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D. D. O. por Ucenitiend

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Mientras tanto, en su recámara, Legolas nuevamente buscaba la carta de Estel incluso en aquellos bolsillos en los que estaba seguro de no haberla puesto, sin entender cómo ni cuándo la había perdido. Muy angustiado, repasó minuciosamente lo sucedido después de que la recibiera: la inoportuna llegada de su tío y el encuentro con los revoltosos niños.

-Tiene que haber sido en ese momento, no hay otra explicación. ¿Y ahora qué hago, ir a buscarla? No, es tarde, seguramente alguien ya la habrá levantado, y tendré que esperar a que me la traiga. Lo malo es que tendrá que leerla para saber a quién... ¡Ay, espero que Estel haya sido discreto, pero conociéndolo...! ¿La habrá encontrado Aremides?... No, no creo, me la hubiera dado.

Y mientras Legolas pensaba qué hacer, en el despacho del rey...

-Llamaremos al plan: "D.D.O.", o sea, "Decepción. Dolor. Olvido". Estas son las etapas a cumplir para que resulte exitoso. Para empezar, esta carta nos será de gran utilidad. La verdad, no esperábamos que resultara tan sencillo. Fue un gran golpe de suerte que cayera, justo, delante de nuestro hermano. Ahora podremos escribirle a tu hijo. Le haremos creer que para el humano fue un simple entretenimiento, es más... "le anunciará su próximo compromiso". Ya mismo nos pondremos a redactar la carta. Aremides es muy bueno imitando la letra de otras personas, y enseguida copiará la de ese muchacho calenturiento. Y como abrió el sobre con mucho cuidado, podremos usarlo nuevamente, así Legolas no notará ninguna diferencia. ¿Estás de acuerdo, Majestad? -preguntó Lesgahel, y se quedó mirándolo expectante.

Mientras el otro hablaba, Thranduil, que apretaba los labios hasta convertir su boca en una raja, no podía dejar de componer mentalmente una tórrida escena de cama entre el despreciable humano y su hijo. Sacudió la cabeza para sacarla de su mente y luego asintió sin decir palabra.

-¡Ah, casi lo olvido! Si tienes algo escrito por Legolas, dánoslo, porque lo necesitaremos para copiar su letra. ¿Por qué será que no se escriben en nuestro idioma? Es raro. Bueno, eso no importa. Uno de los mensajeros del reino le llevará una respuesta a ese joven, pues él también deberá sufrir una gran decepción. Las dos cartas podrían estar listas después del almuerzo.

Por la tarde, Legolas por si acaso recorrió los pasillos que había tomado desde la Puerta Principal hasta su recámara sin pasar por alto ningún rincón. Terminó en el jardín, y aprovechó a caminar bajo el sol para calentarse el cuerpo e intentar olvidar lo que había pasado durante el almuerzo: su padre, que aparte de haber estado casi todo el tiempo con la mirada perdida sobre una pobre perdiz asada, de la que solo había comido la pechuga, y desparramando la ensalada por el todo el perímetro del plato, apenas había cruzado unas pocas palabras con los hermanos; y pese a que él sí había intentado conversar con su padre, este no le había hablado ni mirado, avergonzándolo frente a los demás. Para simular que no habían notado nada, Lesgahel y Aremides, además de comer en abundancia como siempre, habían charlado más que nada entre ellos de insignificancias. Atheles, como de costumbre, había permanecido callado y aparentemente ajeno a todo lo que pasaba.

El guardia que parecía hablar con Legolas solo en aquellos momentos que se relacionaban con Estel, llegó al jardín acompañado de un pequeño.

-Buenas tardes, Príncipe -dijo mientras se inclinaba y hacía inclinar al elfito poniéndole una mano en la espalda-. Este niño dice que encontró un sobre que le pertenece.

De inmediato Legolas se agachó delante del chiquillo, cosa que este aprovechó para besarlo en la mejilla y luego darle la carta.

Legolas se alegró no solo por haberla recuperado, sino porque creyó que no había sido abierta.

-¡Gracias! ¿Tú la encontraste?

-Sí, la encontré en el suelo después de que te fuiste, pero no pude dártela porque caminabas muy rápido; entonces fui a mi casa y se la mostré a mis padres, y ellos me dijeron que debía traértela.

-¡Ah, muchas gracias! Y dime, cómo te llamas.

–Kosraet –contestó el niño.

-Déjale dicho a este guardia en dónde vives. Más tarde te llevará un obsequio como agradecimiento. ¿Qué te gustaría, un juguete o...?

-No, hoy ya me dieron un juguete y unas mon... –contestó, y enseguida se tapó la boca con una manito y todo colorado se quedó mirando al suelo, pero a poco continuó-: Bueno, sí, me gustaría un pastel de limón con merengue.

-¡Entonces, eso será! –dijo Legolas sonriendo, pues le causó gracia el pedido del niño-. Hoy mismo le diré al cocinero que hornee un gran pastel de limón y le ponga mucho merengue por encima, como me gusta a mí -agregó guiñándole un ojo-. Pero qué suerte has tenido hoy, parece que recibiste muchos regalos. ¿Es tu cumpleaños?

-No –dijo en voz baja y aún sin levantar los ojos, porque a pesar de su corta edad sabía que estaba haciendo algo incorrecto.

Legolas se despidió del pequeño y del guardia. Después de tantos inconvenientes ansiaba leer la carta de Estel, así que fue directamente a sus habitaciones y ...

 "Estimado Legolas:

Espero que te encuentres bien. Por suerte, he llegado a casa sin mayores dificultades. Todos están contentos con mi regreso. ¡Y no te imaginas lo feliz que estoy, como nunca antes lo estuve! Pero antes de contarte por qué me siento así, quiero decirte que, pese a como llegué al Bosque, la pasé bien. Fuiste un buen anfitrión, diría que... como pocos. Me he divertido bastante contigo, aunque para mi gusto fallas en algunos temitas. Comprendes de qué hablo, ¿no? Bueno, pero no es tan grave, es solo cuestión de gustos; no dudo que, con lo bien dispuesto que te muestras, rápidamente encontrarás a quien le gustes más. Y ahora te contaré por qué estoy tan feliz. Sabes, el verme cara a cara con la muerte me ha hecho pensar en que ya es tiempo de dejar de andar de aventura en aventura y sentar cabeza, por eso he decidido comprometerme con el ser más bello y dulce que he conocido. Quiero compartir con todos este hermoso momento de mi vida. En cuanto tenga la fecha de mi compromiso te mandaré una invitación. Esa sería una buena ocasión para volver a vernos, ¿no crees? Me encantaría que vinieras a conocer a quien se adueñó de mi corazón, de mis sueños, de todos mis pensamientos y, por supuesto, de mi cuerpo. Sin más, te agradezco todo lo que hiciste por mí.

Estel."

-¡No puede ser cierto!... ¿De verdad para ti solo fui alguien bien dispuesto y un entretenimiento? Entonces, todas tus palabras de amor y promesas fueron falsas, y no te importó en lo más mínimo lo que siento por ti. Al final mi padre tenía razón, los Hombres no tienen palabra. Resultaste un vil mentiroso, y yo el estúpido que te creí. ¿Y cómo que te comprometiste tan rápido, y con quién?! -dijo sintiéndose profundamente decepcionado.

Sin que pudiera evitarlo, las últimas imágenes de los dos juntos asaltaron su mente: se vio acostado sobre la parva de pasto con las piernas abiertas y Estel encima endulzándole los oídos, provocándolo con su boca y sus manos previo a penetrarlo; lo vio a Estel de pie, con las manos apoyadas en una húmeda pared de la caballeriza y las piernas algo separadas para mantener el equilibrio mientras, esta vez, era él quien lo tomaba y lo hacía gemir. Lo que antes era algo excitante y hermoso ahora lo avergonzaba, y se cubrió los ojos. De un momento a otro, la felicidad que hasta hacía poco reinara en su alma abdicó y cedió el mando, luego de a la decepción, al dolor.   

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 


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