Hace diecisiete años atrás en una mansión de las más respetadas de Londres. Había nacido un pequeño niño de cabellos castaños casi rubios, de una tez tan blanca como la nieve, además sus ojos eran de un hermoso turquesa y en el centro de su frente había una pequeña marca en forma de estrella. Al cual sus padres lo vieron con amor, pensaron y repensaron en un nombre para el recién nacido que al final terminaron decidiendo llamarlo Zen.
El padre Zen posee el nombre de Saúl quien es un representante internacional del gobierno de Inglaterra, el cual tiene la misión de hacer tratados legales y económicos de su país con otros países alrededor del mundo por ese motivo se la pasa viajando y casi nunca está en su hogar por lo que no pasa mucho tiempo con su hijo.
La madre del protagonista se llama Nadia es una dama con clase, es amble, comprensiva, fiestera y le encanta consentir a su niño. Ella en su tiempo libre se dedica a ir fiestas elegantes y a escribir novelas de varias tramas las cuales han sido reconocidas tanto nacionalmente como internacionalmente.
Después de diecisiete largos años, Zen ya no era un niño sino que ahora era un adolecente el cual estaba cansado de las riquezas, la soledad y sobre todo la monotonía de hacer lo mismo todos los santos días. El desea tener otras cosas como: amigos verdaderos, los cuales nunca lo traicionen y estén con el por el mismo no por su dinero ni por su apellido, también quiere enamorase de alguien y vivir su propia experiencia amorosa y además quiere encontrar su vocación para el futuro.
Esa mañana Zen se encontraba profundamente dormido hasta que sintió que los rayos del sol acariciaban su rostro lo que provoco que este se despertara. Luego de abrir sus ojos, se paró de la cama y se encamino al baño para ir a alistarse y al estar listo. Salió de su recamara en camino al comedor en donde se sentó a desayunar con su madre.
- Buen día cariño – dice Nadia al ver a su hijo entrar al comedor.
- Buen día madre- menciona el joven seriamente a la vez que se sienta en su puesto.
- ¿Sucede algo?- pregunta su madre preocupada.
- No, nada- responde sin mirar a su progenitora.
- Hijo te conozco y sé muy bien que no sabes mentir – comenta Nadia con una suave sonrisa en su rostro.
- ¿Se dio cuenta?- consulta Zen un poco sorprendido.
- Claro que sí– contesta su mama con ternura para después ponerse seria a la vez que mira a su hijo a los ojos-Bueno, ahora dime ¿Qué es lo que pasa?
- Madre yo quisiera pedirle permiso para irme a otro país– dice el adolecente con seguridad en su voz y su mirada.
- -sorprendida- ¿Por qué te quieres ir?
- Porque me encuentro cansado de la rutina, quiero hace otras cosas y conocer a otras personas – le explica a su progenitora con un aire de soñador, mientras que la madre se queda en silencio debido al shock causado por la noticia.
- Por favor madre se lo suplico- ruega Zen a su madre con su mirada suplicatoria.
- …lo…pensare…a la noche te daré mi respuesta- menciona Nadia con una mirada más fría que el mismo hielo a la vez que se para de la mesa y se retira en silencio del comedor hacia su habitación para poder pensar en paz su decisión.
Zen al ver que su mama se retiraba del lugar, dejo de comer, se levanto y se fue a su despacho a encerrarse para poder llorar tranquilo y sin interrupciones. El estaba triste porque solo esperaba que su madre que siempre lo consentía, esta vez se alegrara y lo apoyara con esta decisión de viajar por el mundo. Sin embargo no esperaba que su madre reaccionara de una manera tan fría y silenciosa como había reaccionado hace unos minutos.
Después de pasar casi todo el día encerrado decidió por fin salir a hacer sus deberes de todos los días los cuales eran pasear por su jardín de violetas, pintar un cuadro, estudiar, leer un libro de aventuras o ciencia ficción, practicar con el violín y firmar permisos para sus trabajadores.
Mientras que su madre miraba con tristeza las fotos de su hijo cuando era pequeño a la vez que se preguntaba el cómo y el cuándo su niño que hace solo unos días era un pequeño indefenso a ser un adolecente con alma y mirada de viajero. Ella quería apoyarlo como siempre pero le dolía demasiado dejarlo ir ya que era lo único que tenía en esa casa dado que su marido nunca estaba.
Llegada la noche Nadia termino de ver el álbum de fotografías, se seco las lagrimas y bajo al despacho de su hijo para darle su decisión. Al llegar este entro sin tocar la puerta lo que sorprendió un poco a Zen dado que su mama nunca haría eso ya que ella es una dama de muy buenos modales.
- He tomado mi decisión – dice su madre seriamente.
- ¿Cuál es?- pregunta el joven con miedo e interés.
- Puedes ir – responde su mama con una pequeña sonrisa.
- ¿En serio?- cuestión sorprendió ante la respuesta positiva de su madre.
- Sí, pero
- ¿Pero qué?- interroga Zen confundido.
- iras conmigo- contesta su madre aun con una mini sonrisa.
- ¿Por qué no puedo ir solo?- pregunta el adolecente un poco decepcionado.
- Porque aun eres menor de edad –responde Nadia y pregunta-¿aceptas o no?
- Si madre y ¿Cuándo nos iremos?- pregunta el joven con intriga.
- Mañana
Después de aquella afirmación de madre e hijo ambos se abrazaron felizmente. Al finalizar con el gesto de cariño los dos se fueron a sus respectivas habitaciones a dedicarse a empacar sus pertenecías para tenerlas listas para el viaje del día mañana.
Sin embargo Zen no sabía que este viaje le cambiaria su vida para siempre…
CONTINUARA
CAPITULO 2
EL VIAJE EN BARCO, LA LLEGADA A JAPON Y EL PRIMER AMIGO DE ZEN