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Confesiones de un rubio pasivo adolescente © por Charly D

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Notas del fanfic:

Ya sé que tengo un fic en el tintero, pero este surgió inspirado de una vivencia que tuve, espero que les guste. Yo creo que no será muy largo, o al menos eso creo.

Notas del capitulo:

Primer capítulo de este fic, y tiene una dedicatoria, espero que esa persona en algún momento se de cuenta de ello...

A veces la vida no es tan como la pintan en las películas o en las telenovelas, obviamente en esos dos géneros existe la chica hermosa de dientes perfectos y mirada azul celeste que cautiva al millonario de la historia… ¿por qué será que esa es la cara que nos venden respecto a la belleza? Hasta la más pobre y miserable de las protagonistas son perfectas, y mira que según la trama son más pobres que los niños de la calle ¿cómo demonios le hacen para ser tan perfectas siendo terriblemente pobres?... Ok, creo que mis proyecciones y descontentos están al máximo.

 

¿Quién soy? Mi nombre es Mikel Riviere, tengo 16 años, como podrán imaginar sí, soy feo, no, que digo feo… feísimo, más feo que pegarle a tu mamá en el día de las madres. Uso gafas de armazón grueso, frenillos porque mi dentadura lo requiere desde hace tiempo, granos en la cara que me hacen parecer cárcel ¿por qué? Por los barrotes (granos). Soy más flaco que un palo de escoba, tengo un cabello muy valiente, porque ni la gomina lo hace echarse para atrás, eso sí de color rubio muy bonito, o al menos eso dice mi mamá. En definitiva, creo no ser muy agraciado, a veces pienso que soy popular en el colegio, la razón es que ¡los chicos del equipo de futbol me buscan! Lo malo es que me buscan para arrojarme al basurero más cercano, los del club de matemáticas que son más nerds que yo se burlan de mí, lo que oficialmente me coloca por debajo de la cadena alimenticia de la adolescencia… ¿dije que soy gay? Oh, pues lo soy, si ser feo ya es un problema, ser feo y gay es un doble y serio lío.

 

Vivo con mi papá, mami y mi abuela, Jerome, es un buen hombre, intenta batallar con su gay hijo que suele llegar varias veces con olores raros y uno que otro raspón, Rosetta la mujer que me dio la vida, es un encanto la mujer, la amo, adoro, quiero… uff, un montón de cosas, mi abuelita, Francisca, es todo un caso, ella padece demencia por enfermedad del Alzheimer, este tipo de padecimiento se caracteriza por la pérdida de memoria, por lo mismo mi abue nos ha metido en diversas vivencias algo devastadoras, ¡una vez quiso fumarse una moneda! Otro día se le olvidó que soy su nieto y me golpeó con un rollo de papel del baño por creerme un ladrón de la revolución de 1910, una época que según ella vivió.

Eso en casa, en la escuela, tengo otro tipo de conflictos, el primero, estoy enamorado, sí, soy feo pero eso no me quita las ganas de enamorarme… ¿y de quién? Fácil, de Jake Thomas, el chico más fabuloso, genial, guapo y listo de mi generación. A veces caminamos juntos por la calle, nos tomamos de la mano y me besa con dulzura mientras me susurra al odio que me ama… ¡Ok, no! él ignora mi existencia, no sabe que vivo, no tiene ni la menor idea de quién rayos es Mikel Rivere, una vez el profesor de literatura nos puso en binas y cuando le dijo que yo era su compañero preguntó…

-¿Alguien sabe quién es Nikel?- ni mi nombre pronunció bien, al verme creo que se asustó porque dio un paso hacia atrás, no hablaré más del asunto.

Esta la considero la parte bonita, mi amor platónico, ahora la parte fea, más fea que yo, se llama George Acoste, fornido y medio atractivo (porque obvio no lo es igual que mi querido Jake) jugador del equipo de futbol, ¿por qué es la parte fea? Porque es del que me escondo en este momento, me encuentro en el salón de usos múltiples huyendo de él, me acaba de ver y cuando me ve por su espacio físico lo que hace es correr hacia a mí y tirarme en el basurero más cercano… ¡Oh no, ya me encontró!

-¿Con que escapando de tu destino niñita?- me dice con su ronca voz

-Eh… ¿Yo? No, para nada, yo solo contemplaba a las hormigas hacer su nidito- que excusa tan estúpida.

-¿Cuáles hormigas?- me pregunta George

-Pues estas, mira como las rojas caminan hacia allá- le señalo y mientras mira trato de volver a escabullirme, pero me detiene del brazo.

-¿Por qué siempre tienes que aparecer en mi camino cuatro ojos?- me mira con un gesto de “te voy a tirar”

-No lo sé, ¿mala suerte?- sonrió dejando ver mis dientes con frenos. Niega con la cabeza y me carga.

-Tú te lo buscaste nerd, recuerda que no debes cruzarte por mi camino-

-Espera, no, aguarda, hoy no, no me quiero bañar hace frío- en verdad que hace frío, con este clima tan loco, ayer hizo un calor endemoniado y hoy hasta pareciera que llueven paletas de hielo. No hizo caso a mis ruegos y ahí voy, solo sentí el dolor en mi espalda y el fétido olor a cáscaras de plátano de antier, ya estaba en el depósito de basura.

-Procura no volver a poner tu graniento rostro por mi campo visual- se sacudió las manos y se fue… ¡Genial! ¿Y ahora qué? ¿Qué más falta? Pronto sentí un cartón de leche golpear mi cabeza, ¡asco! El líquido blanco se regó por mis cabellos necios, mis lentes se empañaron, por las risas supe que se burlaban de mí, al limpiarlos vi entre los que se reían a mi amado Jake… ¡No! ¡Maldito George! Juro que le cortaré las pelotas y con ellas jurarán las futuras generaciones del colegio.

Como pude salí del depósito y caminé a la salida, un día algo pésimo, yo enamorado de un ángel (que se burló de mi) y torturado por un demonio (George). Llegué a casa, mamá estaba viendo su telenovela de la tarde, no soy muy afecto a esos programas tan inverosímiles… ¡a quién engaño! Me encanta ese programa, es mi favorita “El romance de María Ernestina de los Ángeles”, la historia de una chica pobre (hermosa, muy pulcra, pero que recoge basura y canta en los camiones, ¿entienden lo inverosímil?) que se enamora de Maximiliano de las Altas Torres, un joven millonario que se fija en ella y se aman con locura… la neta ese Max si está bien guapo, lástima que es como mi Jake, muy pero muy lejano.

 

Le sube el volumen a la televisión porque mi abuela Francisca está en una de sus múltiples lagunas mentales que la regresan a sus épocas de gloria.

-¿Y ahora qué hace la abuela?-

-Shh…- me calla- que no ves que la Jennifer Natacha le está diciendo a Maximiliano que espera un hijo de él para separarlo de María Ernestina de los Ángeles- ¡No! no Max no te engañes.

-Somos mujeres, merecemos votar, unidas lograremos salir de la represión- la situación me asusta, la abuela está en sostén (que ya es algo perturbador) y cargando una pancarta con la leyenda “Mujer de los 50s libérate”. Mamá pega su oído a la tele mientras yo me paro y le pregunto a la anciana…

-¿Qué haces abue?-

-Lucho por los derechos de nostras las mujeres, tenemos derecho a votar-

-Abuela- la miro serio- tú ya votas, votaste en las elecciones del año pasado-

-Ah…- me mira sin entenderme- ¿yo?- no tiene remedio, está senil, lo mejor es que le siga el juego, tomo la pancarta y digo…

-Las mujeres merecemos votar, arriba el poder femenino- me ve un poco asustada

-¿Pero en qué época vives muchacho? Las mujeres ya podemos votar, ¡ay! Esta juventud, con tantas ideas locas, ¡malditas drogas!- se va a su cuarto dejándome con el cartel levantado, siento que me veo como un idiota.

 

Este es mi caso, como podrán apreciar soy un ser bastante peculiar, eso sí, carismático, o al menos eso es lo que dice Romina, la chica que más amo, en el plano amistoso. Yo me pregunto ¿por qué la amistad de un chico gay tiene que ser una mujer? Fácil, porque solo ellas no nos ven como amenazas.

 

Ya es de mañana, mi padre como de costumbre me va a dejar a la escuela antes del trabajo…

-¿Dinero?- me pregunta

-Ya- le respondo

-¿Mochila?-

-Lista-

-¿Tarea?-

-Hecha-

-¿Dignidad?-

-Tamb… ¡Papá!- a veces ese hombre juega con mi estabilidad emocional

-Bueno, yo solo quiero ayudarte a ser un hombre-

-Ya soy hombre- le contesto con el ceño fruncido y entrecerrando los ojos

-Bueno, ya, bájate y mueve ese flaco y casi inexistente trasero dentro de la escuela-

-Ya voy, nos vemos mañana-

-Hijo- me habla con voz muy gruesa, volteo algo intimidado- te quiero mucho-

-Yo igual- sonrío y entro, al menos sé que mis papás me quieren aunque sea algo feo y diferente.

 

Subo la escalera y ya voy llegando cuando veo a Romina esperando fuera del aula.

-Eh… hola- sonríe, pero la noto ¿nerviosa? Sí, muy nerviosa

-Ho…la…- contesto algo inseguro- ya vuelvo solo dejaré mis cosas-

-¡No!- me grita impidiéndome la entrada

-¿Por qué?-

-Por que se echaron un gas y huele muy feo…- arrugó la nariz y agitó su mano a esa altura aludiendo a que olía mal

-No importa, ya se irá- intento entrar pero me detiene de nuevo

-No, ya sabes, creo que Willy comió frijoles y eso está mortal-

-¡Ya basta! Voy a entrar- la quito, no sabía que tengo tanta fuerza. Al entrar veo unas cartulinas pegadas en las paredes, corazones y rosas cerca de un lugar, el de mi odiada y perfecta compañera Daphne, argg, todos los de mi salón quieren con ella, es tan ridículamente hermosa que por eso la detesto.

-¡Ay no!- veo que mi Jake está sentado frente a ella, eso no es bueno, porque él sostiene una rosa, sigo viendo, se acerca a ella, no me agrada nada, se besan… me quedo helado e imaginariamente siento caerme en un abismo… mi amor platónico se acaba de besar con mi enemiga artificial número uno.

-No quería que los vieras…- dijo Romina apoyando su cabeza en mi hombro mientras mi cara denotaba que la ilusión de un mundo feliz con ese chico se desmorona con cada segundo en el cual se besaban….

¡Te odio Daphne!

Notas finales:

¿Qué les parece? Saludos y gracias por leer


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