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Héroe Onírico por Mirelle

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Notas del fanfic:

Los personajes no me pertenecen. El mundo en el que interaccionan, sí. Es completamente fruto de mi imaginación.

Notas del capitulo:

Hola :)

Mirelle aparece con una nueva idea XD

Ayer estuve hasta las 4 de la mañana para escribir esto. Y ni aún así lo terminé >.

Espero que les guste ^^

PD: Siento que no sea de Navidad, pero no tengo demasiado espíritu navideño.

PD2: Tal vez es un poco raro... :/ Si es así, lo siento U_U

PD3: Es un capi único, es decir, un oneshot ^^

HÉROE ONÍRICO

 

Naruto, príncipe de Rasmara, caminaba solo por los oscuros callejones de la ciudad. Era un chico rubio, con los ojos azules y atractivo físicamente. El hermoso hijo del rey Minato y de la reina Kushina. Un apuesto nieto del legendario rey Jiraya. Pero por supuesto, todas las figuras con poder tenían enemigos, y Naruto no era una excepción.

 

Caminando por las oscuras calles, el rubio se topó con un hombre que le miraba con una sonrisa en el rostro. El hombre se rió de manera escandalosa y salió corriendo.

 

-¡Espera!

 

Naruto empezó a seguirle, alzando el brazo hacia el hombre en un intento de alcanzarle.

 

-¿Por qué me odias? – preguntó.

 

De pronto, las calles se convirtieron en un bosque. El cielo, antes oscuro, se volvió verde y ceniza empezaba a caer desde las nubes. El hombre desaparecía delante de Naruto a una velocidad inigualable. El suelo empezó a moverse, asustando al rubio, quién detuvo su marcha. De la nada, un gusano gigantesco salió del suelo, abriendo una boca llena de afilados dientes y gruñendo a Naruto.

 

-Te voy a devorar…

 

-¡No!

 

De pronto, alguien tapó sus ojos con la mano y Naruto despertó. Todo había sido un sueño.

 

Sudado, se levantó de la cama y se acercó al espejo, observando su rostro horrorizado por el sueño que acababa de tener. Tenía unas marcadas ojeras debajo de los ojos y su tono de piel empezaba a ser pálido. Hacía días que no dormía adecuadamente ya que no paraba de tener sueños semejantes a ese. Alguien intentaba matarle pero a final conseguía escapar. Temía que algún día no pudiese despertar.

 

-¿Cariño, estás bien? Te he oído gritar… - preguntó su madre, a través de la puerta de su habitación.

 

Naruto se fue a sentar en la cama.

 

-Ahora sí. He vuelto a tener esas pesadillas…

 

Sus padres, el rey y la reina, habían hecho todo lo posible para ayudarle. Habían hecho venir médicos y doctoras de todos los reinos para intentar curarle las pesadillas a Naruto, pero nada surtía efecto. Diferentes brujos y curanderas lo habían probado también, sin resultado alguno. Alguno empezó a repartir el rumor de que Naruto estaba maldecido y se empezó a pensar en el rubio como en el príncipe maldito, motivo por el cual ninguna de las princesas de otros reinos u mujer cualquiera osaran querer casarse con él. Eso traería muchos problemas al reino en un futuro.

 

-¿Quieres que te traiga un poco de té? – preguntó Kushina, preocupada.

 

-Tranquilízate, madre. Cuando pueda, bajaré a desayunar. – alegó el príncipe, adivinando gracias a la luz que entraba a través de las ventanas que debían ser las siete u ocho de la mañana.

 

-Muy bien, mi amor. Te esperaremos. – y ella se marchó.

 

Naruto se agarró la cabeza y suspiró. No comprendía como alguien podría odiarle tanto como para enviarle ese tipo de maldiciones: entrar en sus sueños y perturbarle. Odiaba rendirse, pero se temía que nunca podrían encontrar una cura para su maldición, enfermedad o pesadillas, como queráis llamarle.

 

Se levantó, se vistió con la ropa que estaba en su silla y bajó a desayunar, tal y como le había prometido a su madre.

 

 

 

 

 

 

 

 

Naruto acababa de levantarse de la cama. De pronto, sin saber el motivo, estaba desnudo y no tenía ninguna manta o sábana para taparse. Se incorporó y buscó por la habitación: no había ropa ni prendas a la vista.

 

Se levantó y de pronto oyó su puerta abrirse bruscamente. Un hombre, seguido por una multitud, se asomaron por la puerta abierta desde el pasillo. El cabecilla le apuntó con el dedo y gritó:

 

-¡Es él! ¡Es el diablo! ¡Miren como no lleva ninguna prenda!

 

Naruto empezó a correr y saltó por la ventana. Todos los hombres empezaron a perseguirle y saltaron detrás de él. La ventana no daba a los jardines del castillo, sino a una cueva en la que entró de repente. Miles de murciélagos le observaban correr desnudo desde sus rincones oscuros e incluso alguno se atrevía a mover un poco sus alas.

 

Naruto corría aún a pesar de no oír más pasos ni voces detrás suyo. Finalmente, se tropezó y cayó, raspándose las rodillas. Miró con miedo hacia su espalda y descubrió un gran lobo negro que le observaba. La cueva acababa de convertirse en un paisaje de montaña, nevado. Él seguía desnudo y notaba como el frío de colaba por cada uno de sus miembros. No podía moverse, se estaba congelando de frío.

 

El lobo le observaba indiferente, sin signos de querer atacarle.

 

-¿¡Qué coño estás mirando!? – gritó el príncipe, fuera de sí.

 

El lobo negro se sentó.

 

-Estás muerto de miedo. Como un pollito sin su madre.

 

A pesar de acabar de recibir unas palabras entendibles de un animal, Naruto no pareció sorprenderse. Se levantó con dificultad y le observó con odio.

 

-¿¡Y qué pretendes que haga!? ¿¡Es que acaso puedes ayudarme tú!? Te veo muy tranquilo…

 

-Puedo ayudarte, pero no sé si quiero.

 

-¿Qué querrías a cambio? ¡¡Podría darte todo lo que desearas!! – el lobo movió ligeramente la cabeza ante las palabras del rubio, con un deje de interés. - ¿Dinero? ¿Joyas?

 

-Nada de eso.

 

De pronto, el suelo bajo los pies de Naruto se rompió. Naruto caía, pero se pudo agarrar al suelo con una mano antes de caer al vacío. El lobo negro seguía en la misma posición, sin inmutarse. Los pies de Naruto empezaban a caldearse y entonces fue consciente de que el vacío estaba lleno de flamas del infierno. El mismo hombre de siempre le miraba desde abajo y reía como un desquiciado, esperando su caída.

 

-¡¡Ayúdame, maldita sea!! – le gritó al lobo. - ¿¡Qué es lo que quieres!?

 

El lobo se acercó a Naruto y le habló al oído.

 

-Venganza.

 

La mano de Naruto resbaló y estuvo a punto de caerse. Por suerte, pudo volver a agarrarse.

 

-¿¡Con quién!?

 

-Quiero que me acompañes en un viaje. Sólo así te ayudaré.

 

-¿¡Cómo te reconoceré en el mundo real!? – preguntó, confundido.

 

-No te preocupes por eso. – el lobo negro abrió su gran boca llena de afilados dientes y la acercó al brazo colgante de Naruto, mordiéndole pero sin llegar a hacerle daño. Lentamente le subió hacia la superficie plana del suelo, salvándole de caerse al agujero. - ¿Tenemos un trato?

 

Naruto miró al lobo a sus oscuros ojos negros.

 

-Sí.

 

Y de pronto, despertó. Extrañamente, no estaba tan sobresaltado como otras veces. Cuando se había encontrado con el lobo, toda la acción que solían tener sus sueños había desaparecido. Había sido todo calma – excepto lo del boquete en el suelo, por supuesto. Se levantó de la cama y observó su rostro en el espejo: se le veía más relajado que normalmente. ¿Cuánto tiempo contable habría estado hablando con ese lobo y tranquilizando su alma?

 

-¿Naruto? ¿Estás bien? – preguntó Minato.

 

Naruto sonrió por primera vez en mucho tiempo. Estaba relajado.

 

-¡Sí!

 

Se vistió rápidamente y bajó a desayunar. Una vez en la mesa, les explicó a sus padres acerca del lobo, de cómo le había ayudado en su sueño y como le había tranquilizado saber que se encontraba allí. Los dos se alegraron mucho, pero le preguntaron acerca de la promesa que le había hecho.

 

-No creo que se presente nadie aquí pidiendo que le acompañe. Creo que ese lobo sólo era producto de mi imaginación. – aseguró, concienzudo.

 

Durante todo el día, los reyes y el príncipe salieron a dar una vuelta para celebrar la mejoría de su hijo. Los aldeanos estuvieron contentos de ver de nuevo a los reyes y las mujeres comentaron lo atractivo que se estaba volviendo Naruto a sus veintidós años de edad.

 

-Papá, papá, cómprame esto, por favor. – pidió el rubio, acercándole una figurita de madera con forma de lobo a su padre. – Me lo pondré en una cadena y lo llevaré en el cuello, para que me proteja en sueños. – aseguró, sonriendo.

 

El padre, sin lugar a duda, se lo compró. En la tienda le hicieron el agujero y le pasaron una cuerda, así que Naruto se lo pudo poner inmediatamente. Realmente pareció muy feliz con el regalo. Después de merendar, los tres retornaron al castillo, donde el mensajero real les esperaba en la puerta, moviéndose nerviosamente.

 

-¿Ocurre algo, Kiba? – preguntó Minato.

 

-Sí, señor. Digo, no. Bueno, sí, pero no quiero preocuparle… - el nerviosismo se demostraba en su voz. – Ha aparecido… un… hombre….

 

-¿A qué te refieres?

 

-Ha llegado un hombre asegurando que ha de hablar con el príncipe, señor. – salió en su ayuda Ino, una atractiva guardia de la entrada. – Lo peor es que… bueno… es capaz de saber qué soñamos ayer con sólo mirarnos a la cara… Es un poco perturbador…

 

-¡Es mi lobo! – Naruto entró corriendo, dirigiéndose a la sala de espera de las visitas reales. Minato y Kushina le siguieron, preocupados. Kiba corrió detrás de ellos. Ino dejó a cargo de la entrada a su compañero Rock Lee y también entró en el castillo, detrás de todos ellos.

 

En la sala, había una figura cubierta totalmente por una especie de capa marrón. A la persona no se le veía el rostro, hecho que desilusionó un poco a Naruto. Se puso delante del desconocido y miró el hueco de la capa en la que se veían sus ojos. Pudo reconocer los ojos negros del lobo de su sueño.

 

El de la capa se inclinó e hizo una hermosa reverencia al príncipe.

 

-¿Eres el lobo? – preguntó Naruto.

 

-Vaya, veo que no hacen falta presentaciones… - por la voz, Naruto descubrió que se trataba de un hombre. Pensó que tal vez se trataría de un adolescente. Sin duda, tenía una voz hermosa. – He venido a buscarle para emprender nuestro viaje, mi príncipe.

 

-¿Cómo sé que no quieres secuestrarme para pedir una recompensa? – preguntó el rubio, con diversión en su voz. El encapuchado dejó escapar una pequeña y corta carcajada.

 

-Me cortarían la cabeza antes de que pudiera salir del castillo.

 

-Eso suena interesante. – rió. – ¿Y cómo sé que eres realmente el lobo de mis sueños?

 

-Creía que ya teníamos suficiente confianza. Al fin y al cabo, estuvimos desnudos en medio de una montaña helada… - Por el tono del hombre y el recuerdo de estar desnudo delante del lobo, Naruto se sonrojó, sonriéndole con diversión al desconocido. –Y recuerdo haberte salvado la vida, también.

 

-No necesito más pruebas. Llévame donde quieras, lobito. – En ningún momento la sonrisa se había borrado del rostro de Naruto, hecho que les hizo bajar la guardia a sus padres – quiénes observaban la escena desde lejos. Se relajaron y Kushina subió a la habitación de su hijo para hacerle la maleta para el viaje.

 

-¿Tienes un nombre? – preguntó Minato, acercándose a su hijo y al otro.

 

-Puede llamarme Sasuke, mi señor. – respondió, mostrándole a Minato una perfecta reverencia.

 

-Sasuke, - dijo el rey – devuélveme a Naruto sano y salvo, ¿de acuerdo?

 

-Así lo haré, mi rey. – aseguró, mostrándose de nuevo ante él.

 

-Bueno, bueno, menos cariñitos, ¿eh? – intervino Naruto. – Sasuke es mi hombre. Si quieres a uno, te lo buscas. – Minato se asombró de que su hijo se hubiese puesto celoso por las atenciones que le estaba dando el encapuchado a él. Sasuke dejó escapar una corta carcajada y se incorporó, girándose hacia Naruto.

 

-Te protegeré en el mundo de los sueños, príncipe. – anunció.

 

Naruto desenfundó su espada.

 

-Yo te protegeré en el mundo real, Sasuke. – rió Naruto, enseñándole la hoja brillante de su espada.

 

 

 

 

 

 

 

 

Ambos compañeros acababan de partir y habían llegado ya al bosque – pasada la ciudad.

 

-¿Cuál es nuestro objetivo? – preguntó el rubio.

 

-Iremos hacia Rebens, una ciudad bastante alejada. Sé que es allí donde vive el que te ha lanzado la maldición, Naruto. Ésa es la persona de la que quiero vengarme.

 

En ningún momento Sasuke había mostrado su rostro, hecho que empezaba a mosquear un poco al rubio, que se moría de curiosidad por saber cómo era el rostro de su acompañante.

 

-¿Y porqué creer que me habrá lanzado una maldición?

 

-Su hijo fue llamado a luchar en la guerra de hace veinte años entre el reino de Rasmara y el de Rebens. Minato, el rey de Rasmara, le mató para poder defender a uno de sus compañeros, que estaba siendo derrotado por él. Desde entonces odió a Minato y para castigarle te envió una maldición. – explicó.

 

Naruto quedó asombrado.

 

-¿Mi padre lo sabe?

 

-Lo dudo mucho.

 

Unos segundos de silencio les invadieron mientras Naruto asimilaba la información.

 

-¿Y tú como sabes todo eso? Dudo que tengas más de veinte años…

 

Sasuke dejó escapar su típica corta carcajada.

 

-Puedo meterme en la mente de las personas. Sé mucho de muchas cosas.

 

-¿Y de mí? – preguntó el rubio, observándole a los ojos. Los dos detuvieron su marcha y se quedaron callados, observándose a los ojos maravillados. - ¿Qué sabes sobre mí?

 

-Todo lo que quiero saber. – respondió Sasuke observándole todavía con esos hermosos ojos negros, que provocaban cierto deseo sexual en Naruto.

 

-Es injusto. – susurró el rubio. A pesar del susurro, Sasuke lo había escuchado.

 

-¿El qué es injusto?

 

-Tú sabes tantas cosas sobre mi y yo sé tan pocas sobre ti…

 

-Conoces más de  lo que normalmente la gente conoce.

 

Naruto sonrió ante esa afirmación porqué sabía que era cierta.

 

-Ni siquiera sé cuál es tu rostro.

 

-No necesitas saberlo. – respondió cortante Sasuke. La magia se había acabado. El encapuchado separó su mirada de la del rubio: se había enfadado.

 

-Oh, vamos. No es como si tuvieras ácido en la cara, ¿cierto?

 

Sasuke empezó a andar, dejando atrás a su compañero. Esa era la señal para que el rubio entendiese que no debían continuar hablando del tema. Anduvieron unos cuantos pasos más hasta que Naruto volvió a preguntar.

 

-¿Y porqué necesitas que te acompañe a completar tu venganza?

 

-Para romper la maldición, la persona que la tiene debe estar al lado del que lee. – definitivamente, Sasuke seguía enfadado. ¿Por qué se le habría ocurrido a Naruto decir nada sobre su cara?

 

-Pero eso es sólo la explicación por la que voy contigo. ¿Por qué quieres que te acompañe? – preguntó nuevamente. Sasuke se detuvo y encaró a Naruto, con un leve sonrojo visible incluso a través de la oscuridad de su rostro.

 

-Quería estar contigo, ¿vale?

 

Naruto por primera vez en su vida se quedó sin palabras.

 

-Acamparemos aquí. – informó Sasuke, empezando a recoger algunos troncos del suelo. Haremos una hoguera y dormiremos, descansando para mañana.

 

-Tengo hambre, Sasuke. – se quejó el rubio.

 

El encapuchado le fulminó con la mirada pero fue a buscar algunas setas y frutas del bosque para comer. Observándole, Naruto descubrió que Sasuke estaba muy acostumbrado a hacer semejantes cosas. Había hecho un fuego rapidísimo y además conocía muy bien los alimentos no venenosos que te puede aportar el bosque. Se preguntó a sí mismo por los orígenes del misterioso chico, pero prefirió no preguntar. Estaba descubriendo que Sasuke era demasiado cerrado como para explicarle su vida a él.

 

Después de cenar en silencio, ambos se acostaron. Naruto observaba la espalda de Sasuke con curiosidad. ¿Ni siquiera se iba a sacar la capa para dormir?

 

-Sasuke…

 

-Dime. – respondió adormilado.

 

-Me protegerás, ¿verdad?

 

La voz de Naruto había sonado demasiado cariñosa y tierna. Sasuke se giró a mirar al rubio y sus ojos habían dejado de reflejar enfado: ahora reflejaban  cariño.

 

-Descansa. No te preocupes por nada.

 

Y sus ojos se cerraron lentamente, observando hasta el final el rostro de Sasuke.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Caminaba esta vez por un desierto. Y tuvo miedo. Miedo a que apareciera un tornado que se lo tragara o que monstruos bajo la arena le devoraran. Se sentó en la arena de golpe, rodeándose las piernas con los brazos y empezando a susurrar canciones que le venían a la mente en esos momentos. Canciones que sonaban más a funeral que a fiesta.

 

A pesar de todo, el único ruido que se oía era el del viento. Ningún terremoto ni monstruo a la vista. Y de pronto, recordó que Sasuke debía protegerle. Debía estar ahí a su lado para protegerle y que no le iba a pasar nada.

 

Y extrañamente se tranquilizó.

 

Se giró al notar una presencia detrás de él. Lejos, un lobo negro le observaba sin moverse, clavando sus preciosos ojos negros en los suyos. Naruto sonrió y se estiró en la arena, observando al lobo sin decir nada más.

 

Y esa fue la primera noche en la que durmió completamente en paz.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Al día siguiente despertó completamente relajado. Sasuke, en cambio, parecía bastante molesto. Después de desperezarse, Naruto le preguntó si le ocurría algo.

 

-La próxima vez… - le respondió. – Procura soñar con un lugar más agradable en el que dormir. – dijo simplemente.

 

Naruto le respondió con una sonrisa.

 

 

 

 

 

Ambos continuaron con su viaje. Más pronto de lo que pensaron, dejaron el bosque para entrar en las montañas. Empezaron a escalar poco a poco, sin prisas. Como la montaña era escarpada, se lo tomaron con calma y descansaron todas las veces que Naruto quiso. Finalmente, hacia el atardecer, pudieron llegar a la mitad de la montaña. Sasuke le propuso esconderse en una pequeña galería que se habría paso entre dos grandes rocas y Naruto aceptó.

 

No pudieron hacer una hoguera porqué dentro de una gruta no se encendería por la falta de oxígeno en el aire, pero aún así pudieron degustar algunas frutas que se habían traído del bosque y calentarse con unas mantas que había traído Naruto.

 

Se estiraron en el suelo más cerca para poder tener un poco de calor humano.

 

-Sasuke, ¿tienes hermanos? – preguntó Naruto.

 

Sasuke tardó unos momentos en responder. Cuando Naruto creyó que ya se había quedado dormido, finalmente respondió.

 

-Sí, uno.

 

-¿¡En serio!? – preguntó, sorprendido. - ¿Y cuál es su nombre?

 

-Itachi.

 

-¿Está en Rasmara?

 

-No.

 

-¿Es de Rebens, entonces?

 

-Tampoco.

 

-¿Es de…?

 

-Naruto, duérmete. – le acalló Sasuke.

 

-No podré dormirme si no me lo dices. – Naruto gruñó, haciendo una pataleta.

 

-Eres un niño mimado.

 

-¡¿Eh?! ¡No puedes decirme eso! – entonces sonrió, bromeando. – Haré que te corten la cabeza.

 

-Entonces nadie podrá defenderte en los sueños. – respondió Sasuke. Naruto pudo notar un tono de diversión en su voz.

 

-Eso es hacer trampas… - gruñó. – Pero si te dejo y me marcho a casa… tú te quedarías sin compañía. – respondió, con una sonrisa de superioridad. Sasuke se giró para mirarle, extrañado.

 

-¿Y?

 

-Me dijiste que querías compañía para tu viaje. – respondió el rubio, como si fuese el más sabio del lugar.

 

-Lo entendiste mal… - los ojos de Sasuke mostraban de nuevo enfado. Naruto se sintió un poco mal por ello.

 

-¿Y entonces?

 

-Dije que quería tu compañía… - de nuevo, la conexión mágica de ambas miradas ocurrió. Los ojos oscuros de Sasuke, a la luz de la luna, eran todavía más bellos. Los ojos de Naruto, azules, brillaban más que nunca, como si fuesen dos puntos fosforescentes en mitad de la oscuridad.

 

Entonces, fue cuando gracias a la luz de la luna, Naruto se dio cuenta de que a Sasuke se le veía la cara.

 

Y se asustó.

 

Abrió sumamente los ojos y Sasuke se dio cuenta de su error. Se tapó la cara con un grito de frustración y corrió a esconderse en una esquina de la cueva, dándole la espalda al rubio.

 

-Sasuke…

 

-Cállate. – susurró el moreno.

 

-Sasuke… yo…

 

-¡¡Cállate!!

 

Naruto se levantó y se acercó a la figura temblorosa en la que se había convertido su compañero de viaje.

 

-¿Por qué te ocultas? – preguntó, en tono neutro.

 

Sasuke, quién se tapaba el rostro con las manos, observó a Naruto. Tenía los ojos acuosos y llenos de miedo.

 

-Naruto…

 

El rubio se arrodilló a su lado y le tomó de la mejilla.

 

-Eres una criatura hermosa.

 

Una lágrima descendió desde el ojo de Sasuke hasta la mano de Naruto. El rubio sonrió cariñosamente.

 

-¿Por qué ocultabas tu rostro?

 

Sasuke tragó saliva y observó con tristeza al rubio. Luego bajó la mirada hasta el suelo.

 

-Él…

 

-¿Él?

 

-Orochimaru, el hombre que te lanzó la maldición.

 

-¿Qué sucede con él?

 

La voz de Naruto era tan tierna que Sasuke creyó que se pondría a llorar a lágrima viva de un momento a otro.

 

-Mató a mi familia, por eso quería vengarme… - tragó saliva. – Y me dijo… que nunca nadie podría quererme jamás, así que decidí ocultar mi rostro para… - de pronto, notó el abrazo de Naruto. Un abrazo lleno de sentimiento, que le llenaba el corazón de dolor, como si alguien hubiese tenido la genial idea de empezar a darle golpes.

 

-Te mintió. – susurró el príncipe, posando sus labios en el párpado de Sasuke con amor.

 

-Naruto, yo…

 

-Tenías un fuerte complejo con tu rostro, ¿verdad?

 

-Naruto…

 

Y de pronto, Naruto le besó. No sabía como había sucedido, ni por qué. Sólo sabía que la lengua experta de Naruto estaba lamiendo sus labios, pudiendo permiso para entrar y que sin saber como lo había conseguido. Sus salivas empezaron a mezclarse y amabas lenguas empezaron a acariciarse. La mano de Naruto había volado hacía su nuca, haciendo presión, mientras que la otra mano había empezado a acariciarle la espalda. ¿Y qué se suponía que debía hacer él con sus manos?

 

-Naruto… - susurró, cuando el príncipe había parado para coger aire.

 

De pronto, Naruto sintió la excitación del moreno.

 

-¿Cuántos años te has pasado solo, Sasuke? – preguntó, compadeciéndose de él. Sasuke simplemente tenía ganas de llorar. Esa noche, ocultaría su máscara de tipo duro y se dejaría llevar por su príncipe compañero.

 

-Demasiados. – su susurro fue callado por otro apasionado beso. La mano que antes acariciaba su espalda estaba ahora en su miembro, rozándolo por encima del pantalón. Sasuke gimió y quiso apartarse del beso, pero Naruto le forzó con la mano en su nuca a seguir el intercambio de saliva y reconocimiento bucal.

 

Unos roces más sobre su miembro y Sasuke eyaculó con un grito de excitación.

 

-¿Nunca habías hecho esto? - Preguntó el rubio, para asegurarse. Sasuke negó con la cabeza, acariciando su pantalón mojado con un poco de asco. Naruto sacó su miembro y se lo mostró al moreno, enseñándole como se lo masturbaba. Sasuke ayudó un poco con su mano y finalmente Naruto también eyaculó, manchando más los pobres pantalones del moreno.

 

Sasuke tocó con un dedo el semen, con una expresión de asco en su rostro.

 

-Durmamos por hoy. – dijo finalmente Naruto con una sonrisa. – No te preocupes. Mañana puede seguir tratándome de la misma manera fría. – Y le guiñó un ojo. Sasuke sonrió y asintió y ambos se estiraron, abrazados, sobre el suelo para poder dormir.

 

Naruto soñó con la cueva e imaginó cómo hubiesen sido los acontecimientos si Sasuke hubiese sabido perfectamente lo que era el sexo y si no le hubiese importado cederle su ano para relajar el lívido de Naruto.

 

 

 

 

 

 

 

 

-Levántate, zoquete.

 

Eran ya las ocho de la mañana y Naruto todavía no había despertado. Sasuke lo había probado con buenas palabras – y con malas – pero ya era hora de actuar. Finalmente le pateó el trasero literalmente. No sin quejas, Naruto despertó por fin y se preparó para partir.

 

Ninguno de los dos comentó nada sobre lo de anoche.

 

Pero para sorpresa de Naruto, Sasuke no volvió a cubrirse la cara.

 

Caminaron más y más, hasta llegar por fin a la cima de la montaña, nevada. Ante el miedo de pasar la noche en un lugar tan frío, siguieron andando hasta que se hizo oscuro de nuevo. A pesar de no ver ni sus propios pasos, siguieron andando y por fin consiguieron bajar de la montaña cuando salió el sol. Agotados por haber estado una noche sin dormir, decidieron que ése día lo pasarían durmiendo y que seguirían la caminata al día siguiente. No tenían prisa.

 

Llegaron a una arboleda más o menos a las cuatro de la mañana, cuando todavía era oscuro. Recogieron unos cuantos frutos más del bosque y prepararon una gran cena: se la merecían.

 

-Sasuke, ¿puedo preguntarte algo?

 

-Dime. – Sasuke estaba comiendo sus frutas. Paró y observó a Naruto mientras masticaba.

 

-Tu familia… es decir… ¿los mató todos Orochimaru?

 

El moreno asintió, incomodándose un poco.

 

-¿Y te dejó vivo sólo a ti?

 

-Sabía que tenía el don de meterme en la cabeza de los demás y pensó que podría usarme. – alegó.

 

-¿Usarte?

 

-Bueno, imagina que tienes a un peor enemigo y quieres amargarle la existencia. ¿No sería eficaz poder meterte en su cabeza y recordarle todos sus traumas? – Naruto tembló de sólo oír esa idea. – Pues eso es lo que yo soy capaz de hacer, en pocas palabras.

 

-¿Y no serviría también para que un niño enfermo tuviera un sueño que le hiciese sentir muy bien? – preguntó Naruto. De nuevo, ese amor y cariño se reflejaba en sus ojos. Sasuke empezaba a odiar lo débil que se sentía ante su presencia.

 

-Sí, pero hay personas que no pueden pensar en esas posibilidades y que sólo quieren hacer el mal.

 

Naruto asintió, comprendiendo la explicación de Sasuke.

 

-Debió ser duro… - susurró, con la mirada fija en el suelo.

 

-Sí, mi familia sufrió mucho por…

 

-Me refería a ti. – interrumpió el rubio. Sasuke le miró sin comprender. – Debió ser duro andar solo por el mundo, creyendo que todos los que eran amables contigo tenían malas intenciones de aprovecharse de tu poder… No pudiendo crear lazos con ningún otro ser… - Cuando Naruto se giró a mirar a Sasuke, vio que este estaba llorando y que le miraba asombrado. - ¿Eh? ¡Sasuke! N-no…. No me mires así, por favor. ¡No llores! ¡Me estás rompiendo el corazón!

 

-Naruto… Me… me comprendes… - susurró Sasuke, sonriendo mientras se secaba las lágrimas de los ojos con la manga de su camiseta. – Gra-gracias… Yo… no… Joder, ¡te odio!

 

-¿Eh? – el rubio se puso pálido ante las últimas palabras.

 

-Me haces sentir tan… débil… ¿Soy tan abierto para ti?

 

Naruto le abrazó.

 

-Tranquilo, Sasuke…

 

-Naruto…

 

El rubio le hizo callar poniéndole un dedo en los labios: intentaba tranquilizarle. Sasuke, sin embargo, se apartó los dedos con un manotazo.

 

-¡Pregúntame porqué quería que vinieses conmigo!

 

-Pero….

 

-¡Pregúntamelo!

 

Naruto observó a Sasuke a los ojos y sonrió, haciéndole la pregunta.

 

-¿Por qué querías que fuese contigo, Sasuke?

 

-Porqué yo… - Sasuke finalmente lo dijo, traspasando la barrera de los ojos de Naruto y entrando en su interior. – ¡Te amo! – Naruto se puso rígido y le observó con los ojos muy abiertos. – ¡Y te he amado desde la primera vez que te vi! ¡Paseando por el pueblo! ¡Naruto, te amo!

 

El rubio se apartó rápidamente del moreno y centró su mirada en una piedra lejana.

 

-¿Qué ocurre? – preguntó Sasuke.

 

-Hace poco que nos conocemos. No puedo… no puedo amarte en tan poco tiempo… - susurró, sin mirarle a los ojos. – No negaré que me excitas y que me gustas, pero… ¿amar? Creo que no sabes lo que es, Sasuke.

 

-¡Naruto! – los ojos de Sasuke mostraron su enfado.

 

-Has estado siempre solo y por una vez que ves algo que te gusta… ¡Crees que es amor! Te entiendo… porqué eres como un pollo que sale por primera vez del huevo y… ¡y ve a otro pollo y cree que es su madre! Pero no es su madre…

 

Sasuke se levantó y le envió una mirada de odio.

 

-¡¿Y porqué no puede ser su madre?! ¿¡Es que acaso crees que el pollo es tan estúpido!?

 

-¡Sí, lo es! – Naruto se levantó y le encaró, también enfadado. - ¡Es inocente, y eso le convierte en estúpido!

 

Sasuke le gruñó, cogió su manda y se fue a dormir a un lugar bien alejado. Naruto frunció el ceño y se estiró, dispuesto a olvidarse de todo y a soñar con algo relajante. Sasuke le observó por última vez y se sentó en el suelo, mirando al cielo.

 

-Hermano… - susurró. – Hermano, ¿me oyes? Desde que estás ahí arriba… Creo que me hace falta alguien como tú aquí abajo. – tragó saliva. - Yo… le he confesado lo que siento, pensé que todo iría bien, pero… - se limpió unas lágrimas que empezaban a descenderle por las mejillas. - Me equivoqué. – buscó alguna respuesta en el cielo, sin hallarla. - Ni siquiera sé si podré continuar el viaje con él…  ¿Por qué no me respondes, hermano? ¿Tú también crees que estoy equivocado en esto, acaso?

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Naruto estaba en un bar. Los clientes reían entre ellos, pero ninguno parecía verle ni saber que estaba allí. No le prestaban ninguna atención.

 

De pronto, a un camarero se le caía un vaso y todos se giraban a mirarle.

 

-¡Culpable! – gritaba uno.

 

-¡Qué horror, qué vergüenza! – gritaba otra mujer.

 

-¡Hay que quemarle vivo!

 

Y de pronto, el bar se convertía en una boca gigante con intenciones de tragarle. La boca se reía de él, con esa risa escalofríante que estaba tan acostumbrado a escuchar en sus sueños.

 

La boca se lo tragaba y aparecía en una habitación. Las paredes eran blancas con puntos negros. Buscó una puerta o una ventana sin éxito. Tocó la pared i la notó viscosa. Finalmente, se dio cuenta de que no era blanca con puntos negros sino que estaba compuesta por millones de ojos que le observaban. Con odio.

 

-¡¡Socorro!!

 

Había empezado a llorar.

 

El suelo se transformó en una gran nariz y el techo de pronto empezó a caer lentamente, dando una sensación claustrofóbica.

 

-¡No! ¡Socorro!

 

-¡¡Naruto!!

 

Un gran lobo negro aparecía tirando la pared abajo. Su mirada estaba preocupada.

 

-¿Estás bien?

 

Naruto le observaba en silencio, con los ojos bien abiertos.

 

-Naruto, lo siento, yo… - Y una mano gigante salía detrás de él. Naruto intentó gritar para avisarle, pero no pudo. La mano cogió al lobo y lo estrujó. El animal aulló asustado y pronto su imagen cambió. Se convirtió en Sasuke y ahora sí gritaba de dolor, dejándose la garganta en ello. Y una risa escalofriante se oyó.

 

Con sus últimas fuerzas, el moreno tendió la temblorosa mano en dirección a Naruto y le observó con piedad. Naruto dudó unos segundos pero ante el nuevo grito de dolor de Sasuke, corrió a chocarle la mano. Una luz blanca les iluminó a ambos y de pronto Naruto se despertó.

 

El sol del mediodía le daba en la cara. Se giró buscando a Sasuke sin encontrarlo. Finalmente, recordó su pelea la noche anterior y lo encontró en el mismo lugar al que se había marchado. Se arrastró rápidamente hasta allí: Sasuke seguía durmiendo.

 

Le abrazó.

 

-Me has salvado a pesar de haber rechazado tus sentimientos… - susurró, apenado.

 

-No te he salvado… - susurró el moreno, recién despierto. Naruto le miró interrogante. – Sólo te he ayudado a despertar. He intentado… luchar contra Orochimaru en tu sueño y… he perdido… - susurró. Naruto notó entonces que Sasuke no se estaba moviendo. Lo comprendió cuando recordó como la mano había roto la forma animal de Sasuke y le había estrujado.

 

-¿Te ha roto algún hueso? – preguntó, preocupado.

 

-Diría que el húmero del brazo izquierdo, unas dos costillas y una tibia… la de la pierna derecha… - respondió, con dolor. Naruto se horrorizó.

 

-Lo siento, lo siento, lo siento, lo siento… - no dejaba de susurrar.

 

-No es tu culpa. – respondió con una sonrisa dolorosa Sasuke. – Si no hubiese estado tan distraído por mis sentimientos, hubiese podido luchar mejor contra Orochimaru…

 

-¡Entonces sigue siendo mi culpa!

 

-¡Que no es tu culpa! – gruñó el moreno, enfadado.

 

-¿Puedo hacer algo para ayudarte?

 

-Sueña que me curo. – susurró el moreno. El cuerpo le dolía demasiado. – Por favor.

 

Naruto asintió y cerró los ojos, relajándose – o intentándolo. Por suerte, tenía facilidad para dormir.

 

 

 

 

 

 

 

Pasaron dos días pero pareció que ninguno de los dos volvió a nombrar lo que sucedió ese día. Su relación fue empeorando: Sasuke no se atrevía a decir nada, ni siquiera a acercarse al rubio, y había vuelto a usar esa capa que le cubría el rostro y sólo le dejaba los ojos, como queriendo decir que se había hartado del rubio. Por su lado, Naruto no había vuelto a decir nada relacionado con sus sentimientos o con el sueño en el que Sasuke salió herido. Simplemente observaba al moreno desde lejos, con una expresión de dolor y tristeza en su rostro. Sentía que quería a ese personaje y que sin saber cómo tenía la obligación de protegerle, pero no se atrevía a acercarse a él. No después de haberle rechazado. ¿Pero qué pasaría si ahora le amaba? No podría decírselo, obviamente. La mente de Naruto se había convertido en un mar con tormenta mientras que a la de Sasuke parecía haber llegado la edad de hielo.

 

Caminaban en silencio, como dos desconocidos y sólo hablaban lo necesario.

 

Los sueños de Naruto empezaron a repetirse: Él se encontraba en un barco en medio de una tormenta. Los tripulantes y pasajeros salían corriendo por los pasillos, golpeándole porqué se quedaba quieto mirando como una gran ola venía tras ellos. La ola les alcanzaba y los pasajeros morían ahogados o golpeados, pero él seguía sin moverse.

 

La misma risa de siempre aparecía entonces y una mano gigantesca le agarraba y estrechaba con fuerza. Cuando creía que se asfixiaría por la presión, la mano le soltaba, enseñándole a un Sasuke cautivo en una jaula.

 

Finalmente, antes de poder hacer nada por salvar a ese Sasuke, aparecía el lobo negro y toda la ilusión desaparecía. Y finalmente despertaba.

 

 

 

 

 

 

Empezaba a anochecer cuando Sasuke llamó a Naruto al borde de una montaña. Le señaló un pueblo que se encontraba en la falda de ésta.

 

-Este es nuestro objetivo. – alegó. – Mañana habremos llegado.

 

-¿Tendremos que matarle? – preguntó un poco asustado Naruto.

 

-Que no te dé miedo. No es un humano. Es un espíritu vagante que consiguió el cuerpo de un desafortunado dispuesto a jugarse el alma con los espíritus.

 

Naruto asintió.

 

-Sasuke, yo te quiero decir algo…

 

El moreno se giró a mirarle. Por primera vez desde hacía mucho tiempo, sus miradas volvieron a interactuar.

 

-He estado poniendo en orden mis sentimientos y creo que…

 

-Te voy a tirar desde este precipicio como no te calles. – gruñó Sasuke, fríamente.

 

-¡Pero no lo comprendes! ¡Quiero decirte que…!

 

El moreno le cogió por el pescuezo de la ropa y le empujó al precipicio. Naruto gritó e pánico por la sorpresa. Hubiese caído sino fuera porqué Sasuke le sujetaba del pescuezo con expresión helada.

 

-No sigas por ese camino, príncipe. O de lo contrario me obligarás a dejarte caer.

 

Naruto tragó saliva, asustado.

 

Sasuke le empujó de nuevo y le dejó en el suelo, a salvo. Luego, se marchó.

 

 

 

 

 

Y por primera vez en muchos días, su sueño fue distinto. Había empezado en un circo. La gente miraba con sonrisas el escenario, donde un gran payaso hacía malabares. Las luces estaban todas centradas en ese payaso. De pronto, empezó a sonar la típica música de circo y trajeron una jaula tapada por una sábana.

 

Se hizo un silencio corto y el payaso empezó a hablar.

 

-La vida va a comenzar. – y la música de circo volvió a acompañar su voz. El payaso cantaba.  - Todos vamos a jugar. – su voz pasó a una más terrorífica al decir: - ¿Quién perderá la cabeza?

 

-¡Yo perderé la cabeza! – gritó el público a coro y sonriendo.

 

-¿Quién tendrá codos y muletas?

 

-¡Yo tendré codos y muletas!

 

-¿Quién se comprará un  unicornio de diez cabezas?

 

-¡Yo me compraré un unicornio de diez cabezas!

 

-¿Quién se atreverá a romper el amor? – sus ojos daban vueltas en sus cuencas.

 

De pronto, todo el público, la música y la voz, cesó. Todas las luces apuntaron a Naruto y todos se giraron a mirarle.

 

-¡Naruto romperá el amor! – gritaron todos a coro.

 

La sábana de la jaula se cayó y en ella había un lobo negro, inconsciente.

 

La voz que siempre se reía malévolamente, sonó ahora por todo el circo. La  voz empezó a cantar como ópera y a medida que decía su voz se iba volviendo más terrorífica.

 

-Juega, juega, juega a la ruleta. Juega y verás. Juega, juega, juega enamorado: a tu princesa salvarás. Juega, juega, juega en los infiernos del fuego celestial. Fuego azul, fuego rojo, juega, juega, juega y el mal verás. – la última frase fue la más terrorífica de todas: - Juega, juega, juega y perderás.

 

El lobo se transformó en un Sasuke desnudo, lleno de heridas.

 

-¡Sasuke! – gritó Naruto, con lágrimas en los ojos. - ¿¡Porqué no aparecer ya!? ¡¡Rescátame!! ¡¡Me lo prometiste, ¿no?!! ¡¡Prometiste que me salvarías en los sueños!!

 

-Naruto… - la voz de ópera dejó escapar de nuevo su risita mortal. – Esto…

 

-…Es… - dijo el público, a coro.

 

-…La vida… - susurró el payaso, riéndose por lo bajo.

 

Naruto terminó la frase, asustado:

 

-¡Real!

 

 

 

 

 

Y entonces despertó.

 

Sasuke estaba a su lado, inconsciente. Le tocó el hombro pero vio que no despertaba. Se sentó y agarró el cuerpo de su compañero para empezar a sacudirlo. La capa cayó  dejó ver un sudado y muy pálido rostro. ¿Por qué Naruto no habría notado hasta ese momento cuán enfermo estaba su compañero?

 

-Sasuke…

 

Decidido, recogió todo el campamento y se cargó a Sasuke en la espalda. Empezó a correr montaña abajo para poder llegar al pueblo de Rabens. Tenía la esperanza de poder hallar algún médico que le ayudara.

 

Preguntó a distintas personas y todos le recomendaron acudir a casa del “Sanin”. Naruto pensó rápidamente: Sanin – Sanar – Sasuke. Perfecto. Y se dirigió rápidamente a la casa de ese técnicamente curandero.

 

La casa era pequeña y estaba un poco apartada del pueblo, escondida entre el bosque. ¿Eso hizo malpensar a Naruto? No, para nada. Entró con una sonrisa de bobo en la boca del lobo. Un hombre con el pelo negro muy largo salió del interior de la habitación para recibirles. La habitación, tal y como parecía desde fuera, era pequeña. Estaba adornada con miles de máscaras, velas, muñecos de trapo y potes con partes de animales.

 

Al verles, el hombre pareció asustarse un poco.

 

-¿Qué desean, los señores…? – preguntó no muy seguro. Naruto le enseñó a Sasuke, inconsciente en su espalda.

 

-Cúrelo, por favor. ¿Puede hacerlo?

 

Orochimaru se dio cuenta de que todavía no le habían descubierto y sonrió complacido.

 

-Déjalo encima de esta mesa. – rió, apartando los objetos que tenía en dicho mueble. - ¿Qué le ha pasado?

 

-No lo sé. – respondió sinceramente el rubio. Dejó a su compañero sobre la mesa y se sentó en una de las sillas mientras el hombre empezaba a observar a su amigo, a tocarle la piel, tomarle el pulso, ver su lengua, abrirle los párpados para mirar el estado de sus pupilas…

 

-Uy, parece que tenemos un claro caso de… - a Naruto se le detuvo el corazón por unos segundos. ¿Sería algo grave? - …insensatez….

 

-¿Qué?

 

Una sombra gigante agarró a Naruto por el pie y lo dejó tendido boca a bajo. Orochimaru se giró hacia él con una sonrisa en su rostro.

 

-Oh, mi amado príncipe de pesadilla… ¿Sabes acaso de quién es esta morada…? – su sonrisa era verdaderamente amplia y su tono había querido soñar cariñoso. Naruto reconoció entonces su voz: la misma que la de sus sueños.

 

-¡Orochimaru!

 

-Un poco tarde, ¿no crees? – rió.

 

-¿¡Qué piensas hacer con nosotros!?

 

-Pues mira… - Orochimaru cogió una lima y empezó a limarse las uñas, con gesto distraído. – A Sasuke me lo quedaré. Será muy útil descubrir los pensamientos de mis enemigos… - se bufó las uñas para sacarse el polvo – y de mis amigos….

 

El enemigo se levantó y fue a agarrar un pote violeta de pintura para uñas. Se sentó de nuevo en el mismo lugar y cruzó las piernas con elegancia.

 

-¿Y qué pasará conmigo? – preguntó temeroso el príncipe.

 

-No sé, todavía no he pensado en eso. – reconoció Orochimaru con un gesto asqueado. Abrió el pote y empezó a pintarse las uñas. - ¿Qué crees tú que debería hacer con un apuesto príncipe como tú? – le señaló con el pincelito para que estaba usando para pintarse las uñas de violeta. Le miró y sus miradas se cruzaron. Orochimaru estaba serio.

 

-Dejarme ir li…

 

-¡Eso es! – Naruto no había terminado la frase pero Orochimaru ya le había interrumpido, levantándose de sopetón. El hombre cogió una especie de varita de otra mesa y le apuntó con ella. – Te convertiré en sapo. ¿Divertido, no? – y se rió de su propia ocurrencia.

 

-¡Estás loco!

 

-Y vosotros también. – rió. – Pero de amor. – su rostro dibujó una mueca aburrida. – No es lo mismo. – Volvió a reír. - ¡¿Pero qué más da?! – se giró rápidamente hacia Naruto y susurró unas palabras inconexas. – Chucho, pirro, maracuyá, canción cantada nunca olvidada y… - pensó unos momentos. - ¡Navidad! – su sonrisa se ensanchó al decir la última palabra, que rimaba con lo anterior.

 

Un rayo salió de la varita y dio contra Naruto, rodeándole. Naruto gritó en pánico pero desapareció entre sus ropas, ahora en el suelo. Orochimaru se acercó con curiosidad y apartó los ropajes, descubriendo a un pequeño animalito entre ellos.

 

-¿¡Un cachorro de perro!? – gritó, sorprendido.

 

El pequeño perro peludito de color beige  ladró y empezó a correr, saliendo al exterior por un pequeño agujero que había en la pared.

 

-¡Eh! ¡No! ¡Espera! ¡Chucho apestoso!

 

Se giró para ver a Sasuke, todavía inconsciente en la cama, y salió en busca del perro fugitivo.

 

Naruto corría todo lo que podía – o todo lo que su nuevo y menudo cuerpo le permitía. Pronto sintió la presencia de Orochimaru persiguiéndole y queriéndole coger. Intentó insultarle o algo pero solo le salían ladridos así que decidió emplear su energía para correr.

 

-¡Gato peludo sin ton ni son vuelve al estado de un pitón! – gritó Orochimaru. Desgraciadamente, se había dejado la varita en la casa, así que el hechizo no surtió ningún efecto. En vez de maldecir, Orochimaru se echó a reír. - ¿Lo has visto, Naruto? Qué loco estoy…

 

Como una cabra, quiso poder decir Naruto.

 

Siguieron corriendo hasta que Naruto se detuvo: habían llegado al borde de un precipicio. El perro se giró con temor a observar al enemigo, que le observaba con una mueca triste.

 

-Qué lástima, perrito… Ya no te quedan oportunidades…

 

El perro ladró y Orochimaru se echó a reír.

 

-No entiendo nada de lo que dices, a pesar de estar más loco que tú. – aseguró. Naruto de pronto se fijó en una humareda que salía del bosque. Lo primero por lo que temió fue por Sasuke. Ladró asustado.

 

-Oh, no, no picaré. Sólo falta que me digas que hay un elefante rosa en el cielo. – rió Orochimaru. – Bueno, si hay un elefante rosa, quiero verlo. – Decididó, se giró. Su cara se transformó en pánico cuando vio el humo.

 

-¡Fuego! ¡Fuego! ¡En mi casa!

 

Iban a correr los dos hacía la casa cuando de entre los matorrales salió Sasuke, observándoles a los dos con una mirada cruel.

 

-He quemado tu casa, Orochimaru. No te queda nada.

 

Lejos de llorar o gritar, Orochimaru aspiró aire a través de sus dientes.

 

-Me excitas con esa mirada, Sasuke.

 

Naruto empezó a ladrar, furioso. Sasuke se le quedó mirando al hombre hasta que se acordó que estaba loco y que no debía hacerle caso.

 

-Vas a morir. – aseguró el moreno, acercándose a la pareja. Agarró al hombre por el pescuezo de la ropa y le arrastró hasta el precipicio.

 

-¿Te arrepientes de todas las maldades que has hecho?

 

-No moriré. – respondió Orochimaru. Sasuke hizo una mueca de extrañeza.

 

-¿Por qué no?

 

Orochimaru rió desquiciadamente.

 

-Con la erección que tengo mi cabeza nunca tocará el suelo. – y a continuación se aplaudió a sí mismo y rió por su ocurrencia. Naruto ladró y gruñó. Sasuke observó con asco su entrepierna: era cierto, estaba erecto.

 

-Eres un loco. – aseguró.

 

-Los locos viven para siempre. – y con esa frase final, Orochimaru se tiró por el precipicio que daba a una cascada. - ¿Te ha gustado? – y mientras caía y se perdía entre la humareda del agua, seguía riendo con su risa desquiciada, esa que los dos protagonistas conocían tan bien.

 

-¿Y ahora qué haremos contigo? – preguntó Sasuke, observando el pequeño chucho que le observaba babeando y sacando la lengua.

 

Naruto ladró.

 

-No te entiendo, chucho pulgoso.

 

-¡Vas a llamar chucho pulgoso a tu madre, imbécil! – la transformación se deshizo de pronto, convirtiéndole de nuevo en humano. Ante esa frase – que pensó que Sasuke no entendería – Naruto simplemente se tapó la boca con ambas manos. Sasuke le observó con una mueca divertida.

 

-¿A sí?

 

-No, Sasuke, yo… esto…

 

El moreno se sacó su capa y se la entregó a Naruto para que se cubriera, ya que estaba desnudo.

 

-Ya lo discutiremos luego.

 

 

 

 

 

 

Y desde ese día, Naruto no volvió a tener pesadillas de ningún tipo. Sasuke pudo vengarse de su enemigo y ya que no tenía ningún objetivo más, decidió acompañar a Naruto a su reino y vivir con él (una vida llena de lujos completamente gratis).

 

A sus padres no les pareció bien que Sasuke se convirtiera en un gorrón, así que Naruto decidió proponerle matrimonio a su compañero.

 

-¿No vas un poco rápido, vaquero? – preguntó Sasuke con una sonrisa irónica y un tono de voz muy cowboy. Observaba con una sonrisa al Naruto arrodillado en el suelo.

 

-Mis padres te quieren echar si estás conmigo sin hacer nada y viviendo del cuento. – susurró rápidamente el rubio. El rey y la reina estaban detrás de ellos, observando la escena. Planteando echar a Sasuke si daba un “no” por respuesta.

 

Rápidamente, el moreno se arrodilló junto al príncipe, con lágrimas en sus ojos.

 

-Ah, mi amor…. Me haces el hombre más feliz de toda la ciudad. ¿De la ciudad? ¡Qué digo! ¡De la tierra! ¿De la tierra? ¡Qué digo! ¡Del universo! ¿Del universo? ¡Qué digo! – antes de que Sasuke continuase con su ironía, Naruto le tapó la boca con un beso rápido. A los reyes no les apreció demasiado buena esa pareja, pero aceptaron el compromiso.

 

Y de esta extraña forma fue como un príncipe se casó con un onírico lobo negro.

 

A la ceremonia acudieron personas de todos lugares. Sasuke no dejaba de repetir que odiaba a las grandes masas. Especialmente cuando no conocía a absolutamente nadie. Naruto, por su parte, le explicó que no acudían a ver la boda, sino que acudían a lamentarse que tan bello ser como era Sasuke se estuviese casando con él. Y con esas bellas palabras fue como Naruto consiguió pasar la boda sin ser asesinado por las miradas de su marido.

 

Antes de acabarse la ceremonia, Minato se llevó un momento a su hijo a un lugar apartado y le tendió un pequeño potecito blanco.

 

-Este es mi regalo personal, Naruto. – le guiñó un ojo. – Espero que disfrutes de vuestra noche de bodas. – y se marchó corriendo antes de que nadie pudiese verle. Extrañado, Naruto observó el potecito: ¡¡Se trataba de lubricante!! Qué padre más pervertido tenía…

 

 

 

 

 

 

 

Y la noche llegó.

 

Los asistentes ya se habían marchado a su casa y todos habían ido a sus habitaciones. Naruto y Sasuke no eran una excepción y por primera vez compartían cama.

 

-Sasuke… sé que la forma en la que te lo pedí no fue muy romántica… - se excusó Naruto. El moreno estuvo de acuerdo con él. – Incluso tengo la sensación de que todo esto ha sido muy improvisado y…

 

-Al grano, príncipe. – gruñó.

 

-Nunca me ha dejado decírtelo, así que he esperado a que estuviésemos juntos en un lugar sin precipicios u objetos punzantes con los que me pudieses amenazar… - Sasuke pensó que Naruto estaba siendo un poco exagerado. – Ahí va. ¡Te amo!

 

-Ah.

 

Ambos se quedaron en silencio, mirándose de aquella maravillosa forma en que se miraron el primer día.

 

-¿Por qué ahora y no antes? – preguntó el moreno.

 

-Necesitaba conocerte más. Me asusté cuando me lo dijiste y…

 

-Oh, cállate. – Sasuke se tiró encima de Naruto en la cama. – Sólo sabes ser romántico cuando no es necesario… - y se besaron.

 

Naruto rápidamente fue a por la parte trasera de su compañero (estaban los dos en bata y sin ropa interior) mientras se seguían besando. Introdujo un dedo en su interior y notó que Sasuke ya lo tenía húmedo y preparado. Se asustó y se incorporó rápidamente.

 

-¿¡Con quién lo has hecho!? – exclamó fuera de sí. - ¡Te prometo que acabaré con la vida de cualquiera que haya osado tocarte!

 

El moreno se sonrojó.

 

-Tu madre me dio un potecito de lubricante… y me dijo lo que debía hacer si quería tener sexo contigo. – explicó, muy avergonzado. Naruto se sonrojó de la vergüenza y se volvió a estirar sobre la cama.

 

-Discúlpame por pensar que…

 

-No te preocupes. – Sasuke volvió a besarle y se subió encima del pecho de Naruto. Se observaron una vez más a los ojos con aquella conexión especial y acabaron por apartarse sus batas. El miembro de Naruto estaba alzado. Sasuke también estaba muy excitado.

 

-¿Empezamos ya? – preguntó el moreno.

 

Naruto ladró riéndose.

 

Entonces el moreno se sentó sobre el miembro del rubio, sintiendo como era parte dura se introducía en su cuerpo y le abría completamente. ¿Cómo podía sentirse tan extraño? Le dolía pero a la vez deseaba que ese miembro fuese más largo y le partiese en dos.

 

Naruto sentía como su pene se introducía en terreno desconocido. La calidez del interior de Sasuke y la humedad estaban dándole muchos problemas para no correrse en el momento. Ambos suspiraron excitados.

 

Sasuke sacó el miembro de su ano y volvió a metérselo, igual de despacio que antes. El miembro llegó ahora a tocar su próstata, haciéndole gritar de excitación y obligándole a agarrar fuertemente su pene para evitar eyacular.

 

Naruto sonrió e invirtió posiciones, estando él encima de Sasuke y entre sus piernas.

 

-En esta postura duele… - susurró el moreno, un poco desconcertado. Ciertamente el contorno de su ano ya estaba rojo e irritado.

 

-Ahora te sentirás mejor, no te preocupes.

 

Naruto empezó una lenta embestida, entrando completamente en el cuerpo de su amado y buscando el placer en su cuerpo. Sin embargo, entre gemidos Sasuke seguía diciendo que dolía. El príncipe pensó entonces que tal vez sería por el poco lubricante que quedaba, así que vertió un poco más del pote de su padre en su miembro y volvió a meterse dentro de Sasuke, comprobando que su ano estaba bastante rojo –aunque era normal.

 

-¿Mejor ahora?

 

Sasuke empezó a hacer movimiento con sus caderas. Efectivamente, ahora estaba mucho mejor.

 

Naruto empezó unas embestidas más duras, provocando gritos bien altos de placer. El príncipe separaba bien las piernas de su esposo, entrando cada vez más profundo en su ser. Sasuke, por su parte, se esforzaba por apretar las nalgas, descubriendo que Naruto sentía mucho más placer clavándosela así.

 

Finalmente, el rubio separó las nalgas de Sasuke en un intento de sacar su miembro para eyacular fuera, pero el moreno se lo impidió y acto seguido los dos llegaron al orgasmo.

 

El semen estaba ahora en el estómago de Sasuke y chorreando por su trasero hasta las sábanas. Ambos respiraban agitadamente.

 

-¿Qué tal tu primera vez? – preguntó Naruto.

 

-Tal vez puedas superarlo en una segunda…

 

Sin más, ambos empezaron la siguiente ronda.

 

Parecía que para esos dos la noche iba a ser más larga que para los demás, pero sin duda, mucho más entretenida. No se acostaron a dormir y al día siguiente parecían zombis muertos de sueño.

 

Naruto no volvió nunca más a tener pesadillas porqué a su lado dormía su protector y ser amado. El único problema que tuvo a partir de entonces, fue que incluso soñando, él y Sasuke hacían el amor. Dicho así no es un problema, pero se convierte en uno cuando te despiertas con una gran erección o directamente con los pantalones manchados.

Notas finales:

FIN

¿Qué les ha parecido? La verdad es que es muy raro y no sé bien si gustará o no, así que agradecería comentarios, valoraciones, críticas o consejos para hacerlo un poco más comestible (repito que no sé si se capta bien la idea dle fik...).

Esperaré con ganas vuestros comentarios, gracias por leer :)

¡Feliz Navidad! :DDDD


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