Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

¿No se cansa el corazón de tanto usarlo?. por Cerezza

[Reviews - 8]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Notas del fanfic:

TÍTULO: ¿No se cansa el corazón de tanto usarlo? (RE-ESCRITO)

AUTOR: Cerezza.

GÉNERO: Angustia, Romance, Drama.

ADVERTENCIA: Semi-AU, OOC gravísimo.

CLASIFICACIÓN: Pg-15.

FANDOM: Prince of Tennis.

PAREJA: Oshitari Yuushi x Mukahi Gakuto. Dirty Pair. 

RESUMEN: No podemos ser lo que otros quieren. Y si lo intentamos, terminamos dañando no sólo a nosotros mismos, sino también a quien está al lado.

DISCLAIMER: Personajes pertenecientes a Konomi Takeshi y asociados.

 

PROLOGO: Hoy voy a dormir en paz.

 

Perderte es como vivir sin aire

Estoy solo, no me quiero ir

Mi corazón no latirá, está incompleto

Desearía que existiese una forma para que lo entiendas.

(No Air)

 

 

No recordaba con sinceridad cuantos días llevaba inmerso en aquel torbellino de sentimientos confusos y desagradables. Algo le decía que quizás más de lo que debería haber soportado, o menos de lo que estaba dispuesto a sufrir.

La noche parecía ser más calurosa que las anteriores. Aunque no estuviesen en pleno verano, de una semana a otra la temperatura se había elevado significativamente sobre todo por las noches. Sin embargo, el clima amenazaba con empeorar de un segundo a otro, dándoles como alerta unas noches de ardor tropical inusuales para el país.

A Gakuto no le agradaba mucho el calor. Más aún si era por las noches, pues tenía una rutina para dormir que tuvo que desechar cuando el ambiente se comenzó a poner espeso.

Asomó la cabeza desde bajo las mantas, resoplando fastidiado al no saber con certeza si la temperatura estaba más elevada sobre o bajo éstas. Se apartó con rapidez los cabellos húmedos color magenta del rostro, sentándose con lentitud para apoyarse despreocupadamente contra el respaldar de la cama.

Aunque el calor era insoportable no quiso destaparse, pero si mantuvo las manos sobre las sábanas quedándose inmóvil mientras recorría con la mirada su habitación sumida en la penumbra de la madrugada.

Su espacio no era muy grande, pero si lo suficientemente espaciosa para contar con un armario, un escritorio y un librero propio donde más que libros tenía ordenadas sus manga favoritos de acuerdo al título y número de edición.

Sobre la mesa su laptop apagado hacía bastante tiempo y apoyado en ella, la raqueta Bridgestone modelo Wingbeam M65 bien enfundada hacía más de una semana. Y, si tuviera la última palabra, seguiría así. Sin embargo, Okaa-san le había dado un tiempo límite y éste se había cumplido hoy. Mañana debía ir y enfrentarse a todo, incluido el tennis.

Hacía un par de días que no asistía a los entrenamientos.  Si bien su puesto de regular pendía de un hilo, no se sentía con ganas de ir a entrenar, oír las despreciativas palabras de Sakaki-kantoku ni los constantes piropos y cursilerías que decía Atobe-buchou.

Lanzó un suspiro medio amortiguado por la mano que colocó sobre su rostro al frotárselo con fuerza con mayor ahínco cuando los dedos largos y delgados resbalaron por los ojos. Debería estar durmiendo, descansando. Así tendría energía y ánimo para asistir a las prácticas por la mañana.

¡Cielos! Sakaki lo iba a matar. Ningún regular de un club que contaba con más de doscientos miembros se podía dar el lujo de faltar a las citas diarias. Seguramente algo a su favor tendría el hecho que tampoco había asistido a las lecciones autorizado por su progenitora.

¡Bendita Okaa-san!

¿Quién hubiese pensando que lo hubiese entendido en su situación? Nunca fueron muy cercanos, más porque Gakuto sentía que su madre pasaba más pendiente de las cosas que hacía su Ane en su época de universitaria alocada y mimando a su Otouto que había entrado a Hyotei Gakuen Medium School. Él estaba en medio, sin querer ser regañado ni tampoco consentido, así que siempre se había querido mantener al margen de la situación, simulando que no le importaba, pero en lo más profundo de su ser quizás añoraba un poco de la atención de la mujer.

La situación fue la que se encargó de unirlos, quizás no de la forma más agradable, pero agradecía que hubiese sucedido, sino no tenía idea de que estaría haciendo en estos momentos. Algunas ideas atravesaban su mente, pero ninguna muy agradable.

Se obligó a dejar de pensar en todo eso. Debía dormir, mañana levantarse de buen humor y tratar de fingir que nada lo estaba molestando. Que lo había superado y que no era gran cosa. Mostrarse firme y decidido era su objetivo, pero si por la mañana sentiría el nudo que tenía ahora en el pecho, dudaba mucho que resistiese más de unos cuantos segundos su posición. Sobre todo cuando tuviese que enfrentarse al escrutinio de su mirada.

Giró la cabeza hacia el reloj despertador donde los números fosforescentes le decían que debía estar descansando hacía muchísimo tiempo. Pero no tenía sueño, el problema de los últimos días consumía su vida, mas no lo suficiente para agotarlo. Pasaba noches despierto, pensando en una y otra cosa, tratando de recordar qué era lo que había sucedido mal. Sus fallos, sus decisiones, el movimiento en falso que desencadenó el repudio del otro. Su odio.

Comprendió que las ansias por el día que asistiera a la High School después del receso que había tomado, estaban pasándole la cuenta. No podría ir descansado y feliz, pero si un poco aliviado, concluyó cuando  permitió que las palabras rudas y los recuerdos fríos y asfixiantes llenaran su cabeza de un segundo a otro. Se consideró un tonto por intentar suprimirlos, porque estaban tan grabados en él que parecía que hubiesen sucedido hacía segundos y no hace una larga semana.

 

“¿Por qué? ¿Por qué? ¿Por qué?

 

Susurró las palabras una y mil veces, replicando lo que había hecho cuando todo sucedió. Y ahora venían las lágrimas, pensaba con fastidio sintiendo la humedad bajando por sus mejillas como un río desbordante.

Odiaba llorar, pero era algo que por más que intentara no podía detener. Era superior a su fortaleza y a su orgullo. Lo sobrepasaba. Con creces.

Y como hoy era el último día de resguardo maternal y ya debía pensar en plantarse firme frente a su demonio, se permitió romper el poco vigor que lo acompañaba. Rompió en llanto, acurrucándose entre las mantas revueltas, luchando por no gimotear y alertar a toda la casa sobre su estado.

A nadie le viene mal un poco de autocompasión antes de enfrentarse a quien se atrevió a romper su corazón.

Pero se dijo, también, que hoy debía descansar. Dormiría relajado después de vaciar su alma. Tranquilo después de ahuyentar el tormento. Sobre todo en paz consigo mismo, pues por más que le daba vueltas al asunto, no encontraba razón para llamarse culpable de lo sucedido.

 

 

-

Notas finales:

Btw, ¿Alguien se acuerda de esto?

Pues yo si y he querido terminarlo... después de reescribirlo.

 

¡Saludos!


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).