por Syarehn

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Notas del fanfic:

Este tipo de cosas salen cuando no tienes nada que hacer y tu cerebro comienza a degenerar pensamientos hasta culminar en rarezas de escala mundial, justo como está. 

Aun así espero que les guste. 

CONFUSIÓN

. »« .

.

 

.

Tony había pasado más de un mes trabajando solo en su laboratorio, no había dejado entrar a nadie e incluso había cambiado la contraseña. Salía algunas veces por material que necesitaba y de paso a comer algo pero era su único contacto con el resto ¡Hasta J.A.R.V.I.S., estaba al margen de lo que Stark planeaba! De modo que Steve estaba comenzado a preocuparse y esa mañana decidió bajar a ver de qué se trataba y si debía destrozar la puerta del laboratorio para averiguarlo lo haría. No obstante, para su grata sorpresa la encontró abierta.

—Sólo porque hoy es tu cumpleaños te dejaré tutearme. —Fue lo que escuchó Steve que Tony decía.

—Creo que debo agradecerlo —contestó una voz que el capitán no supo reconocer pero que le sonaba familiar.

—Al parecer todo salió como planeé —se jactó Stark—. Date la vuelta, quiero ver cómo te ves.

—¿Puedo preguntar porque me veo así? — inquirió la desconocida voz.

—¿Importa? Basta con saber que te ves bien —replicó Tony—. Deberías agradecerme el tiempo que le dediqué a esto en lugar de quejarte. —Steve notó la molestia en la voz de Tony.

—No me quejé —rebatió el invitado del moreno—. Sólo hice una pregunta, que por cierto, no fue contestada. —Tony bufó.

—Detesto que imites mi lado sarcástico. Y ya dije que te ves bien, esa playera te favorece, además, tienes un cuerpo envidiable. Aunque viéndote bien —dijo Tony sugestivo, como si no estuviera convencido con lo que veía.   

—¿No que tenía un cuerpo envidiable? —preguntó con ironía el chico.

Steve cerró los puños. ¿Aquel hombre estaba coqueteando con Tony? ¿Qué quería escuchar? ¿Qué Tony creía que era atractivo? Rogers estuvo tentado a entrar pero se detuvo pensando que no tenían ningún derecho a interrumpirlos, si Stark salía con ese sujeto no era asunto suyo y simplemente se quedó mirando a través de la puerta entreabierta, oculto de los dialogantes.

El hombre en cuestión era alto, quizá unos diez centímetros más alto que Tony, es decir, probablemente de la estatura del Capitán. Su cabello castaño y ondulado atado en una coleta, le rozaba los hombros. Poseía unos ojos imposiblemente verdes, oscuros pero brillantes y le parecían extrañamente conocidos también, pero lo que molestaba a Steve era no saber si el par de orbes brillaban así naturalmente o se debía a una emoción reflejada en ellos y causada por Stark. El individuo era de tez blanca, muy blanca y vestía únicamente una playera negra, demasiado entallada para el gusto del soldado así como unos jeans igualmente ajustados.

—No negué que lo tuvieras, pero entre causar envidias y ser perfecto hay un largo trecho —se burló Tony. El chico negó con la cabeza.

—Y sin embargo, aún no contestas la pregunta que importa —le recordó el joven, acercándose a paso lento.

—A veces olvido lo molesto que puedes llegar a ser —se quejó Tony—. Además, esa pregunta es absurda, sabes que siempre hago lo que me venga en gana —declaró. Por su parte, el chico siguió acercándose mientras Tony retrocedía—. ¿Qué demonios haces?

—Te obligo a responderme —le aseguró el chico sonriendo. «Una sonrisa conocida.» Pensó Steve.

—Invades mi espacio personal —resopló Stark.

—El espacio es relativo. —Fue la escueta respuesta del castaño.

La cercanía fue cerrándose hasta que el misterioso hombre decidió apartarse, justo a tiempo pues de no haberse separado Steve habría intervenido.

—¿¡Qué fue eso!? —le reprendió Tony. El chico lo observó apenado—. Sé que soy irresistible pero sabes que tener algo contigo sería casi enfermo —aseguró, y tras eso volvió a relajarse.

—Ni siquiera había pensado en eso —afirmó el joven, sonrojado—. Y estás olvidando que fui yo quien te obligó a reconocer lo que sientes, ¿recuerdas? A veces me pregunto qué harías sin mí.

—Crearía tu remplazo —respondió Tony en broma, pero Steve percibió la mueca de tristeza que empañó el rostro del desconocido.

—Tienes razón, también olvido que soy fácilmente reemplazable.

—No quise decir eso —exclamó Tony de prisa, consciente de que lo que acababa de decir lastimaba al chico frente a él—.  Eres único, no existe ni existirá un reemplazo para ti.

Steve se recargó en la puerta, aquellas palabras le había dolido. ¿Quién carajo era ese sujeto? ¿Por qué Stark se mostraba tan cálido con él? Al soldado le estaba costado mucho conocer esa parte del millonario y ahora resultaba que este sujeto tenía acceso libre al corazón de Iron Man.

Y sintió celos. Llanos y profundos celos.

—Me reemplazaste por Verónica —dijo el chico. 

—¡Tonterías! Ella no es ni la mitad de lo que eres tú —contestó Tony—. Si no me importaras no recordaría este día. ¡Y si dices que lo hago sólo para exaltar mi ego llamaré a BABAS! —amenazó.  

—Tienes razón, lo lamento, es sólo que aún no me adapto. Estar aquí es extraño —comentó el castaño, ahora más relajado.  

—¿Te molesta?

—No, ha decir verdad jamás pensé tener la oportunidad de vivir aquí.

Steve abrió la boca con sorpresa y apretó los puños. ¿Cómo que vivir ahí?

—Creí que estarías feliz —soltó Tony al ver al chico tan serio.

—Lo estoy —afirmó él, sonriendo y acercándose de nueva cuenta a Stark—. Gracias. —Y tras eso lo abrazó.

El desconocido podía sentir a Tony entre sus brazos y su sonrisa llena de felicidad se amplió. Acarició con lentitud la espalda del moreno maravillándose con la calidez a pesar de la tela. Podía percibir el aliento a menta del millonario rozando su cuello. Llevó una mano hasta el cabello del ingeniero, sintiendo la textura suave de éste, percibiendo su olor a azahar. Sin pensarlo mucho besó su frente y su mejilla.

—Me alegra ver que estás bien, Stark —habló por fin Steve saliendo de su escondite, invadido por los celos y queriendo desollar vivo al sujeto.

—Capitán — saludó el joven castaño mirándolo pero sin soltar del todo a Tony.

—Oh, Cap, ¿qué te trae por aquí? —inquirió Tony, un tanto incómodo con el abrazo—. Te dije que no quería que nadie entrara.

—Y ya veo porque —contestó Steve. La molestia en voz era más que notoria.

—Capitán, no es lo que está pensando —le aseguró el chico.

«¿¡Entonces por qué demonios sigues abrazándolo!?» Pensó el soldado.

—Lo que piense no importa —objetó Steve, fingiendo indiferencia.

—No seas celoso, Cap —se burló Tony apartándose del chico y mirando al soldado—.  Adivina quién es —le retó sonriente. Steve enarcó una ceja.

—No quiero ser grosero pero no es de mi incumbencia —dijo el soldado—. Y tampoco veo por qué habría de estar celoso.

Tony rodó los ojos y el chico rió disimuladamente.

—Lamento la confusión, Capitán. Mis disculpas —comenzó a decir el chico, y entonces su voz resonó en los oídos de Steve haciendo que la reconociera de inmediato aunque ahora sin la extraña modulación robótica. ¡Claro! Ese tono amable, la soltura y confianza hacia Tony, la actitud de éste e incluso su trabajo de un mes. Todo cobraba sentido.

—¿JARVIS? —cuestionó Steve impactado.  Ambos castaños sonrieron.

—Así es, capitán, es nuestro querido JARVIS —aclaró Tony. Steve lo miró atónito, lucía tan real, tan humano.

—¿Puedo…? —Steve no terminó la pregunta pero JARVIS asintió entendiendo a lo que se refería. Steve estiró la mano para tocarlo; era una textura suave, no como la piel pero si algo similar, estaba frío pero no por ello rígido—. ¿Cómo lo lograste, Stark? —preguntó impresionado.

—Me costó años lograr el funcionamiento adecuado para que pudiese sentir absolutamente todas las sensaciones que experimentamos, y no voy a explicártelo porque jamás lo entenderías, confórmate con saber que siente y se mueve como un humano. Sólo que JARVIS es más apuesto, fuerte e inteligente —dijo con orgullo, como si hablara de su hijo.

—Es tan real —alabó Steve—. ¿Se lo dirás al resto de los vengadores?

Tony miró a JARVIS como preguntándole su opinión y el androide asintió sonriendo.

—Ajá, menos a Fury y su manada de agentes —declaró Tony—. Sólo Bruce, la araña, Légolas y los extraterrestres. Así que, ¿por qué no subes a presentarte, JARVIS?

—De acuerdo —JARVIS avanzó con la elegancia y cadencia de un hombre como Stark y Steve no pudo evitar reír ante eso.

—Es como tu hijo —afirmó entre risas—. Salvo por el parecido físico. —Steve se quedó pensando en que JARVIS había preguntado justo por eso sin obtener respuesta y decidió arriesgarse—. ¿Por qué elegiste ese cuerpo para él?

—¿Por qué ambos me preguntan eso? ¿Acaso no le va bien? —objetó Tony con clara incomodidad, acercándose a Steve lentamente hasta que la voz de Clint lo distrajo.

—¿Es verdad que el chico de arriba es JARVIS? —cuestionó el arquero, curioso e incrédulo.

—Sí, es él —corroboró Tony.

—¿Cómo es que…? —El agente no terminó de hablar pues Tony lo miraba con algo similar a la ira, diciéndole que si no se marchaba el que necesitaría un cuerpo robótico sería él.

—Creo que es mejor que subas y les expliques — sugirió Steve. El hombre de hierro suspiró resignado.

Una vez arriba, procedió a explicar un poco el funcionamiento. Thor no dejaba de retarlo a levantar el martillo, mientras Natasha se quejaba por la extrema flexibilidad de JARVIS, diciéndole que a ella le habían costado dolorosos años hacer eso. Pero cuando Clint le pedió medir fuerzas todos se congregaron en el patio para no causar destrozos.

Tony y Steve se quedaron dentro, mirando desde la ventana las sonrisas de JARVIS, se veía feliz de experimentar cosas nuevas y conocer más de cerca a los habitantes de la mansión. Incluso Loki estaba afuera con ellos. Parecían niños jugando.

Por su parte, JARVIS miró hacia la ventana, agradecido con su creador por regalarle la capacidad de sentir. Desde que lo creo, Tony lo había tratado como un amigo, jamás como una máquina, y JARVIS jamás se atrevería a defraudar la confianza y cariño que Tony le había brindado.

—¿Vas a decirme ahora por qué lo imaginaste así? —inquirió curioso el capitán.

—¿No lo adivinas? Míralo bien —apremió Tony. Steve observó detenidamente a JARVIS pero ninguna idea cruzó por su mente.

—No sé —soltó el rubio después de un rato. Tony suspiró de nuevo.

—Desde que creé a JARVIS, jamás los imaginé como una persona, siempre fue el único amigo y confidente que tuve, el único con el que podía contar cuando tenía dudas, en el ámbito que fuera, era perfecto. Es perfecto. Por ello nunca tuve una imagen humana de él. —Tony volvió a mirar a su creación—. Luego los conocí a ustedes, un grupo de dementes anomalías de la naturaleza.

—Gracias —ironizó Steve haciendo que Stark riera.

—Y noté que no todo lo humano era imperfecto, molesto y sin chiste.

—Gracias de nuevo.

—Así que tomé las características físicas suyas que más me agradan. ¿Notas cuál es de cada quien? —Tony bebió un poco de Whisky y volvió a sonreír mientras veía al capitán concentrarse en JARVIS y en el resto de los vengadores.

—Su piel —murmuró el Capitán—, es tan blanca y cremosa como la de Natasha — afirmó. Tony asintió. Primer acierto.

—No podía hacerlo igual de voluptuoso que ella o me golpearían —bromeó.

—El color de su cabello es el mismo que el de Clint, sólo que más largo; y sus manos, son iguales. —Steve sonrió al notar que era verdad, tenía algo de cada vengador.

—Si algo tiene Légolas es habilidad con las manos —aclaró Tony.  

—Parece ser igual de fuerte que Thor. — Tony volvió a asentir—. Y sus ojos son tan verdes y penetrantes como los de Loki —dijo Steve asombrado—. Y esa sonrisa… —meditó—. Es la del Doctor Banner.

—Vaya, eres buen observador, Capi-paleta —elogió Tony—. ¿Ya notaste en que se parece a ti y a Pepper? Quizá Pepper te cueste más trabajo.

El soldado continuó observando a JARVIS pero no encontró una sola similitud entre él y el androide. Se desilusionó un poco al pensar que nada de él le gustaba Tony.

—No hay nada.

—Mira bien— exigió Tony.

—No encuentro nada —se rindió Steve. El millonario resopló.

—Las orejas de Pepper son muy curiosas —comenzó a explicar el moreno—. Son pequeñas y un poco puntiagudas, como si fuera una elfina o algo así.  —Sonrió—. Y si se lo dices me lo cobraré —amenazó.

Steve  observó recelosamente las orejas de Pepper y luego las de JARVIS. En efecto, eran idénticas. Pero nuevamente no encontró ninguna similitud entre él y el castaño.

—Al parecer son todos —declaró el rubio, resignado.

—Eres increíble, Rogers —le reprendió Tony. Steve se alejó de la ventana y se sirvió una copa. Tony se acercó a él susurrándole al oído por la espalda y sorprendiendo al Capitán—. ¿No ves nada? —Steve negó con la cabeza suavemente, sin deshacer el gesto—. Hagamos algo —propuso Tony juguetón, quitándole el vaso de las manos y bebiendo él su contenido—. A partir de ahora, todo lo que toque será lo que puse de ti en JARVIS, ¿aceptas?

Sus labios se fundieron. Steve abrazó a Tony por la cintura apegándolo más a él, aceptando mudamente la propuesta. Era la excusa que ambos habían estado esperando, el incentivo que les había hecho falta para dar el paso que necesitaban para que el fuego entre ambos ardiera de la forma correcta.

Sin muchos preámbulos, Steve se deshizo de la ropa de Stark, acariciando cada punto que hacia delirar al moreno, afianzó su agarre por la cintura para sentarlo sobre la barra del mueble que usaban como cantina, con suavidad pero firmeza le abrió las piernas, masajeándolas de forma casi vehemente, insinuándole al hombre de hierro qué era lo que quería, al tiempo que su lengua comenzaba una erótica danza sobre el pecho del moreno.

Fue entonces que las manos de Stark cobraron vida y comenzaron a moverse, primero para deshacerse con parsimonia de la ropa del rubio. Con parsimonia, sí, pero con nula delicadeza. Arrancó uno a uno, los botones de la camisa azul que él mismo le había regalado hasta dejar al descubierto el marcado pecho del militar. Acarició e incluso rasguñó, sin mucha fuerza, su tórax, sus hombros, sus brazos, su espalda. Todo aquello que se atravesaba en su camino.

Steve volvió a besarlo y gimió en la boca del moreno cuando éste comenzó a mover su mano sobre su erección, pasando de un movimiento lento y tortuoso a uno frenético y delirante. El capitán acomodó las torneadas piernas de su amante sobre sus hombros pero se interrumpió un momento.

—No te detengas ahora —exclamó Tony intuyendo lo que el capitán pensaba—. No quiero tus dedos, quiero ese enorme falo tuyo dentro de mí.

Sin más demoras, un sensual gemido musicalizó la entrada triunfal del miembro del soldado al interior de Stark. Ninguno esperó más nada, las profundas embestidas comenzaron y Tony no hizo más que aferrarse a los hombros del rubio para impulsarse cadenciosamente en el enardecido vaivén. Sus dientes mordisqueaban el cuello del militar cuando sus labios no proferían gritos de placer con el nombre del capitán impregnado. Pero justo antes de llegar al orgasmo Tony se apartó dejando extrañado a su amante. Steve estaba por hablar cuando sintió a Stark bajando de la barra pero todo pensamiento coherente se fue cuando unos ávidos labios envolvieron su miembro. Sintió las masculinas manos del millonario acariciar sus piernas, viajando sensualmente desde los dedos de los pies hasta sus glúteos.

Tony se entretuvo un rato jugando con su lengua, succionando y mordisqueando. Con una mano comenzó a masajear los testículos de Steve y con la otra la entrada del rubio, tomándolo desprevenido y arrancándole sonoros gemidos. Stark no planeaba cambiar de rol con Steve, simplemente cumplía con lo que le había dicho al inicio.

Cuando sintió los espasmos del orgasmo volvió a separarse y esta vez él mismo se sentó sobre la barra abriendo las piernas para su soldado, que no se hizo esperar más y concluyó su trabajo de la forma más satisfactoria y precisa que pudo. Ambos terminaron entre jadeos y besos húmedos.

Tony recargó la cabeza en el pecho de Steve y el rubio besó su frente y acarició su cabello.

—¿Le quedó claro ya, soldado? –preguntó Tony sin mutar de posición. Rogers lo miró un segundo sin entender hasta que la idea se hizo clara. Sonrió conforme.  

—¿Eso significa que no te gusta mi cara? —cuestionó Steve. Tony se apartó y golpeó sin mucha fuerza su pecho.

—Había olvidado que tu cerebro sigue congelado —se quejó el moreno, pues Steve había arruinado el único momento cursi que podía salir de él.

Steve rio disimuladamente entendiendo el significado de todo, más de lo que Tony creía, y apresó de nueva cuenta al moreno.

—Está bien, puedo vivir pensando que te gustan más los ojos de Loki que los míos —bromeó de nuevo el rbio, con tono melodramático.  

—También me gustan más las manos de Barton, ¿recuerdas? —le provocó Tony, ganándose una mirada de reproche pero aún en broma—. ¿De verdad estabas celoso de JARVIS? —cuestionó con curiosidad.

—Quizá un poco —reconoció Steve, mientras abrazaba posesivamente a Stark. El moreno se dejó hacer al tiempo que acariciaba el bien formado trasero del capitán.

—Tengo una pregunta más —dijo Steve—. ¿El nombre de JARVIS tiene algún significado o sólo lo llamaste así porque se te dio la gana?

Tony rio con ganas.

—Para ti  —comenzó Tony, dijo apartándose del rubio para recoger su ropa y comenzar a vestirse —, significa: “Jamás Anticipes Razonamientos Valiéndote de Incertidumbre y Suspicacia”.Pero no espero que lo entiendas.

Steve volvió a reír ante el ingenio innato de Tony, y éste sonrió ante el pretexto perfecto que había tenido para manosear al capitán.

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Notas finales:

J.A.R.V.I.S., oficialmente es el acrónimo de Just A Rather Very Intelligent System (Sólo un sistema muy inteligente).


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