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El comienzo de algo por Mirelle

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Notas del fanfic:

Los personajes no me pertenecen. El fik está situado en un Universo Alterno, es decir, que no está ambientado en el mundo ninja de la serie original Naruto.

Notas del capitulo:

Hola :)

Aquí traigo una nueva idea que espero que les guste tanto como a mí escribirla. Se trata de un Naruto x Sasuke (o Sasuke x Naruto, depende de cómo se mire).

Nos leemos después del fik!! ;)

Estoy apoyado sobre la barandilla del puente, observando el amanecer. Desde que era pequeño tengo la costumbre de hacerlo. Huía en mitad de la noche a causa de las pesadillas y venía a este puente, a esperar que amaneciera con la esperanza de que los rayos del sol vencieran a los monstruos de mis sueños. Pero de eso ya hace mucho tiempo.

 

Mi nombre es Sasuke Uchiha y estoy atrapado en un pequeño pueblo de la región. Empecé a estudiar el arte de la espada con diez años pero a la edad de dieciocho ya soy el mejor del pueblo. He colgado una oferta en todos los bares cercanos: me pondré al servicio del hombre que logre vencerme. Miles de personas extrañas a las que no conocía de nada lo han intentado, pero por algún motivo, sigo todavía atado a este lugar.

 

De pronto, noto un temblor. Me aparto rápidamente y ante mí aparece una mantis religiosa gigante.

 

-Odio este tipo de demonios…

 

Monstruos que se dedican a comer hombres. Intentan cogerles desprevenidos, aunque tenía entendido que se transformaban en hermosas mujeres para encandilarlos. No sé hasta qué punto es eso cierto, pero poco importa ahora. Desenfundo mi espada y le planto cara. Veo el terror en sus grandes ojos y su intento por retroceder, pero decido atacarla para evitar futuros problemas. Un salto y con mi espada le corto una pata. Era demasiado grande como para poder partirla en dos de un golpe. Más asustado todavía, el bicho corre para salvar su vida y empiezo a perseguirla, pero una mano en mi hombro me detiene.

 

-Sasuke, ¿recuerdas que habíamos quedado? – con gesto de frustración le enseño a Suigetsu – un amigo – el gran monstruo que acaba de escapar. Su cara es de desinterés. - ¿Qué?

 

-Como esa mantis religiosa se dirija al pueblo y empiece a matar a la gente sabremos de quién es toda la culpa. – gruñí, golpeándole suavemente el pecho. Suigetsu se limitó a sonreírme con su habitual cara de no haber roto nunca un plato y de creer en un mundo mejor.

 

-Realmente, eres muy noble.

 

¡Y de nuevo ese adjetivo! ¡No se podía imaginar cuánto lo odiaba!

 

-¿Qué querías? – pregunto, intentando controlar el impulso de acabar con la vida de semejante personaje.

 

-Ha llegado un forastero al pueblo. – anunció. Obviamente, al ser un pueblo, siempre te enteras de todo el que sale o el que entra. – Dicen que es un poderoso mago… - siento un escalofrío al sentir por fin una leve esperanza de poder huir de este pueblucho.

 

-¿Sabes si quiere luchar conmigo?

 

-Por lo que he oído, estaba buscando un compañero de aventura, pero no creo que quiera entrar en luchas inútiles contigo.

 

Salgo corriendo – dejando atrás a mi estúpido compañero – e intento llegar lo más rápido posible a la taberna más conocida del pueblo. Si ese extraño está en el pueblo, pasará por ahí, y ahí estaré yo para comprobar cuán poderoso es y atarme a él si me vence.

 

 

 

 

Cuando llego, sólo puedo ver a mis típicos seguidores bebiendo en la barra.

 

-Tsunade – le pregunto a la dueña del local. - ¿Ha pasado por aquí alguien preguntando por mi? – veo que todos se giran a mirarme. Debo esconder el tono de interés que tenía mi voz al decir eso, no puedo permitir que descubran que realmente odio este pueblucho.

 

-No. ¿Esperabas a alguien? – su negación me hace dar un suspiro de tranquilidad.

 

Paso dentro y me siento en uno de los taburetes de la barra, al lado de uno de los dos únicos asientos que quedan ahora.

 

Cuando viene un extranjero a pelear, siempre sucede lo mismo. Ve a mis seguidores sentados, tan grandes, musculosos y fuertes, y se asusta. Finalmente, alguien le dice que soy yo al que tiene que retar y todos podemos ver un brillo de superioridad en sus ojos. Mi cuerpo no es grande ni parezco un pirata perdido de los siete mares, así que creen que vencerme será fácil. La victoria es sencilla entonces y cada uno de los perdedores sale corriendo en busca de su orgullo perdido. Muchos me tachan de tener un cuerpo afeminado. Sinceramente, no me siento diferente de muchos de los hombres de esta taberna. Simplemente soy un poco más (bastante más) delgado y pequeño que ellos.

 

De pronto, una sombra se posa en la entrada de la taberna.

 

Se trata de un joven con ropa de viajero y varias bolsas a su espalda. Es, sin duda, el recién llegado del que todo el pueblo habla. Es una lástima, pero lleva una capucha que me impide verle el rostro. Entra en el lugar y empieza a observar tranquilamente a todos los presentes.

 

Como siempre, mirará primero a mis compañeros y a mí me subestimará. Nada nuevo.

 

Noto como mis esperanzas en él caen en caída libre. Atado, para siempre, a este maldito pueblo.

 

-Buenos días. – su voz es suave y da gusto escucharla. Se apoya en la barra y espera a que Tsunade acabe de lavar el vaso que tiene entre manos para atenderle. Cuando ella le observa, el extranjero pide su bebida.

 

-Dame zumo de naranja, por favor.

 

Mis compañeros estallan en carcajadas.

 

-¿Ocurre algo? – pregunta, extrañado.

 

-Bueno, normalmente la gente de por aquí suele pedir algo más fuerte. – responde Tsunade, seguramente la única de la taberna que no se ha echado a reír y ha podido mantener la compostura.

 

El chico hace una reverencia, disculpándose.

 

-Es que acabo de comer en el motel en el que me alojo y la verdad es que no tengo demasiada sed. He pensado que pedir algo a una taberna cuando se entra en ella es de buena educación. Realmente estoy buscando a una persona.

 

Y ahora vendrá lo mejor, ya veréis. Me mirará, me menospreciará y luchara entre carcajadas.

 

-¿Podemos ayudarte? – pregunta uno de mis seguidores más grandes y fuertes (no se lo digáis, pero en ocasiones me recuerda a un oso).

 

El desconocido asiente.

 

-Busco a Sakuke Auriha. – responde. Los gorilas estallan en carcajadas de nuevo. Esta vez, ni la misma Tsunade puede aguantarse la risa. - ¿Qué pasa?

 

-Es Sasuke Uchiha. – decido salir a defender el poco honor que le queda a mi nombre después de que ese desgraciado selo quitara. Desenvaino mi espada y le pongo la punta en el cuello, intimidándole. – Y soy yo.

 

Carcajadas en 3, 2, 1… ¿Eh? ¿Por qué no se ríe?

 

En vez de eso, una gran sonrisa ilumina su rostro.

 

-¿Qué te ocurre? ¿Eres tonto?

 

-¡Es genial! – exclama, emocionado. - ¿Tú eres Sasuke Uchiha? ¡Cómo me alegro! - ¿Qué le pasa a éste imbécil…? – Al entrar pensé que Sasuke sería igual de feo que estos ogros de aquí, pero por lo que veo eres muy atractivo… - Un momento, ¿Cuándo le he dado permiso este mindundi para abrazarme? Bueno, el caso es que lo está haciendo y… es cómodo pero…

 

-¡Fuera! – le aparto de una patada. Él me sonríe de nuevo, hecho que sólo me provoca irritación. - ¡Luchemos!

 

-Antes de eso, debemos compartir la copa de la amistad. – exclama el extranjero, jalándome de la muñeca y arrastrándome hacia los dos taburetes que están vacíos. Nos sentamos y pide dos zumos de naranja. Mis compañeros intentan aguantar las carcajadas de nuevo. ¿Por qué me está obligando este estúpido a hacer semejantes cosas vergonzosas?

 

Coge las dos copas con el zumo dentro y las pone sobre la mesa, alineándolos.

 

-Declaro que esta copa sirva para profundizar los lazos que acabo de hacer con Sasuke Mikiga. – exclama, con su gran voz escénica.

 

-Es Sasuke Uchiha. – le recuerdo, como intento de salvar los últimos pedacitos de honor que le quedan a mi nombre. Él hace un gesto con la mano, como restándole importancia. – Como sea. – Cojo la copa de la mesa y me la bebo de un sorbo, intentando que la tortura pase rápido.

 

Lo que tengo claro es que ahora venceré a este inútil y podré seguir con mi aburrida vida sin sobresaltos. Un momento, ¿mi plan no era salir de este pueblucho con él? Bueno, pues cambio de planes, ni borracho me embarco en una aventura con este… loco.

 

-Es de mala educación no presentarte y sacarte la capucha. – alego. Él asiente con su habitual sonrisa y se quita la capucha. Se trata de un rostro joven, mucho más de lo que pensé. Sus ojos azules me miran con interés ahora, sofocándome. Tiene tres marcas en cada mejilla y sus labios carnosos incitan a pecar… ¡Un momento! ¿En qué estoy pensando? Oh, por… ¿por qué estoy mareado? Siento que me voy a desmayar en cualquier momento… ¡y no quiero!

 

De repente, me viene a la mente algo que me dijo una vez algún viejo viajero en la taberna: Cuando veas a tu auténtico amor, el mareo hará mella en ti. Sentirás un sofoco al ver sus ojos y tu corazón empezará fuertemente al latir al apreciar sus labios. Entonces, sabrás que estás enamorado y nunca más podrás estar con nadie que no sea la persona correcta.

 

Estúpido viejo. ¿Por qué no hablaba claro? Oh, ya comprendo, se refería al amor. Entonces… ¿¡Quiere decir que me acabo de enamorar de esta persona!? Oh, no, no. Debe de haber algún error, él es… ¡estúpido! ¿Cómo podría enamorarme de semejante personaje? No, seguro que no. Me... me debe haber sentado mal algo de lo que he desayunado. O ver a Suigetsu. Sí, seguro que es eso, ver a Suigetsu me ha sentado muy mal, y lo estoy pagando ahora.

 

Antes de seguir pensando en tonterías me levanto y le enseño la espada.

 

-¡Luchemos!

 

Él sonríe y se levanta también. Quedamos uno delante de otro. El mareo hace mella en mí me tambaleo ligeramente. Intento mantenerme firme, pero noto un ponente sonrojo en mi rostro. ¿¡Qué diablos me ocurre!?

 

Su rostro muestra una sonrisa burlesca. ¡Será….! Ah… Ya… estoy…

 

-Bueno, supongo que es mejor que nada… - susurro, antes de caer al suelo. El extranjero acababa de venir corriendo hacia mí y me había golpeado el estómago, adormeciéndome por la falta de aire. Después de decir esa frase, caigo dormido frente a él, quién simplemente susurra en mi oído.

 

-Mi nombre es Naruto Uzumaki y tú ahora me perteneces.

 

 

 

 

 

 

Cuando despierto estoy tendido sobre la hierba. Me incorporo lentamente y veo que estoy en la ribera del río. Es crepúsculo. Naruto está sentado delante de mí, dándome la espalda.

 

-¿Qué hacemos aquí?

 

Sin girarse, el rubio me responde.

 

-Esperaba a que despertaras. Tenemos un largo camino por emprender.

 

Me sorprendí por su afirmación y recordé lo sucedido. Naruto me había vencido de manera bastante patética. Recordé también ese estúpido sentimiento de enamoramiento al verle y me sonrojé un poco, pero tal vez porqué estaba de espaldas – o por cualquier otro motivo – simplemente me sentí nervioso ante su presencia. Los mareos y el sonrojo habían desaparecido.

 

-¿Todavía quieres llevarme contigo? Yo… ¡soy mucho más fuerte de lo que demostré en la taberna! ¡Lo prometo!

 

Naruto se giró mirándome y me sonrió.

 

-Lo sé.

 

-Ya, pero no entiendes lo que quiero decir. Yo, cuando te vi… Creo que…

 

-No hace falta que sigas hablando, Sasuke. – contestó Naruto, levantándose para acercarse más a mí. Me puso su dedo en los labios para hacerme callar y sentí como mi corazón empezaba a bombear con más fuerza. – Te drogué.

 

-¿Eh? – no podía haber oído bien lo que acababa de decir. Bueno, realmente no lo había entendido así que me quedé con cara de tonto, observándole. - ¿Cómo dices?

 

-Que te drogué. – su sonrisa zorruna no desapareció a pesar de que se giró a ver el paisaje. El color crepuscular del sol iluminaba el río.

 

-Me… ¿me drogaste? – mi tono era de incredulidad.

 

-Bueno, eres el más famoso del pueblo por haber vencido a todos tus enemigos, así que pensé que no podría vencerte fácilmente… ¿Recuerdas lo de la copa de la amistad? Mientras no mirabas le puse unos polvos para que te sintieses mareado y decaído. – confesó el rubio. Sentí la rabia recorrerme.

 

-¡Eres un desgraciado! – grité, rojo de furia. Salté sobre él y me posicioné sobre su cintura, apretándole el cuello con las dos manos. Mis dientes crujían fuertemente y estaba sonrojado, pero esta vez de furia.

 

-¡¿Pero cuál es el problema, Sasu-chan?! – preguntó temeroso, mientras intentaba sacar mis manos de su cuello. Intenté borrar de mi mente el apodo horrible que acababa de ponerme.

 

-¡Me has dejado en ridículo delante de mis compañeros! – grité sin pensarlo demasiado.

 

-¡No debes preocuparte por eso, Sasu-chan! ¡Hice un conjuro para que tus compañeros crean que tuvimos una batalla épica! – pensándolo bien, tampoco estaba tan mal.

 

Solté al rubio y me paré a pensarlo. Mis compañeros creían que había tenido una batalla épica y que había intentado con uñas y dientes evitar la derrota. El extranjero finalmente había conseguido vencerme y yo ahora le serviría para siempre. Ambos ganábamos, la verdad: yo abandonaba este pueblucho y él recibía la ayuda que estaba buscando en su aventura…

 

-Bueno, está bien. – gruñí. – Acepto ir contigo.

 

-¡Es una fantástica noticia! – empezaba a acostumbrarme al humor inmejorable de Naruto. Éste se levantó y señaló un pequeño grupo de mochilas que estaba a unos cuantos pasos de nosotros. – Ya he visitado la habitación en la que estabas y junto a tu amigo Suigetsu te he hecho la maleta.

 

-¿¡Qué!?

 

-Oh, vamos, no iba a esperar a que despertaras y perder ese precioso tiempo, ¿no?

 

Corrí hacia las bolsas y comprobé que estuviesen todas mis cosas. La verdad era que había hecho un buen trabajo, porqué recordaba haber puesto varias trampas en mi habitación por si a alguien le apetecía entrar. Mientras buscaba, intentaba recordar la conversación que acababa de tener con Naruto. Y me acordé de un importante punto.

 

Él había dicho (y cito textualmente): ¿Recuerdas lo de la copa de la amistad? Mientras no mirabas le puse unos polvos para que te sintieses mareado y decaído. Eso quería decir que los mareos eran por culpa de la droga. Cosa que me lleva a pensar que… ¡Ni enamoramiento ni hostias! ¡El estúpido rubio me había drogado! Ah, pero eso era bueno, ¿no? No tendría que ligar mi vida a la de Naruto, ni sentirme débil cada vez que éste me hablara o me mirara. De hecho, era una excelente noticia. Puedo respirar tranquilo de nuevo.

 

Volviendo al tema de la mochila, suspiré al comprobar que estaba lo más importante. Iba a levantarme para volver a donde estaba Naruto, pero entonces recordé la foto que tenía en mi mesita de noche. Empecé a buscarla pero no encontré rastro de ella. Empecé a desesperarme.

 

-Si buscas la fotografía… - me giré rápidamente hacia Naruto. De un bolsillo, se sacó mi apreciada fotografía, enseñándomela mientras la sujetaba con dos dedos y sin dejar de mirar el río. - …está requisada.

 

-¿Requisada? ¿Por qué requisada?

 

El rubio sonrió sádicamente por un momento mientras me miraba y luego volvió su vista de nuevo al río.

 

-Ahora estamos viajando juntos. No es lógico que estés pensando en una chica mientras estás conmigo, ¿verdad?

 

Corrí a donde estaba en un intento de robarle la foto, pero apartó su brazo rápidamente y acabé dándome de bruces contra la hierba.

 

-Devuélvemela. No es lo que crees que es.

 

-Claro que es lo que creo que es. – anunció el rubio. Puso su sonrisa más diabólica dirigida a mí. – Y no te dejaré pensar en novias mientras estamos viajando juntos.

 

-¿Son celos esto que noto? – pregunté chulesco, enarcando una ceja y sonriéndole con triunfo.

 

Me contestó sin reparo alguno.

 

-Sí.

 

Vale, mi estado pasa de chulesco a desesperado.

 

-¡Devuélveme… – salto encima de su mano pero la aparta a tiempo - …la maldita… – con un movimiento rápido intento coger su muñeca e inmovilizarlo pero se levanta y se aparta de nuevo - …fotografía! – saltó encima de él y caemos los dos encima de la hierba.

 

-Es bonita, tu novia. – susurra con un deje de burla, mientras me aparta sujetándome por la barbilla y mira la fotografía. - ¿Cuál es su nombre?

 

-Mikoto, y es mi madre, degenerado. – ante su sorpresa, consigo robarle la fotografía y rápidamente la escondo en mi bolsillo.

 

-¿Tu… tu madre? – su cara de sorprendido me da la victoria de esta pelea.

 

-Sí, mi madre. Entiendo que tus sentimientos por mí son tan fuertes que te hacen poner celoso de cualquiera, pero eso sería incesto… - de pronto, noto que Naruto me abraza por la cintura con cara de felicidad. - ¿Eh? ¿Qué te pasa ahora? ¡Suéltame!

 

-Estoy tan feliz de que Sasu-chan no tenga una novia… - ronronea, mientras menea su mejilla en mi pecho.

 

-¡Suéltame! ¡Estás demente! Eres un… - y de pronto, mi voz cesa. Mi boca ha sido tapada… por sus labios. Me está besando y... a pesar de no estar drogado... mi corazón empieza a acelerarse y mi rostro se sonroja.

 

-Me enamoré de ti a primera vista. – susurra. Los dos nos hemos caído sobre la hierba y esta vez él esta sobre mí. Ante sus palabras, aparto la mirada, pero él cogiéndome de la barbilla hace que le encare. – Eres hermoso… - y me besa de nuevo. No sé cuándo empecé a corresponderle los besos, pero creo que está bien.

 

Me… gusta…

 

Un temblor nos interrumpe de pronto. Nos incorporamos y frente a nosotros aparece una mantis religiosa gigante. Y, adivinad qué. Le falta una pata. Es la misma que he herido esta mañana.

 

-Permíteme. – susurro, sacando mi espada.

 

Naruto se levanta antes que yo y me sonríe.

 

Empieza a susurrar unas palabras y un círculo de magia empieza a rodearle. El mismo círculo pero más grande está rodeando también a la mantis, ahora incapaz de moverse. Y ante mis ojos, compruebo la mayor obra de magia del mundo. El bicho acaba de explotar en mil pedazos incluso cuando Naruto no ha llegado ni a tocarla.

 

Me quedo tan asombrado, que no estoy a tiempo de detener la caída de Naruto, quién golpea contra la hierba. Cuando puedo reaccionar, me acerco a él y veo que está pálido.

 

-¿Qué… te … ocurre…? – Diablos. Estoy asustado, tremendamente asustado. ¿Es imposible que este hombre se desvanezca delante de mis ojos, verdad? Que alguien me diga que sí, por favor. Creo que moriré si ahora desaparece…

 

-Toda… magia… requiere un precio… -susurra el rubio. Le miro sin comprender. – Cada vez que uso un hechizo… mi vida se acorta. – susurra, acariciándome la mejilla. Creo que acabo de palidecer por completo. – Hace mucho que hago hechizos así que no creo que quede mucho de mi vida. – sonríe. A pesar de todo sonríe. Es tan estúpido… que está haciéndome llorar.

 

-Una magia que acorta la vida no es en absoluto genial… - susurro. Naruto me observa con sus ojos azules, hermosos y brillantes a pesar de la situación.

 

Me arrodillo delante de él.

 

-Permíteme servirte a partir de ahora. – Naruto asiente. – Pero con una condición. – su rostro por segunda vez hoy está confundido. – Si quieres que te acompañe, no debes usar la magia. En ningún caso. – me levanto y le enseño mi espada. – A partir de éste día, te protegeré con mi vida.

 

-Prefiero que me protejas con tu espada. – sonrió el rubio. Paso por alto su comentario y me vuelvo a inclinar delante de él.

 

-Por favor, no desperdicies tu vida.

 

Y mientras decía eso, el último rayo de sol crepuscular me cubría el rostro, hasta que empezó a oscurecer y nos quedamos los dos en silencio. La imagen se veía genial, pero por desgracia, Naruto tenía que destrozarla con su comentario.

 

-Eres tan noble…

 

-¡No soy noble! ¡Y no quiero que nadie me llame noble! ¡Odio la palabra noble!

 

Y entre carcajadas por parte del rubio, el día terminó.

Notas finales:

Hola ^^


Espero que les haya gustado :)


ATENCIÓN!: Iba a ser el primer capi de un fik largo, pero he decidido dejarlo en un ONESHOT con FINAL ABIERTO. U.U Si a alguien le ha gustado mucho la historia y le gustaría continuarla, que me contacte y hablamos, pero de momento así se queda.


Iba a ponerle LEMON pero creí que no es normal irte a la cama con una persona a la que acabas de conocer y de la que todavía no estás seguro de que te guste .w.U


Como siempre, mis obras tienen mucha FANTASÍA y este fik se sitúa en un mundo como de juego de rol medieval XD


¡Gracias por leer! :D 


Y ahora que lo has leído, no cuesta nada comentar ;)


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