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Where did u go? por BSBN

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Notas del capitulo:

It's Lindsay here!! Bueno, primero que nada, no sé como fue que termine escribiendo un HanChul siendo que yo shippeo el SiChul, pero bueno. Quiero dedicarselo a Mikan porque la amo y sé que ama a esta pareja, y a mi aprendiz que ya me ha dedicado dos. De paso pido una disculpa para quien haya leído ~Love Game~ porque no he actualizado, así que si quieren, tomen este shot como compensación (?) Bien, esta inspirado en la canción Where Did U Go? de la cantante china, Gem Tang. Espero les guste. 

“Where did u go?”

Las lágrimas brotaban de aquellos ojos almendrados formando dos gruesas cascadas de agua salada que le bañaban las mejillas. Los sollozos y jadeos escapaban de su boca creando una sinfonía ahogada que hacía eco en toda la habitación. No sabía cuánto llevaba llorando, una hora tal vez, tal vez un día, no lo tenía claro, pero sabía que no iba a parar pronto. Las lágrimas le empañaban la vista haciéndole casi imposible ver lo que le rodeaba, pero estaba casi seguro que era su habitación, podía reconocer el olor que lo rodeaba, era el olor de Hangeng. Una nueva ronda de lágrima comenzó a brotar al recordar su nombre una nueva vez.

El sonido de su risa inundaba todo el lugar dándole vida. Su sonrisa amplia iluminaba la habitación aún más que los rayos puros de luz que se filtraban por las ventanas a través de las cortinas de seda blanca. Su mirada estaba posada en el hombre frente a él intentando imitar la coreografía que se reproducía en el televisor sin éxito aparente.

-Eres realmente malo para eso, Geng, no tienes ritmo.- su voz divertida hizo que el otro se detuviera a verle con una mueca de enfado fingido ante sus risas.

-Dudo que puedas hacerlo mejor que yo.- dijo sentándose en el sillón de cuero en el que el otro estaba recostado sin dejar de reír.

-¡Puedo hacerlo cientos de veces mejor que tú!

Como pudo se limpió los ojos con el dorso de su mano intentando controlar un poco el llanto que aún le invadía. Sentía que la cabeza le daba vueltas y su cuerpo pesaba más de lo que recordaba. Lentamente se levantó del piso donde estaba acostado y camino hacía la cama chocando varias veces con los muebles y las botellas de licor que estaban regadas por todo el lugar. Casi había muerto en el intento pero finalmente logro llegar a la cama casi ileso, dejándose caer en la mullida superficie cubierta por las sabanas de seda color vino mirando hacía el techo blanco donde estaba el foco de luz amarillenta que iluminaba la estancia. Sentía el alcohol y las pastillas para dormir anteriormente ingeridos haciendo efecto en su organismo, no podía centrar su atención en nada y cada vez sentía más pesado su cuerpo.

Unas manos grandes y masculinas le cubrían los ojos mientras una voz lo guiaba por el lugar. La sonrisa que adornaba su rostro se hacía más grande con cada paso que daban aún sin saber exactamente a donde le guiaba, podría llevarlo a un sótano oscuro para asesinarle cruelmente y él no se quejaría ni dejaría de sonreír. Un olor a pintura le llego haciéndolo fruncir el ceño en señal de desagrado. Dejo de caminar cuando la voz que lo guiaba se lo pidió y las manos que cubrían sus ojos le permitieron ver. El lugar era grande, no podía distinguir si era la sala de una casa o un departamento, aunque estaba seguro que era lo segundo.

-¿Qué… es esto?- preguntó con los ojos vidriosos a causa de las lágrimas que comenzaban a brotar de sus ojos. 

-Es un regalo, para ambos, de parte de mis padres- dijo rascándose la nuca al tiempo que el mayor veía las paredes blancas que le rodeaban.- Quiero estar contigo, junto a ti, para siempre.- dijo tomando una de las manos delicadas del mayor entre las suyas.

Los ojos del mayor dejaron escapar las primeras lágrimas cristalinas acompañadas de una sonrisa enorme en su rostro.- Eres un maldito cursi.- dijo antes de lanzarse a los brazos del chino y besar su labios casi con urgencia, recibiendo como respuesta la misma pasión por parte del menor.- Te amo, te amo, te amo.- dijo apenas separando por milímetros su boca de la del menor.

Los parpados comenzaban a pesarle como si fueran hechos de plomo, cada vez veía menos claro y sentía su estómago revolverse. Hizo una mueca ante las náuseas que comenzaba a tener y se levantó rápidamente hasta quedar sentado en la suave cama. “Si vomitas, no va a funcionar, Kim Heechul”, pensó para sí mismo intentando no soltar lo que tenía en el estómago, que no era más que licor, pastillas para dormir y el poco arroz que había consumido a modo de almuerzo y comida. Intento enfocar la vista a cualquier lugar de la habitación, pero le fue imposible dado a que su cabeza no dejaba de dar vueltas y sus ojos parecían empeñados a cerrarse a cada momento.  Se llevó una mano a la sien para sobarla y sintió el sudor frío y pegajoso en el que estaba bañado. Sintió que la temperatura disminuía abruptamente y un escalofrío le recorrió la espalda, haciéndolo arquearla y lastimarse un poco el cuello. Escucho el sonido de su celular taladrarle los oídos y lo busco con la mirada, encontrándolo tirado a sus pies. Lo cogió para acallar el horrible sonido y vio que era un texto. Presiono la pantalla con su dedo para leer lo que decía pero en realidad no podía leer claramente, ni siquiera podía mantener su atención a la pantalla aun haciendo un esfuerzo sobrehumano.

Paso el cucharon por el platillo y luego por sus labios para probar el platillo que había preparado antes de servirlo en la mesa. Sonrió para sí mismo. Sirvió con cuidado los platos y los llevo a la mesa previamente adornada. Era su tercer aniversario con Hangeng y él mismo había prometido llegar temprano a casa para cenar juntos y lo que ambos sabían que ocurriría después. Las horas pasaron y el menor no apareció, el coreano había hecho miles de intentos de llamarle al móvil pero siempre le decía que estaba fuera de servicio y que intentará más tarde. Estaba hecho una furia pensando en las mejores maneras para asesinarlo de manera lenta y dolorosa. Estaba a punto de quedarse dormido en la mesa del comedor cuando su celular sonó anunciando una llamada y el prácticamente lo contesto con una mezcla de emoción y de odio.

-¿¡Hannie!?- preguntó con preocupación cuando se llevó la bocina al oído, regañándose internamente por no haber verificado quien era antes de tomar la llamada.

-¿Es usted el señor Kim Heechul?- pregunto una voz masculina ajena a la del chino al otro lado de la línea.

-Sí, soy yo… ¿Quién habla?- su voz era de incertidumbre y de preocupación. No sabía quién era el que estaba del otro lado, como sabía su número y nombre, y aún más importante, para que llamaba. Escucho como la voz al otro lado de la línea parecía dudar.

-Señor, le ruego que tome asiento ante lo que voy a decirle.- por fin dijo la otra persona después de un largo momento de silencio, haciendo que la preocupación en chico creciera exponencialmente.

-¿¡Qué sucede!? ¡Dígamelo de una buena vez!- exigió enojado y preocupado en un grito ante los rodeos que el otro le hacía.

-Lo que sucede es que… el señor Han Geng sufrió un accidente en su automóvil, justo ahora está en el hospital y... - el castaño no le permitió continuar la frase ya que colgó la llamada súbitamente para coger las llaves de su automóvil e ir hacía el hospital a buscar a su pareja.

Estuvo a punto de matar a un par de personas y se saltó varias señales de alto pero finalmente llego al hospital en los quince minutos más angustiosos y aterradores de su vida. Entro al edificio rápidamente y fue a la recepción a pedir la información necesaria sobre su novio. No obtuvo gran cosa así que no le quedo más que subir hacía donde se suponía que debía estar. Antes de llegar a la puerta de la habitación choco con una persona más que lo mando al suelo, estuvo a punto de reclamarle cuando notó que se trataba de Zhou Mi. Rápidamente de levanto para mirar a los ojos del más alto, estaban rojos e hinchados, y aún dejaban escapar algunas lágrimas.

-Oh, Heechul.- dijo comenzando a llorar más antes de lanzarse a sus brazos en un abrazo demasiado fuerte y asfixiante para el coreano.

-Zhou Mi, ¿Qué paso? ¿Cómo esta Hannie?- pregunto comenzando a llorar el también e intentando alejar un poco al chino para que le diera las respuestas que pedía.

-¡Oh, Heechul! Nuestro Hangeng… él… él se fue.- dijo abrazándole más fuerte al tiempo que sus sollozos se incrementaban.

Heechul sintió que su corazón se le detuvo y su mente quedo en blanco. Algún sitio de su mente sabía lo que aquella frase significaba, pero él no quería perder las esperanzas, quería escuchar que su chico estaba bien y le estaba esperando despierto en el interior de cualquier habitación de ese hospital.

-¿Qué quieres decir?- preguntó mirándole a los ojos esperando no escuchar esa respuesta que era más que obvio que recibiría.

-Él… él está muerto, no llego al hospital…- dijo comenzando a llorar de nuevo.

Sintió como sus piernas perdían estabilidad y de un momento a otro estaba en el suelo, de rodillas y llorando desconsoladamente mientras la mano del chino le acariciaba la espalda y le decía cosas al oído. No sentía nada, quería morirse en ese mismo instante, la persona que amaba de un segundo a otro se iba sin más.

Haciendo un verdadero esfuerzo logro leer lo que decía el texto que acababa de recibir. “Heechul, ¿estás bien? He intentado comunicarme contigo pero no contestas las llamadas. Por favor, no vayas a hacer nada estúpido, ¿sí? Te quiero. Zhou Mi.” Sonrió en una mueca extraña mirando la pantalla del móvil continuamente. El mareo comenzaba a volverse más fuerte y un pitido en las orejas se hacía presente. Como pudo comenzó a escribir una respuesta para su amigo, pero poco a poco comenzaba a sentir que de un momento a otro perdería la conciencia.

Sus ojos estaban rojos e hinchados de tanto llorar, sentía la boca seca y las piernas como gelatina. Hacía tiempo que había dejado de llorar simplemente porque parecía que sus ojos habían quedado completamente secos después de no haber dejado de llorar en veinticuatro horas. A su lado estaban los padres de Hangeng, llorando aún igual de desconsoladamente que él lo había hecho. Tuvo que viajar hasta China donde sus padres realizarían el funeral y los rituales propios de sus tradiciones.

No supo exactamente cuánto tiempo paso del velorio al entierro, pero ahora estaba ahí, viendo como el amor de su vida era puesto para siempre en un profundo agujero de tierra dentro de una horrenda caja de madera. Intento aparentar estar bien y no soltarse a llorar en ese momento por respeto a las tradiciones del país natal de su pareja, pero la verdad era que quería entrar en ese mismo agujero y ser enterrado junto a él, para así poder cumplir su promesa de estar siempre juntos.

Su regreso a Corea tampoco fue la cosa más grata del mundo, el viaje entero se lo pasó dormido y cuando llego a su departamento se encerró a llorar en silencio sin querer hablar siquiera con sus padres. Estaba destrozado, no sabía cómo continuar su vida sin el otro, como seguir adelante sabiendo que al volver a casa no habría nadie más para hacerle compañía, que dormiría solo en aquella enorme cama, y quería morirse el también. De algún modo se las había apañado para conseguir un montón de pastillas para dormir y licor, sin embargo no conseguía las fuerzas necesarias para ingerir las pastillas y acabar con todo aquello.

Termino de teclear la respuesta y la envió, esperando que el otro la viera rápido antes de que fuera demasiado tarde. Llevo su dedo índice a su boca y lo introdujo a esta, haciéndose cosquillas en la garganta para poder devolver el estómago cuanto antes, a pesar de que sabía que las drogas y el alcohol ya estaban haciendo su trabajo y sería casi imposible evitar las consecuencias, pero al menos quería atrasarlas lo suficiente para que alguien lo encontrará aún con vida y lo llevase al hospital. Sintió su estómago revolverse y finalmente el vómito acido salió, manchando su ropa, el piso y parte de las sabanas de la cama. Sin embargo, parecía ser demasiado tarde, la cabeza le martilleaba mucho más y el mareo era tal que le era imposible mantener los ojos en un punto fijo. Sintió que los parpados caían cerrando sus ojos y poco a poco comenzaba a perder la conciencia. “Por favor, no me odies, sé que fue estúpido, por favor, no me dejes morir…” fue lo último que pensó antes de caer inconsciente sobre la cama manchada de vómito, rogando internamente ser encontrado por alguien. 

Notas finales:

¡Yey! Espero les haya gustado y dejen un review, que aunque no son obligatorios, siempre son bien recibidos. Y enserio perdón por no actualizar ni corregir aún ~Love Game~ 

 

P.D. Me disculpo por los guiones cortos, pero esta cosa no me deja poner los largos, me pone un r13 en su lugar, enserio lo lamento.

 

P.D. 2 ¿¡Mikan, te gusto!? 


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