A pesar de que era muy pequeño, sabía todo lo que el mundo le rodeaban sabia todo relacionado al mundo de los humanos donde os de su especie y divinidad, siempre su protector se lo había advertido, todos ellos tenían prohibido pisar el mundo humano, ya que solo este los traía sufrimiento y que lo que ellos hicieran no tendría perdón ante Dios.
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Con lagrimas en sus ojos , estaba sentado en un viejo callejón, lo único que recordaba era que había abierto sus puros ojos, para descubrir que ya no se encontraba en lo que antes llamada hogar, toda esa pureza se había extinguido, hora estaba solo en un mundo donde no conocía solo, tenía en mente todo lo malo que le odia pasar, a un ser con su divinidad, y si alguien se enteraba de lo que él era, esto último ni trataba de responderse ya que solo tenia en mente, una cosa, volver a su hogar.
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Estaba agotado hacia sido unos días difíciles, nunca le habían dicho que ser la futura cabeza de la familia tenia que ser sencillo y mas cuando esta entro en crisis financiera, con la muerte repentina de su tío Hades, ahora él tenia que poner todo el desempeño para sacar a su familia de esta, sus demás tíos, primos nunca había sido muy cercanos a él, pero eso le alegraba infinitamente, pues siempre prefirió su soledad que la compañía aunque esta fuera mínima, pero aun así sabia que tenía muchas cosas que hacer, su padre le había dicho que él tenía que ser la próxima cabeza, ya que su tío al no dejar descendencia el poder caída sobre ellos, pero aun así no le gustaba, sabía a la perfección lo que le llevaría eso y no le gustaba.
Minos de grifón siempre había sido una persona independiente y muy astuto para su joven edad, pero siempre fue una persona seria y fría al no tener cariño de su padre y de su madre, pues no puede decir mucho ya que ella había muerto hace mucho tiempo y no tenia recuerdo alguno de esta, con él único que mostraba cariño era con su tío hades (que en paz descanse) un cariño mucho mas grande con aquel que se hacía llamar su padre pues él siempre se dedico a tener un sinfín de amantes y dejar bastardos en los barrios mas pobres de la ciudad, su medio Hermano Radamanthys hijo de su madrastra pero esta siempre lo desprecio al ser la viva imagen de su difunta madre a excepción de su platinados cabellos que eran de su padre y su mejor amigo Aiacos de Garuda, hijo de una de las familias nobles más poderosas de la zona y de las más acaudaladas por las varias mimas de oro y plata que tenían en el otro lado del mundo, ellos tres siempre fueron muy alegría en su joven corazón pero esa alegra se acabo cuando su hermano Radamanthys se alisto a las filas armadas y muriendo en menos de un año, después a su amigo Aiacos le detectaron una enfermedad rara en su organismo alejándolo de cualquier contacto al exterior, aunque eso no impedía que pudiera escribirle algunas cartas para saber de su salud, pero siempre era muy pocas las respuestas, pero eso no impedía que cada una de sus cartas las atesorara como su fue su propia fortuna, y ahora con la muerte de su tío, si su corazón estaba cerrado, ahora mucho más cerrado y frio se volvería.
Después de una charla con su padre, pidiéndole que checara las finanzas actuales, pero él no era un tonto, sabia para que a esa persona le pedía esa información, tal vez se la gastaría en cualquier burdel o prostíbulo, con paso lento se iba regresando al lugar que llamaba hogar, agotado por el dia pesado que tuvo, fue caminando por las desoladas calles, hasta que escucho unas botellas de vidrio romperse, pensando a que se trataría de cualquier gato callejero, volviendo a su caminata, un pequeño quejido de dolor lo hizo desistir a la tarea, algo temeroso, a que lo vayan a asaltar, se dirijio a ese callejón solitario
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Fue un tonto cuando choco con esas botellas de vidrio, ahora además de solo, se encontraba herido de su tobillo, sus blancas prendas se iban a manchar de sangre, y no podía no desear cualquier cosas, tomando con cuidado abrazo sus piernas protegiéndose de aquel peligro que podía presentarle ese mundo
-¿quien esta ahí?- dijo una voz desconocida lo saco de sus pensamiento, con temor a lo que encontraría, alzo con cuidado su vista, para toparse con el par de luceros mas hermosos que pudo ver, eran como dos par de lunas platinadas que adornaban esos ojos
-hola pequeño, que haces aquí solo-pero no pudo contestar, estaba hipnotizado por ese par de lunas, que había olvidado por completo como hablar
-¿Estas solo pequeño?- pregunto nuevamente, pero en esta ocasión solo pudo afirmar con su cabeza-pobrecito, ven con migo-extendiéndole su mano.
Inocentemente como si la voz de aquel hombre lo invocara, acepto el apoyo, pero olvidándose por completo su herida, se incorporo pero rápidamente una punzada en su tobillo lo regreso a la realidad, soltando un quejido y preocupando al peliblanco
-¿Qué tienes pequeño?-
-m…m…mi… pie-
Al no entender lo que decía, Minos dirige su vista a donde dijo el menor, y pudo ver como tenia una costada en su talón
-¡pero que te paso, bueno no importa…vamos a curarte esta herida!- con cuidado de no lastimarlo, lo toma entre sus manos para llevárselo a su hogar, aquel niño al estar entre sus brazos se estremeció y sus mejillas se tiñeros de un color carmesí