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Hielo vikingo por ChiiNerak

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Notas del fanfic:

Bueno, un random que se me ocurrió cuando vi imágenes de éstos dos jajajajajaja. Espero le disfruten OwO

Notas del capitulo:

Lean, lean y Reviews~!

Nada de aquí es mío, salvo la trama .w.

El chico se elevaba con ayuda del dragón. Hacía frío, y el viento le mordía el rostro de frío. Sin soportarlo, le ordenó a su amigo descender. 
– Me congelo, Chimuelo –castañeó  el chico, abrazándose. Con cuidado, el dragón prendió fuego a un arbusto que tenía una forma curiosa de estrella, derritiendo el hielo hasta volverlo agua caliente. 
– Gracias amigo.
Hipo se sentó cerca del arbusto en llamas, recuperando el calor de su cuerpo, mientras Chimuelo se acercaba a él para darle más calor.

De pronto, un chico de una extraña vestimenta y una capa de tonos pardos les salió al paso, mirando enfadado al chico. 
– ¡Hey, me costó trabajo hacer esa estrella! ¿Por qué no respetas el trabajo ajeno? – Enojado, blandió lo que parecía una especie de cayado congelado, y apuntó al joven que lo miraba curioso.

– Vaya, lo siento... Es que hace frío y... –de pronto se dio cuenta que el chico no llevaba ninguna clase de calzado, y no era afectado por el cruel viento helado. Chimuelo no parecía notarlo, a pesar de estar a menos de cinco metros, y le entró desconfianza. – ¿No tienes frío?

El chico de ojos azules lo miró, cambiando su enfado a algo de temor. ¡Lo estaba viendo! ¡No era posible, nadie más lo veía! Caminó dos pasos a la izquierda, y los ojos de Hipo lo siguieron. No, no era cierto, o tal vez...
– ¿Puedes verme?
– Claro que si. Vaya, si estás ahí de pie, ¡vas a congelarte! –advirtió Hipo.
– Eso es imposible, yo soy el frío y la nieve. Me llamo Jack Frost – se señaló con algo de orgullo y una risa divertida. –¿Quieres deslizarte conmigo?
Hipo sonrió. ¡Deslizarse! Era cierto que, si bien tenía a Chimuelo y le encantaba volar, añoraba a veces dejarse llevar por el hielo y la velocidad. Aceptó, sonriendo con tal alegría, que Jack retrocedió sin querer un paso. Su sonrisa lo había dejado algo confundido de pronto.

– Chimuelo, pórtate bien y quédate aquí. Si te necesito te gritaré, ¿está bien? 
El dragón se extrañó del extraño comportamiento de su joven amigo. ¿Con quién hablaba? Hipo se alejó un par de pasos, y el dragón lo siguió, como siempre.
– No, Chimuelo –le reprendió un poco Hipo –, necesito que te quedes aquí. No te preocupes, volveré pronto. 
– Es genial, ¿sabes? –la voz de Jack Frost cerca de su oído sobresaltó al joven vikingo –, tu dragón.

– Eh... si... –balbuceó Hipo. Sintió un poco de vértigo en el vientre, y lo reprimió lo más que pudo. Jack era guapo, y sus azules ojos le encantaron. Caminó hacia atrás un par de pasos más, deteniendo con la mano a Chimuelo.
– Vamos volando –decidió Jack, tomando la mano de Hipo, quien dejó que el escalofrío le recorriera la espina dorsal. ¡Estaba congelado! Y de pronto, sin aviso, Jack se elevó, dejándose a merced del viento. Chimuelo soltó un bramido de preocupación, e intentaba volar para alcanzar a su amigo.
– ¡Vuelvo pronto, Chimuelo! –alcanzó a gritar Hipo antes de desaparecer en la maleza del bosque congelado.

– ¡Ahora! –La voz de Jack lo tomó desprevenido, y apenas notando que tenía un trozo grande de madera bajo él, lo dejó caer a un camino de hielo liso y firme.
– ¡Voy a caermeeeeee~! –gritó Hipo, entre aterrado y eufórico.
– ¡Confía en mí! –exclamó Jack a su vez, y ambos jóvenes se miraron, sonriendo cual cómplices de una gran y divertida travesura.

Jack lo dejó deslizarse un rato, hasta notar que a su amigo se le había ido el aire de los pulmones y tenía el rostro algo amoratado del frío. Se detuvo poco a poco, y sujetó a Hipo entre sus brazos para detenerlo por completo. 
Hipo volvió a examinar sus ojos azules, y sin poder evitarlo, se acercó lo suficiente para lograr que el blanco rostro de Jack adquiriera un rubor carmesí.
– Me gustan tus ojos, Jack –Exclamó el joven vikingo, sin darse cuenta del escalofrío del albino.

–G–gracias... Tú también tienes unos lindos ojos... – Y apenas dándose cuenta de su mirada, exaltado y con poco aliento, Jack unió sus labios a los del joven. A Hipo le fallaron las fuerzas para resistirse, aunque se sujetó a la ropa congelada de su nuevo amigo. Se dejó caer lentamente al suelo, pues las rodillas no quisieron sostenerlo por mucho tiempo, intentando respirar al separar los labios de los de Jack.

– Lo siento... yo... –Jack se alejó, dándole la espalda. ¿Qué había hecho? Eso no lo tenía planeado, no, no quería hacer eso... 
– Jack... –el suave susurro de Hipo le hizo girar a verlo. El joven tenía una bonita sonrisa plasmada. El corazón le dio un vuelco. – Otra vez –alcanzó apenas a susurrar el vikingo. Jack se acercó, lentamente.

– ¿No te molestó? –se atrevió apenas a preguntar.
– Otro más, por favor –volvió a decir Hipo, y su sonrisa sincera le arrancó a Jack una sonrisa divertida. Le lamió los labios fríos, y los unió a los propios para darle un poco de calor, aunque sabía que no podía hacerlo. Hipo lo abrazó, y perdiendo el equilibrio cayeron sobre césped que extrañamente no estaba congelado.

Jack se quitó la capa, la cual perdió pronto los adornos blancos que lo cubrían, volviendo a ser una prenda normal. Se la puso a Hipo en la espalda, y agradeció la tela polar de la prenda. Con ese tipo de tela, el joven no pasaría tanto frío. 
Hipo, por el contrario, al ver el pecho blanco y desnudo del albino, se estremeció. Era un cuerpo joven, moldeado y fuerte. Pasó las manos por los músculos, y le maravilló sentirlos fuertes cual hielo. 
– Jack... 
Y el simple susurro del menor hizo que el aludido lo besara en los labios, quitándole con un poco de brusquedad el chaleco y la camisa tejida.

El pecho de Hipo era rosado, cálido, con un poco de músculos y sumamente suave. Jack pasó los dedos, arrancándole gemidos agudos al vikingo. Un sonido que él nunca había escuchado antes, y que provocó en él un efecto extraño. Su miembro le estaba lastimando, quería alzarse... y estaba marcándole un bulto vergonzoso.

– Por cierto... –susurró Jack, agachando su cadera, por temor a que el joven viera su miembro. –No me dijiste tu nombre...
– Soy Hipo... –sonrió el pequeño, pasando una mano por la mejilla de Jack. 
– Hipo... 
Jack notó que la entrepierna de, chico comenzaba a hincharse, y curioso, le bajó el pantalón.
– ¡Jack, no...! –advirtió de pronto Hipo, avergonzado e intentando cubrirse, mas no le fue permitido. Su pantalón dejó de cubrirle las piernas, y Jack vio su miembro alzarse orgulloso.

Una fría mano rozó la punta, e Hipo exclamó un gemido agudo que penetró en la maleza. Se cubrió los labios, intentando callarse, pero Jack no le estaba ayudando. Con su sonrisa divertida, pasaba las manos por los muslos, las caderas, el vientre del vikingo, arrancándole gemidos que se ahogaban tras sus manos. Jack se acercó a Hipo, besándolo mientras le sujetaba el costado, y el frío le hizo soltar un gemido de ansiedad. 
– Hipo... yo... yo lo... –no pudo terminar de decirle que lo sentía, pues apenas se le ahogara la voz, Hipo volvió a cubrirse la boca, callando un grito mayor. Jack había introducido un dedo en su interior, en su trasero. Y le dolía, pero la excitación podía más.

El joven vikingo abrazó a Jack, quien se sintió aturdido al sentir el calor de Hipo. Su cuerpo helado comenzó a adquirir calor, y notarlo le provocó aumentar esa temperatura. Introdujo otro dedo, logrando otro grito de parte de Hipo. Su voz le provocaba placer, y apenas en unos segundos, se quitó el pantalón. Su miembro era un poco más grande que el de Hipo, y el joven al notarlo sonrió un poco.
– Vas a meter eso...? No... No lo hagas...
– ¿Qué sucede? –le susurró Jack al oído, algo decepcionado.
– Vas... a partirme en dos...
Y la sonrisa volvió. Jack sacó los dedos, metiendo apenas su punta en la entrada. Hipo lo abrazó fuertemente, gimiendo en su hombro. La temperatura fría de Jack le estaba haciendo retorcerse de placer, de excitación, de temor.

– Voy... voy a meterlo todo... –susurró apenas Jack.
– A–adelante... 
Poco a poco, Jack encontró un lugar adecuado en las entrañas de Hipo, y cuando el pequeño comenzó a moverse un poco, comenzó a embestirlo.
Hipo quiso gritar. Le dolía demasiado, era fuerte, el frío le mordía los músculos de las piernas... Pero no quería parar. No quería que Jack se detuviera. Cruzó los pies por la espalda de Jack para darle más fuerza, y quitó las manos de su boca para abrazar al joven albino.

Jack se sintió extraño, y comenzó a jadear con mayor fuerza. El cuerpo le estaba hirviendo, de la frente le caían gotas de sudor ardientes, y su pecho estaba adquiriendo el color del de Hipo. El joven vikingo, por el contrario, comenzaba a perder lentamente la razón. Jack se movía fuerte y lento, y le encantaba, pero comenzaba a volverlo loco. Casi adivinando los pensamientos del pequeño, Jack consiguió ponerse en pie, y sin salir del interior de Hipo, lo dejó apoyarse de pie en un árbol, mientras no dejaba de embestirlo, sujetándole de las caderas.

Hipo pasó de gemir a gritar cuando una sensación ardiente comenzó a nacerle en el vientre. Se aferró con las uñas a la madera fría del árbol, y las rodillas le temblaron. Jack se detuvo un poco, y al notar su expresión desesperada, volvió a embestirlo con mayor velocidad. Su vientre comenzó a arder, y de pronto, e orgasmo lo recorrió hasta la cabeza, haciéndole gritar a la par que Hipo, mientras ambos enterraban las uñas y se dejaban llevar por ese calor que les quitó las fuerzas.

Jack se sentó en la nieve, abrazando a Hipo con ternura. Se dio cuenta que, a pesar de la debilidad del chico, no temblaba mucho, y se acurrucaba en su pecho. Lo tenía rosado, cálido y húmedo. En su vientre tenía manchas blancas, y las congeló para quitárselas. Hipo, por el contrario, apenas podía abrir bien los ojos, pues había gritado con bastante fuerza, y sentía a Jack tibio. 
– Jack... 
– Lo lamento... ¿Estás...?
– Jack –le interrumpió Hipo, sonriéndole con ternura –también puedes dar calor, ¿ves?
Y Jack le sonrió, mirando su cuerpo cálido y de color. 
– Será mejor que nos apuremos, o tu dragón se perderá.
Hipo abrió los ojos, y se incorporó con cuidado. Chimuelo podría ir a buscarlo y lo perdería. Y lo quería demasiado. Jack se vistió velozmente, y esperó a Hipo. Se elevó pocos metros y miró al fondo, la maleza blanca y verde. Se dijo que el dragón volvería a por Hipo.

– Jack, ¿cómo voy a...?
– No te preocupes. Yo te ayudaré a buscarlo.

Y ambos salieron volando en dirección al mundo normal, sonriendo cual cómplices de una travesura que sería de ellos y de nadie más.

Notas finales:

Pos ya. Algo random que me pidió mi hermana, en realidad. Disfruten y espero les guste jejejejeje.


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