- Sí, pero, cuando le dices a alguien sandez y media, las cosas se complican, y aun como su mejor amigo, no tienes ningún derecho sobre él, no ¿crees?
- Ya lo se… es solo que… yo… no se que me pasa…- admitió derrotado…
- Yo tengo una idea pero creeme, no es algo que te vaya a costar admitir ahora- suspiro y le dijo – debes partir.
Se despidieron cual padre lo hace de un hijo que nunca volverá al hogar, pero sin lágrimas, solo con miradas lánguidas.
Iniciaron la travesía, y los hobbits, si bien eran algo distraídos, también eran curiosos, y ya habían notada cierta pequeña tensión entre Aragorn, Boromir, y Legolas, pero decidieron preguntar a Gandalf, quien solo les dijo:
- Es complicado, aunque viejas amistades rotas pudieran renacer – dijo más para sí que para ellos
- ¿Boromir y Aragorn? – pregunto Merry, recibiendo una negativa muda
- ¿Legolas y Boromir? – aventuro Pippin, con la misma negativa
- Legolas y Aragorn, ¿cierto? – pregunto Frodo y Gandalf asintió
- Nunca volvieron a hablarse o verse hasta hoy
- ¿Desde hace cuánto? – preguntó curioso Merry
- Veinte años – se oyó la voz del enano
- ¡veinte años! –exclamo sorprendido Merry - ¿Por qué?
- Bueno… pues… - el enano balbuceo
Su pregunta no fue contestada, pues el enano recibió una mirada de advertencia por parte del mago. Y estos al no obtener respuesta se “organizaron” para “investigar”.
Aunque le tenían confianza a Aragorn, decidieron que lo mejor era hablar antes con el elfo, y dejaron a la suerte quien iría, ganando Merry. Frodo le dio unas ideas, sam solo le pidió que no lo arruinase, y Pippin le dirigio una tierna sonrisa, y le susurró “suerte”. El suspiró. Gandalf tenia razón. Era complicado. Y se dirigió a dónde Legolas
Los otros tres se dedicaron a llamar la atención de Aragorn y Boromir.
- Hola – dijo sonriente
- Hola, ¿sucede algo? – le contesto cálido el elfo
- No, en realidad…- lo miró detenidamente, y se sintió seguro de preguntar - ¿podría hacerte una pregunta?
- ¿una pregunta? –la curiosidad del elfo lo hizo asentir
- Bueno, a decir verdad son dos preguntas… - rio nervioso- ¿odias a Aragorn?–ladeó su cabeza - ¿Por qué dejaron de ser amigos?
El elfo puso una cara que realmente divirtió a al hobbit y lo hizo olvidarse de su nerviosismo anterior: boqueo como un pez fuera del agua, frunció levemente el ceño, y se puso rojísimo.
- No es que lo odie – desvió la mirada – ¿quién te hablo de eso?
- No me has respondido – le recordó Merry
- Es complicado – contestó Legolas sin ganas
- Muchas cosas son complicadas, pero ya estoy grandecito para entenderlas – le dijo con sus gestos típicos
- No fue nada... – el elfo suspiró, esperando que el mediano desistiera
- ¿se pelearon por nada?- el menor alzó una ceja incrédulo
- Si…- se llevó una mano al cuello y preguntó derrotado - ¿no me dejaras en paz hasta que te responda, ¿o sí?
El Brandigamo sonrió ampliamente, dando su respuesta
- No le cuentes de esto a nadie, ¿bien? – el menor asintió – si lo haces, los demás se enteraran de lo que hicieron tu y Pippin en casa de lord Elrond
- ¡tú! ¿Cómo…? ¡¿nos viste?! – el comarqueño se puso rojísimo
- Soy un elfo. Y Rivendel es una ciudad de elfos – le dijo pícaro – te lo diré si me dices quien te contó
- Mmm… me parece justo – alzó los hombros – tú me dices que pasó, y yo te digo quién nos contó – sonrió
- Ahhh – suspiró – bien…
Y le contó, después de tanto tiempo, le contó a alguien lo que había sentido por Aragorn… en ese tiempo se sentía tan avergonzado que ni siquiera le había contado a los arboles sus penas. Pero fue liberador el que el pequeño hobbit escuchara todo el monólogo, pues el pequeño no dijo ni una palabra hasta el final. Pero sus expresiones eran casi palabras. Primero unas sonrisas comprendiendo como se había sentido su elfo amigo y también al oír que se había decidido a confesarse, una mueca al saber que lo que hizo el montaraz y una de tristeza al enterarse de que ese relato, no sería más que eso: un relato. Sin un final feliz.
- Gimli –sonrió
- Ya – chasqueó la lengua el rubio. Condenado enano. Ya se las cobraría.
- ¿lo extrañaste? – preguntó con voz queda
- Al principio. Entré en una tristeza que no parecía tener fin – Legolas hablaba con susurros solo audibles para él y el hobbit – padre se preocupó mucho, y pidió a lord Elrond que nos hiciera una visita. Creo que él lo sabía, pues cuando me vio, me dijo : Sólo tú y yo sabemos cuál es tu mal .Debes olvidarlo, o te extinguirás en el recuerdo. No hagas sufrir a tu padre. No soportaría perderte. Y vive, que aun eres joven, no será la primera vez que vivas algo así, pero lo que no te mata… Y entonces entraron sus hijos, esos dos, aunque son mayores que yo, pueden distraer a cualquiera – una sonrisa se cruzó en su rostro – Si bien son gemelos, son bastante distintos; Elrohir tiene un carácter más acorde con su edad, pero es fácil conmoverlo; mientras que Elladan es más infantil y necio – rió- como son noldor, mi pueblo no los ve muy bien, pero padre los soporta porque son hijos de lord Elrond y porque me ayudaron mucho
- Entonces si pudiste rehacer tu vida, ¿no? – pregunto Merry pensando que tal vez, no era un final tan malo.
- Sí. Pero extraño algunas cosas. –suspiró – condenado mediano, me has hecho suspirar más que una elfita enamorada en menos de una hora
Merry rió, y luego comenzó a hablarle de la comarca, de las fiestas y le contó del gran cohete que le robaron a Gandalf. La historia divirtió de manera al elfo. Su risa, suave y agradable, llamó la atención de Boromir primeramente, y luego la de Aragorn
Ambos hombres pensaron que se veía hermoso. Pero Aragorn se obligó a decirse que Legolas era un hombre. Y que él, prometido de Arwen, estaba precisamente, prometido.
Se detuvieron a descansar un momento. Gimli quería ir por Moria, pero Gandalf no estaba muy dispuesto. Luego llegaron los espías de Saruman. Se escondieron como pudieron, pero el elfo tenía un vago mal presentimiento. Pero entonces se encaminaron por Caradhras… hasta que la nieve se ensañó en no dejarlos pasar. Entonces, vio con algo de pena como Boromir era llamado por el anillo. Decidió no permitirlo. Y se situó a su lado. Sonriéndole, parecía no pensar en el anillo infeliz.
Pero quien realmente estaba infeliz, era Aragorn, pues con rabia, veía como Boromir, paseaba sus brazos por los hombros de Legolas, y a éste no parecía molestarle.
Realmente se alegró con la tormenta de nieve, pues el príncipe del bosque negro al ser de una pisada ligera, avanzaba más rápido, por lo que fue a la par de Gandalf.
Al notar que no podían seguir ese camino, Frodo eligió sin saberlo, el paso fatal de Moria. Allí, el elfo, el enano, Boromir y Aragorn, no pelearon como siempre. Tenían en mente que no podían darse el lujo de perder a ningún hobbit. Lo que nunca esperaron, fue perder a Gandalf…